30/IV SANTA CATALINA DE SIENA, Virgen

30 de abril
SANTA CATALINA DE SIENAVirgen
Donde está vuestro tesoro,
allí también estará vuestro corazón.

(Lucas, 12, 34).

   Santa Catalina de Siena tomó el hábito de Santo Domingo a la edad de 18 años. Sus austeridades, ya extraordinarias cuando vivía en la casa paterna, fue ron desde entonces ilimitadas. Acaecióle, una vez, ayunar desde el Miércoles de Cenizas hasta la fiesta de la Ascensión, sin tomar alimento alguno fuera del espiritual de la Santa Eucaristía. Para recompensarla, Jesucristo imprimió en su cuerpo virginal los sagrados estigmas de su Pasión, le comunicó una inteligencia maravillosa de las Sagradas Escrituras, y se sirvió de ella para volver de Aviñón a Roma al Papa Gregorio XI, con lo que puso término a los males que desolaban a la Iglesia. Murió en 1380.  
  
MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE
SANTA CATALINA
   
l. El corazón de Santa Catalina ardía del fuego del amor de Jesucristo. Abrasaban las llamas de este amor en su celo por la salvación de las almas, en su compasión por los pecadores, los pobres y los enfermos y tu corazón ¿a quién pertenece? ¿A las riquezas y a los placeres? Entonces es insensible al lamento de los pobres y a las inspiraciones del amor divino. ¡Señor! haced que os ame a Vos solo, y si amo algo más que lo haga por Vos. Dadme un corazón que Os ame. (San Agustín).
   
II. Presentóle el Señor dos coronas, una de oro y otra de espinas, y la Santa eligió la de espinas, diciéndole que quería reproducir en ella la Pasión de su divino Maestro y gozarse en las penas y sufrimientos. Tú, en cambio, quieres en esta vida rosas y placeres; pronto se marchitarán las rosas y te quedarán espinas para toda la eternidad; porque es difícil gozar los bienes de este mundo y los del cielo. (San Jerónimo).
   
III. El pensamiento continuo de la presencia de Dios la hizo salir victoriosa de todas sus tentaciones. Recogíase interiormente pensando en la Pasión de Jesucristo, en los castigos de los condenados y en su propia nada; estas consideraciones tornábanla insensible a las persecuciones de los hombres y hacíanla invencible a los asaltos del demonio. Piensa en Dios y en las verdades eternas, y nada temas ni desees en este mundo. Ahora no piensas sino en la tierra, por que tu tesoro y todas tus esperanzas están en la tierra y no en el cielo. Tu corazón y tu espíritu estarían en el cielo si allí estuviese tu tesoro. (San Euquerio).

Meditar sobre la Pasión
Orad por vuestro obispo. 

ORACIÓN
   Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y haced que la fiesta de la bienaventurada Catalina, vuestra virgen, al mismo tiempo que regocija nuestra alma, la enriquezca con sentimientos de una tierna devoción. Por J. C. N. S.
  


