01/I LA CIRCUNCISIÓN DEL SEÑOR

01 de Enero

LA CIRCUNCISIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO


Todo cuanto hacéis, de palabra o de obra, hacedlo
todo en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo. 
(San Pablo a los Colosenses, III, 17)
 
¡Cuán glorioso es el Nombre de Jesús; mas, cuán caro costó al Hijo de Dios! ¡Le fue menester derramar sangre para merecer este nombre de Salvador; y tú no quieres derramar, para salvarte, ni una lágrima! Es preciso imitar a Jesús en sus sufrimientos o perder la esperanza de acompañarlo en su gloria. Jesús, sed mi Salvador, y pues tanto amor habéis tenido por mí desde el comienzo de vuestra vida, inspiradme vuestro santo amor, a fin de que os ame, si no tanto cuanto merecéis, por lo menos tanto cuanto pueda.        

MEDITACIÓN
SOBRE LA CIRCUNCISIÓN
 
I. Jesús comienza hoy lo que continuará hasta la muerte. Obedece a su Padre celestial, a María y a José.¡Dios obedece a los hombres! Después de esto, ¿tendremos vanidad bastante como para no querer sometemos a los superiores que Dios nos ha dado? Es preciso obedecer a los que ocupan el lugar de Dios, o bien a nuestras pasiones y al demonio. Un Dios obedece a la ley, y nosotros, que no somos sino ceniza y polvo, ¿rehusaremos obedecer a Dios?
 
II. En ninguna parte se manifiesta más la humildad del Salvador, que en esta obediencia. En el pesebre, se tomaría a Jesús por un hombre común; aquí, pasa. por pecador. Jesús, que es la santidad misma, quiere abatirse hasta parecer pecador, para honrar a su Padre. Después de esto, ¿tengo derecho a quejarme de las humillaciones que recibo? He nacido en el pecado, he crecido en el pecado; sin embargo, no quiero ser llamado pecador y me irrito si se me desprecia.
 
III. La caridad de Jesús brilla en este misterio, toda vez que quiere, desde los primeros instantes de su vida, adoptar el nombre de Salvador(1) y darnos su sangre y sus lágrimas como prenda de su amor. Esa sangre y esas lágrimas que derrama, son el lenguaje de su corazón: nos dice con ellas que quiere vivir, sufrir y morir por nosotros. Comencemos pues, este año, imitando su obediencia y su humildad. Amémoslo durante todo este año, hagamos todo en Nombre de Jesús. Dios mío, soy todo vuestro, du rante este año, y para el resto de mi vida.

La Humildad(2)
Orad por la Iglesia. 

ORACIÓN
   Oh Dios, que habéis constituido a vuestro Unigénito Salvador del género humano, y habéis ordenado que se le llamase Jesús, haced, por vuestra misericordia, que después de haber honrado su Santo Nombre en la tierra, tengamos la dicha de contemplarlo a Él mismo en el cielo. Por J. CN. S. Amén.


 *Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo I, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

(1) La palabra Jesús quiere decir Salvador (Catena Aurea - Sto. Tomás). (N. del T.)
(2) Al final de cada meditación se indica una virtud para practicar especialmente durante el día y, además, para la oración, una intención particular.

31/XII SAN SILVESTRE, Papa

31 de Diciembre

SAN SILVESTRE, Papa


He combatido con valor, he concluido la carrera,
he guardado la fe. Nada me resta sino aguardar
la corona de justicia que me está reservada.
(2 Timoteo, 4, 7-8)


   San Silvestre I se había distinguido por su celo y su caridad durante la primera persecución. Subió a la cátedra de San Pedro en el año 314, menos de un año después del edicto de Milán, que concedía la paz a la Iglesia. Recibió de Constantino el palacio de Letrán y en él estableció su morada, así como la basílica principal de Roma. El mismo año envió delegados al Concilio de Arlés, donde fueron condenados los donatistas, y después, en el año 325, al Concilio general de Nicea, que anatematizó a Arrio. Murió San Silvestre en el año 335.


MEDITACIÓN
TRES REFLEXIONES
SOBRE EL AÑO TRANSCURRIDO
    
I. ¿Podría decir con verdad como San Pablo: He combatido con valor, he concluido la carrera, he guardado la fe? Hete aquí al término del año; repasa en tu espíritu todo el bien y todo el mal que has hecho durante este año, y mira si tus buenas acciones son más numerosas que las malas. ¿Cuántos días transcurrieron sin que hicieras nada para Dios? Sin  embargo, este año te fue dado únicamente para servirlo, para hacer penitencia de tus pecados y merecer el cielo mediante la práctica de las buenas obras.
   
II. ¿Dónde están ahora los placeres y los honores de que gozaste durante este año? ¡Todo ha pasado, y no te queda sino el triste recuerdo de haber ofendido a Dios por bienes pasajeros y falaces! ¿No es verdad que, al contrario, experimentas una gran alegría por el bien que hiciste tratando de agradar a Dios? Ya no experimentas el esfuerzo que tus buenas obras te costaron, y tienes la esperanza de ser recompensado por ellas. Tu vida pasará como este año, tus placeres pasarán tanto como tus trabajos, y el único consuelo que te quedará será haber servido al Señor. ¿Quién me devolverá este día, este año que perdí en la vanidad? (San Euquerio).
   
III. Acaso pasaste parte de este año en pecado mortal. Si durante esa época hubieras muerto, ¿dónde estarías ahora? Dios te ha dado tiempo para hacer penitencia; aprovéchalo mejor en lo porvenir ¡acaso no tengas más que este año de vida! Prepárate, pues, a morir, haz una buena confesión, y si quieres pasar santamente todos los días del año que va a comenzar piensa todos los días en la muerte y en la eternidad. Dios te ha ocultado tu último día, para que te prepares a él todos los días de tu vida. (San Agustín).


El pensamiento de la muerte 
Orad por vuestros bienhechores.

ORACIÓN
   Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño, y guardadlo con protección constante por vuestro bienaventurado Sumo Pontífice Silvestre, a quien constituisteis pastor de toda la Iglesia. Por J. CN. S. Amén.



*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

30/XII SAN SABINO, Obispo y Confesor

30 de Diciembre

SAN SABINO, Obispo y Confesor


En esto conocerán todos que sois mis discípulos,
si os amáis unos a otros.
(Juan, 13, 35)

   San Sabino, obispo de Asís, invitado a adorar una estatua de Júpiter, la tomó en sus manos y la arrojó al suelo, donde se hizo pedazos. el gobernador le hizo cortar las manos y lo condenó a morir en prisión perpetua. El juez a cuya guarda fuera confiado se convirtió al ver sus milagros y, a su vez, padeció el martirio poco después de la muerte de San Sabino. 

