01/VIII LOS SANTOS MÁRTIRES MACABEOS, Antiguo Testamento

1° de Agosto

LOS SANTOS MÁRTIRES MACABEOS, Antiguo Testamento


   Al fin. Ya todo se acabó. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis.... los siete. Con el martirio de cada uno de ellos le iban arrancando a ella, la madre, un trozo de su ser. Por eso ya no le quedaba nada. Vivía, pero su vida se había ido agotando con la muerte de cada uno de sus hijos. Ni dolor posible había para ella. Era como un vaso lleno donde ya no cabe agua.
   Los había visto morir, uno a uno, casi cacho a cacho, en medio de una espantosa carnicería. La lengua, las manos, los pies... Y luego, así manando sangre, despojos humanos, a la caldera del aceite hirviendo. Pero, eso sí, valientes, erguidos, animosos. Proclamando su fe, cuando podían hablar, con palabras arrebatadas. Cuando ya no, con su mirada, con sus ojos brillantes de dolor o de esperanza, fijos en el cielo o en ella. Y luego, el mismo retorcimiento de sus miembros, el crepitar de sus carnes, el vaho espeso y atosigante de sus grasas, era como un incienso nuevo que traspasaba los techos del palacio y del mundo en un puro grito de amor.
   Y ella, allí. Cada tormento de sus hijos era un golpe de dolor y de asfixia que se le iba represando en la garganta. Venía el dolor a oleadas, amenazando romper el dique de su corazón. Pero no. El quiebro de su fortaleza se notaba apenas en aquel sordo sollozo interior, en aquella leve crispación súbita de sus miembros, en aquella acentuada presión de sus manos al estrechar contra su pecho el apiñado racimo humano que iba reduciéndose, reduciéndose...
   Hasta que no pudo abrazar más que el vacío. Había entregado su último hijo, el pequeño, el que estaba más cerca aún de su carne. Y fue entonces cuando hubo de hablar, a instancias del verdugo. Las primeras palabras habían sido dulces, quejumbrosas, como un llamamiento al consuelo, a la vida, a la alegría. Se hubiera esperado de ellas una súplica al niño para que volviese atrás, negase su fe, pero quedase en la vida como gozo único de su madre, según prometía el tirano. Mas luego se habían convertido, por esa misma carga de dulzura y de queja, en el agudo llamear de una espada que invitaba a la victoria de una muerte en martirio:
   "Hijo, ten compasión de mí, que por nueve meses te llevé en mi seno, que por tres años te amamanté, que te crié, te eduqué y te alimenté hasta ahora. Ruégote, hijo, que mires al cielo y a la tierra, y veas cuanto hay en ellos, y entiendas que de la nada lo hizo todo Dios, y todo el humano linaje ha venido de igual modo. No temas a este verdugo, antes muéstrate digno de tus hermanos y recibe la muerte para que en el día de la misericordia me seas devuelto con ellos."
   ¿Hacía falta echar leña al fuego? Porque aquel adolescente, carne de su carne, era ya una llama viva, pura hoguera de encendidas palpitaciones. Voluntad indomable y arrogante, pero también aguda lucidez. Sabía adónde iba, y sabía también el porqué y el para qué:
   "Yo, como mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi vida por las leyes patrias, pidiendo a Dios que pronto se muestre propicio a su pueblo, y que tú, a fuerza de torturas y azotes, confieses que sólo Él es Dios. En mí y en mis hermanos se aplacará la cólera del Omnipotente, que con encendida justicia vino a caer sobre toda nuestra raza."
   Las palabras, aceradas palabras, llenas de tremenda clarividencia de responsabilidad, pero también de inmensa fe, de inmenso amor, de total sentido de sacrificio, no se las había dirigido a ella, sino al tirano.
   Estas palabras habían sido la expresión más absoluta del puro holocausto, y a ella la habían confortado en todos aquellos momentos últimos, tan terribles, cuando no veía más que desolación, miembros sanguinolentos, máscaras chamuscadas y retorcidas de los cuerpos de sus hijos, y vacío, sobre todo vacío.
   Al fin todo se había acabado. Quedaba ella. Pero ¿qué era ella? El último resplandor, la vacilante llamita final de un incendio ya pasado. Recibió la muerte como si recibiera el soplo de una brisa. No tenía más que hacer: apagarse.
   Debió de posarse entonces en el recinto, por un instante, la pesada ala del silencio. Y en medio de él debió de sentirse como el eco de un jubiloso cántico de gloria, que estremecía los cuerpos del tirano y los verdugos, calándoles hasta los huesos del alma con un escalofrío de pavor y con la más absoluta sensación de inutilidad.
   Pero no había que extrañarse demasiado. Toda la monolítica grandeza de aquellos mártires no era más que la espiga en granazón de una simiente. La que había plantado con su propio martirio el viejo doctor Eleazar, a quien la leyenda, por ese juego de influjos ocultos, asocia a los siete jóvenes en calidad de maestro.
   También a él querían forzarle a que renegase de las leyes religiosas de su pueblo, comiendo, como símbolo de la traición total, carnes prohibidas. Voces insidiosamente amigas le incitaron a que simulase comerlas para librarse de la muerte. Pero él se había negado a esta infamia, por fe, por respeto a Dios, por dignidad, y para sembrar ejemplo, no fuera que pudiesen luego "decir los jóvenes que Eleazar, a sus noventa años, se había paganizado con los extranjeros":
   "Por lo cual animosamente entregaré la vida y me mostraré digno de mi ancianidad, dejando a los jóvenes un ejemplo noble para morir valiente y generosamente por nuestras venerables y santas leyes".
   Y así, animosamente, al hilo de sus palabras, enfebrecido de entusiasmo juvenil, entregó su noble carne anciana al desgarramiento de los azotes, que "el alma sufre gozosa por el temor de Dios". Y no había sido inútil su tesonero ejemplo, pues prendió como devastadora llama precisamente en el pecho de los jóvenes, según su último deseo. Ahí estaban, para testimonio, esas siete antorchas, los siete hermanos unidos en el abrazo octavo de la madre, consumiéndose en el mismo fuego de fe, amor y holocausto.
   Estos son los mártires Macabeos. Unidos en la veneración, como lo estuvieron, por esa misteriosa ligazón del ejemplo, en el martirio.
   ¿Mártires de Cristo antes de Cristo? Hay que buscar el nudo a la paradoja en esa corriente subterránea de vida y de fe que, nacida de las promesas divinas en la misma fuente de los tiempos, empapa todas las raíces de la historia, hasta desembocar, como chorro de luz abundosa, en la venida humana de Dios. Los Macabeos mueren por no traicionar sus leyes patrias. Y estas leyes suyas están ancladas en Dios y en las promesas de Dios a su pueblo. Sus raíces se hunden en la savia de esa corriente que, en definitiva, desemboca en Cristo y no tiene sentido sin Cristo, el Mesías esperado.
   San Gregorio Nacianceno, en su homilía sobre los Macabeos, apoya también esta afirmación:
   "Una razón inexplicable e íntima, en la que abundan conmigo los que aman a Dios, me hace creer que ninguno de los que padecieron el martirio antes de la venida del Redentor pudo obtener esa gloria sin la fe en Jesucristo".
   Mártires, por tanto, de Cristo. Mártires en esperanza. Han brotado en el huerto que, regado por esa dulcísima agua invisible de la fe en las promesas mesiánicas, "ya muestra en esperanza el fruto cierto".
   ¡Y con qué fuerza irrumpen en las celebraciones cristianas, ya desde los albores! Es tal la evidencia y celebridad de su culto que apenas se encuentran mayores en otros santos.
   En un calendario del siglo IV, en el que, al lado de las fiestas del Señor, se citan solamente los nombres de los Santos Pedro, Pablo, Vicente, Lorenzo, Hipólito y Esteban, se conmemora la fiesta de los Macabeos, ya con la fecha del 1 de agosto, que ha conservado siempre, aun con precedencia sobre San Pedro ad Vincula hasta el siglo IX.
   El esplendor de su culto alcanza a la Iglesia griega lo mismo que a la latina. Y sus reliquias se veneran en Antioquía primero, luego en Constantinopla, desde el siglo VI en Roma, en San Pedro ad Vincula...
   Los grandes Padres de la Iglesia predican en su honor las más bellas homilías: San Gregorio, San Agustín, San Cipriano... El Crisóstomo, en una de las tres que les dedicó en Antioquía, exclama:
   ¡Qué espléndida y gozosa se nos ofrece hoy la ciudad! ¡Qué maravilloso este día, sobre todos los del año! No porque el sol derrame sobre la tierra fulgores más brillantes que nunca, sino por el resplandor de los Santos Mártires, que alumbran la ciudad más que el relámpago... Por su causa la tierra se muestra hoy más hermosa que el mismo cielo".
   ¿Qué es lo que ha visto la Iglesia en estos mártires para saltar así de gozo? ¿Para celebrarlos, únicos entre los del Antiguo Testamento, con esta gloria y devoción?
   Sin duda adivina en ellos el ejemplo más acusado de esa mística radicación en Cristo de toda la fe, toda la gracia, todo el amor heroico de todos los tiempos. El borbotón de gracia y fuerza que brota en el Calvario, no sólo impregna de frescura y enciende en fuego de sangre a todo lo que viene después de él, sino también a lo anterior, porque su vitalidad es eterna.
   Por otra parte, el martirio de los Macabeos es una lección magistral para todos los cristianos perseguidos, una incitación a la heroicidad en los tiempos difíciles, como lo destaca San Gregorio:
   "Si sufrieron el martirio antes de la pasión de Jesucristo, ¿qué hubieran hecho si hubiesen sido perseguidos después de Él, mirando el ejemplo de su muerte redentora?".
   Y también -¿por qué no?- la Iglesia tiene que sentirse conmovida en lo más íntimo de sus entrañas por el testimonio soberano de estos mártires: ese noble anciano que marcha abierta y directamente a la muerte con ánimo juvenil, desechando subterfugios e hipocresías; esos siete hermanos, en plenitud de vida, que antes de morir lanzan al tirano su reto con aire de victoria: esa madre que, a golpes de corazón y de angustia, va entregando uno a uno sus hijos, en un segundo alumbramiento más doloroso, porque los envía a la vida, pero a través del negro puente de la muerte.
   Finalmente, en las palabras de los Macabeos se encuentra uno de los testimonios más claros acerca de la fe en la resurrección de la carne antes del cristianismo.
   Todo ello parece constituir una magnífica obertura en sangre a la grandiosa sinfonía de martirio que nace en el Calvario. Y nos enseña, desde su humilde fondo precristiano, la única manera de defender los inalienables derechos de Dios sobre el hombre, ante todas las tiranías y ante todas las defecciones de los buenos: con el holocausto propio.
   "En mí y en mis hermanos se aplacará la cólera del Omnipotente, que con encendida justicia vino a caer sobre toda nuestra raza."
   Son, en definitiva, estas palabras del hermano pequeño las que nos dan la dimensión profunda y verdadera de este admirable martirio de los Macabeos.