  • *Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

29/IV SAN BENITO COTTOLENGO

29 de abril
SAN BENITO COTTOLENGO 


   Su apellido no parece aludir ya a la persona que lo llevaba y se ha hecho sinónimo de lugar donde se acoge a los que todo el mundo rechaza; y los rechaza por motivos muy justificados, porque son casos imposibles: enfermos incurables, niños idiotas, sordomudos, tullidos, epilépticos, cancerosos, viejos con males sin solución.
   Había que ser muy insensato para cargar con todos esos desechos dedicándoles su vida, porque no iba a servir para nada; el sentido práctico más elemental se oponía a esta idea, y si encima era sin dinero, la catástrofe, además de inútil, era segura.
   José Benito Cottolengo nació en Bra, Italia, cerca de Turín, en 1786. Se hizo famoso por haber fundado el hospital llamado "La Divina Providencia", donde en la actualidad se asiste a más de diez mil enfermos y no se llevan cuentas de dinero.
   De pequeño ya empezó a demostrar su futura vocación, pues un día lo encontraron con un metro, midiendo la sala de su casa para ver cuántas camas de enfermos cabrían allí.
   Los estudios le resultaban difíciles. Entonces se encomendó a Santo Tomás de Aquino, y este gran sabio le obtuvo de Dios un gran éxito en sus exámenes, y llegó después a ser doctor en Teología. Por toda su vida fue muy devoto de Santo Tomás.
   Ordenado sacerdote, estaba ejerciendo su apostolado en Turín, Italia, cuando un día tuvo que asistir a una pobre mujer que tenía que morir y dejar varios huérfanos, porque ningún hospital la había querido atender gratuitamente, y ella era muy pobre. De aquí le vino la idea de fundar una casa para los pobres enfermos que no tuvieran con qué pagar. Para ello vendió todo lo que tenía, hasta su abrigo, y consiguió unos cinco cuartos para recibir enfermos.
   Cuando estalló en Turín la epidemia del cólera, lo obligaron a cerrar la casa. Pero más tarde reapareció con nuevos bríos.
   Poco a poco fue construyendo edificio tras edificio. A uno lo llamó "Casa de la fe". A otro: "Casa de la Esperanza". A un tercero: "Casa de Nuestra Señora". A otro "Belén". Y al conjunto de todo aquello lo llamaba él "Mi Arca de Noé". Allí se recibían toda clase de enfermos incurables. Construyó un edificio para los retrasados mentales, a los cuales llamaba "mis queridos amigos ". Otro edificio fue dedicado a los sordomudos y un pabellón para los inválidos. Los huérfanos, los desamparados, los que eran rechazados en los demás hospitales, eran recibidos sin ninguna condición en la "Pequeña Casa de la Divina Providencia". Un escritor francés exclamó al ver aquello: "Esto es la Universidad de la caridad cristiana".
   El Padre Cottolengo fundó varias comunidades de hombres y de mujeres para atender al inmenso número de enfermos. Y les repetía: "Hagan alegre y agradable el trato que les dan a los enfermos. Que los que reciben sus favores y atenciones sientan gozo al ser atendidos y nunca se sientan humillados".
   La especialidad de este santo fue una confianza absoluta y total en la Divina Providencia, o sea en el cuidado amoroso que la bondad de Dios tiene para nosotros. Su frase favorita era aquella de Cristo Jesús: "Busquen primero el Reino de Dios y su santidad, y todo lo demás les llegará por añadidura". Tenía muy grabada en la memoria aquella famosa promesa de Jesús: "Si tienen fe aunque sea tan pequeñita como un granito de mostaza, le dirán a un monte: quítese de aquí, y láncese al mar, y les obedecerá. No duden de que sí va a suceder lo que piden, y lo obtendrán. Cuanto pidan en la oración, crean que ya lo han recibido, y lo conseguirán". (Me. 11,23).
   San José Benito nunca atribuyó sus éxitos a sus cualidades de organizador. Les decía a sus religiosas: "Nosotros somos como las marionetas de las funciones de teatro; nos movemos, andamos, damos señales de que estamos vivos, mientras nos mueve nuestro director que es Dios. Pero apenas termina la función, quedamos como desmayados en un rincón, cubiertos de polvo. El que obra todo es Dios".
   Su fe en la ayuda de Dios era tan grande que exclamaba: "Para mí es más cierto que existe la Divina Providencia, que el que exista la ciudad donde vivo". Y con esa enorme fe conseguía milagros maravillosos. Un gran psicólogo llegó a visitarlo y exclamó: "Este Padre tiene más fe él solo, que todos los demás habitantes de Turín juntos".
   No tenía dinero y sin embargo pensaba en ampliar más y más su hospital. Y repetía gozoso: "A la Divina Providencia de Dios le cuesta lo mismo alimentar a 500 que a 5.000". Y la gente decía que la Pequeña Casa de la Divina Providencia era como una pirámide al revés que se apoyaba sobre un único punto: la gran confianza en la bondad de Dios. Y en verdad que el modo de obrar de nuestro santo era totalmente al revés de lo ordinario. Si faltaban las ayudas necesarias mandaba a averiguar si sería que había alguna cama vacía sin enfermos, y encontrándola exclamaba: "Esa es la causa de que no nos estén llegando ayudas. ¡Es que estamos haciendo cálculos y guardando camas sin enfermos!". Le decían: "¡Ya no quedan camas!", y respondía: "Entonces acepten más enfermos ". Otro día le informaban: "Que se acabó el pan y faltan los demás alimentos", y él respondía: "Entonces reciban más pobres". Y Dios no le fallaba ni siquiera una vez.
   Era admirable la fe ciega que José Benito tenía en la Divina Providencia, en ese cuidado paternal que Dios tiene de nosotros. El repetía a sus ayudantes: "Nos podrán fallar las personas, nos fallarán los gobiernos, pero Dios no nos fallará jamás ni siquiera una sola vez". Y añadía: "Dios responde con ayudas ordinarias a los que tienen una confianza ordinaria en El, pero responde con ayudas extraordinarias a los que tienen en El una confianza extraordinaria". 
   Si había un hombre que no se preocupaba por el futuro era este santo. Tenía muchísimos enfermos que atender y nunca se angustiaba por lo que se iba a necesitar. Sabía que Dios iba a proveer a todo y siempre. Y decía a sus colaboradores: "Si Uds. viven afanándose por el futuro, entonces ya Nuestro Señor no se va a preocupar por ayudarnos, porque se están preocupando ustedes. No estropeen la obra de Dios. Déjenlo obrar a Él. ¡Qué gran injusticia le haríamos al poder y a la bondad de Dios si desconfiáramos y creyéramos que no nos va a ayudar!"
   Es curioso que el Padre Cottolengo no pedía ni dinero, ni alimentos, ni medicinas, ni ayudas materiales cuando rezaba. Él pedía "El Reino de Dios y su santidad" y estaba absolutamente seguro de que todo lo demás lo enviaría Dios "por añadidura". Insistía siempre en esto: "Pidan a Dios que logremos evitar el pecado. Eso es lo importante. Pídanle siempre a Dios que le agrade nuestra conducta. Si conseguimos esto, ya verán que todo lo demás lo irá enviando Él". Y así sucedía.
   Un día le dijeron que no había dinero, ni alimentos, ni medicinas y se fue con todo lo que pudo encontrar, a la capilla y empezó a pedir. Pero qué pedía: "Señor: que se cumpla siempre tu Santísima Voluntad. Que te amemos. Que te obedezcamos. Que te hagamos amar y conocer". Y no pidió más que estas cosas espirituales. Y poco después llegaron todas las ayudas materiales que se necesitaban.El Padre José Benito Cottolengo, agotado de tanto trabajar, murió a los 56 años el 30 de abril del año 1842, cerca de Turín, Italia. Lo sepultaron el 1 de mayo.
   En su enorme hospital siguen recibiendo toda clase de enfermos incurables, y Dios sigue llenando de milagros aquella obra formidable. Sus últimas palabras antes de morir fueron aquellas del salmo 122: "Que alegría cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor". El Papa Pío XI lo declaró santo en 1934, junto con su gran amigo y vecino, San Juan Bosco.
   Un dato curioso del Padre Cottolengo es que nunca llevaba cuentas ni hacía inversiones para asegurarse rentas y ganancias. Gastaba todo lo que le llegaba sin guardar nada para el día siguiente. Un día a mediodía no habíacon qué dar de almorzar a los enfermos. Entonces reunió a la comunidad y les dijo: - ¿Alguno de Uds. ha guardado algún dinero?- "Sí, -respondió una religiosa- yo guardé una moneda de oro por si se ofrecía algún gasto después". - Pues ésa es la razón por la que no nos llegan ayudas, ¡porque estamos confiando más en el dinero que en Dios!", exclamó el santo, y tomando en sus manos la moneda la lanzó por la ventana. Pocos minutos después llegó de la ciudad todo lo necesario para el almuerzo de todos los enfermos.
   Su confianza en la providencia se demostraba continuamente, como cuando un día, ya cerca de la hora del almuerzo, no había y nada con qué preparar el alimento para tanta gente. El santo se fue con sus religiosas y varios enfermos a rezar. Y a eso de la una de la tarde llegaron unos carros del ejército, avisando que los batallones se habían ido a hacer ejercicios militares bastante lejos y no habían podido regresar a tomar el almuerzo, y que ahí les traían todo el alimento ya preparado para bastantes centenares de personas. Y alcanzó para todos. Dios no le fallaba a este amigo suyo que tanta fe tenía en sus ayudas oportunas.