MEDITACIÓN
SOBRE EL AMOR AL PRÓJIMO
   
I. Se debe hacer al prójimo todo el bien que se pueda, asistirlo en sus necesidades materiales y espirituales. ¿Has cumplido durante este año este primer deber de la caridad cristiana? ¿Cómo has trabajado en la conversión de las almas, en la práctica de las obras de misericordia corporales y espirituales? ¿Cuántas ocasiones has perdido de acudir en ayuda de Jesucristo en la persona de tu prójimo? No te gloríes de amar a Dios si no amas a tu prójimo. Si alguien dice que ama a Dios y, al mismo tiempo, aborrece a su hermano, es un mentiroso. (San Juan).
   
II. Ten cuidado de no herir a tu prójimo con tus palabras o tus actos; el que ofende a su prójimo ofende a Jesucristo, porque lo que hicieres al menor de los hombres a Jesucristo mismo se lo haces. Ten buena opinión de los demás y juzga favorablemente sus acciones. ¿Has observado estos preceptos en el curso de este año? ¿Cuántas veces has desobedecido a tus superiores y dado motivo de descontento a tus iguales y a tus inferiores? ¿No tienes enemigos? Si los tienes, reconcíliate con ellos lo antes posible.
   
III. En una palabra, ¿has tratado a los otros como quisieras ser tratado tú mismo? Quieres ser estimado, alabado, honrado, quieres que se te perdonen tus faltas y que se hable bien de ti: ¿tienes para con los demás la caridad que exiges de ellos? Sé familiar con tus amigos, afable y equitativo para con todos. Dios permitirá que se te trate como tú hayas tratado a los demás, y Él mismo usará contigo la medida que tú hayas usado con tu prójimo. No hagas a otro la que no quisieras que se te haga a ti.

El amor al prójimo 
Orad por vuestros enemigos.

ORACIÓN
   Dios omnipotente, mirad nuestra flaqueza, ved cómo el peso de nuestras obras nos abruma, y fortificadnos por la gloriosa intercesión de San Sabino, vuestro mártir y pontífice. Por J. C. N. S. Amén.


  • Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

29/XII SANTO TOMÁS BECKET, Obispo y Mártir

29 de Diciembre

SANTO TOMÁS BECKET, Obispo y Mártir


El que guarda los mandamientos
mora en Dios, y Dios en él.
(1 Juan, 3, 24).

   Nacido en Londres en 1118, Santo Tomás Becket estudió en Oxford y en París. Llegó a ser canciller de Inglaterra bajo el reinado de Enrique II y después arzobispo de Cantorbery en 1162. Fue perseguido por el rey por haber defendido las inmunidades de la Iglesia y se retiró a Francia por espacio de siete años, alimentándose de legumbres, acostándose en el duro suelo y llevando siempre un cilicio. Intervino una reconciliación y Santo Tomás fue finalmente restablecido en su cargo; pero, cuatro semanas después de su vuelta a Inglaterra, fue asesinado al pie del altar, en 1170. Enrique II protestó no haber ordenado este crimen y fue descalzo a su tumba al año siguiente.


MEDITACIÓN
SOBRE EL AMOR DE DIOS
   
I. Meditemos en estos tres últimos días del año, acerca de nuestros deberes para con Dios, para con el prójimo y para con nosotros mismos. Has sido creado para amar a Dios sobre todas las cosas; éste es tu único quehacer, todo lo demás nada es. Dime, por favor, ¿qué has hecho durante este año? Examina tus acciones, tus pensamientos y tus palabras. De días pasados, de tantas horas transcurridas, te has consagrado al servicio de Dios? ¡Oh gran Dios! ¡Vos queréis hacerme dichoso eternamente, y yo rehúso serviros durante los pocos momentos que me quedan de vida!
   
II. ¿Qué has hecho contra Dios? ¿Cuántas veces has desobedecido a sus mandamientos y rechazado sus inspiraciones? ¿Cuántas veces has abusado gracias y profanado sus sacramentos? Interroga a tu conciencia, y di con David: "Contra Vos solo, Dios mío, he pecado". He guardado las apariencias, he querido contentar a los hombres con una devoción de puro alarde, pero no he podido con ello contentar a Dios que ve hasta el fondo de mi alma. He pecado contra Vos solo y he hecho el mal en vuestra presencia. (El Salmista).
   
III. ¡Cuántas cosas pudiste hacer por Dios y no hiciste! Y sin embargo ¿Pudo acaso Dios hacer por ti más de lo que hizo? Pongamos, pues, manos a la obra, demos al Señor el resto de nuestra vida. Bastante hemos trabajado para nuestro cuerpo y para la tierra, hagamos algo para nuestra alma y para el cielo. Hemos dado un año a nuestro cuerpo, demos algunos días a nuestra alma; vivamos un poco para Dios, después haber vivido tanto para el siglo. (San Pedro Crisólogo).


El amor de Dios
Orad por el Papa.

ORACIÓN
   Dios, que habéis visto caer al glorioso pontífice Tomás bajo la espada de los impíos por la causa de vuestra Iglesia, haced, os lo conjuramos, que todos imploran su auxilio obtengan el efecto saludable de sus ruegos. Por J. C. N. S. Amén.

28/XII LOS SANTOS INOCENTES, Mártires

 28 de Diciembre

LOS SANTOS INOCENTESMártires

Herodes mandó matar a todos los niños que había
en Belén y en toda su comarca, de dos años abajo.
(Mateo, 2, 16).

   Había Jesús nacido en Belén, y los magos vinieron de Oriente a la corte de Herodes para averiguar dónde acababa de nacer "el rey de los judíos". Turbóse Herodes, y, habiendo convocado a los príncipes de los sacerdotes, les preguntó donde debía nacer el Cristo. Llamó después a los magos en secreto y les dijo: "Id, informaos con cuidado acerca de este niño, y cuando lo hayáis encontrado, hacédmelo saber, para que yo también vaya a adorarlo". Pero los magos, advertidos por el Cielo, no volvieron. Se enfureció Herodes e hizo degollar a todos los niños de Belén y sus alrededores, hasta la edad de dos años. Este bautismo de sangre envió muchos ángeles al cielo.

MEDITACIÓN SOBRE LA FIESTA
DE LOS SANTOS INOCENTES
    
I. Estos niños vertieron su sangre por Jesucristo antes de conocerlo. Hace ya tantos años que tú conoces a Dios y los beneficios con que te ha colmado, y ¿cómo lo has servido? Dale la flor de tu vida, conságrale a su servicio tus mejores años, como los santos inocentes. ¡Dichosos niños, no pueden aún pronunciar el nombre de Cristo, y ya merecen morir por Él! (San Eusebio).
   
