31/VIII SAN RAMÓN NONATO, Confesor

31 de Agosto

SAN RAMÓN NONATOConfesor
Os habéis hecho partícipes de los que sufrían
afrenta y tribulación; os compadecisteis
de los que estaban entre cadenas.

(Hebreos, 10, 33-34)

   San Ramón pidió a la Santísima Virgen que le hiciese conocer el camino que debía seguir para llegar al cielo; María le ordenó entrar en la Orden recientemente fundada de la Redención de los cautivos (de la Merced). Enviado a Berbería, rescató a gran número de cautivos, y cuando se le agotaron los recursos, se dio a sí mismo en prenda para la libertad de muchos otros. Vuelto a España, fue nombrado cardenal por Gregario IX. Murió en el año 1240, yendo a Roma, donde el Papa lo llamara para utilizarlo en el gobierno de la Iglesia.

MEDITACIÓN
SOBRE LA OBLIGACIÓN
DE SOCORRER A LAS ALMAS
DEL PURGATORIO

I. Todos podemos trabajar en la liberación de las almas del purgatorio, que están en una cautividad más cruel que la de los cristianos llevados como esclavos. Puedes tú socorrerlas orando a Dios por ellas, encargando se celebren misas, dando limosnas, practicando alguna mortificación, o sufriendo pacientemente las penas y aflicciones de esta vida con miras a satisfacer por ellas a la justicia de Dios. Puedes prestarles este servicio; ellas no pueden hacer ya nada por su liberación. Considera los suplicios que padecen.

II. La justicia te obliga a socorrer a tus padres. que te dejaron tantos bienes; la amistad exige que alivies a tus amigos en su abandono cruel; el agradecimiento te impone la obligación de orar por tus bienhechores; y la caridad. que exige que ames a tu prójimo como a ti mismo, te impone el deber de aliviar a esas almas, como quisieras que se te aliviasen si estuvieras en su lugar. Escucha las quejas que te dirigen.

III. Si ayudas con tus buenas obras a estas santas almas. Dios hará de modo que contigo se haga otro tanto después de tu muerte. Con todo no te fíes en este auxilio; haz provisión de buenas obras antes de partir de este mundo; lleva tu rescate contigo y pronto estarás libre; haz penitencia en esta vida. ¡Ah! mucho más dulce es lavar los pecados con las lágrimas de la penitencia. que expiarlos en las llamas del purgatorio.

La caridad
Orad por los prisioneros.

ORACIÓN
   Señor, que habéis dado al bienaventurado Ramón, vuestro confesor, un celo admirable por la redención de los fieles cautivos de los bárbaros, concedednos por su intercesión que, libres de las cadenas de nuestros pecados, cumplamos con perfecta libertad de espíritu todo lo que os sea más agradable. Por J. C. N. S. Amén.

31/VIII SANTO DOMINGUITO DEL VAL, Monaguillo y Mártir

31 de Agosto

SANTO DOMINGUITO DEL VAL, Monaguillo y Mártir
(+1250)

Niño monaguillo de la Seo de Zaragoza,
fue crucificado por los judíos en odio de la fe,
para sacarle la sangre y sorberla en
el rito nefando de su Pascua.

(Misal - Propio de España 31 de Agosto)

   Dominguito del Val nació en Zaragoza, la ciudad de la Virgen y de los Innumerables Mártires, el año 1243. Era rey de Aragón Jaime el Conquistador, vicario de Cristo en Roma, Inocencio IV, y obispo de Zaragoza, Arnaldo de Peralta. Media España estaba bajo el dominio de los moros y en cada pecho español se albergaba un cruzado. Los padres de Dominguito se llamaban Sancho del Val e Isabel Sancho. Su madre era de pura cepa zaragozana, y su padre, de origen francés. El abuelo paterno había sido un esforzado guerrero a las órdenes del rey don Alfonso el Batallador. A su lado estuvo en el asedio de Zaragoza, que fue duro y prolongado. Todos los cruzados franceses se marcharon a sus casas; todos, menos uno. "Fue nuestro antepasado -decía Sancho del Val a su hijo, siempre que le contaba la historia-. El señor del Val, hijo de la fuerte Bretaña, sufrió inquebrantable el hambre y la sed, los hielos del invierno y los fuegos del verano, las vigilias prolongadas y los golpes de las armas enemigas. Y al rendirse la ciudad, el rey le hizo rico y noble, igualándole con los españoles más ilustres".
   Sancho del Val no siguió a su padre por el camino de las armas. Prefirió las letras. Fue tabelión o notario y su firma quedó estampada en las actas de las Cortes de Aragón, al lado de las firmas de condes y obispos.
   Dios bendijo la unión de Sancho e Isabel dándoles un hijo que iba a ser mártir y modelo de todos los niños y, de un modo especial, de los monaguillos. Porque Santo Dominguito del Val es el patrono de los monaguillos y niños de coro. El fue infantico de la catedral de Zaragoza, vistió con garbo la sotanilla roja y repiqueteó con gusto la campanilla en los días de fiesta grande. La imagen que todos hemos visto de este tierno niño nos lo representa con las vestiduras de monaguillo. Clavado en la pared con su hermosa sotana y amplio roquete. La mirada hacia el cielo y unos surcos de sangre goteando de sus pies y manos. Una estampa de dolor ciertamente, pero, también, de valentía superior a las fuerzas de un niño de pocos años. Las nobles condiciones, especialmente su piedad, que se advertían en el niño según crecía, indujeron a los padres a dedicarlo al santuario, al sacerdocio. Cuando fue mayorcito lo enviaron a la catedral. Entonces la catedral era la casa de Dios y, al mismo tiempo, escuela. Todas las mañanas, al salir el sol, hacía Dominguito el camino que separaba el barrio de San Miguel de la Seo. Una vez allí, lo primero que hacía era ayudar a misa y cantar en el coro las alabanzas de Dios y a la Virgen.
   Cumplido fielmente su oficio de monaguillo, bajaba al claustro de la catedral a empezar la tarea escolar. Con el capiscol o maestro de canto ensayaban los himnos, salmos y antífonas del oficio divino. La historia y la tradición nos presentan a nuestro Santo especialmente aficionado y dotado para el canto. Por algo es el patrono de los niños de coro y seises.
   La tarea escolar incluía más cosas. Había que aprender a leer, a contar, a escribir. Los pequeños dedos se iban acostumbrando a hacer garabatos sobre las tablillas apoyadas en las rodillas. La voz del maestro se oía potente y, al acabar, las cabecitas de los pequeños escolares se inclinaban rápidamente para escribir en los viejos pergaminos lo que acababan de oír. Así un día y otro día. Al atardecer volvía a casa. Un beso a los padres, y luego a contarles lo que había aprendido aquel día y las peripecias de los compañeros.
   Uno se resiste a creer la historia que voy a contar. Es increíble que haya hombres tan malos. Sin embargo, parece que la substancia del hecho es verdad.
   Los judíos solían amasar los alimentos de su cena pascual con sangre de niños cristianos. La historia nos ha conservado los nombres de estas víctimas inocentes: Simón de Livolés, Ricardo de Norwick, el Niño de la Guardia y Santo Dominguito del Val. "Oyemos decir -escribía el rey Alfonso el Sabio, en aquellos mismos días de Santo Dominguito del Val- que los judíos hicieron, el día de Viernes Santo remembranza de la pasión de Nuestro Señor, hurtando los niños y poniéndolos en la cruz, y haciendo imágenes de cera y crucificándolas, cuando los niños no pueden haber."
   Los judíos eran por entonces muchos y poderosos en Zaragoza. En la sinagoga se había recordado "que al que presentase un niño cristiano sería eximido de penas y tributos". Y un sábado al terminar de explicar la Ley el rabino, dijo: "Necesitamos sangre cristiana. Si celebramos sin ella la fiesta de la Pascua, Jehová podrá echarnos en cara nuestra negligencia".
   Estas palabras fueron bien recogidas por Mosé Albayucet, un usurero de cara apergaminada y nariz ganchuda. Por su frente arrugada pasó una idea negra. Pensó en aquel niño que todos los días al oscurecer pasaba delante de su tienda. Este niño era Dominguito del Val, que volvía de la catedral a casa. A veces solo y otras con un grupo de compañeros. Con frecuencia, al cruzar el barrio judío, de tiendas obscuras y estrechas callejuelas, cantaban himnos en honor del Señor y su Santísima Madre. Seguramente los que acababan de ensayar con el capiscol de la catedral.
   Más de una vez los había oído Mosé Albayucet y, desde la puerta de su tienda, los había amenazado con su mano. Le pareció la ocasión oportuna y prometió a sus compañeros de secta que aquel año iban a tener sangre de niño cristiano para la Pascua y bien reciente.
   Era el miércoles 31 de agosto de 1250. El atardecer se hacía más obscuro en las estrechas callejuelas del barrio judío por donde pasaba Dominguito camino de su casa. De repente, y antes de pensarlo o poder lanzar un grito, nota que algo se le echa encima. Son las manos de Mosé Albayucet que le cubren el rostro con un manto. Le amordaza bien la boca para que no pueda gritar y le mete de momento en su casa. Las garras de la maldad acaban de hacer su presa.
   Aquella misma noche es trasladado el inocente niño a la casa de uno de los rabinos principales. Allí están los príncipes de la sinagoga. Dominguito tiembla de miedo ante aquellos rostros astutos y malvados. Sus manos aprietan la cruz que pende de su pecho.
   -Querido niño -le dice una voz zalamera-, no queremos hacerte mal ninguno; pero si quieres salir de aquí tienes que pisar ese Cristo.
   -Eso nunca -dice el niño-. Es mi Dios. No, no y mil veces no.
   -Acabemos pronto -dicen aquellos malvados ante la firmeza del niño.
   Va a repetirse la escena del Calvario. Uno acerca las escaleras que apoya sobre la pared; otro presenta el martillo y los clavos, y no falta quien coloca en la rubia cabellera del niño una corona de zarzas, así el parecido con la crucifixión de Cristo será mayor.
   Con gran sobriedad de palabras refieren las Actas del martirio lo que sucedió:
   "Arrimáronle a una pared, renovando furiosos en él la pasión del divino Redentor; crucificáronle, horadando con algunos clavos sus manos y pies; abriéronle el costado con una lanza, y cuando hubo expirado, para que no se descubriese tan enorme maldad, lo envolvieron y ataron en un lío y lo enterraron en la orilla del Ebro en el silencio de la noche."
   Todos nos imaginamos fácilmente los espasmos de dolor que estremecerían aquellos músculos delicados de niño. Abrieron sus venas para recoger en unos vasos preparados su sangre. Sangre inocente que iba a ser el jugo con que amasasen los panes ácimos de la Pascua.
   Una vez muerto cortaron sus manos y cabeza, que arrojaron a un pozo de la casa donde había tenido lugar el horrendo crimen. Su cuerpo mutilado fue llevado, como dicen las Actas, a orillas del Ebro. Allí sería más difícil encontrarlo.
   Los judíos se retiraron a sus casas contentos de haber hecho un gran servicio a Dios. La Seo había perdido a su mejor monaguillo y el cielo había ganado un ángel más. Todo esto ocurría la noche del 31 de agosto de 1250.
   Dios tenía preparado su día de triunfo, su mañana de resurrección, para Dominguito del Val.
   Mientras en la casa del notario Sancho del Val se oían gemidos de dolor, una extraña aureola aparecía en la ribera del Ebro. Los guardas del puente de barcas echado sobre el río habían visto con asombro durante varios días el mismo acontecimiento. La noticia recorre toda Zaragoza.
   Algunas autoridades y un grupo de clérigos se dirigen hacia el lugar de la luz misteriosa. Allí hay un pequeño trozo de tierra recientemente removida. Se escarba y, metido en un saco, aparece un bulto sanguinolento. Se comprueba que es el cuerpo mutilado de Dominguito. Una ola de dolor e indignación invade la ciudad de punta a punta.
   La cabeza y las manos aparecen, también, de una manera milagrosa. Aunque aquí la historia no concuerda. Según una versión, un perrazo negro gime lastimeramente, y sin que nadie le pueda espantar, al borde del pozo a que fueron arrojados los miembros del niño mártir. Es el perro del notario Sancho del Val. Se agota el agua y en el fondo aparecen las manos y cabeza de Dominguito. Otra versión dice que las aguas del pozo se llenaron de resplandeciente luz, que crecieron y desbordadas mostraron el tesoro que guardaban en el fondo. Pronto se supo toda la verdad del hecho. El mismo Albayucet lo iba diciendo: "Sí, yo he sido. Matadme, me es igual; la mirada del muerto me persigue, y el sueño ha huido de mis ojos". El santo niño había de conseguir el arrepentimiento para su asesino. Bautizado y arrepentido, Albayucet subirá tranquilo a la horca.
   "Divulgado el suceso -escribe fray Lamberto de Zaragoza-, y obrados por el divino poder muchos milagros, el obispo Arnaldo dispuso una procesión general, a la que asistió con todo el clero la ciudad, la nobleza, la tropa y la plebe, todos con velas blancas, y llevaron el santo cuerpo por todas las iglesias y calles de la ciudad, hasta por la puerta Cineja, mostrándolo a todos y haciendo ver en él las llagas de las manos y pies y costado."
   Hoy mismo es muy viva la devoción que Zaragoza siente por su glorioso mártir. Su fiesta está incluida entre las de primera clase y los niños de coro de La Seo y del Pilar le festejan como Santo patrono. Desde los días del martirio existe la cofradía de Santo Dominguito. El rey Jaime I de Aragón tuvo a honor ser inscrito en ella.
   Sus restos mortales se conservan en una capilla de la catedral en hermosa urna de alabastro. Sobre la urna un ángel sostiene esta leyenda: "Aquí yace el bienaventurado niño Domingo del Val, mártir por el nombre de Cristo".
 MARCOS MARTÍNEZ DE VADILLO



*Año Cristiano, Tomo III, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1966.

29/VIII LA DEGOLLACIÓN DE SAN JUAN BAUTISTA

29 de Agosto

LA DEGOLLACIÓN DE SAN JUAN BAUTISTA

Herodes, enviando un hachero, ordenó traer
la cabeza de Juan en una bandeja.
(Marcos, 6, 27).


   San Juan Bautista había dejado el desierto para amonestar a Herodes que no le era lícito tener como esposa a Herodías, la mujer de su hermano. Irritado el tirano de su audacia, lo hizo arrojar en una prisión. Un día, mientras daba un festín, la hija de Herodías danzó en presencia de los convidados con tanta gracia, que Herodes le prometió concederle todo lo que le pidiese. Pidió ella la cabeza de Juan Bautista. Un soldado, enviado a la prisión, cortó la cabeza al Precursor y la trajo en una bandeja, como si fuese el último plato de este fúnebre festín.

MEDITACIÓN
SOBRE SAN JUAN, MÁRTIR
DE LA CASTIDAD, DE LA CARIDAD
Y DE LA VERDAD

I. San Juan vivió y murió de la castidad. Para conservar esta virtud angelical, dejó, a edad tierna, la casa de su padre, y se retiró al desierto, donde sujetó su cuerpo mediante continuas austeridades. Si comprendieses tú la belleza de esta virtud, la amarías e imitarías a San Juan. Pero, para conservar la castidad hay que huir del mundo, amar la soledad, practicar la mortificación. Si no puedes morir mártir de la castidad como San Juan, vive como él en inviolable castidad. Algo más grande es vivir en la castidad que morir por ella. (Tertuliano).

II. San Juan fue también mártir de la caridad. El celo que tenía por la salvación de las almas le hizo dejar la soledad, puesta la mira en convertir a Herodes. ¡Cuán feliz serías tú si pudieses, como el santo precursor, derramar tu sangre por la salvación del prójimo! Si no puedes imitarle, reza al menos por los pecadores, exhórtalos a penitencia, haz abundantes limosnas para obtener su conversión.

III. San Juan fue también mártir de la verdad: reprochó intrépidamente a Herodes sus escandalosos desórdenes, y prefirió morir antes que traicionar la verdad. Aunque tuvieses que perder la vida nunca debes disfrazar tus sentimientos, ni tolerar el vicio por cobarde complacencia cuando tu deber sea corregirlo. Los hombres aman la verdad cuando ella los halaga, pero sienten aversión por ella cuando les reprende sus defectos. (San Agustín).

La castidad
Orad por las vírgenes.

ORACIÓN

   Haced, os lo suplicamos, Señor, que la piadosa solemnidad del bienaventurado Juan Bautista, vuestro precursor y mártir, nos obtenga gracias eficaces de salvación. Vos que, siendo Dios, vivís y reináis en unidad con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

28/VIII SAN AGUSTÍN, Obispo, Confesor y Doctor

28 de Agosto

SAN AGUSTÍNObispo, Confesor y Doctor
Por la gracia de Dios soy lo que soy,
y su gracia no ha sido estéril en mí.

(1 Corintios, 15, 10)

   San Agustín, hijo de un pagano de Numidia, que se convirtió al final de su vida, enseñó primero brillantemente retórica en Cartago, Roma y Milán, don de la lectura de un pasaje de San Pablo lo convirtió y donde San Ambrosio lo bautizó. De vuelta a África, después de haber perdido a Santa Mónica, su madre, en Ostia, retiróse a la soledad, y después fue ordenado sacerdote y llegó a ser obispo de Hipona. Entró en correspondencia con San Jerónimo y fue el azote de los herejes. Toda su vida lloró su juventud hasta humillarse por ella en el libro de las Confesiones. Su poderoso genio y su maravillosa ciencia brillan sobre todo en su célebre obra la Ciudad de Dios. Murió en su ciudad episcopal cercada por los vándalos, en el año 430, a la edad de 75 años.

MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE SAN AGUSTÍN

I. Este gran santo resistió hasta la edad de 32 años las inspiraciones de la divina gracia. ¿Acaso yo mismo no he resistido a la gracia? ¿Cómo pasé yo mi juventud? ¿He comenzado por fin a amar a Dios con amor profundo y sincero? ¡Cuántas veces he endurecido mi alma y he menospreciado el llamado del Señor! Comencemos a darnos a Dios. Ah Señor, tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé. (San Agustín).
   
II. San Agustín, primero pecador y hereje, llegó a ser después un gran santo; renunció a sus errores y fue durante todo el resto de su vida, el hijo dócil de aquélla gracia que había perseguido. ¿A qué se debe que no imite yo a San Agustín en su penitencia, ya que lo imité en sus desórdenes? ¿Qué he de esperar de los afanes que me tomo por lucir en el mundo? Habré de morir y abandonar esos honores y esas riquezas; y ¿en qué pararé si no estoy en estado de gracia cuando Dios me llame para dar cuenta de mi vida? ¿A qué fin tienden todos nuestros trabajos? ¿Qué buscamos? (San Agustín).
   
III. San Agustín fue el doctor de la gracia; la defendió contra los herejes, explicó su naturaleza y descubrió sus maravillosos efectos. Enseña tú a los demás por qué medios podrán recuperar la gracia de Dios: trabaja en la conversión de los peca dores. Sé tú, a tu vez, discípulo de la gracia, si no puedes ser su doctor; estudia los movimientos que imprime a tu corazón, escucha lo que ella te inspira, obedécela fielmente. Si no haces a la gracia inútil en ti, producirá frutos abundantes. (Orígenes).


El deseo de la conversión
Orad por las órdenes religiosas.

ORACIÓN
   Dios omnipotente, escuchad benigno nuestras súplicas y puesto que os servís permitirnos esperar en vuestra bondad, dignaos, por la intercesión del bienaventurado Agustín, vuestro confesor pontífice, derramar sobre nosotros la abundancia de vuestra inagotable misericordia. Por J. C. N. S. Amén.

27/VIII SAN JOSÉ DE CALASANZ, Confesor

27 de Agosto

SAN JOSÉ DE CALASANZ, Confesor

El Espíritu del Señor reposó sobre mí;
por lo cual me ha consagrado con su unción,
y me ha enviado a evangelizar a los pobres.
(Lucas, 4, 18).


   Este santo consagró su vida a la educación cristiana de la niñez. En su juventud, reunía ya a su alrededor a los niños para enseñarles las oraciones y los misterios de la religión. Ordenado sacerdote, se dedicó primero a la predicación en España, su patria; pero, sintiéndose llamado a vida más perfecta aun, se trasladó a Roma, donde la vista de un tropel de niños entregados a los vicios a los que arrastra la falta de educación, le inspiró el pensamiento de fundar escuelas pías. Asoció a su intento a varios eclesiásticos animados de los mismos sentimientos, y su congregación fue erigida por Gregorio XV en Orden religiosa, bajo el nombre de Clérigos regula res de la Madre de Dios de las escuelas pías.

MEDITACIÓN
SOBRE LA INSTRUCCIÓN
DE LOS POBRES

   I. Hombres apostólicos, aprended de San José a instruir a los pobres. Esta función no es brillante a los ojos de los hombres, pero es grande ante los de Dios y digna de todo vuestro celo. Es fecunda en méritos y en consuelos para vosotros, y en frutos de salvación para esas pobres almas, ¡ay! muy a menudo abandonadas. No se os ama, Señor, porque no se os conoce; si el mundo os conociese, os amaría. (San Agustín).

   II. Padres de familia, velad por la instrucción de vuestros servidores. Enviadlos a la Iglesia para que aprendan en ella el camino del cielo; instruidlos vosotros mismos sobre los deberes que la religión les impone. Una palabra de vuestra boca hará mucha impresión en su corazón; no toleréis sus vicios, y demostrad bondad especial a los que son más virtuosos. ¡Qué gloria para vosotros, si ganáis para Dios el alma de vuestro servidor! No repeláis a vuestros servidores, poseen la misma naturaleza que vosotros. (San Ignacio).

   III. Si tu posición no te permite trabajar en la instrucción y edificación de tu prójimo, por lo menos ora a Dios por la conversión de los pecadores. Tus oraciones atraerán acaso más almas a Dios que los trabajos de los hombres apostólicos. Mientras ellos riegan la tierra con su sudor y su sangre, tú obtendrás del Cielo la gracia, ese rocío celestial que la debe hacer fértil. ¿Qué haces tú por la conversión de los pecadores? Por lo menos humíllate: y si nada puedes hacer por la salvación de los demás, trabaja seriamente por salvar tu alma.

El buen ejemplo
Orad por la educación
cristiana de los niños.

ORACIÓN

   Oh Dios, que por San José de Calasanz, vuestro confesor, habéis dado a la Iglesia un nuevo auxilio para formar a la infancia en el espíritu de inteligencia y de piedad, concedednos, por sus ejemplos e intercesión, la gracia de practicar y enseñar vuestra doctrina, de modo que merezcamos las recompensas eternas. Por J. C. N. S. Amén.

26 de Agosto

SAN CEFERINO, Papa y Mártir
Estáis llenos de deseos...
y no conseguís lo que deseáis.

(Santiago, 4, 2)

   San Ceferino, sucesor de San Víctor en la Sede Apostólica, resistió valientemente a los herejes y a los paganos. Durante la persecución del emperador Severo fue el sostén y el consuelo de los fieles; su caridad le hacía experimentar sus sufrimientos como si fueran propios. Murió hacia el año 217.

  MEDITACIÓN
CÓMO HAY QUE ORDENAR
LOS DESEOS

I. Nuestra felicidad en esta vida depende de la regla que impongamos a nuestros deseos. Aprende a limitarte en el deseo de los bienes naturales. Quisieras gozar de mejor salud, poseer más ingenio, más fuerzas, más hermosas cualidades naturales; este deseo es fuente de inquietudes. Conténtate con lo que Dios te ha dado, agradécele; acaso te condenarías si tuvieses los brillantes talentos que de seas. Aunque ahora tuvieras lo que deseas, no por ello estarías más contento. Sólo Dios puede colmar tus anhelos. Dedícate a hacer su voluntad y todos tus deseos serán satisfechos.

II. Conténtate asimismo con los bienes de fortuna que Dios te ha dado; no son las riquezas, ni los honores, los que te harán feliz. ¡Cuántas personas hay más pobres que tú y sin embargo son más dichosas, porque no desean sino lo que Dios quiere que posean! El pecador es infeliz, tenga o no tenga lo que él desea. (San Próspero).

III. Un deseo te es permitido, es el llegar a un grado más alto de santidad; hasta debes imitar las heroicas virtudes que admiras en los santos, en la medida en que tu estado y condición te lo permitan. Examínate acerca de los deseos de tu alma; desea con ardor llegar a la santidad. Nada esperes, nada temas, y habrás reducido a la impotencia la cólera de tu enemigo. (Boecio).


La resignación a la voluntad de Dios
Orad por vuestra patria.

ORACIÓN
   Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño, y custodiadlo con protección constante por vuestro bienaventurado mártir y Sumo Pontífice Ceferino, a quien constituisteis pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N. S. Amén.