SERVANDO MONTAÑA PELÁEZ



 *Año Cristiano, Tomo III, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1966.

01/VIII SAN PEDRO AD VINCULA (En cadenas)

1° de Agosto

SAN PEDRO AD VINCULA
(En cadenas)
No temáis a los que matan el cuerpo, 
y esto hecho ya no pueden hacer más.
(Lucas 12, 4)
   
   Fue encarcelado San Pedro por orden de Herodes, y los fieles oraban incesantemente a Dios para que librara al Jefe de la santa Iglesia. Sus súplicas fueron escuchadas. Mientras San Pedro, cargado de cadenas, dormía entre dos soldados, el ángel del Señor entró en la prisión y lo despertó, diciéndole: "Levántate presto". En el mismo instante, cayeron las cadenas de sus manos. El ángel condujo a San Pedro hasta la puerta que da a la ciudad, que se abrió ante ellos; avanzaron juntos hasta el final de una calle y el ángel desapareció, dejando al Apóstol lleno de admiración y agradecimiento ante favor tan grande. Fue en seguida San Pedro a llevar a los fieles la nueva de su liberación.   

  MEDITACIÓN
SOBRE LAS CADENAS DE LOS PECADORES

I. Nuestro cuerpo es una prisión que mantiene cautiva a nuestra alma, y le impide emprender vuelo hacia el cielo. Los santos han conocido y deplorado esta cautividad: ¡tú la conoces y la amas! Los placeres, los honores, las riquezas son las cadenas que te sujetan al mundo y te retienen lejos de Dios. Señor, romped mis cadenas; son agradables en apariencia, pero crueles en realidad. Los bienes de este mundo tienen verdadera amargura, falsa dulzura; dolor cierto, placer incierto. (San Agustín).

II. El pecador duerme tranquilo en sus cadenas, como San Pedro; no conoce su cautiverio, no piensa en él. ama sus cadenas, porque son de oro y seda. Si consideras el estado de tu alma, verás que está encadenada por todos lados; con todo, duermes, descansas a tus anchas, nada haces por el cielo. Despierta, de una vez por todas, y te asombrarás como San Agustín del lastimoso estado a que te han reducido tus crímenes. Estaba encadenado y no aborrecía mis cadenas; tenía por dulce lo que es amargo y por amargo lo que es dulce.


