LA REINA DEL CIELO EN
LA RESURRECCIÓN
DE SU DIVINO HIJO
LA RESURRECCIÓN
DE SU DIVINO HIJO
Toda transformada de la pena en gozo,
de la tristeza en la alegría y de dolor en inefable júbilo y descanso.
Con este nuevo júbilo y las operaciones tan divinas que la gran Señora hacía en la visión de tan soberanos misterios, comenzó a disponerse para la visita, que estaba ya muy cerca. Y entre los actos de alabanzas, cánticos y peticiones que hacía nuestra Reina, sintió luego otra novedad en sí misma sobre el gozo que tenía, y fue un género de júbilo y alivio celestial, correspondiente por admirable modo a los dolores y tribulaciones que en la pasión había sentido; y este beneficio era diferente y más alto que la redundancia de gozo que de su alma resultaba como naturalmente en el cuerpo. Y tras de estos admirables efectos sintió luego otro tercero y diferente beneficio que le daban, de nuevos y divinos favores. Y para esto sintió que la infundían como lumen de cualidades que preceden a la visión beatífica, y recibió la Reina estos beneficios en esta ocasión con más abundancia y excelencia que en otras, porque ahora había precedido la pasión de Su Hijo Santísimo y los méritos que la divina Madre adquirió en ella, y según la multitud de los dolores correspondía el consuelo de la mano de su Hijo Omnipotente. Estando así prevenida María Santísima, entró Cristo Nuestro Salvador resucitado y glorioso, acompañado de todos los santos y patriarcas. Postróse en tierra la siempre humilde Reina y adoró a Su Hijo Santísimo, y Su Majestad la levantó y la llegó a sí mismo. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario