Oh Dios de las virtudes, a quien pertenece todo cuanto hay de mejor: infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre y aumenta en nosotros el espíritu religioso de tal modo que lo que haya de bueno en nosotros lo fomentes tú, y una vez fomentado, lo conserves mediante la práctica de la piedad. Por J. N. S.
(Oración-Colecta del VI Domingo después de Pentecostés)
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