III.  El Ángel despertó  a San Pedro y rompió sus cadenas: San Pedro siguió al Ángel y le obedeció. Para obrar tu conversión dos cosas son necesarias: el auxilio del cielo, a fin de despertarte del sueño en el que estás sumido y romper tus cadenas que te atan al pecado: y una obediencia pronta, para responder al llamado del Señor. Nada puedes hacer sin la gracia, y nada hace la gracia sin tu cooperación.



La huida del pecado
Orad por los cautivos.

ORACIÓN
Oh Dios, que después de haber roto las cadenas del Apóstol San Pedro, le habéis hecho salir de la prisión sano y salvo, romped, os lo suplicamos, las cadenas de nuestros pecados y alejad  de nosotros por vuestra misericordia todos los males que nos amenazan. Por J. C. N. S. Amén.

31/VII SAN IGNACIO DE LOYOLA, Confesor

31 de Julio

SAN IGNACIO DE LOYOLAConfesor

Haced todo a gloria de Dios.
(1 Cor. 10, 31).

   La lectura de la vida de los santos inspiró a San Ignacio el amor a la santidad. Renunció a la gloria de las armas para alistarse bajo el estandarte de Cristo, y para trabajar por la gloria de Dios y la salvación de las almas. Se retiró a la, gruta de Manresa, en la que llevó una vida muy austera. Fue allí donde compuso su admirable libro de los Ejercicios espirituales. Comenzó a estudiar la lengua latina a la edad de 33 años, y durante su permanencia en la Universidad de París, atrajo a varios compañeros con los que echó las bases de la Compañía de Jesús. Murió el año 1556.

MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA
DE SAN IGNACIO
   
I. San Ignacio, en la soledad de Manresa, había trazado el plano del edificio espiritual que debía edificar durante toda su vida. Su libro de los Ejercicios espirituales es un resumen de lo que debe hacerse y de lo que él mismo hizo para llegar a la perfección. Comenzó por llorar sus pecados y expiarlos mediante ruda penitencia. Es el primer paso: lavar nuestros pecados con lágrimas. Así procedieron todos los santos; ¿los imitamos nosotros? Aunque no hubiésemos cometido sino un solo pecado mortal, seria suficiente para llorar hasta la muerte.
   
II. El segundo paso hacia la perfección, dice San Ignacio, es la imitación de Jesús que obra y sufre para la gloria de Dios y la salvación de los hombres. San Ignacio ha seguido paso a paso a este Modelo de los predestinados: después de su conversión llevó primero una vida escondida como Él; después se consagró por entero a la salvación del prójimo, sufriendo a causa de esto injurias, calumnias y prisión. ¿Cómo imitamos nosotros la vida oculta de Jesús, sus trabajos y sus sufrimientos? Sigamos la divisa de San Ignacio: Todo para la mayor gloria de Dios.
   
III. El tercer paso hacia la perfección, que tan alto elevó la santidad de San Ignacio, es la unión perfecta con Dios. Para llegar a ella, hay que desasirse del temor de todo lo que no sea Dios, y darse enteramente a Él. Tenemos amor para las cosas de este mundo, y no lo tenemos para Dios. ¡Todo amamos, todo buscamos, sólo Dios nada vale ante nuestros ojos! (Salviano).

El celo por la gloria de Dios
Orad por las órdenes religiosas.

ORACIÓN
   Oh Dios, que, para la mayor gloria de vuestro Nombre, habéis dado por el bienaventurado Ignacio un nuevo socorro a vuestra Iglesia militante, haced, que después de haber combatido en la tierra, siguiendo su ejemplo y bajo su protecci6n, merezcamos ser coronados con él en el cielo. Por J. C. N. S.  Amén.
   


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo III, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

30/VII SANTOS ABDÓN y SENÉN, Mártires

30 de Julio

SANTOS ABDÓN y SENÉNMártires

Todo lo tengo por pérdida en cotejo del
sublime conocimiento de mi Señor Jesucristo,
por quien he sacrificado todo.

(Filipenses, 3, 8).

   Abdón y Senén, nobles persas, fueron acusados ante el emperador Decio de haber socorrido a los mártires, y de haber enterrado sus santos restos. Se los apremió a que renegaran de Cristo, se les recordó la nobleza de su cuna, pero respondieron que su mayor título de nobleza era ser servidores de Dios. Fueron desgarrados a latigazos, les echaron encima a dos leones y cuatro osos, pero estas bestias feroces se echaron a sus pies. Finalmente, el emperador los hizo decapitar, en Roma, hacia el año 250.

MEDITACIÓN
BUENO ES SERVIR A DIOS Y NO AL MUNDO

I. Muy pocas cosas pide Dios a sus servidores, y esas cosas son honrosas, útiles y agradables. Es honroso servir a Dios, aun en el mundo, porque los servidores de Dios son respetados desde que son conocidos. Es útil servirle: Dios no tiene necesidad de nosotros, nosotros no podemos pasarnos sin Él. Este servicio es agradable, porque la práctica de la virtud es conforme con la razón, y Dios colma de consuelos celestiales a quienes le sirven. Experimenta la verdad de lo que te digo: sirve a Dios fielmente, y pronto confesarás que el placer de servir a un Señor tan bondadoso excede al trabajo de guardar sus mandamientos.
   
II. Los adoradores del mundo, por el contrario, sufren intolerable servidumbre. ¿Acaso no es una vergüenza ser esclavo del demonio y de las propias pasiones? Los hombres voluptuosos desprecian, en el fondo de su corazón, a sus compañeros de libertinaje. La felicidad no puede reinar en un corazón desgarrado por los remordimientos de la conciencia y agitado por las tempestades de las pasiones. Un poco de oro, una falsa estima, que habrá de abandonarse muy pronto, he ahí las vanas recompensas con que premia el mundo a sus secuaces; y, con todo, hay que sufrir más para contentar al mundo que para contentar a Dios. (San Agustín).
   
III. ¿De dónde proviene que el mundo tenga más seguidores y Jesucristo tan pocos servidores? De que se dejan las enseñanzas de Jesucristo para no pensar sino en las máximas del mundo. ¡Quiérese gozar de los bienes presentes y se desprecian los de la vida futura! Se sigue la costumbre y el empuje de las pasiones, y no la doctrina infalible de Jesucristo. Llamóse Jesucristo Verdad y no costumbre. (Tertuliano).

El amor de Dios
Orad por Persia

ORACIÓN
   Oh Dios, que para elevar a la cumbre de la gloria a los bienaventurados Abdón y Senén, enriquecisteis su corazón con la abundancia de vuestra gracia, con ceded a vuestros servidores el perdón de sus pecados, y que la intercesión de vuestros santos mártires nos libre de toda adversidad. Por J. C. N. S. Amén.



*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo III, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

29/VII SANTA MARTA, Virgen

29 de Julio

SANTA MARTA, Virgen

Marta, Marta, te afanas y turbas por muchas cosas;
sin embargo una sola es necesaria.
(Lucas, 10, 4-42).