II. No es hablando, sino sufriendo y muriendo, como estas primicias de los mártires, estas flores de la naciente Iglesia confesaron la fe de Jesucristo. A menudo Dios pide que tú lo confieses callándote y sufriendo. Te calumnian, te persiguen: sufre, cállate. ¡Ah! ¡cuán elocuente testimonio de tu fidelidad es esta paciencia muda! En vano dices que eres totalmente de Dios: corresponde que lo digan tus acciones; trabaja por Dios, sufre por amor suyo.
   
III. Debes ser inocente como estos niños si quieres entrar en el cielo: Si perdiste la inocencia bautismal, es preciso que laves tu alma en las amargas aguas de la penitencia. Ojos míos, derramad vuestras lágrimas para extinguir el fuego del infierno y aun del purgatorio, y para lavar mis pecados; porque nada que esté sucio entrará en el reino de los cielos. ¡Dichoso si a semejanza de estas santas almas, podemos obtener la corona del martirio! Esta edad, todavía no apta para la lucha, está ya madura para la victoria.

La pureza
Orad por los niños de China.

ORACIÓN
   Oh Dios, cuyos Inocentes mártires publican hoy la gloria no con sus palabras sino con su sangre, haced morir en nosotros los vicios todos, a fin de que la santidad de nuestra vida venidera proclame la fe que confiesan nuestros labios. Por J. C. N. S. Amén.
   




*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

27/XII SAN JUAN, Apóstol y Evangelista

27 de Diciembre

SAN JUANApóstol y Evangelista


Pedro vio venir detrás suyo.
al discípulo amado de Jesús,
aquél que en la Cena se
 reclinara sobre su pecho.
(Juan, 21, 20)

   San Juan era todavía joven cuando siguió a Jesús. Fue su discípulo predilecto a causa de su inocencia, asistió a su transfiguración, se recostó en su pecho en la última Cena, subió con Él al Huerto de los Olivos, y recibió a María como Madre, ayudó a sepultar al Salvador y acudió el primero con Magdalena a su tumba el día de su resurrección. Después de la Ascensión, fue a predicar el Evangelio al Asia Menor y se estableció en Éfeso con la Santísima Virgen. Conducido a Roma en el año 95, bajo Domicia no, y arrojado a una caldera de aceite hirviendo, salió de ella sano y salvo y fue desterrado a la isla de Patmos, donde compuso el Apocalipsis. De vuelta a Éfeso, escribió contra los gnósticos su Evangelio que, con sus tres Epístolas, es el inflamado código de la caridad. Sobrevivió a todos los otros Apóstoles.

MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE SAN JUAN
  
I. He aquí al amigo íntimo de Jesús, aquél que descansó sobre su pecho en la última Cena, ya quien el divino Salvador hizo partícipe de sus más grandes secretos. La primera condición de una verdadera amistad es no tener secretos para el amigo. ¿Está abierto tu corazón para Jesús? ¿No tomas ninguna resolución sin haberlo consultado? En todo tiempo puedes penetrar en su corazón por la adorable llaga de su costado; ¡Y Él no puede hacerlo en el tuyo, lleno como está totalmente de las creaturas! Os amo, oh Dios mío, y deseo amaros siempre más. (San Agustín).
  
II. La segunda cualidad de la amistad es compartir con el amigo lo que se posee. Ahora bien, Jesús durante su vida dióse todo entero a San Juan y, al morir, le dio a su madre. "Hijo mío, dijo, he aquí a tu Madre". San Juan se había dado por entero a Jesús, había abandonado todo para seguirlo. Date del mismo modo todo entero a Jesús, si quieres ser su amigo. ¿A quién destinas tu corazón? el mundo es indigno de poseerlo. ¿Qué has dado a Jesús en retribución de su ternura? ¿Le has consagrado tu cuerpo, tu voluntad, tu inteligencia, en una palabra todo lo que eres y todo lo que posees?
  
III. En fin, la tercera cualidad de la amistad es la semejanza: el amor hace semejantes a los amigos, si ya no lo son. Fue también este amor el que hizo a San Juan semejante a Jesús, lo hizo también hijo espiritual de María. Jesús te amará, si te asemejas a Él. Para lograrlo, es menester, no que te recuestes visiblemente sobre el corazón de Jesús, sino que Jesús venga a tu corazón, y que no tengas tú otra voluntad que la suya. Tener los mismos gustos, y las mismas repugnancias, he ahí la verdadera amistad. (San Jerónimo).

El amor de Dios
 Orad por el aumento de la caridad.

ORACIÓN
   Dignaos, oh Dios de bondad, derramar sobre vuestra Iglesia los rayos de vuestra luz celestial, a fin de que iluminada con las enseñanzas de San Juan, vuestro Apóstol y Evangelista, alcance las recompensas eternas. Por J. C. N. S. Amén.



*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

26/XII SAN ESTEBAN, Protomártir

26 de Diciembre

SAN ESTEBAN, Protomártir

Esteban, lleno de gracia y de fortaleza,
obraba grandes prodigios y milagros entre el pueblo.

(Hechos de los Apóstoles, 6, 8)

   San Esteban, primer diácono elegido por los Apóstoles para la distribución de las limosnas entre los fieles, fue también el primer mártir de Jesucristo: ¡qué gloria! Reprochó vivamente a los judíos el que hubieran echado mano a traición y dado muerte al Justo, al Mesías prometido, y lo confesó magníficamente ante Caifás y el gran Consejo. Hasta vio que los cielos se abrían y a Jesús a la diestra del Padre. Llenos de furor, los judíos lo arrastraron fuera y lo lapidaron mientras Esteban, de rodillas, pedía a Dios que los perdonase. ¡Saulo, el futuro gran San Pablo, tenía sus vestiduras!

MEDITACIÓN
SOBRE LA MUERTE
DE SAN ESTEBAN
   
I. San Esteban se declara abiertamente discípulo de Jesucristo. No teme la muerte porque está lleno de gracia y de fortaleza; y esta gracia y esta fortaleza le vienen de su fe. La vista del cielo, que se abrió ante sus ojos, lo hace insensible a los tormentos. Si tuviese yo un poco de fe, si de tiempo en tiempo  considerase la corona que Dios me prepara en el cielo, ¿qué temería aquí en la tierra? ¿qué amaría fuera de Vos, oh mi dulce Jesús?
   
II. Soporta valerosamente la muerte y, al morir, ruega por los que lo apedrean. Sufre tú por Jesús las persecuciones y la muerte, si es necesario. Nada podrías hacer por Él de lo cual no te haya dado ejemplo; pero sufre orando por los que te persiguen. ¿Sabes por qué San Esteban perdona tan fácilmente a sus enemigos? Porque la crueldad de ellos prepara su triunfo. ¿Cómo quieres que se irrite contra aquellos que le abren la puerta del cielo ? (San Eusebio).