22/VIII FIESTA DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

 22 de Agosto 

INMACULADO CORAZÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

Mi Corazón saltará de gozo 
al verme por Ti salvada: cantaré al Señor mi bienhechor,
y salmodiaré al nombre del Señor Altísimo

(Ps. 14, 6)
 
   Por decreto del 4 de mayo de 1944, del Papa Pío XII, la octava de la Asunción de la Santísima Virgen fue sustituida en todo el mundo por la simpática y consoladorosísima fiesta del Inmaculado Corazón de Maria, la madre del amor hermoso y de la santa esperanza. Esta era una fiesta que se celebraba ya, aunque en distinta fecha, en muchos lugares y por muchos institutos religiosos; pero que el mundo entero reclamaba, sobre todo desde que Pío Xl realzó tanto la del Sagrado Corazón de Jesús.
   Ahora es ya fiesta universal, con su fecha propia y fija, que es el 22 de agosto, y con su Misa y su Oficio propios, y rito de 2ª clase. 
   Mucho contibuyeron a declararla, las célebres apariciones de Fátima, en Portugal, en las que María pedía a los afortunados pastorcitos devoción a su Santísimo Corazón, y mucho también las angustias mortales de la segunda guerra mundial, durante la que todos, desde el Papa hasta los más humildes fieles, confiaron a María el logro de la paz. 
   Pío XII consagró el mundo al Inmaculado Corazón de Maria el 8 de diciembre de 1942, consagración que después se repitió en todas las naciones y que culminó, en 1944, con la institución de esta fiesta. En ella pide el Papa a María la paz para todos los pueblos, la libertad para la Iglesia, la misericordia para los pecadores y la pureza de costumbres para todos.

ORACIÓN
   Omnipotente y sempiterno Dios, que preparaste en el Corazón de Santa María Virgen una digna habitación para el Espíritu Santo, concédenos propicio que cuantos celebramos devotamente la festividad de su Inmaculado Corazón, podamos vivir en conformidad con su sacratísimo corazón.

18/VIII SANTA ELENA, Emperatriz

18 de Agosto

SANTA ELENAEmperatriz
   No, no durmió sus sueños de recién nacida entre los encajes de una cuna imperial. Fue en un pobre cortijo de Deprano, en Nicomedia, donde vio la luz, en el 248 ó 249, aquélla niña, escasa de bienes de fortuna, sobre la que Dios tenía planes estupendos. Así nos lo dijo San Ambrosio, que vivió en una época inmediata a la de nuestra Santa.
   Nos figuramos a Elena en su adolescencia y juventud trabajando en el mesón de su padre. Atendiendo a todo, trajinando para tener las dependencias limpias y la comida sabrosa y a punto, obsequiosa con sus huéspedes... Siempre sencilla, humilde, recatada, sonriente. Era pagana, sí, porque de familia pagana había nacido, pero sentía en su corazón el vacío de aquellas falsas divinidades.
   Hacía unos años que había unas persecuciones horribles contra los cristianos, desencadenadas por los propios emperadores de Roma, que los mandaban apresar y les sometían a tormentos terribilísimos y terminaban por llevarlos al anfiteatro para echárselos a las fieras. También a muchos los quemaban vivos.
   Elena no terminaba de comprender por qué sus emperadores hacían aquello. ¡Si los cristianos eran buena gente! Ella trataba con algunas muchachas de su edad que pertenecían a aquella "secta" y no podía sino decir que eran excelentes. Tanto que, a veces, comparándolas con sus amigas paganas, había de reconocer que las superaban en todos los aspectos.
   Naturaleza la suya rica en dones de Dios, poseía físicamente una singular hermosura que realzaba la espontánea nobleza de su espíritu y esa que llaman "aristocracia del alma": una inteligencia privilegiada y un gran corazón.
   Tenía ya Elena alrededor de veintitrés años. Todos sus encantos estaban en auge, como en capullo recién abierto. Cuando la Providencia, "río caudaloso lleno de posibilidades y de sorpresas", cambió por completo el curso de su obscura vida.
   Ignoramos dónde y cómo se conocieron Elena y Constancio. Él, general valeroso, de noble familia, prefecto del Pretorio durante el gobierno de Maximiano, era de carácter suave, de espíritu exquisito y culto y de salud delicada. La palidez de su rostro había dado origen a su sobrenombre: Cloro.
   La espléndida y pudorosa hermosura de aquella muchacha se le entró por los ojos robándole el corazón. Aunque ¿quién dudará que su asombro no tuvo límite cuando, al tratarla, pudo percibir la nobleza de sus sentimientos?... Y la hizo su esposa.
   No han faltado autores malintencionados que han hablado de concubinato. Nada de eso. Tillemont se ha encargado de demostrar plenamente la legitimidad de su matrimonio. Fruto de él fue su hijo Constantino, futuro emperador de Roma, que vino al mundo en Naïssus (Dardania) el 27 de febrero del 274.
   1º de marzo de 293. El Imperio romano se había extendido prodigiosamente. Diocleciano y Maximiano, que, unidos hacía tiempo, lo compartían con el título de Augustos, decidieron tener cada uno de ellos un César que colaborara en el gobierno y administración de sus Estados. Diocleciano eligió a Galerio, y Maximiano a Constancio Cloro.
   Una condición se le impuso al marido de Elena: había de repudiar a su mujer y casarse con la hijastra de Maximiano, único medio de que existiera el imprescindible "parentesco" entre los Augustos y sus Césares. Se separó, pues, de Elena y se unió en matrimonio con Teodora. Prevaleció en él la ambición de la gloria sobre la gloria del amor.
   Y nuestra Santa ¿qué hizo? Al verse postergada no dejó que se le quebrasen las alas del alma. Las plegó hacia dentro, y serena, tranquila y solitaria se refugió en el reino de su corazón. Allí le dolía menos su abandono. Es que, sin ella sospecharlo, la acompañaba Dios.
   Más le costaba la ausencia de su hijo. Intuyendo Diocleciano en el muchacho excepcionales dotes de guerrero y organizador, quiso prepararlo por sí mismo con vistas al futuro, y hacía tiempo que lo tenía en su palacio. Años fecundos éstos que pasó junto al emperador. Dejaron en el adolescente una impresión indeleble, ya que, al estallar furiosa y demoledora "la gran persecución" contra los cristianos, pudo personalmente comprobar de qué era capaz una fe religiosa profundamente sentida.
   25 de julio del 306. En este día muere Constancio Cloro. Su hijo, que le acompañó en sus últimos momentos, ya no sueña más que con llevarse a su madre a vivir con él. Está orgulloso de ella y quiere compartir su misma vida para sentir siempre el beneficio de su influencia.
   ¿Era Elena cristiana ya entonces? ¿Desde cuándo? No se sabe exactamente. La mayoría de los autores coinciden en afirmar que no lo fue hasta después de la aparición de la cruz en el Cielo, durante la batalla de Saxa Rubra. Recordemos brevemente el suceso copiando a Eusebio de Cesarea, que dice haberlo oído de labios del emperador.
   "Era en las horas posmeridianas, cuando el sol declina ya; Constantino vio en el cielo, con sus propios ojos, un trofeo de cruz compuesto de luz, superpuesto al sol, y adherida al mismo una escritura que decía: "Con este signo vencerás". Él, juntamente con todo el ejército que le sigue, se sienten presa de estupor. Constantino no comprende el significado de la aparición y pensándolo largamente llega la noche. Pero, mientras duerme, le aparece el Cristo de Dios, juntamente con el signo visto en el cielo, y le manda que haga una imitación del signo y se sirva de él como de salvaguarda en las refriegas con los enemigos."
   Efectivamente, fabricado el "lábaro" según el signo aparecido, se lanza a la batalla y termina con aquella aplastante victoria, "que decidió los destinos del mundo y de la cristiandad".
   A los pocos días era Constantino dueño de Roma y entraba en la Ciudad Eterna como único emperador. Era el 28 de octubre del 312. Desde entonces, en sus ideas y en su corazón, puede decirse que es cristiano. No obstante, plenamente, no llegó a realizarlo hasta los últimos momentos de su vida en que recibió el bautismo.
   No obró así su madre. El sol de la cruz que alumbró el cielo de Roma iluminó y caldeó el corazón de Elena haciéndole sentir la sublimidad de la religión cristiana y se abrazó con ella. El bautismo abrió en su alma una fuente de piedad viva, consciente, activa.
   Ya está restablecida la unidad imperial. Reconocido Constantino soberano del orbe, considera a su madre la soberana. Le da el título de Augusta, manda acuñar monedas con su efigie y, mostrándole una ilimitada confianza, deja a su plena disposición el tesoro del Estado. Mas, elevada a la cúspide de las grandezas humanas, Elena no se envanece. Vive sin fausto ni lujosas ostentaciones, y, según afirma San Gregorio, "su encantadora modestia enardece de entusiasmo a los romanos".
   Al ser enriquecidas por la gracia sus espléndidas cualidades personales despliega todo su poder en favor de su hijo. Y es entonces cuando se percibe el valor de su influencia al transmitirle, con su cariño, todos los tesoros de bondad y prudencia que su alma acumula. El Dante decía de Beatriz: "Ella miraba hacia arriba y yo miraba en ella". Algo así podemos creer de Elena y Constantino. Léase, si no, el famoso Edicto de Milán y todos los que le siguieron, hasta su prohibición del culto de los dioses lares, en el 321, y "toda la lluvia de beneficios morales y materiales que el gobierno de Constantino hizo caer sobre la Iglesia y que no son del todo legendarios".
   Entramos en el año 326. Elena siente el declinar de su vida. Desde que el emperador ha trasladado su sede a la antigua Bizancio, la "nueva Roma", allí vive ahora su madre, en aquella ágora que él, en su honor, ha adornado prodigiosamente de pórticos y estatuas. Cerca tiene la iglesia de Santa Irene, también restaurada y embellecida por su hijo. En la placidez de los atardeceres, acompañada de alguna de aquellas esclavas a las que la emperatriz trata como a hijas de su corazón, entra en la iglesia y en ella permanece largo rato dando expansión a su piedad. Considerando la magnificencia de aquella ciudad que ha hecho resurgir Constantino a orillas del Bósforo, se le enardecen los deseos de hacer algo semejante en los lugares que, en Palestina, santificó Jesucristo con su presencia.
   Contaba a la sazón setenta y siete años, y los viajes en el siglo IV no se hacían con la rapidísima comodidad que los hacemos en la vigésima centuria. Eran, por el contrario, de una lentitud y solemnidad abrumadoras. Pero nada hay difícil para un grande amor.
   Partió, pues. Su viaje, realizado con ese despliegue de lujo que pedía su rango en aquella época, dejó tras de sí imborrable estela de maravillas. Llamaba sobremanera la atención la persona de la emperatriz. Anciana, conservando aún los rasgos de su extraordinaria belleza, parecía no darse cuenta de la admiración que despertaba a su paso. En cambio, con una humildad que sobrecogía el ánimo de todos, se colocaba en las asambleas de los fieles en cualquier punto designado para las mujeres, mezclándose con las de más baja condición. Se hospedaba en conventos de monjas y hacía vida común con ellas, ocupando su tiempo en remediar toda clase de necesidades y estudiando las Sagradas Escrituras. Cuanto más se adentraba en la religión cristiana, mayor era el entusiasmo y la admiración que por ella sentía. Pero nada le produjo una impresión tan reverente como el ver a aquellas doncellas cristianas que, renunciando a los halagos del mundo, consagraban a Cristo su virginidad.
   Leyenda o historia, no hay nadie que, al escribir la semblanza de esta ilustre mujer, silencie el caso maravilloso de la invención de la Santa Cruz.
   Parece que la mayor disconformidad existente en este punto entre los historiadores es debida al silencio que del viaje de Elena hace Eusebio de Cesarea en su Vida de Constantino el Grande, a quien -acaso por adulación- atribuye todas las construcciones y reconstrucciones que se hicieron en Palestina aquellos años.
   Así lo juzga Tillemont al comprobar que los Santos Crisóstomo, Ambrosio, Paulino de Nola y Sulpicio Severo, aunque difieren en alguna pequeña circunstancia, todos atribuyen a Santa Elena el descubrimiento de la Vera Cruz. Por otra parte, el misal que a diario usamos, al comentar esta fiesta el 3 de mayo, se lo asigna también a nuestra Santa. ¿Por que habríamos de silenciarlo aquí?
   Mientras la piadosa emperatriz proyectó su viaje a Palestina un deseo vehemente enardecía su corazón: ver, tocar, venerar el sagrado leño del que estuvo colgado el Salvador del mundo. A su llegada a Jerusalén ahí se enderezan todas sus investigaciones. Mas sin éxito alguno entre los cristianos. Entonces se dirige a los judíos. Y es uno, llamado Judas, quien -señalándole el sitio exacto donde se encuentra-, le pone en antecedentes de una tradición conservada entre ellos: "hacía muchos años que, por despojar los judíos a la devoción cristiana del precioso símbolo de la cruz, la habían echado, con las de los dos ladrones, a un pozo que después colmaron de tierra y piedras para que se pudriera la madera".
   Comienzan las excavaciones. Y, después de dos días de ansiosa expectación, aparecen las tres cruces. Pero ¿cuál de las tres sería la de nuestro divino Salvador? El santo obispo Macario acompaña a la emperatriz, y, por una inspiración súbita, recurre a una prueba decisiva: Había en aquel lugar una enferma en estado agónico. Se dirigen procesionalmente a su casa llevando las tres cruces y, cantando durante el trayecto todos los asistentes himnos sagrados, imploran la ayuda del cielo.
   Sacan a la enferma fuera en una parihuela. Y, en medio del silencio más impresionante, se acerca el obispo, ayudado por la emperatriz, y toca suavemente la cabeza de la moribunda con una de las cruces. Ni al contacto de la primera ni al de la segunda muestra aquella pobre mujer ninguna reacción. Sus ojos cerrados y su rostro exánime dan la impresión de que ya es cadáver. Mas, al posar sobre ella la tercera cruz, se incorpora, abre los ojos llenos de luz y de vida, y, cruzando las manos en el aire, exclama con exultación: "¡Dios mío, estoy curada!".
   La alegría que rezuma el alma de Elena en aquellos momentos hay que intuirla; no se puede describir.
   Después de dar satisfacción cumplida a su piedad dispone que la Santa Cruz se divida en tres trozos. Uno lo entrega al obispo Macario para la veneración de los fieles en la iglesia de Jerusalén. El segundo lo envía a la iglesia de Constantinopla, y el tercero a Roma, a la basílica mandada levantar por ella unos años antes y que más tarde se llamó de "Santa Cruz de Jerusalén".
   Llegamos al 329. Santa Elena, cumplidos ya los deseos más ardientes de su corazón, siente en su cuerpo el peso de los años y en su alma ansias de eternidad. Y al bendecir al Señor, llena de reconocimiento, sus labios repiten con el anciano Simeón: Nunc dimittis ancillam tuam Domine.
   Regresa junto a su hijo, y al poco tiempo muere en sus brazos. Se desconocen la fecha y el lugar de su partida de este mundo. Consta, sin embargo, que no fue en Roma, ya que Constantino hizo trasladar allí sus restos con la máxima solemnidad. Hoy, en la iglesia de Ara Caeli, de la Ciudad Eterna, existe una capilla dedicada a Santa Elena. En ella se venera la cabeza y algunos huesos de la santa emperatriz.
   No hizo Santa Elena, que sepamos, milagros en vida, y aun ignoramos si después de su muerte. Pero supo hacer el "milagro" de esgrimir con la misma gentileza una escoba en la hostería de su padre que el cetro del mundo en la corte de su hijo, y de dar un brinco gigante desde las tinieblas del paganismo hasta los esplendores de la santidad.