 Santa Marta, hermana de Marta Magdalena, tuvo la dicha de recibir a menudo en su casa a Jesucristo. Después de la Ascensión, los judíos la dejaron, con su hermano Lázaro y Santa Magdalena, en una barca sin remos ni timón en el mar; pero Dios les hizo de piloto y los hizo arribar a Provenza. Santa Marta construyó un convento en el que varias jóvenes, movidas por su ejemplo, consagraron a Dios su virginidad.

MEDITACIÓN SOBRE LA ÚNICA
COSA NECESARIA

I. Trabajas sin descanso en hacerte rico y sabio; sin embargo, no es éste el negocio importante; puedes ganar el cielo sin ser rico, sabio o estimado de los hombres. Deja esas ocupaciones, si ellas te impiden trabajar en tu salvación; da de mano las cosas del mundo para dedicarte a la sola cosa verdaderamente necesaria. Ojalá pudieses decir como Tertuliano: Me separé de la muchedumbre, no me ocupo ya sino de una sola cosa, no tengo ya sino un solo cuidado, ¡desembarazarme de todo cuidado!

II. La salvaci6n es absolutamente necesaria para el bien de tu alma como para el de tu cuerpo. Hay que asegurar esta alma que es inmortal; hay que mortificar el cuerpo durante esta vida, para hacerle feliz durante la eternidad. Estos bienes, estos honores, estos placeres, que tú buscas con tanta avidez pasarán velozmente; pero lo que hayas hecho para tu salvaci6n durará eternamente. Examina seriamente tu conciencia a este respecto, y encontrarás motivo para humillarte y confundirte.

III. Habrás perdido todo si no trabajas seria. mente en el negocio de tu salvaci6n durante tu vida; después de la muerte ya no hay manera. No tendrás sino una vida, un cuerpo y un alma; el hombre muere solamente una vez, y para el lado en que cae el árbol, allí queda eternamente. ¿Cómo has trabajado hasta ahora en tu salvación? ¡Ah! ¡te has Ocupado de bagatelas, y has descuidado el único negocio de importancia! No hacemos caso de las cosas necesarias, no pensamos sino en Cosas vanas y superfluas. (San Juan Crisóstomo).

La caridad
Orad por el clero.

ORACIÓN

   Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, a fin de que la fiesta de Santa Marta, vuestra virgen, al mismo tiempo que regocija nuestra alma la enriquezca con una tierna devoción. Por J. C. N. S.  Amén.



gSantoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo III, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

28/VII SANTOS NAZARIO Y CELSO, Mártires

28 de Julio

SANTOS NAZARIO Y CELSO, Mártires

Yo tengo contra ti, que decaíste de tu primera caridad.
(Apocalipsis, 2, 4).

   La única información histórica que poseemos en relación a estos dos mártires es el descubrimiento de sus cuerpos por San Ambrosio. Paulinus (Vita Ambrosii, XXXII-XXXIII) relata que Ambrosio, en algún momento durante los tres últimos años de su vida, después de la muerte del Emperador Teodocio (m. 395), descubrió en un jardín fuera de los muros de Milán, el cuerpo de San Nazario, con su cabeza rígida y aún manchada con sangre y por él, fue enviada a la Basílica de los Apóstoles. En el mismo jardín, Ambrosio del mismo modo descubrió el cuerpo de San Celso por quien fue trasladado a la misma basílica. Obviamente, una tradición respecto a estos mártires existe en la comunidad Cristiana de Milán lo que llevó al descubrimiento de los dos cuerpos. Se ubica el martirio de estos testigos de la fe, durante la persecución de Nerón y describe con muchos detalles los supuestos viajes de San Nazario a través de la Galia e Italia. Es también relacionado con los dos mártires Gervacio y Protasio. Paulino dice claramente (1.c.) que la fecha en la cual Nazario sufrió su martirio es desconocida. El discurso elogiando a los dos santos, atribuido a San Ambrosio (Sermo lv, in P.L., XVII, 715 sqq.), no es genuino. San Paulino de Nola habla en alabanzas de San Nazario en su Poema XXVII (P.L., LXI, 658). Un magnífico relicario de plata con interesantes figuras que data del  siglo cuarto, fue encontrado en la iglesia de San Nazario en Milán (Venturi, "Storia dell' arte italiana", I, Milan, 1901, fig. 445-49). 

27/VII SAN PANTALEÓN, Mártir

27 de Julio

SAN PANTALEÓN, Mártir

Yo conozco tus obras, tienes 
nombre de vivo, pero estás muerto.  
(Apocalipsis, 3, I).

 Hecho cristiano, San Pantaleón, médico rico de Nicomedia, no abandonó su profesión; no hizo sino ejercerla con más éxito: sanaba a los enfermos invocando el nombre de Jesús. Los médicos paganos, envidiosos de sus curaciones maravillosas que de este modo efectuaba, lo denunciaron al emperador Maximiano. Éste le hizo sufrir los más crueles tormentos; pero el santo, alentado por la aparición del Salvador mismo, los soportó con invencible valor. Fue por fin decapitado, hacia el año 305.

MEDITACIÓN SOBRE LAS ENFERMEDADES
DE NUESTRA ALMA
   
I. El pecador está ciego: no ve ni las recompensas del paraíso ni las penas del infierno, ni la belleza de la virtud ni la fealdad del vicio; no considera sino el falso brillo de las riquezas, los encantos falaces de los placeres, y el vano aparato de la gloria mundana. Pecador, abre por fin tus ojos; considera que esos tesoros te abandonarán a tu muerte, que esos placeres y esos honores se desvanecerán como un sueño. Di a la vanagloria: adiós, eres sólo falsía, y, en partiendo, eres nada. (San Clemente de Alejandría).
   
II. El pecador está enfermo. El desorden de los humores es la causa de las enfermedades del cuerpo; el desorden de las pasiones es la fuente de las enfermedades del alma; ellas turban nuestra razón y le impiden dirigirse a Dios. ¿De dónde provienen tus pecados? Del desorden de tus pasiones: amas lo que deberías odiar, te horroriza lo que deberías amar. Pasa revista a tus pasiones, examina tus deseos, tus inclinaciones y tus aversiones; y, después que hayas conocido su desorden, di a Dios: Señor, el que no os ama está enfermo.
   
III. El pecador no sólo está enfermo, sino que está muerto, puesto que ha perdido la gracia; es más difícil convertir a un pecador que resucitar a un muerto. ¡Oh supremo Médico de nuestras almas, Vos que habéis dado vuestra vida para librarnos de la muerte del pecado, resucitadnos! Hagamos todo lo que podamos para salir del pecado, y pidamos a Dios que tenga piedad de nosotros. Estoy enfermo, llamo al médico; estoy ciego, corro a la luz; estoy muerto, suspiro por la vida. Vos sois el Médico, la Luz y la Vida, ¡oh Dios de Nazaret! (San Agustín).

El conocimiento de sí mismo
Orad por los enfermos.

ORACIÓN
   Haced, os lo rogamos, Dios omnipotente, que la intercesión de San Pantaleón, vuestro mártir, libre nuestro cuerpo de toda adversidad y purifique nuestras almas de todo mal pensamiento. Por J. C. N. S. Amén.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo III, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

26/VII SANTA ANA, MADRE DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

26 de Julio

SANTA ANA, Madre de la Bienaventurada Virgen María

Por el fruto se conoce el árbol.
(Mateo, 12, 33).

   Santa Ana, después de veinte años de infecundidad, obtuvo del Cielo, por sus lágrimas, sus ayunos y oraciones, el favor de ser madre. Educó a la Virgen María como a hija que le había concedido el Cielo para algún gran destino. Cuando la niña cumplió tres años, Ana la condujo al Templo y la ofreció al Señor. Poco tiempo después murió con la muerte de los justos, tan preciosa siempre ante los ojos de Dios.

MEDITACIÓN SOBRE TRES CONDICIONES
REQUERIDAS PARA QUE NUESTRAS ORACIONES
SEAN EFICACES
   
I. Sólo después de veinte años de súplicas y de mortificaciones, Santa Ana fue escuchada. No te desanimes si Dios no te concede de inmediato lo que le pides: persevera en la oración, obtendrás, siempre que pidas cosas buenas y que lo pidas con humildad y confianza. Aplazas el escuchar, oh Dios mío, a fin de enseñarnos a pedir; finges no oír, a fin de que perseveremos. (San Anselmo) .
   
II. Un ángel vino a anunciar a Santa Ana que su oración había sido acogida, y ella creyó sin titubear Nuestro Señor mismo ha dicho que todo lo que pidieres en su nombre, te será concedido; ¡y todavía lo dudas! Dios puede y quiere concederte las gracia que le pides; no carece de Poder ni de voluntad para esto, puesto que es omnipotente y más vivamente quiere hacernos don de sus mercedes que lo que nosotros mismos queremos tenerlas. Ruega, pues, pero hazlo con fe viva e inquebrantable; pide por los méritos de Jesucristo. ¿No es verdad, acaso, que te diriges a Dios sólo después de haber agotado todos los medios mundanos?
   
III. Santa Ana, agradecida por el favor que el cielo le había acordado, ofreció a Dios en el Templo, a la hija que le había dado. ¿Has agradecido tú las gracias que de Él has recibido? ¿Tal vez las has olvidado, acaso has abusado de ellas Para ofender a Dios tu bienhechor? No es digno de recibir nuevos beneficios quien no agradece los que ha recibido. (San Bernardo). 

La mortificación
Orad por la perseverancia de los buenos.

ORACIÓN
   Oh Dios, que os dignasteis conceder a Santa Ana la gracia de dar al mundo a la Madre de Vuestro Unigénito Hijo, haced, Por vuestra misericordia, que nos ayude junto a Vos la intercesión de aquélla cuya fiesta celebramos. Por J. C. N. S. Amén.




*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo III, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

25/VII SANTIAGO EL MAYOR, Apóstol

25 de Julio

SANTIAGO EL MAYOR, Apóstol


 La paz os dejo, mi paz os doy: no os la doy Yo como  
la da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni tema. 
(Juan, 14, 27).

 Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo y hermano de San Juan, predicó el Evangelio en Jerusalén inmediatamente después de la ascensión de Jesucristo. Llevó después la antorcha de la fe a España; mas, no correspondiendo el éxito a sus esperanzas, volvió a Jerusalén donde, entre otras personas, convirtió al mago Hermógenes. Irritados los judíos, excitaron contra él a Herodes Agripa, y éste para complacerlos, hizo decapitar al santo Apóstol. Su cuerpo, enterrado en Jerusalén, fue después transportado a España; descansa en la catedral de Santiago de Compostela, en Galicia, y todos los años atrae a un número prodigioso de peregrinos.

MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA
DE SANTIAGO, APÓSTOL
   
I. Santiago dejó su barca, sus redes, su padre y todo lo que poseía, al primer llamado del Salvador . Jesús te llama a ti desde hace muchos años a una vida más santa, y todavía estás en medio de los estorbos del mundo. Tus inclinaciones, tus riquezas, tus empresas. son otras tantas redes que te impiden ir a Dios. Rompe tus ataduras; esas ocupaciones que te divierten y cautivan son indignas de un corazón hecho para amar a Dios.
   
II, Este santo Apóstol no vio siempre el éxito responder a sus esperanzas; pero sus decepciones no lo abatían, porque regulaba su conducta según la de Dios. Haz todo lo que esté en tu poder para cumplir dignamente la tarea que Dios te ha confiado. Si el éxito corona tus trabajos, bendice al Señor por ello y a Él refiere toda la gloria que provenga. Si no obtienes lo que esperas, no te quejes, es cosa de Dios proporcionar el éxito que a Él le plazca. Acaso te perdería la vanidad si llevases a buen fin todas tus empresas.
   
III. Santiago volvió a Jerusalén, su patria; y sus conciudadanos, como recompensa a sus trabajos, le dieron muerte. Prepárate a recibir el mal por el bien que haces a tu prójimo. Los sufrimientos y las aflicciones nunca faltarán a los que buscan a Dios; es una señal infalible de que Dios quiere recompensarlos en el otro mundo. No puede faltar la gloria a los justos que soportan el sufrimiento y las tribulaciones; espérales la corona eterna.

El celo por las almas
Orad por los peregrinos.

ORACIÓN
   Señor, santificad y proteged a vuestro pueblo, a  fin de que ayudado por la asistencia de vuestro Apóstol Santiago, os sea agradable por su conducta y os sirva en perfecta tranquilidad de espíritu. Por J. C. N. S, Amén.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo III, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

24/VII SANTA CRISTINA, Virgen y Mártir

24 de Julio

SANTA CRISTINAVirgen y Mártir

Todos buscan sus propios intereses
y no los de Jesucristo.

(Filipenses, 2, 21).

   Santa Cristina demostró ya a la edad de doce años cuán a pecho tomaba los intereses de Jesucristo. Rompió los ídolos de su padre sin preocuparse por los castigos a que la exponía este acto de celo. Su padre la hizo azotar y abofetear brutalmente por sus sirvientes. Fue arrojada en una hoguera y salió de ella sana y salva; se le cortó la lengua, y siguió alabando a Dios. Murió finalmente, atravesada con flechas. Sus reliquias son veneradas en Palermo de Sicilia.

