SOLEMNE CORONACIÓN PONTIFICIA

SOLEMNE CORONACIÓN PONTIFICIA*

"Historia de Nuestra Señora de Luján"
Buenos Aires, 1932

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    La solemne coronación de Nuestra Señora de Luján, tuvo lugar en el IV Domingo después de Pascua, en la que se fijara en Roma su fiesta especial, y la que cayó en 1887 el día 8 de mayo.
   Revistó todas las proporciones de un verdadero acontecimiento, cuya memoria será imperecedera entre los millares de católicos que lo presenciaran.
   Jamás se vio en Luján ni en pueblo alguno de la República, ni quizás en otro de América alejado de la Capital, una concurrencia semejante a la que invadi6 esta Villa en el día de la Coronación. Calculóse en 40.000 el número de personas que asistieron a la imponente manifestación de fe religiosa, venidas de la Capital, de Montevideo, y puede decirse de todas las poblaciones de la campaña y de la República entera.
   Las calles y plazas de la Villa, así como la mayor parte de sus casas, estaban profusamente adornadas con banderas de todas las nacionalidades, vistosos gallardetes e innumerables escudos alusivos a la memorable circunstancia.
   Terminada la Misa, el Excmo. Señor Arzobispo, designado por Su Santidad para coronar la Santa Imagen en representaci6n de su Augusta Persona, se revistió del amito, alba, y de la capa pluvial, ciñendo por vía de cíngulo, una faja de seda blanca con bordados y flecos de oro, llevada por mucho tiempo por el Sumo Pontífice León XIII, y que había traído de Roma el señor Comisionado para el efecto de la Coronación, la que figura ahora en el Museo Colonial e Histórico de Luján.
   Enseguida, acompañado de los Señores Obispos de Cuyo, de Montevideo, de Claudiópolis, de los Señores Vicarios Capitulares de C6rdoba y de Salta, se acercó al altar con la mitra en, la cabeza y el báculo pastoral en la mano, inclinó la frente ante la venerable Imagen, se arrodilló y entonó el "Regina Coeli", que continuaron el clero y el coro de los cantores.
   Entretanto, el Señor Arzobispo subió a la tarima en que estaba el nicho de la Virgen, precedido de un acólito y de un sacerdote que llevaba la diadema, y que era el P. Salvaire, el mismo Señor Comisionado, alma de toda la fiesta.
   Llegado a la presencia de la Imagen, la saludó reverente, la incensó por tres veces, y tomando respetuosamente la corona la colocó conmovido en la cabeza de la Virgen diciendo: "Sicut per manus nostras coronaris in terris, ita et a Christo gloria et honore coronari mereamur in coelis", así como eres coronada en la tierra por nuestras manos, del mismo modo merezcamos ser coronados en el cielo de gloria y honor por Cristo Nuestro Señor. En ese mismo momento, todas las bandas de música rompieron a tocar marchas triunfales, los batallones hicieron una triple descarga de fusilería; se dispararon cohetes y bombas; repicaron las campanas y se echaron a volar gran número de palo mas blancas que arrastraban en pos de sí largas cintas de colores inmaculados y pontificios, como mensajeras del júbilo que llenaba los corazones de todos los que tenían la dicha de asistir a aquel espectáculo sorprendente; y al mismo tiempo viéronse correr por todos los semblantes lágrimas de dulce e indecible emoción.
   Puede afirmarse que la Coronación de Nuestra Señora de Luján ha sido un acontecimiento espléndido y sin rival en los fastos religiosos de las Repúblicas Sudamericanas.
¡Loado sea Dios!¡Loada sea María Inmaculada!
¡Loada sea especialmente la Virgen de Luján!
 


  • Sacado de la Revista "Regina Angelorum", del mes de agosto de 1978.

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