FÁTIMA

FÁTIMA

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¡Nuestra Señora de Fátima, sed benigna con aquellos que imploran vuestra potente protección!
   Hoy, para casi todos, Fátima es un nombre muy conocido, pero en los días de 1917 en que tuvieron lugar las apariciones de Nuestra Señora no sucedía lo mismo.   Fátima se encuentra ubicada en Portugal, allí donde sus reyes desde el principio escogieron a la Madre de Dios por patrona de la dinastía y de la nación, y que el 20 de octubre de 1646, el rey Juan IV consagró solemnemente a la Inmaculada Concepción. Es de destacar que en la comarca inmediata a Fátima tuvieron lugar muchos de los principales combates que libraron los esforzados portugueses en su lucha contra los musulmanes. También allí, don Nuño Álvarez Pereira, jefe del ejército del rey Juan I, que llevaba en su estandarte bordada la imagen de la Santísima Virgen y cuyo grito de guerra era: ¡En nombre de Dios y de la Virgen Maria!, logró la victoria de Aljubarrota, el 14 de agosto de 1385, víspera de la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, merced a la cual se produjo la independencia definitiva de Portugal. El 13 de agosto, antes de la batalla, el héroe portugués invocó la especial protección de Nuestra Señora, y el rey le hizo voto de construir en su honor un monasterio; lograda la victoria se construyó en acción de gracias la Iglesia de Nuestra Señora de la Batalla y un monasterio contiguo para los padres dominicos. Estos se dedicaron con santo afán a difundir la devoción del Santo Rosario y el amor a Nuestra Reina Celestial, por la región, a la cual pertenece Fátima.
   En el año de 1917, tres niños portugueses: Lucía dos Santos y sus primos Francisco y Jacinta Martos, recibieron en la Cova de Iria, situada a dos kilómetros de su pueblo natal, Aljustrel, y a más de tres de la Iglesia de Fátima, la visita de la Blanca Señora, luego de haber sido preparados por la visita del Ángel de la Paz y del Angel Custodio de Portugal.
   Las apariciones de la Santísima Virgen en Fátima, la tierra de Santa María, como gustan decir los portugueses, se realizaron el 13 de mayo, el 13 de junio, el 13 de julio, el 19 de agosto, el 13 de septiembre y el 13 de octubre en que tuvo lugar el portentoso milagro del sol, el cual cambiando de colores y girando sobre sí mismo, pareció caer sobre la gran multitud; milagro que fue visto hasta por gente que no tenia intención de ir a Fátima y que se encontraba a varios kilómetros de allí.
   El texto de las apariciones es bastante conocido por todos, por lo cual no nos detendremos esta vez en él, pero lo que sí queremos comenzar a analizar qué es lo que quiere de nosotros la Santísima Virgen de Fátima.
   Ante la realidad caótica del mundo, Nuestra Señora nos dice claramente que Dios castigará a la humanidad pero también, en su amor de Madre Dolorosísima por la suerte de sus hijos, nos muestra cuál ha de ser el camino para apartar de nosotros ese castigo, o por lo menos mitigarlo, y, en definitiva, para salvar la mayor cantidad de almas posible.
   En la aparición del 13 de julio, Nuestra Señora les dice a los pastorcitos: "Si ellos (los pecadores) hacen lo que yo les digo, se salvarán muchas almas y habrá paz", y más adelante, "Si ellos oyen mis pedidos, Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, extenderán sus errores a través del mundo provocando guerras y persecuciones a la Iglesia". No nos extrañemos pues que en un mundo de pecado, en que se hace oído sordo al llamado de Nuestra Señora, se haya difundido ampliamente la subversión comunista, atea y materialista. Si los hombres se olvidan de Dios, si dejan a Dios a un lado en sus planes y proyectos, todo se vendrá abajo, ya lo dice la Sagrada Escritura: "Si el Señor no edifica la casa en vano se fatigan los que la fabrican. Si el Señor no guarda la ciudad, inútilmente se desvela el que la guarda" (Salmo 126-1). Cabe recordar que en la aparición del 13 de julio, queda una tercera parte sin haber sido publicada, es el llamado secreto de Fátima; preguntada Jacinta acerca de si la gente  se pondría triste si conociese el secreto, la pequeña pastorcita respondió que sí.
   El pedido de Nuestra Señora es sencillo pero tiene la fuerza y la vida de ser la voluntad de Dios Todopoderoso: Oración y Penitencia.
   La oración que pide es el rezo del Santo Rosario y lo hace de manera insistente en todas las apariciones, desde Mayo hasta Octubre insiste en que recemos el Rosario pidiendo la paz para el mundo, que lo recemos todos los días, que no dejemos de rezar el Santo Rosario; este pedido insistente lo ha continuado haciendo la Santísima Virgen a Lucía, ahora Sor María Lucía del Corazón Inmaculado, la única sobreviviente de los tres videntes, que toda vía vive, tal como le dijera Nuestra Señora el 13 de junio de 1917, "a Jacinta y a Francisco vendré pronto a llevarlos conmigo. Pero tú debes seguir más tiempo aquí abajo. Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocer y amar. Quiere instituir en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado".
   Podemos decir que el Santo Rosario es el arma invencible que nos da Nuestra Señora para acabar con la impiedad y el materialismo reinante; es la oración recomendada por todos los Pontífices desde que la Iglesia lo recibió de la Reina de los Cielos en las manos de Santo Domingo de Guzmán; es la oración predilecta de los Santos; en definitiva, es la llave para poder entrar al cielo. 