   
III. Los Hechos de los Apóstoles dicen, al referir la muerte de este santo, que se durmió en el Señor. Su muerte fue, pues, semejante a un dulce sueño: fue, en efecto, el término de todos sus trabajos y el comienzo de su reposo. Señor, concededme la gracia de morir con la muerte de los santos, con esta muerte tan preciosa ante vuestros ojos. Alma mía, vivamos, suframos, trabajemos, como los santos, y moriremos con la muerte de los santos. ¡Que muera yo con la muerte de los justos!

La caridad
Orad por vuestros enemigos.

ORACIÓN
   Señor, concedednos la gracia de imitar a aquellos a quienes honramos, a fin de que aprendamos a amar a nuestros enemigos, pues celebramos el nacimiento al cielo del que oró a Jesucristo Nuestro Señor por sus mismos verdugos. Amén.
   


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

25/XII LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN LA CARNE

LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

María dio a luz a su hijo primogénito,
y lo envolvió en pañales, y lo recostó en un pesebre,
porque no había lugar para ellos en la hostería.
(Lucas 2, 7)
  • El año de la creación del mundo, cuando en el principio crió Dios el cielo y la tierra, cinco mil ciento noventa y nueve; del diluvio, el año dos mil novecientos cincuenta y siete; del nacimiento de Abraham, el año dos mil quince; desde Moisés y la salida del pueblo de Israel de Egipto, el mil quinientos diez; desde que David fue ungido Rey, el mil treinta y dos; en la Semana sexagésima quinta, según la profecía de Daniel; en la Olimpíada ciento noventa y cuatro; de la fundación de Roma, el año setecientos cincuenta y dos; del Imperio de Octaviano Augusto, el cuarenta y dos; estando todo el Orbe en paz, en la sexta edad del mundo, Jesucristo, eterno Dios, e Hijo del eterno Padre, queriendo consagrar el mundo con su misericordiosísimo advenimiento, concebido del Espíritu Santo, y pasados nueve meses después de su concepción, nace en Belén de Judá, de la Virgen María, hecho Hombre.
  • La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, según la carne.
  • El mismo día, el triunfo de santa Anastasia, la cual, en tiempo de Diocleciano, sufrió primero por Cristo, de parte de su marido Publio, una muy dura y cruel prisión, donde mucho la consoló y confortó el Confesor de Cristo Crisógono; después fue atormentada con larga cárcel por el Prefecto de Ilírico Floro, y por último, atada a unos palos, con las manos y pies extendidos, encendieron alrededor un gran fuego en que consumó el martirio en la isla de Palmarola, adonde había sido deportada con doscientos hombres y sesenta mujeres, que con varios géneros de muerte celebraron el martirio.
  • En Barcelona de España, el tránsito de san Pedro Nolasco, Confesor, que fue Fundador de la Orden de santa María de la Merced, Redención de cautivos, y resplandeció en virtudes y milagros. Su festividad se celebra el 28 de Enero.
  • En Roma, en el cementerio de Aproniano, santa Eugenia, Virgen, hija del Mártir san Felipe; la cual, en tiempo del Emperador Galieno, después de muchísimos ejemplos de virtud, y de haber reunido varios coros de Vírgenes consagradas a Cristo, por sentencia de Nicecio, Prefecto de Roma, al cabo de un largo combate, fue degollada.
  • En Nicomedia, el triunfo de muchos miles de Mártires, que el día de la Natividad del Señor, habiéndose reunido en la Iglesia para celebrar los divinos oficios, mandó el Emperador Diocleciano que, cerradas las puertas del templo, se encendiesen hogueras alrededor, y se pusiese a la puerta un braserito con incienso, intimándoles, a voz de pregón, que los que quisieran librarse de las llamas saliesen fuera y quemasen incienso a Júpiter; mas, respondiendo todos a una que de mejor gana morirían por Cristo, fueron todos consumidos entre las llamas, y así merecieron nacer para el cielo el mismo día que, para la salvación del mundo, se dignó Cristo nacer en la tierra.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.


LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Augusto, señor del mundo, había ordenado un censo general y preparó así, sin saberlo, el cumplimiento de las profecías; María y José debieron trasladarse a Belén. Carentes de un techo hospitalario, se retiraron a una gruta que albergaba a un buey. ¡Allí fue donde nació el verdadero Señor del mundo! Envuelto en pobres pañales y acostado en un pesebre de piedra sobre un poco de paja, no fue calentado sino por el amor materno y paterno y por el aliento del buey de los pastores y el asno de los pobres viajeros. A estos homenajes se asoció toda la creación espiritual y material: los ángeles del cielo anunciaron al Salvador, primero al pueblo de Dios y a los humildes en la persona de los pastores, que acudieron a la gruta; después, una estrella misteriosa llevó a ella a los magos, primicias de la gentilidad y de los grandes. Toda la tierra estaba entonces convidada a entrar en el divino redil. ¡Gloria a Dios y paz a los hombres!

MEDITACIÓN
SOBRE LA NATIVIDAD DE JESÚS

I. La desnudez del Hijo de Dios hecho hombre debe inspirarnos el desprecio de las riquezas y el amor de la pobreza. Jesús es abandonado por todos; carece de fuego, tiene sólo algunos pañales para defenderse de los rigores del frío. Es la primera lección que Dios nos da viniendo a este mundo; ¿cómo lo escuchamos nosotros? ¿Qué amor tenemos por la pobreza? Tanto la ha amado Jesús, que ha descendido del cielo para practicarla. ¿Qué remedio aplicar a la avaricia si la pobreza del Hijo de Dios no la cura? (San Agustín).

II. La humildad brilla con admirable fulgor en el nacimiento de mi divino Maestro. Quiere nacer en un establo, de una madre pobre, esposa de un pobre artesano: todo en este misterio nos predica humildad. ¿Podríamos dejarnos todavía arrastrar a la vanidad? ¿Ambicionaremos todavía dignidades y honores? Aprendamos hoy lo que debemos amar y estimar; persuadámonos de que la verdadera grandeza de un cristiano consiste en imitar a Jesús y en humillarse.

III. El amor de Jesús por los hombres lo redujo a estado tan pobre y tan humilde. El hombre se había perdido queriendo hacerse semejante a Dios; Dios lo redime tomando su naturaleza y sus debilidades. Quiso Jesús hacerse semejante a nosotros; respondamos a su amor haciéndonos semejantes a Él. Él quiere nacer en nuestro corazón por la gracia; no le neguemos la entrada y cuando esté en él, conservémoslo mediante la práctica de las buenas obras. Cristo nace en nuestra alma, en ella crece y se desarrolla: pidámosle que no quede mucho tiempo pobre y débil (San Paulino).