MEDITACIÓN - TODOS BUSCAN
SUS INTERESES


I. Cada cual procura sus intereses. El avaro busca las riquezas; el voluptuoso, los placeres; el soberbio, los honores. Saca de esta verdad dos conclusiones: la primera, que no hay que contar con la abnegación de los hombres, sino que hay que confiar en la bondad de Dios; la segunda, que debes deplorar la ceguera del mundo que se adhiere enteramente a bienes pasajeros, mientras descuida los bienes eternos. Que la gloria de Dios sea el fin de todas tus acciones, y no tu gloria propia o tu placer.
   
II. Muy pocas personas hay que busquen la gloria de Jesucristo; hasta es lo más frecuente que los que parecen consagrados a los intereses de Dios, busquen todavía su propia gloria o algún interés temporal. ¿Cuál es el fin que persigues en todo lo que emprendes? En vano pretenderás trabajar por Dios: tu conducta y tus acciones desmienten tus palabras. ¿Puede acaso la lengua negar lo que hace la mano y la palabra destruir lo que ejecutan los actos ? (Tertuliano).
   
III. El mejor medio Que hay para procurar tus intereses y trabajar para ti mismo es servir a Dios, porque es el medio que tienes para poner orden en tu negocio más grande, que es la salvación de tu alma. Dios mío, ¡cuán bueno sois! Nada puedo hacer por ti sin trabajar para mi. Y, a la vez, ¡cuán culpable soy para querer más perderme ofendiéndoos que salvarme sirviéndoos! Dios puede ser feliz sin mí, sin Él yo no puedo ser sino desgraciado. Dios no tiene necesidad de tenernos por servidores, y nosotros tenemos necesidad de tenerlo por Señor. (San Agustín).

El cuidado de la salvación
Orad por los enemigos de la Iglesia.

ORACIÓN
   Que la bienaventurada Cristina, virgen y mártir, implore por nosotros vuestra misericordia, Señor, ella que siempre os fue agradable por el mérito de su castidad y por la valentía en confesar vuestro santo Nombre. Por J. C. N. S. Amén.



*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo III, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

MISA DEL OCTAVO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

OCTAVO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


(Doble - Ornamentos verdes)

   Recibió la Iglesia en las solemnidades de Pentecostés las efusiones del Espíritu Santo, y la liturgia de hoy nos demuestra los benéficos resultados de las mismas. Uno de ellos, y no el menor, es la gracia de la divina adopción, en virtud de la cual podemos llamar Padre a nuestro Dios, con derecho a la herencia del cielo (Ep.).
   Mas si vivimos por Dios, preciso es que vivamos también para Dios (Or.) y que en todo nos dejemos guiar por el Espíritu de Dios (Ep.) y así pueda acogernos algún día en sus eternos tabernáculos (Ev.). He aquí la verdadera sabiduría, que pide la Iglesia en la oración y que alaba el Evangelio, porque ella sabe prevenir con prudencia y sagacidad nuestro recibimiento en los "eternos tabernáculos". Al evocar la liturgia en estos domingos la figura de Salomón y de su magnífico Templo, podemos dirigir la mirada a ese otro templo que somos nosotros mismos, dedicado a Dios por el bautismo y convertido tal vez por nosotros en guarida de ladrones y de mil siniestras alimañas de pecados, que lo ensucian y profanan. Pues si así fuere por desgracia nuestra, habría que limpiarlo se con la escoba de Lázaro, con una condigna penitencia.
 Además, el Templo salomónico es figura del grandioso Templo del cielo, en donde Dios mora con sus Santos y en que los regala con sus delicias sin fin y sin medida. En ese mismo templo entraremos también nosotros si es que vivimos según el espíritu, y matamos las obras de la carne; entonces, y sólo entonces seremos verdaderos hijos de Dios, herederos suyos y coherederos de Cristo; el cielo será nuestra rica herencia (Ep.). Para ingresar en los eternos tabernáculos, conviénenos también allegar riquezas y méritos, de ésos que el ladrón no roba y la   polilla no carcome, hacemos amigos, tener como amigos a los Santos moradores de aquel templo; imitando así a aquel mayordomo previsor, a quien alaba Jesús en el Evangelio, no tanto por sus malas artes y su deslealtad para con el amo, cuanto por su intuición clara del futuro. Porque sucede, por desgracia, que los hijos de la luz somos menos despiertos que los de las tinieblas, y eso que nuestros negocios son de harto mayor cuantía que los suyos, yendo en ello nada menos que nuestro bienestar eterno.
   Uno de los medios más aptos para conseguir que Dios nos reciba en sus eternas moradas es dar limosna al que la hubiere menester, limosna espiritual, como un buen consejo, una justa reprensión, un cariñoso consuelo; limosna material, como un poco de pan al hambriento, un trapo para el harapiento y desnudo. Si practicáramos esta virtud, poco o nada tendremos que temer cuando el Señor universal nos venga a pedir cuentas de la administración de nuestra alma, y de los bienes y gracias que en nosotros depositó para granjear con ellos (Ev.).
   El párroco celebra hoy la misa por sus feligreses               

IntroitoPs 47
    INTROITUS - Suscépimus, Deus misericórdiam tuam in medio templi tui: secúndum nomen tuum. Deus, ita et laus tua in fines terrae: justitia plena est déxtera tua. - Ps Magnus Dominus, et laudábilis nimis in civitáte Dei nostri, in monte sancto ejus. V. Gloria Patri...   Introito - Hemos recibido, oh Dios, tu misericordia en medio de tu templo; como tu nombre, oh Dios, así tu gloria llega hasta los confines de la tierra; tu diestra está llena de justicia. Grande es el Señor y dignísimo de alabanza, en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. V. Gloria al Padre.

Oración-Colecta
   ORATIO - Largíre nobis, quaesumus Domine, semper spíritum cogitándi quae recta sunt, propitius et agéndi: ut, qui sine te esse non póssumus secúndum te vívere valeámus. Per Dóminum.   R. Amen       Rogámoste, Señor, nos concedas propicio la gracia de pensar y obrar siempre con rectitud; y pues sin Ti no podemos subsistir, llevemos una vida conforme a tu voluntad.  Por Nuestro Señor Jesucristo, etc.   R. Amen.