29/IV SAN HUGO, Abad de Cluni

29 de abril
SAN HUGOAbad de Cluni
   El glorioso y venerable abad de Cluni, san Hugo, nació en Semur, de una ilustre y antigua familia de Borgoña. Su padre llamado Dalmacio era señor de Semur, y su madre Aremberga, descendiente de la antigua casa de Vergi. Quería el padre que su hijo Hugo siguiese, como noble la carrera de las armas, pero sintiéndose él más inclinado al retiro y a la piedad que a la guerra, recabó licencia para ir a cultivar las letras humanas en Châlon-sur-Saône, donde la santidad de los monjes de Cluni, gobernados por el piadoso abad Odilón, le movió a dar libelo a todas las cosas de la tierra, y a tomar el hábito en aquel célebre monasterio. Hizo allí tan extraordinarios progresos en las ciencias y virtudes, que corriendo la fama de su eminente santidad, sabiduría y prudencia por toda Europa, el emperador Enrique le nombró padrino de su hijo; y Alfonso rey de España, hijo de Fernando, acudió a él para librarse de la prisión en que le tenía su ambicioso hermano Sancho, lo cual recabó el santo con su grande autoridad, y también puso fin a las querellas del prelado de Autún y del duque de Borgoña que devastaba las posesiones de la Iglesia. Y no fue menos apreciado de los sumos pontífices, por su rara prudencia y santidad. Nombróle León IV para que le acompañase en su viaje a Francia, y su sucesor Víctor II previno al cardenal Hildebrando, después Gregorio VII, que le tomase por socio y consejero en la legacía cerca del rey de los franceses; Esteban X que sucedió a Víctor, le llamó  y quiso morir en sus brazos. El gran pontífice Gregorio VII se aconsejaba con este santísimo abad de Cluni en todos los negocios más graves de la cristiandad. Es increíble lo mucho que trabajó este santo en la viña del Señor, edificándola con sus heroicas virtudes, defendiéndola de sus enemigos, y acrecentándola con su celo apostólico, Finalmente después de haber fundado el célebre monasterio de monjas de Mareigni, y echado los cimientos de la magnífica iglesia de Cluni, lleno de días y mere cimientos falleció en la paz del Señor a la edad de ochenta y cinco años.

REFLEXIÓN
Entre las muchas cartas de san Hugo, se halla una escrita a Guillermo el Conquistador, el cual le había ofrecido para su monasterio cien libras por cada monje que le enviase a Inglaterra. Respóndele el santo abad que él daría la misma suma por cada buen religioso que le enviasen para su monasterio. si fuese cosa que se pudiese comprar en cuyas palabras manifestaba el temor de que se relajasen los monjes que enviase a Inglaterra no pudiendo vivir allí en monasterios reformados. Y si todas estas preocupaciones juzgaba el santo necesarias para conservar la virtud de aquellos tan fervorosos monjes, ¿cómo imaginamos nosotros poder estar seguros de no perder la gracia divina, si temerariamente nos metemos en medio de los peligros y lazos del mundo? Quéjanse muchos de las tentaciones que padecen, y murmuran de la Providencia por los recios y continuos combates que les dan los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne: pero día vendrá en que Dios se justifique recordándo1es que ellos mismos se metían las más de las veces en las tentaciones, y haciéndose sordos a las voces de la gracia y de la conciencia, se ponían voluntariamente en las ocasiones de pecar, y se rendían a sus mortales enemigos.

ORACIÓN
   Suplicámoste, Señor, que nos recomiende delante de Ti la intercesión del bienaventurado Hugo, abad, para que alcancemos por su patrocinio, lo que no podemos conseguir por nuestros merecimientos. Por J. C. N. S.



*Sacado de: "FLOS SANCTORUM DE LA FAMILIA CRISTIANA", Las vidas de los Santos y principales festividades del año, ilustradas con otros tantos grabados y acompañadas de piadosas reflexiones y de las Oraciones litúrgicas de la Iglesia) del P. Francisco de Paula Morell, S. J. Ed. Difusión, Bs. As., 1943.

29/IV SAN PEDRO DE VERONA, Mártir

29 de abril
SAN PEDRO DE VERONA, Mártir

Estad vosotros apercibidos, porque a la hora que
menos penséis ha de venir el Hijo del hombre.

(Mateo, 24, 44).

   San Pedro de Verona renunció desde su infancia a los errores de los cátaros. Las promesas y amenazas de sus padres fueron impotentes para hacerlo vacilar en la constancia de su fe. Entró en la orden de Santo Domingo, y vivió en ella con tanta inocencia que se asegura que jamás cometió ningún pecado mortal. Ardientemente pedía a Dios la corona del martirio. Sus deseos fueron escuchados. Nombrado inquisidor de la fe, se atrajo el odio de los herejes, y uno de ellos, que lo acechó en el camino de Como a Milán, le hendió la cabeza con un mandoble de espada, en 1252.   

MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA Y
MUERTE DEL PECADOR
   
I. El pecador vive en tinieblas y en ceguera. Las pasiones oscurecen en él las luces de la razón y de la fe. No consulta como a regla de su conducta, sino su placer, su interés y los deseos de su corazón desordenado. Si siguiese las luces de la razón, ¿se expondría acaso a suplicios eternos por placeres tan breves y tan vanos? ¿Si se comportase según las luces de la fe, buscaría por ventura con tanto afán las riquezas, que son tan grande obstáculo para la salvación de muchos?
   
II. El pecador recobra en el momento de la muerte estas hermosas luces de la razón y de la fe que durante su vida se habían oscurecido. Entonces la razón le hace ver cuán insensato fue en trabajar toda la vida para amontonar riquezas perecederas, para hacerse de amigos que no quieren o no pueden socorrerlo. La fe le representa, en todo su horror, los suplicios del infierno en los cuales no quiso pensar cuando gozaba de perfecta salud. Despabílase entonces del profundo adormecimiento en el que vivió; abre los ojos a esta horrible realidad que no quiso prever.
   
III. En esta diferencia que existe entre la muerte y la vida del pecador, hay sin embargo un punto en que concuerdan: ha vivido como impío, muere como impío. Los santos mueren santamente, porque han vivido santamente; los malvados perseveran en el crimen en el momento de la muerte porque en él perseveraron durante la vida. ¿Quieres saber cómo morirás? Mira cómo vives.


La constancia
Orad por las órdenes religiosas.

ORACIÓN
   Dios omnipotente, haced benignamente que imitemos con un celo digno de Vos la fe del bienaventurado Pedro, vuestro mártir, quien, por la propagación de esta misma fe, mereció recibir la palma del mar tirio.  Por J. C. N. S.



*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

28/IV SAN PABLO DE LA CRUZ, Confesor

28 de abril
SAN PABLO DE LA CRUZConfesor
No me he preciado de saber otra cosa entre vosotros,
sino a Jesucristo, y a éste crucificado.

(1 Corintios, 2, 2).

   San Pablo de la Cruz mostró, desde su tierna infancia, un amor ardiente por Jesús crucificado. Ya sacerdote, obtuvo de Benedicto XIII permiso para constituir una comunidad destinada a honrar muy especialmente la Pasión del Salvador, y se retiró al Monte Argentaro, en la Toscana. Allí puso los cimientos de la congregaci6n de los Pasionistas. La Santísima Virgen en persona indicóle el hábito que quería tomasen los nuevos religiosos; un manto negro, adornado con las insignias de la Pasi6n. Tuvo el con suelo de ver a su orden muy floreciente, y murió en Roma en el año 1775. Fue beatificado y en seguida canonizado por Pío IX.  

MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE
SAN PABLO DE LA CRUZ
   
I. No podía San Pablo de la Cruz oír hablar de los sufrimientos del Salvador sin deshacerse en un mar de lágrimas. ¡Y a nosotros, esos sufrimientos nos dejan con los ojos secos y el corazón frío! ¿De dónde procede esta diferencia? ¡Ah! es que San Pablo de la Cruz meditaba largamente sobre el misterio de la Pasión, mientras nosotros no nos dedicamos a esta meditación sino por contados y breves instantes. Que aquel a quien se clavó por ti en la cruz permanezca para siempre clavado en tu corazón. (San Agustin).
    
II. Aun antes de ser ordenado sacerdote, San Pablo de la Cruz disciplinábase a menudo, ayunaba todos los viernes no tomando ese día otra bebida que vinagre mezclado con hiel. ¿Y qué hacemos nosotros para honrar los sufrimientos de Jesucristo? ¿Qué sacrificios nos imponemos para imitarlo? ¿Tan si quiera soportamos con paciencia los males que no podemos evitar? ¡Qué vergüenza para nosotros bus car las comodidades de la vida, mientras vemos a nuestra Cabeza coronada de espinas!
   
III. San Pablo de la Cruz murió escuchando la lectura de la Pasión según San Juan. ¡Qué consuelo será para nosotros, en nuestro lecho de muerte, si podemos recordar entonces que hemos honrado con nuestra meditación y nuestros sufrimientos la Pasión de nuestro amabilísimo Salvador! ¡Con qué confianza miraremos la señal de nuestra redención! ¡Con qué amor apretaremos a nuestros labios moribundos a Dios crucificado por nuestra salvación! ¡Con qué gozo uniremos nuestra muerte a la suya! Que estos pensamientos reanimen nuestro fervor. En la cruz está la salvación, en ella la protección contra nuestros enemigos, la fuerza del alma, el gozo del espíritu, la consumación de la virtud, la perfección de la santidad. (Imitación de Cristo).

El recuerdo frecuente de la Pasión
Orad por los agonizantes.

ORACIÓN
   Oh Señor Jesucristo, que, para honrar el misterio de la Cruz, habéis enriquecido a San Pablo de la Cruz con una caridad incomparable, y habéis querido por su ministerio hacer florecer en la Iglesia una nueva familia religiosa, concedednos, por su intercesión, que meditemos sin cesar en vuestra Pasión aquí en la tierra, a fin de hacernos dignos de cosechar sus frutos en el cielo.   Por J. C. N. S.

28/IV SAN LUIS Mª GRIGNON DE MONTFORT

28 de abril
SAN LUIS Mª GRIGNON DE MONTFORT, Confesor

Para que llegue el Reino de Jesús, 
debe llegar primero el Reino de Maria
 Si no arriesgamos nada por Dios,
nunca haremos por Él, algo que valga la pena.
 Una de las razones principales por las que
 el Espíritu Santo no realiza obras maravillosas
en las almas es que no encuentra en ellas
unión suficientemente estrecha con su fiel e
indisoluble esposa, la Virgen Maria...
 
   
Nació de padres cristianos en Montfort (Bretaña francesa) el año 1673. Fue el segundo de dieciocho hermanos. Su padre era muy autoritario y de un temperamento un tanto brusco. Quizá de él heredó nuestro Santo este mismo temperamento contra el que luchó durante toda su vida.
   Al no poderle educar su madre, le confió para que lo alimentara y formara en los principios de la fe a una señora muy buena cristiana que,  dejó huellas también muy hondas en el espíritu del santo.
   Fue enviado al colegio de los padres jesuitas de Rennes donde pasó ocho años entregado a los estudios de humanidades. Aquí trabó gran amistad con los padres carmelitas de esta ciudad que gozaban en aquel entonces de una bien merecida fama de santidad y de profunda y filial devoción a la Virgen María. Entre aquellos religiosos carmelitas que pertenecían a la célebre reforma Turonense, aprendió sin duda la doctrina que después extendería y haría famosa en la Iglesia de hacerlo todo En María, Con María, Por María y Para María.
   Recibe la ordenación sacerdotal, el 5 de junio de 1700  y desde entonces se entregó de lleno a su misión evangelizadora. Pidió ser enviado a las misiones para allí gastarse por Cristo enseñando su doctrina, pero los superiores le hicieron ver que su puesto estaba en su misma patria para que trabajara en defensa de la fe cristiana, que aquellos días estaba tan duramente atacada por la herejía de los jansenistas y calvinistas, que amenazaban inficionarlo todo con sus corrosivas doctrinas. Y a ello se entregó en cuerpo y alma nuestro Santo.
   Al bautizarle le fue impuesto el nombre de Luis y cuando recibió la Confirmación, él mismo por su gran afecto hacia la Santísima Virgen añadió el de MARIA a su nombre de bautismo.
   Fue capellán de grandes hospitales y a todos atendía, consolaba y ayudaba con medios materiales y espirituales.
   Es el santo de tribulaciones muy amargas, a menudo en pugna con prelados, sacerdotes y autoridades que se decían cristianísimas, en una Francia que entendía las luces como un sucedáneo de Dios. Con su crucifijo y una estatuilla de la Virgen, "Reina de los corazones", acorazado en su paciencia, volvió a encender la fe en miles de almas como una lamparilla que no se apaga en la tormenta.
   Como le acompañaban un grupo de amigos en sus apostolados misioneros y marianos con ellos, y a petición de los mismos, fundó la Congregación de Sacerdotes de la Compañía de María o Montfortianos, hoy extendidos en todas partes.
   Entre sus fundaciones de vida de perfección se cuentan también los Hermanos de San Gabriel y las Hijas de la Sabiduría, que han difundido su entrañable espiritualidad mariana, vivida en consagración personal a la Virgen.
   Aquel hombre que había recorrido toda Francia y otras naciones llevando el mensaje de Jesucristo y de María a los cuarenta y tres años estaba extenuado y partió al cielo el 27 DE ABRIL de 1716. A su entierro acudieron más de cien mil personas.
   Se difundieron sus escritos en numerosas ediciones e idiomas. especialmente su Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. 

27/IV SAN ANTIMIO, Obispo y Mártir

27 de abril
SAN ANTIMIO, Obispo y Mártir
El demonio, cuando profiere una mentira,
habla como quien es, por ser de suyo
mentiroso y padre de la mentira.

(Juan, 8, 44).

   San Antimio era obispo de Nicomedia, cuando el emperador Diocleciano envió unos soldados para que se apoderaran de su persona. Lo encontraron los soldados y le preguntaron si conocía a Antimio; él los condujo a su casa, dióles un espléndido festín y, después, declaróles que era el hombre a quien buscaban. Los soldados quisieron salvarle valiéndose de una mentira, pero el santo obispo rehusó este favor; tanto los instó que, por fin, lo condujeron ante el emperador. Éste lo hizo decapitar. Corría el año 303 de nuestra era.    
  