La humildad.
Orad por la Iglesia.


ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que el nuevo nacimiento según la carne de vuestro Hijo unigénito, nos libre de la antigua servidumbre a que nos tiene sujetos el pecado. Por J. C. N. S.




Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.

24/XII SAN DELFÍN, Obispo y Mártir

24 de Diciembre

SAN DELFÍN, Obispo y Mártir


Preparad el camino del Señor ,
enderezad sus sendas.
(Lucas, 3, 4).

   San Delfín, obispo de Burdeos, combatió el error de los priscilianistas con celo ardiente y extraordinaria ciencia, particularmente en el sínodo de Zaragoza, que condenó a estos herejes, en el año 380, y en el de Burdeos, en el año 385. Mantuvo correspondencia con San Ambrosio y sobre todo con San Paulino de Nola, a quien tuvo el honor de conducir a la fe y de bautizar. Murió en el año 404.

MEDITACIÓN
SOBRE
LAS VÍSPERAS DE NAVIDAD
   
I. María busca en Belén una casa donde guarecerse; llama a todas las puertas y nadie la recibe. ¿Cuánto tiempo hace ya que Jesús está a las puertas de tu corazón? Llama con golpes insistentes, y tú te haces el sordo. Es preciso que me purifique hoy de mis pecados mediante una santa confesión. ¿Qué es, en efecto, lo que aleja a Jesús y lo indispone contra mí, sino mi orgullo, mi cobardía, mi apego a los bienes de la tierra y a las comodidades de la vida? Quiero, pues, arrojar de mi alma a estos enemigos de mi amable Salvador
   
II. Hay cristianos que reciben a Jesús, pero para tratarlo tal como deseaba hacerlo Herodes. Mañana Jesucristo descenderá hasta ti, ¡ten cuidado de recibir a este Huésped benévolo de manera digna de Él! ¿No lo alojarás en un corazón manchado por el pecado? ¿No lo echarás de allí recayendo muy pronto en las mismas faltas? Reflexiona con cuidado:  Aquellos que entregan a Jesús a miembros manchados por el pecado no son menos culpables que los que lo entregaron en las manos criminales de los judíos. (San Agustín).
   
III. Vete a contemplar a Jesús en la Misa de medianoche; asiste a ella con devoción, humildad y fe semejantes a las de los pastores: verás en el altar al mismo Dios que ellos vieron en el pesebre. Piensa en los sentimientos de respeto, de amor y humildad que María y José tuvieron para con este adorable Niño; adóralo, humíllate ante Él, recíbelo con amor y ofrécele el presente de tu corazón.

La devoción a Jesucristo
Orad por los conciudadanos.

ORACIÓN
   Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Delfín, Vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de Piedad y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.



*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

23/XII SAN SÉRVULO, Confesor

23 de diciembre

SAN SÉRVULO, Confesor


Alegraos en vuestra esperanza, sed sufridos
en la tribulación y perseverantes en la oración.
(Romanos, 12, 12)

   San Sérvulo, como el Lázaro de la parábola de Cristo, era un hombre pobre y cubierto de llagas que yacía frente a la puerta de la casa de un rico. En efecto, nuestro santo estuvo paralítico desde niño, de suerte que no podía ponerse en pie, sentarse, llevarse la mano a la boca, ni cambiar de postura. Su madre y su hermano solían llevarle en brazos al atrio de la iglesia de San Clemente de Roma. Sérvulo vivía de las limosnas que le daban las gentes. Si le sobraba algo, lo repartía entre otros menesterosos. A pesar de su miseria, consiguió ahorrar lo suficiente para comprar algunos libros de la Sagrada Escritura. Como él no sabía leer, hacía que otros se los leyesen, y escuchaba con tanta atención, que llegó a aprenderlos de memoria. Pasaba gran parte de su tiempo cantando salmos de alabanza y agradecimiento a Dios, a pesar de lo mucho que sufría. Al cabo de varios años, sintiendo que se acercaba su fin, pidió a los pobres y peregrinos, a quienes tantas veces había socorrido, que entonasen himnos y salmos junto a su lecho de muerte. El cantó con ellos. Pero, súbitamente, se interrumpió y gritó: "¿Oís la hermosa música celestial?" Murió al acabar de pronunciar esas palabras, y su alma fue transportada por los ángeles al paraíso. Su cuerpo fue sepultado en la iglesia de San Clemente, ante la cual solía estar siempre. Su fiesta se celebra cada año, en esa iglesia de la Colina Coeli.
   San Gregorio Magno concluye un sermón sobre San Sérvulo, diciendo que la conducta de ese pobre mendigo enfermo es una acusación contra aquellos que, gozando de salud y fortuna, no hacen ninguna obra buena ni soportan con paciencia la menor cruz. El santo habla de Sérvulo en un tono que revela que era muy conocido de él y de sus oyentes, y cuenta que uno de sus monjes, que asistió a la muerte del mendigo, solía referir que su cadáver despedía una suave fragancia. San Sérvulo fue un verdadero siervo de Dios, olvidado de sí mismo y solícito de la gloria del Señor, de suerte que consideraba como un premio el poder sufrir por Él. Con su constancia y fidelidad venció al mundo y superó las enfermedades corporales.

MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA
DE SAN SÉRVULO
  
I. San Sérvulo soportó, con heroica paciencia, una extrema pobreza y una cruel enfermedad. Jamás se le oyó una queja; en medio de sus sufrimientos, pedía sufrir más todavía. ¿Qué respondes tú a este  ilustre mendigo? Compara tus aflicciones con las suyas, tu paciencia con su paciencia, y cesa de quejarte de tu pobreza y del menosprecio de que se te hace objeto. ¡Avergüénzate! Jesucristo ha sido pobre, ha sido humilde. (San Pedro Crisólogo).
  
II .Este santo sobreabundaba de alegría en la tribulación: el gozo de su corazón resplandecía en su rostro y se reflejaba en sus palabras. No cesaba de rezar a Dios y de celebrar sus alabanzas. Todas las aflicciones, por grandes, por penosas que fueren, te serán agradables si pides a Dios que te dé la fuerza necesaria para soportarlas, y si piensas en las promesas que hace Jesús en el Evangelio, a los que se resignan. ¿De dónde proviene que tan a menudo te veas agobiado de violenta pena, sino de que no piensas en Dios que puede consolarte, ni en el paraíso que espera a los que sufren con amor?
  
III. La muerte de San Sérvulo es aun más dichosa que su vida: nada teme y espera todo; al morir sólo deja dolores y miserias, para tomar posesión del remo de los cielos. Pobres que estáis afligidos, consolaos: la muerte vendrá a trocar vuestros dolores en alegría. ¡En cuanto a vosotros, los felices de este mundo, la muerte vendrá a cambiar vuestros gozos en dolores! Ancianos, ella está a vuestra puerta; jóvenes, ella os tiende asechanzas por doquier. (Guerrico).