 MARÍA ENGRACIA IBÁÑEZ, O. D. N.



*Año Cristiano, Tomo III, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1966.

18/VIII SAN AGAPITO, Mártir

18 de Agosto

SAN AGAPITOMártir
Dios no nos ha dado un espíritu de temor,
sino de fortaleza y amor y sobriedad.

(2 Timoteo, 1,7)

   San Agapito, mártir en Prenesta, en la Campaña romana, fue encarcelado a la edad de quince años, azotado con nervios de buey y arrojado después en una espantosa mazmorra, donde quedó abandonado cuatro días sin alimento. Sacándolo de allí, le pusieron brasas encendidas sobre la cabeza, y como no cesaba de dar gracias a Dios, lo suspendieron de los pies encima de un brasero; en seguida arrojaron agua hirviendo y le quebraron las mandíbulas. Por fin, fue arrojado a los leones, y como éstos lo respetasen, se dio término a sus tormentos decapitándolo, hacia el año 274.
  
MEDITACIÓN
SOBRE TRES CUALIDADES
QUE DEBEN POSEER LOS CRISTIANOS

I. Todos los cristianos, pero especialmente los que están constituidos en dignidad, deben poseer tres cualidades. La primera, es el coraje, a fin de sostener los intereses de Jesucristo, y oponerse a la violencia de los que quieren oprimir a los inocentes. Es menester que se expongan a la muerte, si es necesario, por la gloria de Dios y el bien del prójimo. Mucho valor tienes tú cuando se trata de defender tu honra: ¿por qué será que tengas tan poco cuando se trata de la honra de Dios?