MEDITACIÓN
SOBRE LA MENTIRA

I. Nunca se debe mentir, bajo ningún pretexto; pues siempre la mentira es pecado que nos asemeja al demonio, padre de la mentira, y borra de nuestra alma la cualidad de hijos de Dios y hermanos de Jesucristo, que es la Verdad misma. Hemos de sufrir la muerte, como San Antimio, antes que consentir en una mentira, por leve que parezca. Una mentira no es cosa de poca importancia, pues ofende a Dios infinito y omnipotente. No mires como leve nada que ofenda a Dios. (Salviano) .
   
II. Perjudicas a tu prójimo cuando le hablas contra tu pensamiento; lo engañas, introduces, en cuanto de ti depende, la discordia en la sociedad. Si todos los hombres fuesen mentirosos, ¿a qué extremos no llegaríamos? Injurias a Jesucristo, que es testigo de tu mentira, pues los cristianos, al decir de San Agustín, no sólo son los miembros de Jesucristo, sino que deben ser también los órganos de su voz. ¿Dices tú muchas mentiras? Examínate sobre este punto.
  
III. Hay personas cuya vida es una mentira continua; engañan a todo el mundo mediante su hipocresía. ¡Oh! ¡cuán raros son aquellos que quieren parecer lo que son! Dios te ve tal cual eres; en vano te ocultas a los ojos de los hombres, Dios es tu juez. Al final todo se descubrirá, se conocerán tus imposturas, a luz plena se verá la verdad. Se puede ocultar la verdad por un poco de tiempo, no se la puede hacer desaparecer, la iniquidad puede triunfar por un instante, pero no reinar siempre. (San Agustín).   


Huir de la mentira
Orad por la conversión
de los pecadores.

ORACIÓN
   Dios todopoderoso, mirad nuestra flaqueza, ved cómo nos agobia el peso de nuestros pecados y fortificadnos por la gloriosa intercesión de San Antimio, vuestro mártir y pontífice. Por J. C. N. S.

