MES DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
MEDITACIONES PARA LOS
DIFERENTES DÍAS DEL MES
DÍA 16
María en la vida pública de Jesús.
Para Dios toda la gloria.
Para Dios toda la gloria.
Cristo emprendió entonces su predicación, y se iban las gentes tras Él atraídas por su doctrina y asombros milagros. En una ocasión las turbas le aclamaron profeta, varón de Dios y aun quisieron alzarle por rey. María se conservaba oculta en su soledad, y nada apetecía sobre sí de aquella gloria y fama que hubiera podido acarrearle el ser conocida como madre de tal hijo.
Así debemos ser nosotros indiferentes a toda gloria nuestra, atentos a procurar solamente la de Dios. Si algo de la que nace de nosotros merece aplauso, téngalo enhorabuena, pero no se nos vea a nosotros acudir ansiosos y sedientos a saborear su golosina. Den gloria a Dios nuestros trabajos y aprovechen a nuestros hermanos, pero mentengámonos nosotros personalmente obscurecidos, como si de nosotros no fuesen aquellas obras que están llamando la atención. Mejor fuera tal vez no haber tenido merecimiento alguno ante los hombres, si, tales merecimientos no ha de considerarlos como gratos a su persona el Soberano Juez. María, con sólo presentarse en compañía de su Hijo en aquel brillante teatro de sus prodigios, hubiera arrebatado taras sí la general atención, y millares de lenguas hubieran repetido con entusiasmo en su loor aquella exclamación de una sencilla mujer al Divino Maestro: "Feliz el seno que te llevó y los pechos que te alimentaron". No obstante, ni una sola vez se la nombra como personaje que interviniese en aquellas admirables escenas. En el Calvario se la encuentra, sí, cuando no hay palmas ni laureles que compartir con su Hijo, sino injurias y vilipendios.
Espantarnos debe la consideración de cuán otra es la conducta nuestra la mayor parte de las veces. Háganos cautos y reservados, y celosos de la modestia y humildad, este ejemplo de la Madre de Dios.
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