   La Virgen Santísima, manifiesta el 13 de julio, luego de la visión del infierno: "Habéis visto el infierno donde van a terminar las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos, el salvador quiere instituir en el mundo la devoción de mi Corazón Inmaculado"; más adelante, luego de manifestar que está pronto el castigo de los crímenes del mundo, dice: "Para impedir eso vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado y la comunión reparadora de los primeros sábados". Ya el 13 de junio, Nuestra Señora había dicho que Nuestro Señor "quiere instituir en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado. A los que la abracen yo les prometo la salvación. Estas almas serán bienamadas de Dios, como flores colocadas por mí cerca de su trono". Y el 10 de diciembre de 1925 la Virgen Santísima le mostraba el Corazón cercado de espinas, y al Niño Jesús, que señalándolo, le decía: "Ten compasión de este dulcísimo Corazón martirizado de continuo por la humana ingratitud", y luego añadía Nuestra Señora: "mira, hija mía, mi Corazón rodeado de las espinas con que a cada momento lo hieren los hombres ingratos con sus blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y anuncia de mi parte que yo prometo asistir en la hora de muerte con las gracias necesarias para la salvación a todos los que en el primer sábado de cinco meses consecutivos se confiesen, reciban la santa comunión, recen una parte del Rosario y me hagan compañía durante quince minutos, meditando los misterios del Rosario con el fin de ofrecerme reparación".
   Aquí pareciera que se completaran las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús en Paray-le-Monial, cuando Nuestro Señor manifestara al mundo entero la hoguera de amor que abrasaba Su Corazón Sacratísimo. Ahora también Su Santísima Madre ha mostrado Su Inmaculado Corazón y quedan en el cielo, sobre la humanidad toda, estas dos prendas de salvación: los Sagrados Corazones de la Virgen Madre y de Su Divino Hijo. Fátima junto con Paray-le-Monial forman el eje del carro de salvación al cual debemos subir para salvarnos del diluvio de la corrupción y degeneración que ahoga al mundo sumergiéndolo en el fango del pecado.
   Y como no podía ser de otra manera, Fátima prepara las almas para ir al Dios vivo, a Jesús Sacramentado. Ya en las apariciones del Ángel los tres pastorcitos aprenden a adorar a la Sagrada Eucaristía, aprenden el verdadero espíritu de adoración y reparación, y reciben la Santa Comunión de manos del Ángel.
   Como dice San Luis María: "Jesucristo vino al mundo por medio de la Santísima Virgen, y por Ella debe también reinar en el mundo", así, en Fátima, la Santísima Virgen quiere llevar por medio de la oración, la penitencia y la pureza de vida a la adoración de Jesús Nuestro Señor, presente real y verdaderamente con Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en el Santísimo Sacramento.
   Y, ¿cuál es la penitencia que nos pide la Blanca Señora de Fátima? Conocedora de nuestras miserias y debilidades, nos pide lo que es nuestra obligación cumplir pero que ya nadie cumple, nos pide cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios y las obligaciones personales. Si no se cumplen los Mandamientos no puede haber tranquilidad, no puede haber orden, en definitiva, no puede haber paz que, en frase de Santo Tomás y San Agustín, es " la tranquilidad en el orden". El principio que debe regir toda conducta y las actividades de los hombres debe ser el cumplimiento de los Mandamientos. En privado y en público, en el hogar en el Estado, en la economía y en la política, en todos y en todo cumplir la Santa Voluntad de Dios; y nadie puede decir que no tiene fuerzas o que tiene una voluntad débil, pues allí está Nuestra Señora para ayudarnos. Lo que sucede es que se ha enfriado el amor a Nuestra Reina, y que, como el criminal Herodes buscamos matar a Su Divino Hijo, él con espadas en Belén, nosotros en nuestro corazón por el pecado.
   En la noche de Belén los ángeles anunciaron a los pastores: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres buena voluntad". Este himno angélico es un preanuncio de lo que luego repite la Santísima Virgen en Fátima: la condición para que haya paz en el mundo es que primero se glorifique Dios con la oración y la penitencia; primero la gloria de Dios, primero acabar con el pecado y luego, cuando Nuestro Señor y nuestra buena voluntad manifestada en obras (obras son amores y no buenas razones) , entonces sí, enviará la paz al mundo. Sin gloria a Dios, no hay paz para los hombres.
   La pastorcita Jacinta, una de las videntes de Fátima, en los últimos días de su vida le confió a la hermana María Purificación Godinho algunas frases que aclaran o explicitan más el mensaje de Fátima. "Los pecados que arrojan más almas al infierno son los pecados de impureza", pues a esto, ¿qué dirán tantas personas las que siempre encuentran pretexto para justificar su forma de vestir y comportarse? ¿Puede agradarle a Dios las modas actuales siendo ellas la puerta del infierno? ¿Qué clase de cristianos son los que las siguen? ¿Qué clase de cristiano es aquel que por un lado se llama seguidor de Cristo y María y por otro lado, en sus vestimentas y en su conducta diaria, se comporta como enemigo de en Dios? y no se pueden dar pretextos de comodidad cuando está en juego la salvación de las almas. 
   Para terminar, citaremos nuevamente a la Inmaculada: "Hay que hacer penitencia. Si los hombres se arrepienten Nuestro Señor seguirá perdonando; pero si no cambian de vida, el castigo vendrá". Sin embargo, el mensaje de Fátima queda con una estrella de esperanza que nos alienta a continuar la lucha por el Reinado de le la Bienaventurada Virgen María Madre de Dios, cuando en Su Maternal dignación nos afirma: 
"POR FIN, MI INMACULADO CORAZÓN TRIUNFARÁ"

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