II. El espíritu del cristianismo es un espíritu de caridad. Dios no quiere que lo sirvamos con temor servil, sino con amor filial. Es nuestro Rey, sí, pero, también, nuestro Padre; tiene para con nosotros entrañas de misericordia, quiere también que recurramos a Él con entera confianza. ¿Qué hacemos para probarle a Dios que lo amamos? ¿Acaso pensamos solamente en Dios? ¿Acaso hablamos sólo de Él o por Él? ¿Acaso trabajamos sólo para su gloria? Amemos a Dios y nada temamos; pero todo temamos si no le amamos. ¡Que el alma que ama viva sin temor; pero que ella tiemble, si vive sin amor! (San Agustín).
   
III. La prudencia debe regular todas nuestras acciones; debe hacernos adoptar los medios que pueden conducirnos a la perfección, alejarnos de los extremos perniciosos y hacemos encontrar aquel justo medio en el que se halla la virtud. ¡Plegue a Dios que tengas esta sabiduría del Cielo! ¡Ojalá puedas gustar las cosas de Dios, comprender la vanidad del mundo y prever los suplicios del infierno! (San Bernardo). 


El amor a la sabiduría
Orad por los sacerdotes.

ORACIÓN
   Que vuestra Iglesia, oh Dios mío, se regocije con el apoyo que encuentra en los sufragios del bienaventurado Agapito, vuestro mártir, y que, sostenida por su gloriosa intercesión, persevere en la piedad y se afiance en la paz. Por J. C. N. S. Amén.

14/VIII SAN EUSEBIO, Confesor

14 de Agosto

SAN EUSEBIO, Confesor
Mirad qué amor nos ha testimoniado
el Padre, concediendo que nos llamemos
hijos de Dios, 
¡Y que lo seamos!
(1 Juan, 3, 1)
   
   San Eusebio, presbítero romano, resistió valientemente a los arrianos. Para castigarlo por su fidelidad a Dios, el emperador Constancio lo hizo encerrar en una cárcel tan estrecha que apenas podía moverse en ella. Desde el fondo de su mazmorra, elevó al Cielo su corazón, rogando salir pronto de este destierro. Lo escuchó el Señor y lo llamó después de siete meses de prisión. Sobre su tumba se escribió este epitafio: Aquí yace Eusebio, varón de Dios.

MEDITACIÓN EL CRISTIANO DEBE SER
UN HOMBRE DE DIOS


I. Eres de Dios: Él te ha creado, te conserva, te ha redimido y a cada momento te colma de sus mercedes. ¿No es verdad, acaso, que le debes una infinidad de favores particulares? Es tu Dios y tu Padre, y será tu juez; le perteneces por toda clase de títulos. Alma mía, ¿habrás de rehusar siempre someterte a este Dios que tantos derechos tiene a tus homenajes? ¿Cómo agradeces tú los favores que recibiste de su liberalidad? Alma mía, ¿no te someterás a Dios? (El Salmista)
  
II. Puesto que eres de Dios, a Dios debes referir tus acciones, tus pensamientos y tus palabras; aquél a quien pertenece el árbol, tiene el derecho de recoger sus frutos. ¡Qué felicidad para ti poder trabajar para un señor que alienta tus trabajos, aplaude tus éxitos y los recompensa tan generosamente! ¿De qué manera trabajan para Dios mi cuerpo, mi alma, mi memoria, mi entendimiento, mi voluntad y mis sentidos?
   
III. Si no eres tú un hombre de Dios, ¿a quién perteneces? ¿por quién trabajas? ¡Para el demonio que quiere condenarte, para el mundo que te engaña, para tu cuerpo que no es más que podredumbre, para honores que no son más que vanidad, para riquezas que habrás de abandonar a la muerte! Busca un señor que sea tan bueno, tan poderoso, tan liberal, tan perfecto como Dios; si no lo encuentras, vuelve al Señor tu Dios. Si alguno es piadoso, ése es un hombre de Dios, el impío es el hombre del demonio, no por naturaleza, sino por su propia elección. (San Ignacio).


El amor de Dios
Orad por los sacerdotes.

ORACIÓN
   Oh Dios, que todos los años nos dais un nuevo motivo de gozo con la fiesta del bienaventurado Eusebio, vuestro confesor, haced, por vuestra bondad, que honrando su nacimiento al cielo, caminemos por sus huellas para llegar a Vos. Por J. C. N. S. Amén.

13/VIII CELEBRACIÓN DEL NOMBRE DE SANTA FILOMENA, Virgen y Mártir

 13 de Agosto

CELEBRACIÓN DEL NOMBRE DE SANTA FILOMENA, Virgen y Mártir

En la oración hecha debidamente, se funden
las penas como la nieve ante el sol.
(San Juan María Vianney)

     El gran nombre de FILOMENA significa en latín estas palabras: FILIA LUMINIS, es decir, HIJA DE LA LUZ. Ella nos ilumina en esta época oscura y corrupta, confundiendo la sonrisa de desprecio del materialismo. Ella es la PATRONA DE LOS HIJOS DE MARÍA. Hoy, su misión, es atraernos a todos al Inmaculado Corazón de María por medio de la imitación de sus heroicas virtudes: pureza, obediencia y humildad. Santa Filomena es ÁNCORA DE ESPERANZA, en esta oscura época de desesperanza.   Los rigurosos Últimos Tiempos han llegado. Están clara y universalmente marcados por el ocultismo, modernismo, materialismo, espiritismo, desesperanza y una general apostasía de la Fe. Desde los comienzos del Cristianismo, nunca las fuerzas de las tinieblas han tenido tanto poder como en el día de hoy. Santa Filomena es ¡LA NUEVA LUZ DE LA IGLESIA MILITANTE! Este título le ha sido conferido a ella por San Juan María Vianney (El Santo Cura de Ars), heroico confesor y patrono de todos los párrocos.
   Verdaderamente, poco se sabe históricamente de Santa Filomena. Su historia real comienza cuando sus santos restos mortales fueron encontrados en la oscuridad de las Catacumbas de Santa Priscila en las que descansaron hace unos mil setecientos años.
Pero Dios es maravilloso en sus santos, y Santa Filomena de modo impresionante ejemplifica esta frecuente y repetida verdad. Después de permitir que su nombre y su memoria fueran sepultados por siglos junto a sus restos mortales, Él atrajo la atención de la Humanidad hacia esta pequeña doncella mártir, y ahora obra asombrosos prodigios en nombre de ella, como si deseara mostrar de esta manera, que Él quiere recompensar el largo tiempo que permitió que ella permaneciera en la oscuridad.
   Las reliquias de Santa Filomena fueron desenterradas a principios de siglo XIX, el 24 de Mayo de 1802. El emblema del lirio y la palma estaba grabado en el sepulcro de la santa para indicar su virginidad y su martirio. También había un ancla, un látigo, y tres flechas, dos apuntando en dirección opuesta, y una con la línea curvada en ella, significando fuego e intentando simbolizar los diferentes tormentos que la mártir sufrió en testimonio de su fe y amor a Jesucristo.
   Santa Filomena fue formalmente elevada a los altares por Su Santidad el Papa Gregorio XVI en una infalible declaración hecha pública en nombre de la Santa Madre Iglesia para edificación de todos los fieles y para Gloria de Dios en el tiempo y en la Eternidad.
   El mismo Papa fue testigo de la curación milagrosa de PAULINE JARICOT, fundadora del Rosario Viviente, en el Santuario de Santa Filomena en Mugnano, Italia.
   La historia de la vida de Santa Filomena está basada en revelaciones privadas hechas por la santa en 1863 a tres personas diferentes, en respuesta a las oraciones de varios devotos de Santa Filomena, para permitirles saber quién era ella y como hizo frente al martirio.
   Esas personas favorecidas eran un joven artista de buena moral y piadosa vida, un celoso sacerdote y una devota monja de Nápoles, la Venerable Madre María Luisa de Jesús. Mientras que la Santa Sede no garantiza la autenticidad de las pretendidas revelaciones, el Santo Oficio dio autorización para su difusión el 21 de Diciembre de 1883.
   Nuestra bella Santa Filomena salió de los brazos de su madre para morir por Cristo, los lictores (Magistrados de Justicia de la antigua Roma) cortaron con el hacha el joven lirio y piadosas manos la recogieron para depositarla en el sepulcro. Esta verdadera heroína pisoteó toda la vanidad del mundo debajo sus pies y eligió los múltiples tormentos en lugar de renunciar a los votos que había hecho a Nuestro Salvador Crucificado. ¡Qué modelo de constancia y de toda virtud! Animémonos a ir a ella cuando seamos probados. ¡Permitámonos todos con ilimitada confianza implorar su intercesión!

13/VIII SAN HIPÓLITO, Mártir y SAN CASIANO DE ÍMOLA, Mártir

13 de Agosto

SAN HIPÓLlTOMártir
No queráis amar al mundo, ni las cosas
mundanas. Si alguno ama al mundo,
no habita en él la caridad del Padre. 