Epístola
   Para vivir con Cristo y participar de su gloria, hay que mortificar las pasiones de nuestra naturaleza corrompida y dejarnos guiar por las inspiraciones del Espíritu Santo. 
EPISTOLALectio Epistolae beati Paulii Apostoli  ad Romanos (6, 19-23,)  - Fratres: Debitóres sumus non carni, ut secúndum carnem vivámus. Si enim secúndum carnem vixéritis, moriémini: si autem spíritu facta carnis mortificavéritis, vivétis. Quicúmque enim spíritu Dei aguntur, ii sunt fílii Dei. Non enim accepístis spíritum servitútis íterum in timóre, sed accepístis spíritum adoptiónis filiórum, in quo clamámus: Abba - Pater. - Ipse enim Spíritus testimónium reddit spirítui nostro, quod sumus fílii Dei. Si autem fílii, et herédes: herédes quidem Dei, coherédes autem Christi.
R. Deo gratias.
   Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Romanos (8, 12-17)  - Hermanos: Nada debemos a la carne, para que vivamos según la carne. Por que si viviereis según la carne, moriréis; mas si con el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, entonces viviréis(1). Porque es cierto, que los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para seguir obrando con temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción de hijos, para que podamos clamar: ¡Aba! ¡Padre! Porque el mismo espíritu de Dios, está dando testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y siendo hijos, somos también herederos; herederos de Dios, por cierto(2), y coherederos de Cristo. 
    GRADUALE (Ps. 33 ) Est mihi in Deum protectórem, et in locum refúgiiet salvum me facias. V. Deus, in te sperávi: Domine, non confúndar in aetérnum.   Alleluia, alleluia. Magnus Dominus, et laudábilis valde, in civitáte Dei nostri, in monte sanco ejus, Alleluja.   Gradual - Sé para mí un Dios protector, y un lugar de refugio, para que me salves. V. Oh Dios, en ti tengo puesta mi esperanza; Eñor, no sea yo jamás confundido.- Aleluya, aleluya - V. Grande es el Señor, y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, sobre su monte santo, aleluya. 

Evangelio
      Valiéndose de la parábola del mayordomo infiel, Jesús nos recomienda la pr´ctica de la limosna y sobre todo de la limosna convertida en sufragio por los difuntos. Así empleado el dinero, convertímoslo en precio de redención, para nosotros y para el prójimo, y en granjería para la vida eterna. Con él las almas del Purgatorio se constituyen, en el Cielo, en intercesoras nuestras.

USequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam ( 16, 11-9)
   In illo témpore: Dixit Jesus discípulis suis: parabola hanc: homo quidam erat dives qui habebat vilicum et hic diffamatus est apud illum quasi dissipasset bona ipsius. Et vocavit illum et ait illi quid hoc audio de te redde rationem vilicationis tuae iam enim non poteris vilicare. Ait autem vilicus intra se: quid faciam quia dominus meus aufert a me vilicationem? fodere non valeo mendicare erubesco. Scio quid faciam ut cum amotus fuero a vilicatione recipiant me in domos suas. Convocatis itaque singulis debitoribus domini sui dicebat primo: quantum debes domino meo? At ille dixit centum cados olei. Dixitque illi: Accipe cautionem tuam et sede cito scribe quinquaginta. Deinde alio dixit tu vero quantum debes? Qui ait centum choros tritic. Ait illi: accipe litteras tuas et scribe octoginta. Et laudavit dominus vilicum iniquitatis quia prudenter fecisset quia filii huius saeculi prudentiores filiis lucis in generatione sua sunt. Et ego vobis dico facite vobis amicos de mamona iniquitatis ut cum defeceritis recipiant vos in aeterna tabernacula 

Credo.
  Continuación del Santo Evangelio según San Lucas - En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Había un hombre rico, que tenía un mayordomo, el cual fue acusado ante él, como dilapidador de sus bienes. Llamóle, pues, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración; porque en adelante, ya no podrás ser mi mayordomo. Entonces el mayordomo se dijo: ¿Qué haré, pues que mi señor me quita la administración? Cavar no puedo; de mendigar tengo vergüenza. Ya sé lo que he de hacer, para que cuando fuere removido de la mayordomía, halle yo personas que me reciban en su casa. Llamó, pues, a cada uno de los deudores de su amo, y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Y éste respondió: Cien barriles de aceite. Díjole: Toma tu factura y siéntate al punto, y escribe: cincuenta. Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él respondió: Cien cargas de trigo. Díjole: toma tus facturas, y escribe ochenta(3). El señor alabó al mayordo, infiel, por haber obrado sagazmente(4); porque Los hijos de este siglo son más sabios que los hijos de la luz. Así os digo yo a vosotros: granjeaos amigos con las riquezas de iniquidad, para que, cuando falleciereis, os reciban en las moradas eternas.   Credo.
    OFFERTORIUM Pópulum húmilem salvum fácies, Dómine, et óculos superbórum humillábis: quoniam quis Deus praeter te, Dómine?    Ofertorio -  Tú salvarás al pueblo humilde, y humillarás los ojos altaneros; porque ¿qué otro Dios hay fuera de ti, oh Señor?


Oración-Secreta
    Súscipe,  quaesumus, Domine, múnera, quae tibi de tua largitáte deférimus: ut haec sacrosancta mystéria, gratiae tuae operáte virtúte, et praeséntis vitae nos consversatióne sanctificent, et ad gáudia sempiterna perducant. Per Dominum.    Acepta de buen grado, los dones que de tu munificencia hemos recibido y ahora te devolvemos; para que, mediante la operación de tu gracia, nos santifiquen estos sacrosantos misterios durante la vida presente, y nos conduzcan después a los goces eternos. Por Jesucristo N. Señor. 


Prefacio de la Santísima Trinidad
    Vere dignum et justum ets aequum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus. Qui cumm unigenito  Filio tuo, et Spiritu Sancto, unus es Deus, unus es Dominus: non in unius singularitate personae, sed in unius Trinitate substantiae. Quod enim de tua gloria, revelante te, credimus, hoc de Filio tuo, hoc de Spiritu Sancto, sine differentia discretionis sentimus. Ut in confessione verae, sempiternaeque Deitatis, et in personis Proprietas, et in essentia unitas, et in majestate adoretur aequalitas. Quam laudat Angeli atque Arcangeli, Cherubim quoque ac Sraphim: qui non cessant clamare quotidie, una voce dicentes:   Sanctus, Sanctus, Sanctus...

   Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Quien, con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, eres un solo Señor: no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia. Porque cuanto creemos, por habérnoslo Tu revelado, acerca de tu gloria, creémoslo igualmente de tu Hijo, y del Espíritu Santo, sin haber diferencia ni separación. De modo que, al reconocer una sola verdadera y eterna Divinidad, sea también adorada la propiedad en las personas, la unidad en la esencia y la igualdad en la majestad. A la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar diariamente, diciendo a coro: Santo, Santo, 
Santo, etc.

   COMMUNIO  Gustáte, et vidéte, quóniam suávis est Dominus: beátus vir, qui sperat in eo.    Comunión. - Gustad y ved cuán suave es el Señor; dichoso el varón que confía en Él.

Oración-Postcomunión
     Sit nobis, Domine, reparátio mentis et córporis caeléste mystérium: ut cujus excécuimur cultum, sentiámus effécium. Per Dominum   Sírvanos, oh Señor, este celestial Sacramento para reparación del alma y del cuerpo; a fin de que, al celebrarlo, experimentemos sus saludables efectos. Por Jesucristo N. Señor.