La paciencia
Rezad por los enfermos. 

ORACIÓN
   Oh Dios, que todos los años nos dais nuevo motivo de gozo con la solemnidad del bienaventurado Sérvulo, vuestro confesor, haced, en vuestra bondad, que honrando la nueva vida que ha recibido en el cielo, imitemos la que vivió en la tierra. Por J. C. N. S. Amén.


  • Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

22/XII SAN ZENÓN, Mártir

22 de Diciembre

SAN ZENÓN, Mártir

¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano,
y no ves la viga que tienes en el tuyo?
(Lucas, 6, 41).

   San Zenón, que era un simple soldado, reprendió intrépidamente al emperador Diocleciano porque sacrificaba en honor de la diosa Ceres; declaróle que había que sacrificar al Dios de los cristianos con corazón contrito y humillado y no a los ídolos que son tan insensibles y vanos como el mármol o el bronce de sus estatuas. El tirano lo hizo prender y mandó que se le rompiesen los maxilares, que se le arrancasen los dientes a pedradas y que se le diese muerte.

MEDITACIÓN
SOBRE LA CORRECCIÓN FRATERNA
   
I. Debemos estar llenos de gozo cuando se nos advierte de nuestros defectos porque, para corregirlos, primero hay que conocerlos. Enceguecidos por el amor propio, estimamos en nosotros lo que vituperamos en los demás. Sea tu amigo o tu enemigo quien te advierte tus defectos, siempre debes aprovecharte de ello; no te excuses, no acuses a quienes censuran tu conducta. ¿Cómo recibes tú las advertencias que se te hacen? ¿Cómo corriges los defectos que se te hace notar?

IICuando se te señala alguna falta, examínate; si lo que se te dice es verdad, corrígete. Si un enemigo o un hombre malo vitupera en ti algo laudable, alégrate: señal es de que comienzas a agradar al Señor. Porque desagradas a los malos. Es mejor ser vituperado sin causa que ser alabado sin motivo. Jesús, Salvador mío, no quiero agradaros sino sólo a Vos. Que los hombres hablen de mí como quieran, me importa poco: no son mis jueces.
   
III. No examines las faltas de tu prójimo con ojo curioso y espíritu maligno. No lo acuses, a no ser que tu Posición haga que ése sea tu deber; y si los demás censuran su conducta ante ti, excúsalo en la medida en que puedas. Examina tus defectos y no pensarás en criticar los de tu prójimo. Aquél que se examina no busca lo que es censurable en otro, sino lo que en él mismo es digno de lágrimas. (San Bernardo).

La caridad
Orad Por vuestros superiores. 

ORACIÓN
   Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la intercesión del bienaventurado Zenón, vuestro mártir, cuyo nacimiento al cielo celebramos. libre nuestro cuerpo de toda adversidad y purifique nuestras almas de todo mal pensamiento. Por J. C. N. S. Amén.



*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

20/XII SANTO DOMINGO DE SILOS, Abad

20 de Diciembre

SANTO DOMINGO DE SILOSAbad


Tribulación y angustias
 aguardan a todo hombre que obra mal.
(Romanos, 2, 9)

Santo Domingo de Silos aprendió a servir a Dios cuidando las ovejas de su padre. Para santificarse mejor, tomó el hábito de San Benito en el monasterio de San Millán de la Cogolla. Elegido prior, resistió valientemente a Garcias, rey de Navarra, que quería apoderarse de las posesiones de la Iglesia. Este acto de valor hizo que lo confinasen en Castilla, donde llegó a ser abad de Silos. Reformó este monasterio e hizo de él uno de los más famosos de España. Murió en 1073, y un grupo de niños vio que su alma volaba al cielo.

MEDITACIÓN
SOBRE LAS TRES PENAS
DEL PECADO

I. El pecado es castigo del pecador, como la virtud es recompensa del justo. El pecador lleva siempre consigo su verdugo; el remordimiento siempre tortura a su alma y le arrebata el bien supremo del hombre, que es la paz de la conciencia. Sin esta paz no hay placer, con ella, no hay tristeza. Los pecadores no pueden escapar del castigo, aun aquí en la tierra; aunque no haya llegado el día de la justicia, el castigo comienza allí donde comienza el crimen. (San Cipriano).
 
II. La segunda pena del pecado es que deshonra al pecador a los ojos de todos los hombres virtuosos; por escapar de la vergüenza y del deshonor, el que obra mal aborrece la luz y busca las tinieblas. El pecador, además, es despreciado, por los malos mismos y por los cómplices de sus crímenes: ¡de tal modo el amor a la virtud y el aborrecimiento al vicio están hondamente enraizados en el corazón humano!
 
III. El tercer castigo del pecador proviene de Dios: Él castiga al pecado en este mundo mediante las enfermedades, la pobreza, la peste, la guerra. Todo lo que sufres es castigo o del primer pecado de Adán o de algún pecado que tú has cometido. Pero, ¡cuánto más espantosos aun son los suplicios de la otra vida! Aquí ni siquiera puedes concebirlo, no sea que tal vez los experimentes algún día. ¡Verás cuán amargo es haber abandonado al Señor tu Dios! (Jeremías)

La huida del pecado
Orad por los que están en pecado.

ORACIÓN
   Señor, que la intercesión del bienaventurado Domingo, abad, nos haga agradables a vuestros ojos, a fin de que obtengamos por sus oraciones lo que no podemos esperar de nuestros méritos.  Por J. C. N. S. Amén.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

20/XII SANTO DOMINGO DE SILOS, Abad

20 de Diciembre

SANTO DOMINGO DE SILOSAbad


Tribulación y angustias
 aguardan a todo hombre que obra mal.
(Romanos, 2, 9)

Santo Domingo de Silos aprendió a servir a Dios cuidando las ovejas de su padre. Para santificarse mejor, tomó el hábito de San Benito en el monasterio de San Millán de la Cogolla. Elegido prior, resistió valientemente a Garcias, rey de Navarra, que quería apoderarse de las posesiones de la Iglesia. Este acto de valor hizo que lo confinasen en Castilla, donde llegó a ser abad de Silos. Reformó este monasterio e hizo de él uno de los más famosos de España. Murió en 1073, y un grupo de niños vio que su alma volaba al cielo.