(1 Juan, 2, 15).

El sacerdote romano Hipólito, presbítero de la Iglesia romana y teólogo de renombre, se había constituido como cabeza de una comunidad disidente. Durante la persecución de Maximino, fue deportado a Cerdeña con el Papa Ponciano, donde se reconcilió con la Iglesia. Sometido a trabajos forzados, murió mártir del clima malsano, hacia el año 238.

SAN CASIANO DE ÍMOLAMártir

CATEDRAL DE ÍMOLA, DONDE SE VENERAN LAS RELIQUIAS DE SAN CASIANO

   San Casiano, maestro de escuela, sufrió el más cruel suplicio. Le ataron las manos atrás del cuerpo y lo entregaron a los niños, a quienes enseñaba, para que lo mataran a estiletazos. Tanto más prolongado y doloroso fue su suplicio cuanto menos fuerza tenían sus verdugos, y más gloriosa fue así su victoria. 
   Casiano era un maestro severo y eficiente. Enseñaba a sus niños los rudimentos de la gramática, al mismo tiempo que un arte especial: el de la taquigrafía, ese arte de condensar en breves signos las palabras. Es acusado de cristiano. Y los perseguidores tienen la maligna ocurrencia de ponerle en manos de los mismos niños, sus discípulos, para que muera atormentado por ellos, y que los instrumentos del martirio sean los mismos de que antes se valían para aprender. 
   El poeta Aurelio Prudencio, relata así el martirio de San Casiano:
   "Unos le arrojan las frágiles tablillas y las rompen en su cabeza; la madera salta, dejándole herida la frente. Le golpean las sangrientas mejillas con las enceradas tabletas, y la pequeña página se humedece en sangre con el golpe. Otros blanden sus punzones... Por unas partes es taladrado el mártir de Jesucristo, por otras es desgarrado; unos hincan hasta lo recóndito de las entrañas, otros se entretienen en desgarrar la piel. Todos los miembros, incluso las manos, recibieron mil pinchazos, y mil gotas de sangre fluyen al momento de cada miembro. Más cruel era el verduguito que se entretenía en surcar a flor de carne que el que hincaba hasta el fondo de las entrañas".
  
MEDITACIÓN
SOBRE TRES PELIGROS
QUE SE ENCUENTRAN EN EL MUNDO

 I. Las máximas del mundo son tan contrarias a las de Jesucristo, que no hay que asombrarse de ver en él al vicio honrado y a la virtud despreciada. Dice Jesucristo que hay que despreciar las riquezas, el mundo pretende que hay que valerse de todo para adquirirlas; recomienda el Señor que se perdone a los enemigos, el mundo declara que un hombre que se precie de serlo no debe sufrir una afrenta sin vengarse: como si no fuese honorable obedecer a Jesucristo e imítale. Considera una por una las máximas del mundo, y verás que son el polo opuesto de las máximas de Jesucristo.

II. A máximas peligrosas, une el mundo malos ejemplos. En el mundo, cada uno busca los placeres, los honores, la fortuna; pocos piensan seriamente en su salvación. En el mundo, exhíbese el vicio sin embozo y sin vergüenza, mientras que la virtud se esconde para escapar de las burlas y del odio de los malva dos. Quien no imita a los malvados, los ofende. (San Cipriano).
   
III. En fin, en el mundo, no se obedece ni a la razón ni al Evangelio, no se sigue sino la costumbre cobarde; ésta es la que glorifica al vicio y denigra a la virtud. Cuídate de estos tres peligros, y regula tu vida según el Evangelio y no según los usos del mundo, donde los buenos son tan raros y los malos tan numerosos. Excepto algunos cristianos que huyen del mal, ¿qué es el resto de los hombres, sino la sen tina de los vicios? (Salviano).


La devoción
Orad por los que se
consagran a la enseñanza.


ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad de vuestros bienaventurados mártires Hipólito y Casiano aumente en nosotros la devoción y el amor de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.

13/VIII SAN PONCIANO, Papa y Mártir

13 de Agosto 

SAN PONCIANO, Papa y Mártir

Haz tú lo que puedas, pide lo que no puedes,
y Dios te dará para que puedas.

(San Agustín: Sermón 43,
sobre la naturaleza y la gracia).

   Por mandato del emperador Alejandro fue desterrado a Cerdeña, juntamente con el presbítero Hipólito; y allí azotado con manojos de varas hasta expirar, alcanzó la gloria del martirio. El Papa Fabián hizo trasladar su cuerpo a Roma y lo depositó en el Cementerio de Calixto. Se ha dicho ya en otra ocasión que si bien es verdad que bajo el Imperio de Alejandro fue favorecido por la corte el culto cristiano, y no perseguido, con todo, muchos magistrados siendo enemigos terribles del cristianismo, hacían todo el daño que podían a los fieles sin saberlo el Emperador, aunque obraban en su nombre.

   El calendario Liberiano dice que San Ponciano ocupó la cátedra cinco años desde la muerte de San Urbano I, el año 230, gozando entonces la Iglesia de la paz que le concedió Alejandro Severo, pero Maximiano, que se abrió la puerta al trono con el asesinato del emperador Alejandro, en mayo del año 235, principió su reinado levantando una cruel persecución. Y éste bárbaro fue a lo que parece, y no Alejandro, el que desterró a San Ponciano a la isla de Cerdeña, donde murió el mismo año, si no al rigor del cuchillo, al furor a los menos de las incomodidades y penas de su destierro.

07/VIII SAN CAYETANO, Confesor

 07 de Agosto

SAN CAYETANOConfesor
No os inquietéis, diciendo: ¿Qué comeremos?
como hacen los paganos;  
o ¿qué beberemos?
 o ¿con qué nos cubriremos?, que bien sabe vuestro Padre
la necesidad 
que de estas cosas tenéis.
(Mateo, 6, 31-32).
   
   San Cayetano, nacido en Vicenza, llamó la atención desde su infancia por una inocencia tan grande de costumbres, que se le llamaba el Santo. Como supiera que el Papa Julio II quería elevarlo a las dignidades eclesiásticas, dejó la corte de Roma y fundó una Orden de Clérigos Regulares, llamados Teatinos, a los cuales estableció como regla que nada poseyesen, ni pidiesen, y que viviesen únicamente de las limosnas espontáneamente ofrecidas por los fieles. Se consagró a Dios con Pedro Caraffa, mediante votos solemnes. Pedro Caraffa, obispo de Teati, fue después elegido Papa con el nombre de Pablo IV. San Cayetano murió siendo superior de su Orden, en Nápoles, el 7 de agosto de 1547.
  
MEDITACIÓN
SOBRE LA POBREZA

I. No puede imaginarse pobreza más rigurosa que la que este santo estableció en su Orden; si tú no puedes abrazarla enteramente, por lo menos desase tu corazón de las riquezas que posees. No te entristezcas cuando algo te falte; alégrate, más bien, de participar de la pobreza de Jesucristo al nacer y morir. No te acongojes, tampoco, por lo por venir. Espera en Dios, haz el bien, y te alimentará con sus riquezas. (El Salmista).

II. Basta cualquier accidente adverso para que te veas despojado de todos tus bienes. No te fíes, pues, en tus riquezas y no te afanes por adquirir otras nuevas. Si vives según la recta razón y las máximas del Evangelio, no te hará falta sino muy poco para tu vida, y siempre estarás contento. Si, en cambio, sigues los deseos desordenados de tu corazón, ni todos los tesoros de las Indias podrían satisfacerte.
   
III. Comenzaste tu vida en la pobreza y lo mismo la acabarás. ¿Para qué, pues, tomarte tanta pena en amasar una fortuna de la que no podrás gozar sino durante el breve intervalo que separa tu nacimiento de tu muerte? Emplea ese tiempo tan corto, más bien, en acumular en el cielo tesoros de que puedas gozar durante toda la eternidad. Es absurdo que quien entró desnudo al mundo, y a quien desnudo recibió la Iglesia, quiera entrar rico en el reino de los cielos. (San Máximo).


La confianza en Dios
Rogad por los pobres.

ORACIÓN
  Oh Dios, que habéis concedido a San Cayetano la gracia de imitar la manera de vivir de los Apóstoles, acordadnos, siguiendo su ejemplo y por su intercesión, la gracia de poner siempre en Vos nuestra con fianza y no desear más que los bienes del cielo. Por J. C. N. S. Amén.

05/VIII NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

05 de Agosto

NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Manda a los ricos de este mundo que sean caritativos
y benéficos, que se hagan ricos en buenas obras
y que den limosna de corazón. 

(1 Timoteo, 6, 17-19).
   