27/IV NUESTRA SEÑORA DE MONTSERRAT, Patrona de Cataluña

27 de abril
NUESTRA SEÑORA DE MONTSERRAT, Patrona de Cataluña


   La montaña de Montserrat, en Cataluña, famosa entre las montañas por su rara configuración, ha sido desde tiempos remotos uno de los lugares escogidos por la Santísima Virgen para manifestar su maternal presencia entre los hombres. Bajo la advocación plurisecular de Santa María de Montserrat, la Madre de Dios ha dispensado sus bendiciones sobre los devotos de todo el mundo que a Ella han acudido a través de los siglos. Pero su maternidad se ha dejado sentir más particularmente, desde los pequeños orígenes de la devoción y en todas las épocas de su desarrollo, sobre las tierras presididas por la montaña que levanta su extraordinaria mole en el mismo corazón geográfico de Cataluña. Con razón, pues, la Iglesia, por boca de León XIII, ratificando una realidad afirmada por la historia de numerosas generaciones, proclamó a Nuestra Señora de Montserrat como Patrona de las diócesis catalanas, señalando. asimismo una especial solemnidad litúrgica para honrar a la Santísima Virgen y darle gracias por todos sus beneficios bajo esta su peculiar advocación.  
   Aunque la devoción a la Virgen Santísima en Montserrat sea, con toda verosimilitud, bastante más antigua, consta, por lo menos, históricamente que en el siglo IX existía en la montaña una ermita dedicada a Santa María. El padre de la patria Wifredo el Velloso la cede, junto con otras tres ermitas de Montserrat, al monasterio de Santa María de Ripoll. Será un gran prelado de este monasterio, figura señera de la Iglesia de su tiempo, el abad Oliva, quien siglo y medio después, estableciendo una pequeña comunidad monástica junto a la ermita de Santa María, dará a la devoción el impulso que la habrá de llevar a la gran expansión futura.  
   El culto a Santa María en Montserrat queda concretado bien pronto en una imagen. La misma que veneramos hoy. La leyenda dice que San Lucas la labró con los instrumentos del taller de San José, teniendo como modelo a la misma Madre de Jesús, y que San Pedro la trasladó a Barcelona. Escondida por los cristianos, ante la invasión de los moros, en una cueva de la montaña de Montserrat, fue milagrosamente hallada en los primeros tiempos de la Reconquista y también maravillosamente dio origen a la iglesia y monasterio que se erigieron para cobijarla. En realidad, Santa María de Montserrat es una hermosa talla románica del siglo XII. Dorada y policromada, se presenta sentada sobre un pequeño trono en actitud hierática de realeza, teniendo al Niño sobre sus rodillas, protegido por su mano izquierda, mientras en la derecha sostiene una esfera. El Niño levanta la diestra en acto de bendecir y en su izquierda sostiene una piña. Rostro y manos de las dos figuras ofrecen la particularidad de su color negro, debido en buena parte, según opinión de los historiadores, al humo de las velas y lámparas ofrecidas por los devotos en el transcurso de varios siglos. Así es como la Virgen de Montserrat se cuenta entre las más señaladas Vírgenes negras y recibe de los devotos el apelativo cariñoso de Moreneta.  
   Presidida por esta imagen, la devoción a Santa María de Montserrat se extendió rápidamente por las tierras de Cataluña y, llevada por la fama de los milagros que se obraban en la montaña, alcanzó bien pronto a otros puntos de la Península y se divulgó por el centro de Europa. Las conquistas de la corona catalano-aragonesa la difunden hacia Oriente, estableciéndola sobre todo firmemente en Italia, en donde pasan de ciento cincuenta las iglesias y capillas que se dedicaron a la Virgen negra. Más tarde el descubrimiento de América y el apogeo del imperio hispánico la extienden y consolidan en el mundo entonces conocido. No sólo se dedican a Nuestra Señora de Montserrat las primeras iglesias del Nuevo Mundo, no sólo se multiplican allí los templos, altares, monasterios e incluso poblaciones a Ella dedicados, sino que la advocación mariana de la montaña sigue también los grandes caminos de Europa y llega, por ejemplo, hasta presidir la capilla palatina de la corte vienesa del emperador. Si para España, en los momentos de su plenitud histórica, la Virgen morena de Montserrat es la Virgen imperial que preside sus empresas y centra sus fervores marianos, la misma advocación de Santa María de Montserrat. se presenta en la historia de la piedad mariana como la primera advocación de origen geográfico que alcanza, con las proporciones de la época, un renombre universal.  
   Es interminable la sucesión de personalidades señaladas por la devoción a Santa María de Montserrat. Los santos la visitan en su santuario: San Juan de Mata, San Pedro Nolasco, San Raimundo de Peñafort, San Vicente Ferrer, San Luis Gonzaga, San Francisco de Borja, San José de Calasanz, San Benito Labre, el Beato Diego de Cádiz, San Antonio María Claret, y sobre todo San Ignacio de Loyola, convertido en capitán del espíritu a los pies de la Virgen negra. Los monarcas y los poderosos suben también a honrarla en su montaña: después del paso de todos los reyes de la corona catalano-aragonesa, con sus dignatarios y con sus casas nobles, el emperador Carlos V visita Montserrat no menos de nueve veces y Felipe II, igualmente devoto de Santa María, se complace en la conversación con sus monjes y sus ermitaños. Es conocida la muerte de ambos monarcas sosteniendo en su mano vacilante la vela bendecida de Nuestra Señora de Montserrat. Los papas se sienten atraídos por la fama de los milagros y el fervor de las multitudes y colman de privilegios al santuario y a su Cofradía. Esa agrupación devota, instituida ya en el siglo XIII para prolongar con sus vínculos espirituales la permanencia de los fieles en Montserrat, constituye uno de los principales medios para la difusión del culto a la Virgen negra de la montaña, hasta llegar a la recobrada pujanza de nuestros días. Las más diversas poblaciones tienen actualmente sus iglesias, capillas o altares dedicados a Nuestra Señora de Montserrat, desde Roma a Manila o Tokio, por ejemplo, pasando al azar por París, Lourdes, Buenos Aires, Jerusalén, Bombay, Nueva York, Florencia, Tánger, Praga, Montevideo o Viena. Los poetas y literatos de todos los tiempos forman también en la sucesión de devotos de Santa María de Montserrat: Alfonso el Sabio la dedica varias cantigas, el canciller de Ayala, Cervantes, Lope de Vega, Goethe, Schiller, Mistral, con los escritores catalanes en su totalidad, cantan las glorias de la Moreneta, de su santuario, de su montaña. Familias distinguidas y humildes devotos se honran en ofrecer sus donativos a la Virgen, para sostener la tradicional magnificencia de su culto, atendido desde los orígenes por los monjes benedictinos, y para cooperar al crecimiento y esplendor de la devoción. Es ésta una bella constante de la historia de Montserrat, desde las antiguas donaciones consignadas en los documentos más primitivos, pasando por el trono de catorce arrobas de plata ofrendado por la familia de los Cardona y el retablo policromado del altar mayor que costeó la munificencia de Felipe II, hasta el trono y la campana mayor de nuestros días, sufragados por fervorosa suscripción popular. También las familias devotas de todas las épocas han tenido un verdadero honor en que sus hijos consagraran los años de la niñez al servicio de Santa María, encuadrados en la famosa Escolanía o agrupación de niños cantores consagrados al culto, importante asimismo por la escuela tradicional de canto y composición que forman sus maestros, existente ya con seguridad en el siglo XIII y probablemente tan antigua como el santuario. Con sus actuaciones musicales, siempre tan admiradas, en la liturgia de Montserrat esos niños constituyen una de las notas más típicas e inseparables de la devoción a la Virgen negra, a cuya imagen aparecen íntimamente unidos en la realidad de su propia vida como en el sencillo simbolismo de las antiguas estampas y las modernas pinturas de Nuestra Señora de Montserrat.  
   A lo largo de más de mil años de historia, en el despliegue de un conjunto tan singular como el que forma la montaña con la ermita inicial, con el santuario y con el monasterio, la Santísima Virgen, en su advocación de Montserrat, ha recibido el culto de las generaciones y ha dispensado sus gracias, sensibles o tal vez ocultas, a quienes la han invocado con fervor. Hoy como nunca suben numerosas multitudes a Montserrat. Peregrinos en su mayoría, pero también no pocos movidos por respetuosa curiosidad. El lugar exige un viaje ex profeso, pero las estadísticas hablan de cifras que cada vez se acercan más al millón anual y que en un solo día pueden redondear fácilmente los diez o doce mil, con un porcentaje siempre acentuado de visitantes extranjeros. En Montserrat encuentran una montaña sorprendente, maravillosa por su configuración peculiar. Encuentran un santuario que les ofrece ciertos tesoros artísticos y humildes valores de espiritualidad humana y sobrenatural. Encuentran la magnificencia del culto litúrgico de la Iglesia, servido por una comunidad de más de ciento cincuenta monjes que consagran su vida a la búsqueda de Dios, a la asistencia de los mismos fieles, a la labor científica y cultural, a los trabajos artísticos. Hijos de San Benito, esos monjes oran, trabajan y se santifican santificando, esforzándose por corresponder a las justas exigencias del pueblo fiel, que confía en su intercesión y busca en ellos una orientación para la vida espiritual y también humana. Por su unión íntima con el monasterio, en fin, el santuario aparece caracterizado como el santuario del culto solemne, del canto de los monjes y especialmente de los niños; pero sobre todo como el santuario de la participación viva de los fieles en la liturgia, o, resumiendo la idea con frase expresiva, como el santuario del misal. 
   Todo esto encuentra el peregrino en Montserrat. Pero por encima de todas esas manifestaciones, y en el fondo de todas ellas, encuentra a la Santísima Virgen, la cual, como en tantos otros lugares de la tierra, aunque siempre con un matiz particular y distinto, ha querido hacerse presente en Montserrat.  
   En 1881 fue coronada canónicamente la imagen de Nuestra Señora de Montserrat. Era la primera en España que recibía esta distinción. El mismo León XIII la señalaba como Patrona de las diócesis catalanas y concedía a su culto una especial solemnidad con misa y oficio propios. Hasta entonces la fiesta principal del santuario había sido la de la Natividad de Nuestra Señora, el 8 de septiembre. En realidad, esta solemne fiesta no debía perder su tradicional significación. Todavía hoy conserva su carácter como de fiesta mayor, popular, del santuario. Pero una nueva festividad, con característica de patronal, venía a honrar expresamente a la Santísima Virgen en su advocación de Montserrat. Es la fiesta que no puede dejar de celebrar hoy todo buen devoto de la Virgen negra. Situada al principio como fiesta variable en el mes de abril, después de una breve fluctuación quedó fijada para el día 27. El misterio que la preside es el de la Visitación. En verdad, la Santísima Virgen visita en la montaña a los que acuden a venerarla y, como pide la oración de la solemnidad, les dispone para llegar a la Montaña que es Jesucristo.
 AURELIO Mª. ESCARRE, O. S B.




*Año Cristiano, Tomo I, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1966.