MEDITACIÓN
SOBRE LAS TRES PENAS
DEL PECADO

I. El pecado es castigo del pecador, como la virtud es recompensa del justo. El pecador lleva siempre consigo su verdugo; el remordimiento siempre tortura a su alma y le arrebata el bien supremo del hombre, que es la paz de la conciencia. Sin esta paz no hay placer, con ella, no hay tristeza. Los pecadores no pueden escapar del castigo, aun aquí en la tierra; aunque no haya llegado el día de la justicia, el castigo comienza allí donde comienza el crimen. (San Cipriano).
 
II. La segunda pena del pecado es que deshonra al pecador a los ojos de todos los hombres virtuosos; por escapar de la vergüenza y del deshonor, el que obra mal aborrece la luz y busca las tinieblas. El pecador, además, es despreciado, por los malos mismos y por los cómplices de sus crímenes: ¡de tal modo el amor a la virtud y el aborrecimiento al vicio están hondamente enraizados en el corazón humano!
 
III. El tercer castigo del pecador proviene de Dios: Él castiga al pecado en este mundo mediante las enfermedades, la pobreza, la peste, la guerra. Todo lo que sufres es castigo o del primer pecado de Adán o de algún pecado que tú has cometido. Pero, ¡cuánto más espantosos aun son los suplicios de la otra vida! Aquí ni siquiera puedes concebirlo, no sea que tal vez los experimentes algún día. ¡Verás cuán amargo es haber abandonado al Señor tu Dios! (Jeremías)

La huida del pecado
Orad por los que están en pecado.

ORACIÓN
   Señor, que la intercesión del bienaventurado Domingo, abad, nos haga agradables a vuestros ojos, a fin de que obtengamos por sus oraciones lo que no podemos esperar de nuestros méritos.  Por J. C. N. S. Amén.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

19/XII SAN NEMESIO, Mártir

19 de Diciembre

SAN NEMESIO, Mártir

Estoy persuadido de que los sufrimientos de la vida
presente no son de comparar con aquella gloria venidera,
que se ha de manifestar en nosotros.

(Romanos, 8, 18)

   San Nemesión o Nemesio, detenido como culpable de robo, probó su inocencia y ya estaba por ser puesto en libertad, pero fue inmediatamente acusado de nuevo como cristiano durante la persecución de Decio y confesó generosamente esta fe, de la que se le acusaba como de un crimen. Fue condenado a ser quemado con unos malhechores. Estimó una dicha terminar su vida como su divino Maestro en medio de facinerosos.

MEDITACIÓN
SOBRE LOS SUFRIMIENTOS

I. ¡Todos hemos ofendido a Dios y no queremos sufrir algo para apaciguar su cólera! Nuestros pecados nos han merecido el infierno, y cuando Dios, para evitarnos tormentos eternos, nos envía cortas y ligeras pruebas, nos derramamos en quejas y gemidos. ¿Qué condenado habría que no aceptase con placer el favor que con ello nos dispensa? Sufre, pues, con este pensamiento: Lo que yo sufro es poca cosa comparada con el infierno que he merecido.
   
II. Los sufrimientos de esta vida son poca cosa en comparación con los consuelos que Dios nos envía, cuando sufrimos animosamente por amor suyo. Estos consuelos son tan grandes, que embotan el aguijón del dolor; si los santos lloran en la soledad, lo hacen de gozo; si se quejan en el patíbulo, a menudo es porque la abundancia de los consuelos les impide gustar la hiel y la amargura del dolor.
   
III. ¡Cuán insignificantes son nuestros sufrimientos si los comparamos con la gloria que se nos promete en recompensa! Por un momento de dolor, una eternidad de dicha! Además, el dolor nunca es universal, siempre va templado con algún consuelo; el gozo, por el contrario, será universal y sin mezcla de dolor alguno. Cuán leves parecerán nuestros dolores si pensamos en estas tres verdades. Los sufrimientos de esta vida nada son comparados con las faltas que hemos cometido, nada en comparación con los consuelos que se nos prodigan y de la gloria que se nos promete. (San Bernardo).

La paciencia
Orad por los afligidos.



ORACIÓN
   Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la intercesión del bienaventurado Nemesión, vuestro mártir, cuyo nacimiento al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro santo Nombre. Por J. C. N. S. Amén.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

19/XII SAN NEMESIÓN, Mártir

 19 de Diciembre

SAN NEMESIÓN, Mártir

Estoy persuadido de que los sufrimientos de la vida
presente no son de comparar con aquella gloria venidera,
que se ha de manifestar en nosotros.

(Romanos, 8, 18)

   San Nemesión o Nemesio, detenido como culpable de robo, probó su inocencia y ya estaba por ser puesto en libertad, pero fue inmediatamente acusado de nuevo como cristiano durante la persecución de Decio y confesó generosamente esta fe, de la que se le acusaba como de un crimen. Fue condenado a ser quemado con unos malhechores. Estimó una dicha terminar su vida como su divino Maestro en medio de facinerosos.

MEDITACIÓN
SOBRE LOS SUFRIMIENTOS

I. ¡Todos hemos ofendido a Dios y no queremos sufrir algo para apaciguar su cólera! Nuestros pecados nos han merecido el infierno, y cuando Dios, para evitarnos tormentos eternos, nos envía cortas y ligeras pruebas, nos derramamos en quejas y gemidos. ¿Qué condenado habría que no aceptase con placer el favor que con ello nos dispensa? Sufre, pues, con este pensamiento: Lo que yo sufro es poca cosa comparada con el infierno que he merecido.
   
II. Los sufrimientos de esta vida son poca cosa en comparación con los consuelos que Dios nos envía, cuando sufrimos animosamente por amor suyo. Estos consuelos son tan grandes, que embotan el aguijón del dolor; si los santos lloran en la soledad, lo hacen de gozo; si se quejan en el patíbulo, a menudo es porque la abundancia de los consuelos les impide gustar la hiel y la amargura del dolor.
   
III. ¡Cuán insignificantes son nuestros sufrimientos si los comparamos con la gloria que se nos promete en recompensa! Por un momento de dolor, una eternidad de dicha! Además, el dolor nunca es universal, siempre va templado con algún consuelo; el gozo, por el contrario, será universal y sin mezcla de dolor alguno. Cuán leves parecerán nuestros dolores si pensamos en estas tres verdades. Los sufrimientos de esta vida nada son comparados con las faltas que hemos cometido, nada en comparación con los consuelos que se nos prodigan y de la gloria que se nos promete. (San Bernardo).

La paciencia
Orad por los afligidos.



ORACIÓN
   Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la intercesión del bienaventurado Nemesión, vuestro mártir, cuyo nacimiento al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro santo Nombre. Por J. C. N. S. Amén.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo IV, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

18/XII EXPECTACIÓN DEL PARTO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

18 de Diciembre

EXPECTACIÓN DEL PARTO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
(NUESTRA SEÑORA DE LA O)
Romualdo Ma. Díaz Carbonell, O. S. B.