   Juan, patricio romano, como careciese de hijos, decidió, con su mujer, consagrar sus bienes a la Santísima Virgen. Durante un buen tiempo le rogaron que les hiciese conocer qué empleo habrían de dar a sus riquezas. La Santísima Virgen se les apareció y les ordenó construir una iglesia en el lugar que, al día siguiente, encontrasen cubierto de nieve. El Papa Liberio tuvo la misma revelación, y, en pleno verano, se encontró una parte del monte Esquilino cubierto de nieve. Se edificó allí una iglesia bajo la advocación de Nuestra Señora de las Nieves o basílica Liberiana, hoy Santa María la Mayor. En el siglo VII fue en ella depositado el Pesebre de Belén.

MEDITACIÓN SOBRE EL BUEN USO DE LAS RIQUEZAS

I. Si Dios te ha dado riquezas, debes hacer buen uso de ellas. Él te permite que emplees una parte para tu sostén, según tu condición, y conforme con las reglas del Evangelio. No las malgastes, pues, en locuras; no las emplees en satisfacer tu vanidad, en alimentar tu lujo, en procurarte criminales placeres. Sería oponerse al fin que se propuso Dios al concedértelas.

   
II. Dios quiere que emplees parte de tus riquezas en el decoro de sus templos y en el alivio de los pobres. ¿Qué mejor uso podrías hacer de ellas, sobre todo si no tienes hijos? Y si los tienes, ¿no es justo, acaso, que destines parte de tus bienes, adquiridos con tanto trabajo, en el alivio de tu propia alma, redimiendo tus pecados mediante tus limosnas? ¡Extraña ceguera! Fatigase la gente por dejar muchos bienes sobre la tierra, y no piensa en hacer que sus riquezas den frutos para la eternidad!


III. El apego que se tiene a los bienes de la tierra es la causa del mal uso que de ellos se hace. Será preciso dejarlos el día menos pensado, ¿por qué, pues, te condenas y te haces desgraciado aun en este mundo, para que aprovechen herederos ingratos que impacientemente esperan tu muerte? Se alegrarán ellos, mientras ardas tú por haberlos enriquecido; y si estás en el purgatorio, preferirán dejarte allí antes de sacrificar, para alivio de tu alma, la más mínima parte de las riquezas que tan locamente les abandonaste.

La devoción a la Santísima Virgen María
Orad por las Congregaciones de María.

ORACIÓN
   Dignaos, Señor, concedemos la salud del alma y del cuerpo; y acordadnos, por la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, que seamos librados de los males de la vida presente y que gocemos en el cielo de la eterna felicidad. Por J. CN. S. Amén.

03/VIII INVENCIÓN O HALLAZGO DEL CUERPO DE SAN ESTEBAN, Primer Mártir

03 de Agosto

INVENCIÓN O HALLAZGO DEL CUERPO DE SAN ESTEBANProtomártir
A quien me sirviere, mi Padre lo honrará.
(Juan, 12,26).
   Bajo el imperio de Honorio, se encontró cerca de Jerusalén el cuerpo de San Esteban, de Gamaliel y de Nicodemo. Un sacerdote llamado Luciano, había sido instruido por una visión acerca del lugar en que yacían, y había recibido la orden de pedir al arzobispo de Jerusalén, llamado Juan, de colocar los en más honroso lugar. Se trasladó el patriarca, con su clero, al lugar indicado, y encontró los cuerpos de los santos. Exhalaban un delicioso perfume y varios enfermos fueron sanados a su contacto.

MEDITACIÓN SOBRE LA HONRA CON QUE
DIOS COLMA A LOS SANTOS


I. Dios honra a los santos en la tierra, les da poder casi absoluto sobre la naturaleza, les da a conocer lo secreto de los corazones, les alza el velo de lo porvenir y les granjea el respeto de los pueblos. Mientras la gente se aleja horrorizada de los cadáveres comunes, tiene gran veneración por las cenizas y las reliquias de los santos. Si realmente amas tú la gloria verdadera, si quieres dejar aquí abajo memoria verdaderamente inmortal, trabaja por hacerte santo. ¡Tus amigos son muy honrados, oh Dios mío! (El Salmista).
   
II. En el cielo, los santos son aun incomparablemente más honrados. Son todos más gloriosos que los reyes en su trono: son los favoritos de Dios, los príncipes de su corte, y no temen ya perder la dicha de que gozan. Si tan grandes peligros se corren para ganar el favor de los príncipes de la tierra, ¡qué no deberemos hacer para hacernos amigos de Dios! ¿Qué haces para esto? ¿Buscas, acaso, la ocasión de agradar a Dios en todo?
  
III. ¿Quieres participar de los honores que se tributan a los santos en el cielo y en la tierra? Imita los; ama, como ellos, la humildad: oculta tus virtudes, y Dios las manifestará; desprecia las riquezas y los honores del mundo, y Dios te coronará de luz y te colmará de riquezas en el cielo. ¡Quieres llegar adonde llegaron los santos, y tomas un camino diametralmente opuesto al que ellos siguieron! Aspiras sólo a los bienes de la tierra, ¿cómo puedes esperar que alguna vez Dios te conceda los bienes del cielo?


El deseo de la santidad
Orad por la conversión de los pecadores.

ORACIÓN
   Señor, concedednos la gracia de imitar a los que honramos, y enseñadnos a amar a nuestros enemigos, ya que celebramos el Hallazgo de aquél que imploró, para sus perseguidores, la misericordia de J. C. N. S. Amén.

02/VIII SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, Obispo, Confesor y Doctor

02 de Agosto

SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, Obispo, Confesor y Doctor
El celo por tu casa me devora. 
(Juan, 2, 17).
   
   San Alfonso María de Ligorio, nacido en Nápoles en 1696, dejó el foro por el sacerdocio. Obró un gran número de conversiones y fundó la Congregación del Redentor. Toda su vida estuvo consagrada a ganar almas para Jesucristo, a inspirar a los fieles una tierna devoción a la Pasión del Salvador, a la Santa Eucaristía y a la Virgen Madre de Dios. Empleó los momentos que le dejaba la predicación de la palabra de Dios en la composición de gran número de obras de teología y piedad, que lo hicieron elevar al rango de los Doctores de la Iglesia, por disposición de Pío IX. Murió en 1787.
  
MEDITACIÓN SOBRE LAS CUALIDADES
DEL VERDADERO CELO


I. Todos debemos estar animados de un ardiente celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas. Quien ama a Dios no puede ver con indiferencia que se ataque su honor. Si ve a su prójimo internado por mal camino, hace todo por volverlo al bien; y, si no lo logra, gime y reza por él. ¿Así haces tú? Si no tienes celo, deduce que careces de amor. El celo es la señal de que Dios ha descendido a un alma. (San Bernardo).

II. No basta que nuestro celo sea ardiente; es menester, para que dé fruto, que sea tierno y compasivo. Los pecadores, decía San Alfonso, son ovejas descarriadas que Jesucristo iba buscando por entre las zarzas del camino y que volvía a traer al redil llevándolas sobre sus hombros para ahorrarles las fatigas del retorno. Es el modelo que se propuso en toda su conducta; de ese modo, ¡a cuántas ovejas descarriadas recondujo al ovil del divino Pastor! Mira si en las advertencias que haces a tus hermanos y en todas las buenas obras que realizas, no entra tu amor propio en gran medida en vez del a amor de Dios y del prójimo. Que sea la caridad la que inflame tu celo.

   
III. En fin, nuestro celo debe ser constante. San Alfonso, al fundar su Congregación del Redentor, hizo voto de no perder nunca el tiempo. Quería que Dios no hallase en su vida ni una sola hora que no estuviese consagrada a su gloria y a la salvación de las almas. ¿Qué intereses persigues tú? ¿Son los tuyos o los de Jesucristo? ¿Cuánto tiempo dedicas a ellos? No te olvides de la suerte reservada para el servidor que enterró su talento. Fue acusado, no de haberlo perdido, sino de haberlo dejado improductivo. No te canses de ganar almas para Jesucristo, pues tú mismo fuiste ganado por Jesucristo. (San Agustín).

El celo
Orad por el éxito de las misiones

ORACIÓN
   Oh Dios, que habéis inflamado de celo apostólico al bienaventurado Alfonso María, vuestro confesor pontífice, y os servisteis de su ministerio para dar una nueva familia a la Iglesia, haced, os lo suplicamos, que instruidos por sus saludables consejos y fortificados con sus ejemplos, podamos llegar a Vos dichosamente. Por J. C. N. S. Amén.

INTRODUCCIÓN

Acerca de la Santa Misa