A NUESTRA SEÑORA DE MONTSERRAT

A NUESTRA SEÑORA
DE MONTSERRAT

   Rosa de abril, morena de la sierra
de Montserrat, estrellado.
Ilumina la catalana tierra
y guíanos hacia el cielo

   En las montañas,
los ángeles trabajan
esos picos
para hacerte un palacio

   Reina del cielo,
que los ángeles bajaron
danos abrigo,
dentro de tu manto azul

   Alba naciente de estrellas coronadas,
ciudad de Dios que soñaba David
a vuestros pies la luna se ponía
y el sol con sus rayos os vestía.

   De los catalanes siempre seréis princesa,
de los españoles estrella de oriente,
sois el pilar de fortaleza
y para los pescadores, puerto de salvamento,

   Dais consuelo a quien la patria añora,
sin haber visto nunca la cima de Montserrat,
en tierra y mar, os imploramos
devuélvele a Dios los corazones que le han dejado.

   Fuente del agua de la vida
desde el cielo regáis el corazón de nuestro país
dones y virtudes dejáis floreciendo
para hacer vuestro paraíso

   Dichosos ojos, Maria, los que os ven
dichosos los corazones que se abren a vuestra luz
Rosa del cielo, que los ángeles revolotean
y en la oración ponéis vuestro perfume.

   Árbol gentil, que el Líbano corona
árbol de incienso, palmera de sion
los frutos sagrados que vuestro amor nos da
es Jesucristo, el Redentor del mundo.

   Con vuestro nombre, empieza nuestra historia
y es Montserrat nuestro Sinaí
sean para todos la escalera de la gloria
esos escalones cubiertos de romaní.

26/IV/+2020 DOMINGO "DEL BUEN PASTOR" (SEGUNDO DESPUÉS DE PASCUA)

DOMINGO "DEL BUEN PASTOR"

(SEGUNDO DESPUÉS DE PASCUA)

Compartimos con nuestros lectores y oyentes el sermón del Domingo "del Buen Pastor" (2do después de Pascua), por el R.P. Hugo Esquives C.J.M.











...:::AD:::MAJOREM:::DEI:::GLORIAM:::...

SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA

MISA DEL SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA


(Doble - Ornamentos blancos)
(Domingo del "Buen Pastor")

   Los antiguos cristianos de Roma se reunían hoy en San Pedro. Es el Domingo del Buen Pastor, el cual, después de su Resurrección, nombró a San Pedro, Pastor visible  de todas sus ovejas y corderos. Es el día de acordarnos lo que el Buen Pastor ha hecho por nosotros; "la tierra está llena de la misericordia del Señor. Justos (bautizados, reconciliados, co-resucitados), alegraos en el Señor" (Introito). La Misa revela una unidad perfecta. En la Oración volvemos a encontrar al Buen Pastor salvando a sus ovejas de toda suerte de peligros; en la Epístola aparece otra vez el mismo tema en boca de San Pedro. En el Evangelio es el mismo Cristo quien nos dice: "Yo soy el Buen Pastor...". En la consagración de la Misa el Buen Pastor se presenta real, personal y sustancialmente a nosotros para inmolarse en el altar. De este sacrificio fluyen hasta nosotros todas las misericordias, todas las fuerzas de la vida sobrenatural.

IntroitoPs. 32, 5-6
 INTROITUS  -  Misericordia Domini plena est terra, alleluia: verbo Domini caeli firmati sunt, alleluia, alleluia. - Ps. Ibid. I. Exsultate, justi, in Domino: rectos, decet colaudatio. v. Gloria PatriIntroito - Toda la tierra está llena de la misericordia del Señor, aleluya; por la palabra del Señor se afirmaron los cielos, aleluya, aleluya. Regocijaos, justos, en el Señor; es de corazones rectos alabarle. Gloria el Padre, etc. 
Oración-Colecta
  ORATIO - Ameneus, qui in Filii tui humilitate jacentem mundum erexisti: fidelibus tuis perpetuam concede laetitiam; ut, quos perpetuae mortis eripuisti casibus, gaudiis facias perfrui sempiternis. Per eumdem Dominum.    R. Amen      Oh Dios, que con la humillación de tu Hijo, elevaste al mundo abatido; concede a tus fieles una perpetua alegría, para que ha gas gozar de una felicidad sin fin, a los que libraste de los peligros de la muerte
eterna. Por Nuestro Señor, etc.   R. Amen.
Epístola
   Jesús, el Buen Pastor, inocente, humilde, manso, sincero, se entrega voluntariamente a los verdugos de todos los tiempos, para salvar a sus ovejas descarriadas y para curar sus heridas.
EPISTOLALectio Epistolae beati Petri Apostoli (I, 2, 21-25)  - Carissimi: Christus passus est pro nobis, vobis relinquens exemplum, ut sequa,ini vestigia ejus. Qui peccatum non fecit, nec inventus est dolus in ore ejus: qui cum malediceretur, non maledicebat: cum pateretur, non comminabatur, tradebat autem judicanti se injuste: qui peccata nostra ipse pertulit in corpore suo super lignum: ut peccatis mortui, justitiae vivamus: cujus livore sanati estis. Eratis enim sicut oves errantes sed conversi estis nunc ad pastorem, et episcopum animarum vestrarum.
Credo
Lección de la Epístola del Apóstol S. Pedro - Carísimos: Cristo padeció por nosotros, dejándoos ejemplo para que sigáís sus huellas. Él no cometió pecado alguno, ni se halló engaño en su lengua; Él, cuando le maldecían, no maldecía; cuando le atormentaban, no amenazaba; antes bien, se entregaba a quien le sentenciaba injustamente; Él es quien sufrió la pena de nuestros pecados en su cuerpo, sobre el madero de la Cruz; para que nosotros, muertos a los pecados, vivamos en santidad; por las llagas de Él habéis sido sanados. Porque andabais como ovejas descarriadas, mas ahora os habéis convertido al pastor y obispo de vuestras almas.
    Evangelio
Jesús se presenta y recomienda a Sí mismo como Buen Pastor que conoce a sus ovejas y muere por ellas, y reclama sus derechos sobre todas las ovejas descarriadas, de todos los tiempos y países.
   Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem. Joann. 10, 11-16
   In illo témpore: Dixit Jesus pharisǽis: Ego sum pastor bonus. Bonus pastor ánimam suam dat pro óvibus suis. Mercenárius autem, et qui non est pastor, cujus non sunt oves própriæ, videt lupum veniéntem, et dimíttit oves, et fugit: et lupus rapit, et dispérgit oves: mercenárius autem fugit, quia mercenárius est, et non pértinet ad eum de óvibus. Ego sum pastor bonus: et cognósco meas, et cognóscunt me meæ. Sicut novit me Pater, et ego agnósco Patrem: et ánimam meam pono pro óvibus meis. Et álias oves hábeo, quæ non sunt de hoc óvili: et illas opórtet me addúcere, et vocem meam áudient, et fiet unus óvile, et unus pastor.
Credo.
Continuación del Santo Evangelio según San Juan Joan. 10, 11-16 - En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor sacrifica su vida por sus ovejas. Pero el mercenario, y el que no es propio pastor, como no son suyas las ovejas, en viendo venir al lobo, desampara las ovejas huye. y el lobo las arrebata, y dispersa el rebaño; el mercenario huye porque es asalariado, y no tiene interés en las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, y conozco mis ovejas, y las ovejas mías me conocen a mí. Así como el Padre me conoce a mí, conozco yo al Padre; y doy mi vida mis ovejas. Tengo también otras ovejas que no son de este aprisco, las cuales debo Yo recoger, y oirán mi voz, y se hará un solo rebaño, y un solo pastor(1).  Credo.
    OFFERTORIUM Ps. 62, 2 et 5 Deus, Deus meus, ad te de luce vigilo: et in nomine tuo levabo manus meas, alleluia   Ofertorio -  Dios mío, Dios mío, por ti velo, desde la aurora, y alzaré mis manos, invocando tu Nombre, aleluya.
Oración-Secreta
    Benedictionem nobis, Domine, conferat salutarem sacra semper oblatio: ut, quod agit mysterio, virtute perficiat. Per Dominum nostrum Jesum Christum Que esta oblación santa, Señor, nos confiera siempre una bendición saludable, a fin de que produzca realmente, el efecto del misterio que representa. Por Nuestro Señor, etc.  
Prefacio propio de Pascua
    Vere dignum et justum est, aequum et salutare: Te quidem, Domine, omni tempore, sed in hac potissimum die (in hoc potissimum) gloriosius praedicare, cum Pascha nostrum immolatus es Christus. Ipse enim verus es Agnus, qui abstulit peccata mundi. Qui mortem nostram moriendo destruxit, et vitam resurgendo reparavit. Et ideo cum Angelis et Archangelis, cum Thronis et Dominationibus, cumque omni militia caelestis exercitus, hymnum gloriae tuae canimus, sine fine dicentes:   Sanctus, Sanctus, Sanctus, etc.   Verdaderamente es digno y justo, debido y saludable, que en todo tiempo, Señor, te alabemos; pero principalmente con mayor magnificencia en éste, en que Jesucristo inmolado es, nuestra Pascua. Porque El es el verdadero Cordero que quita los pecados del mundo. El cual muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, reparó nuestra vida. Por esto, con los Ángeles y Arcángeles, con los Tronos y Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial, can tamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar: Santo, Santo, Santo, etc.
   COMMUNIO  Joan. 10, 14  Ego sum pastor bonus, alleluia: et cognosco oves meas, et cognoscunt me meae, alleluia, alleluia 
   Comunión. - Yo soy el Buen Pastor, aleluya: "y conozco mis ovejas, y las ovejas mías me conocen a mí," aleluya, aleluya.
Oración-Postcomunión
     POSTOMMUNIO - Praesta nobis, quaesumus, omnipotens Deus: ut vivificationis tuae gratiam consequentes, in tuo semper munere gloriemur. Per Dominum nostrum Jesum Christum.   Pedímoste, oh Dios Omnipotente, nos concedas, que habiendo recibido por tu gracia una nueva vida, podamos siempre gloriamos de conservar este Don Divino. Por Nuestro Señor, etc. 