  • (1)  Las obras de la carne, las sensualidades, las bajas pasiones, conducen el alma a la muerte eterna; las obras del espíritu, en cambio, la preparan para la vida del cielo.
  • (2) Somos herederos de Dios, no en el sentido humano de heredar los bienes de un difunto, pues Dios no muere, Dios es inmortal, sino en el sentido de que gozaremos del Cielo, segura, eterna e inalienablemente, viviendo y reinando con Él.
  • (3)El ardid que el mayordomo infiel inventa para ganarse amigos para el futuro, es injusto, pues es a costa de los bienes de su amo.
  • (4) Adviértase bien que lo que alaba y admira el Señor no es el fondo inmoral del proceder del mayordomo, sino su astucia, es decir, la habilidad con que obró para no quedarse de repente en la calle. En esto los mundanos prosperan más que los hombres de conciencia, por la sencilla razón de que no respetan los medios.

23/VII SAN APOLINARIO DE RAVENA, Obispo y Mártir

23 de Julio

SAN APOLINARIO DE RAVENA, Obispo y Mártir


Vosotros, hermanos míos, corregid a los inquietos,
consolad a los pusilánimes, sostened a los débiles,
sed pacientes con todos.
(1 Tesalonicenses, 5, 14).

   San Apolinario fue consagrado obispo por San Pedro, cuyo discípulo era, y enviado a Ravena para predicar allí el Evangelio. Sanó a muchos enfermos y convirtió a gran número de paganos. El demonio excitó contra él a los sacerdotes de los ídolos, que lo hicieron echar de la ciudad. Volvió a Ravena y ocultóse en ella durante largo tiempo, menos por evitar el martirio que para instruir a sus neófitos y confirmarlos en la fe.

MEDITACIÓN SOBRE LA CARIDAD
PARA CON EL PRÓJIMO
   
I. Corrige a los que se desordenan en sus costumbres o en sus palabras. Si son tus inferiores, es un deber de justicia, y serás castigado si faltas a ella. Si son tus iguales, también a ello te obliga la caridad todas las veces que lo puedas hacer prudentemente. Cuando hayas advertido a tu hermano, deja que Dios haga el resto; reza por él, y, suceda lo que suceda, no te inquietes. Reprueba a tus iguales, suplica a los ancianos, reprende a los jóvenes. (San Agustín).
    
II. Consuela a los que están afligidos, compadeciendo sus sufrimientos y poniéndoles remedio; es éste un acto de caridad que tendrás todos los días ocasión de realizar respecto de los enfermos, los pobres, tus vecinos y, a menudo, en tu misma casa. Esta compasión no te hará más pobre y te procurará muchos méritos. Teme afligir a alguien, sea quien sea, y consuela siempre a todos los que te consultan en sus penas. La amistad exige que prestes servicios a tus amigos, y la caridad te obliga a proceder lo mismo con tu prójimo.
   
III. Sé paciente con todo el mundo. Los hombres te proporcionarán numerosas ocasiones de ejercitar la paciencia, unos por malicia, otros con buena intención; aprovecha todas esas ocasiones, son preciosas. El avaro no inquiere de qué mina ha sido extraído el oro que se le da; no te afanes por saber de dónde provienen esas pruebas tan fecundas en méritos: conténtate con aprovecharlas, y sabe que, si mucho hay que sufrir en esta vida, la paciencia es un remedio para todos los males. 

La paciencia
Orad por las almas del Purgatorio. 

ORACIÓN
   Oh Dios, remunerador de las almas fieles, que habéis consagrado este día por el martirio del bienaventurado Apolinario, vuestro pontífice, haced, os lo imploramos, que la intercesión de aquél cuya solemnidad celebramos, nos obtenga el perdón de nuestras faltas. Por J. C. N. S. Amén.



*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo III, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

22/VII SANTA MARÍA MAGDALENA, Penitente

22 de Julio

SANTA MARÍA MAGDALENA, Penitente


Le son perdonados muchos pecados,
porque ha amado mucho.

(Lucas, 7, 47).

   Mirad a esta ilustre penitente bañando con sus lágrimas los pies del Salvador y enjugándolos con sus cabellos. Es Magdalena, otrora, esclava del amor profano, y ahora esposa de Jesús. Lo acompaña en el Calvario; corre a la tumba para perfumar su cuerpo; se pros terna a los pies de Jesús resucitado; y después de su gloriosa ascensión, se retira a la soledad para llorar hasta la muerte pecados que sabía ella le habían sido perdonados. Si tú has imitado sus extravíos, imita su penitencia. Ama mucho, para que se te perdone mucho.

MEDITACIÓN SOBRE LAS LÁGRIMAS
DE SANTA MARÍA MAGDALENA
   
I. Las primeras lágrimas de Magdalena fueron lágrimas de contrición. Impelida por el dolor de haber ofendido a Dios, busca a Nuestro Señor, lo encuentra en la casa del fariseo y en ella hace una confesión pública de sus pecados. A partir de ese instante renuncia a sus criminales placeres y cambia de vida. ¡Dichosas lágrimas, que borrasteis los pecados de Magdalena! Ojos míos, ¿cuándo lloraréis los desórdenes de mi juventud? ¿Por qué retardar mi conversión? Mundo, placeres, honores, os dejo para siempre: dejad me en adelante llorar mis pecados, ¡dejad me un instante a fin de que gima! (Job).
   
II. Magdalena vertió lágrimas de compasión cuando vio a Jesús en manos de los verdugos. Lo acompañó hasta el Calvario; se mantuvo al pie de la cruz y mezcló su llanto con la Sangre adorable de Jesús. Nosotros vemos todos los días a nuestro divino Salvador clavado en la cruz, todos los días meditamos sobre su Pasión; ¿por qué, pues, nuestro corazón permanece insensible ante sus sufrimientos? ¿Por qué nuestros ojos no vierten lágrimas? ¡Ah! es porque no tenemos por Jesús el mismo amor que Magdalena. La fe de esta mujer fue grande, su amor ardiente, su arrepentimiento sincero. (San Lorenzo Justiniano) .
   
III. El deseo de ver a Jesús, después de su resurrección, le hizo bañar en lágrimas la tumba del divino Maestro. El deseo de contemplarlo en el cielo la hizo suspirar y gemir en la gruta a la que se había retirado. Llora ella noche y día porque su exilio se prolonga, y no se le permite unirse a su Bienamado. Viértense lágrimas por una bagatela; mas, ¿quién llora de haber perdido a Jesús? ¿Quién llora por su extravío?

La penitencia
Orad por la conversión de los pecadores.

ORACIÓN
   Oh Dios, que al ruego de la bienaventurada María Magdalena habéis resucitado a su hermano Lázaro, muerto hacía ya cuatro días, haced que experimentemos los efectos de su poderosa intercesión. Vos que, siendo Dios, vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.



*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo III, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

INTRODUCCIÓN

Acerca de la Santa Misa