Esperar al Señor que ha de venir es el tema principal del santo tiempo de Adviento que precede a la gran fiesta de Navidad. La liturgia de este período está llena de deseos de la venida del Salvador y recoge los sentimientos de expectación, que empezaron en el momento mismo de la caída de nuestros primeros padres. En aquella ocasión Dios anunció la venida de un Salvador. La humanidad estuvo desde entonces pendiente de esta promesa y adquiere este tema tal importancia que la concreción religiosa del pueblo de Israel se reduce en uno de sus puntos principales a esta espera del Señor. Esperaban los patriarcas, los profetas, los reyes y los justos, todas las almas buenas del Antiguo Testamento. De este ambiente de expectación toma la Iglesia las expresiones anhelantes, vivas y adecuadas para la preparación del misterio de la "nueva Natividad" del salvador Jesús.
En el punto culminante de esta expectación se halla la Santísima Virgen María. Todas aquellas esperanzas culminan en Ella, la que fue elegida entre todas las mujeres para formar en su seno el verdadero Hijo de Dios.
Sobre Ella se ciernen los vaticinios antiguos, en concreto los de Isaías; Ella es la que, como nadie, prepara los caminos del Señor.
Invócala sin cesar la Iglesia en el devotísimo tiempo de Adviento, auténtico mes de María, ya que por Ella hemos de recibir a Cristo.
Con una profunda y delicada visión de estas verdades y del ambiente del susodicho período litúrgico, los padres del décimo concilio de Toledo (656) instituyeron la fiesta que se llamó muy pronto de la Expectación del Parto, y que debía celebrarse ocho días antes de la solemnidad natalicia de nuestro Redentor, o sea el 18 de diciembre.
La razón de su institución la dan los padres del concilio: no todos los años se puede celebrar con el esplendor conveniente la Anunciación de la Santísima Virgen, al coincidir con el tiempo de Cuaresma o la solemnidad pascual, en cuyos días no siempre tienen cabida las fiestas de santos ni es conveniente celebrar un misterio que dice relación con el comienzo de nuestra salvación. Por esto, speciali constitutione sancitur, ut ante octavum diem, quo natus est Dominus, Genitricis quoque eius dies habeatur celeberrimus, et praeclarus "Se establece por especial decreto que el día octavo antes de la Natividad del Señor se tenga dicho día como celebérrimo y preclaro en honor de su santísima Madre".
En este decreto se alude a la celebración de tal fiesta en "muchas otras Iglesias lejanas" y se ordena que se retenga esta costumbre; aunque, para conformarse con la Iglesia romana, se celebrará también la fiesta del 25 de marzo. De hecho, fue en España una de las fiestas más solemnes, y consta que de Toledo pasó a muchas otras iglesias, tanto de la Península como de fuera de ella. Fue llamada también "día de Santa María", y, como hoy, de Nuestra Señora de la O, por empezar en la víspera de esta fiesta las grandes antífonas de la O en las Vísperas.
Además de los padres que estuvieron presentes en el décimo concilio de Toledo, en especial del entonces obispo de aquella sede, San Eugenio III, intervino en su expansión—y también a él se debe el título concreto de Expectación del Parto—aquel otro gran prelado de la misma sede San Ildefonso, que tanto se distinguió por su amor a la Señora.
La fiesta de hoy tenía en los antiguos breviarios y misales su rezo y misa propios. Los textos del oficio, de rito doble mayor, tienen, además de su sabor mariano, el carácter peculiar del tiempo de Adviento, a base de las profecías de Isaías y de otros textos apropiados como los himnos. Nuestro Misal conserva todavía para la presente fecha una misa, toda a base de textos del Adviento. Es un resumen del ardiente suspiro de María, del pueblo de Israel, de la Iglesia y del alma por el Mesías que ha de venir. Sus textos—casi coinciden con la misa del miércoles de las témporas de Adviento, y todavía más con la misa votiva de la Virgen, propia de este período—son de Isaías (introito, epístola y comunión ) y del evangelio de la Anunciación. Las oraciones son las propias de la Virgen en el tiempo de Adviento.
Precisamente en la víspera de este día dan comienzo las antífonas mayores de la O, por empezar todas ellas con esta exclamación de esperanza. Y así continúa la Iglesia por espacio de siete días, del 17 al 23, en este ambiente de santa expectación y demanda de la venida del Salvador.
Nada, pues, más a propósito que la contemplación de María en los sentimientos que Ella tendría en los días inmediatos a la natividad de su divino Hijo. "Si todos los santos del Antiguo Testamento—escribe el padre Giry (Les petits Bollandistes t. 14 p.373 )—desearon con ardor la aparición del Salvador del mundo, ¿cuáles no serían los deseos de Aquella que había sido elegida para ser su Madre, que conocía mejor que ninguna otra criatura la necesidad que tenia la humanidad, la excelencia de su persona y los frutos incomparables que debía producir en la tierra, y la fe y la caridad, que sobrepasan la de todos los patriarcas y profetas? Fue tan grande el deseo de la Santísima Virgen, que nosotros no tenemos palabras para expresar su mérito. Y tampoco podemos concebir cuál fue su gozo cuando Ella vió que sus deseos y los de todos los siglos y de todos los hombres iban a realizarse en Ella y por Ella, ya que iba a dar a luz la esperanza de todas las naciones, Aquel sobre quien se fijaban los ojos de todos en el cielo y en la tierra y miraban como a su libertador."
María, repetimos, está en la cumbre de esta esperanza o, con otras palabras: con María la esperanza es completa, se hace firme. Unidos a Ella, ya que nuestro adviento, el que nosotros esperamos, tuvo principio en la celestial Señora, por haber llevado en su seno virginal a Jesús durante nueve meses, nuestra expectación será más digna del gran Señor que va a venir.
María presenta para el cristiano de hoy la posición que éste debe mantener, máxime en estos días: esperar al Señor. Que Él se incorpore más y más en nosotros, donec formetur Christus in nobis, y que un día, lejano o próximo ya, venga a buscarnos para unirnos definitivamente con Él. El cristiano debe esperar al Señor, donec veniat, hasta que venga para aquel abrazo de unión indisoluble y eterna. Toda la vida del cristiano es una expectación. El modelo de ésta lo ofrece María.
La presente fiesta mariana, como todas las de la Virgen, además de ser un ejemplo, es una intercesión. Debe servir para afianzar y hacer más intensa esta espera y ayudarnos a cantar con Ella, con la Iglesia-Virgen las antífonas mayores del Magniticat: O Sapientia, O Adonai, O Emmanuel..., veni!
Fuente: Año Cristiano, Tomo IV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1966

INTRODUCCIÓN

Acerca de la Santa Misa