  • (1) Estas otras ovejas que, siendo y todo de Jesucristo, puesto que por ellas también murió, no pertenecen a su verdadero aprisco, son en primer lugar, las naciones paganas, que yacen todavía en la infidelidad; en segundo lugar, son las naciones cismáticas y herejes, que se han apartado del redil de Cristo; y, en tercer lugar, son los malos católicos, los cuales, aunque pertenecen al cuerpo de la Iglesia, porque son bautizados, no pertenecen a su alma, porque viven en pecado y apartados de los sacramentos. A estos últimos es a quienes la Iglesia invita con apremio en este tiempo, exhortándolos al cumplimiento pascual. Quien, pues, no cumple con Pascua, tampoco pertenece al alma de la Iglesia, ni, por lo tanto, al redil de las ovejas dóciles y fieles.

24/IV FELICITACIÓN SABATINA A LA VIRGEN DEL CARMEN (Para los portadores del Santo Escapulario del Carmen)

FELICITACIÓN SABATINA A LA VIRGEN DEL CARMEN



Oración preparatoria


   ¡Oh Virgen Santísima del Carmen, Reina gloriosa de cielos y tierra! Vengo a honrarte en este día escogido por Ti para mostrar tu gloria, tu poder y tu misericordia. Acuérdate que a tus queridos cofrades, por tu santo y bendito Escapulario, les has prometido ayuda en la vida, amparo en la muerte y socorro en el Santo Purgatorio. Mírame con ternura, amorosa Madre, y mira también misericordiosamente a las almas que en el Purgatorio se encuentran y acepta ésta mi felicitación y visita sabatina, como homenaje de mi amor y cariño y para alivio de las almas que sufren, para que todos juntos te alabemos algún día feliz en el cielo. Amén.

Aspiraciones


  • Virgen del Carmen, te felicito por tu gloria y te encomiendo mis propias necesidades. Avemaría...
  • Virgen del Carmen, te felicito por tu gloria y te encomiendo las necesidades de mi familia. Avemaría...
  • Virgen del Carmen, te felicito por tu gloria y te encomiendo las necesidades de mis parientes. Avemaría...
  • Virgen del Carmen, te felicito por tu gloria y te encomiendo las necesidades de mis amigos. Avemaría...
  • Virgen del Carmen, te felicito por tu gloria y te encomiendo las necesidades de la Iglesia. Avemaría...
  • Virgen del Carmen, te felicito por tu gloria y te encomiendo las necesidades de la Nación. Avemaría...
  • Virgen del Carmen, te felicito por tu gloria y te encomiendo las necesidades de las almas del Purgatorio. Avemaría...


Oración final

Gracias mil, Madre querida, por todos los favores que de tu bondadosa mano he recibido, particularmente el de haberme escogido, por tu santo Escapulario, para verdadero hijo tuyo. Yo quiero alabarte siempre, y es mi deseo que mi lengua cante tus bondades sin cesar y mi corazón te ame y que te quiera como a la mejor y mas cariñosa de las madres. Me regocijo por la inmensa gloria que en el cielo gozas, del poder que sobre todo lo creado tienes, de las virtudes soberanas que tu alma adornan. Sírvete, Madre mía de esa gloria, de ese poder y de esas virtudes para ampararme en la vida y en la muerte, para cubrir mi pobreza y desnudez, para librarme de tantos y tan fieros enemigos como me rodean, para salvarme y ser feliz en el cielo por toda la eternidad. Amén.

INTRODUCCIÓN

Acerca de la Santa Misa