¿MISA NUEVA O MISA TRADICIONAL?

¿MISA NUEVA O MISA TRADICIONAL? *
Esclareciendo dudas
                                                     
   Hay muchos católicos, en el mundo entero, que dicen no poder, en conciencia, aceptar la Misa Nueva.
   Contra ellos, acostúmbrase dar tres objeciones:
  • 1ª) La Misa Nueva, en verdad, es la misma Misa de siempre. No hay, por tanto, razón para rechazarla.
  • 2ª) El Papa mandó explícitamente la Misa Nueva. Ahora bien, los fieles deben obedecer al Papa, aunque no hable "ex-catedra".
  • 3ª) El Papa, a pesar de no usar en este caso su infalibilidad, no podría errar en materia tan grave
RESPUESTAS
    OBJECIÓN: La Misa Nueva es la misma Misa de siempre.
   Es mejor dejar responder a esto al propio Mons. Aníbal Bugnini, entonces secretario de la Congregación del Culto Divino, el gran mentor de la Misa Nueva: "No se trata sólo de retoques en una obra de valor grande, sino a veces es preciso dar estructuras nuevas a ritos enteros. Se trata de una restauración fundamental, yo diría casi un cambio total y, para ciertos puntos, de una verdadera nueva creación" (Doc. Cat. nº 1493, 7-5-67). Por estas palabras, se ve que la Misa ya no es la misma Misa Tradicional.
   Además, si es la misma cosa, entonces ¿por qué criticar y hasta perseguir a los que quieren ser fieles a la Misa Tradicional?
   2ª OBJECIÓN: El Papa mandó explícitamente la Misa Nueva.
   Antes de responder, me gustaría hacer cuatro preguntas a quien hiciese esa objeción:
  • a) ¿Puede un Papa entrar en desacuerdo con la Tradición?
  • b) Si un Papa estuviere en desacuerdo con la Tradición, ¿a quién debemos seguir, al Papa o a la Tradición?
  • c) ¿Puede un Papa terminar favoreciendo una herejía?
  • d) Si un Papa favorece la herejía, en este caso ¿qué se debe hacer: obedecer al Papa y favorecer la herejía o conservar la Fe intacta?
   Existen graves razones de Fe para no aceptar la Misa Nueva.
   La Iglesia condenó los errores protestantes. Definió, con infalibilidad, dogmas de Fe sobre la PRESENCIA REAL de Jesucristo en la Santísima Eucaristía, sobre el SACERDOCIO JERÁRQUICO distinto del de los simples fieles, sobre el SANTO SACRIFICIO DE LA MISA.
   La Iglesia condenó a aquellos que dicen que la Misa debe ser celebrada solamente en lengua vernácula (en español en nuestro caso) (Conc. de Trento).
   La Iglesia reprobó a los que quieren que la Consagración sea en voz alta (Conc. de Trento y Pío VI).
   La Iglesia reprobó el altar en forma de mesa (Pío XII).
   Ahora, en la Misa Nueva, los errores que la Iglesia me enseñó a reprobar hoy en día son tenidos como ciertos y aprobados. Aun más. Los dogmas de fe arriba citados no son más tan explícitos como lo eran en la Misa Tradicional y eso es tan evidente que los protestantes, que jamás toleraron la Misa Tradicional (Lutero la llama abominable), afirmaron que, con la Misa Nueva, teológicamente es posible que ellos celebren su cena con las mismas oraciones de la liturgia reformada de la Iglesia Católica (cf. Max Thurian, La Croix, 30-05-1969). ¿No es sintomático?
   ¿Será que podemos conservar la fe y agradar a Dios ofreciéndole un culto tan ambiguo que agrada también a sus enemigos y hacer de este culto el centro de nuestra vida, como debe ser la Santa Misa?
   ¿Puede una autoridad, por suprema que sea, imponernos algo que es contra la Fe nuestra y que es ofensivo a Dios, Nuestro Señor?
   He aquí el dilema para todo buen católico: o sacrificar la Fe y la Tradición en nombre de la obediencia, o mantenerse firme en la Fe y en la Tradición, obedeciendo a lo que fue siempre enseñado por la Santa Iglesia y por eso ser acusado de rebelde y de desobediente!
   San Pablo ya nos advirtió: "Pero, aunque nosotros mismos o un ángel del Cielo os anuncie un Evangelio diferente de aquél que os hemos anunciado, sea anatema" (Gál. 1, 8).
   No se trata de desobediencia o de rebeldía. Trátase de fidelidad y lealtad a la Fe de nuestro Bautismo y, por tanto, a la cátedra de Pedro y a la Santa Iglesia.
   Se puede caer en herejía o favorecerla, por palabras o por hechos. y los herejes siempre procuraron manifestar en la liturgia sus errores. Así por ejemplo en el tiempo de la herejía monofisita que negaba las dos naturalezas en Jesucristo, los herejes, cuando celebraban la Misa, no colocaban la gotita de agua en el vino, en el ofertorio, porque esto significa también la naturaleza humana de Cristo unida a la naturaleza divina. Si un sacerdote, en aquella época, hubiese celebrado la Misa así, habría estado haciendo, por este simple gesto, una profesión de fe herética terriblemente ofensiva a Dios y ninguna autoridad podría obligarlo a eso porque era una cuestión de fe.
   El Papa León XIII afirmó en la encíclica "Satis Cognitum": "Nada podría ser más peligroso que estos herejes que conservando en todo lo demás la integridad de la doctrina, por una sola palabra, como por una sola gota de veneno, corrompen la pureza y la simplicidad de la Fe que nosotros recibimos de la Tradición de Nuestro Señor y, después, de los Apóstoles". 
   La obediencia es una virtud moral, inferior a la Fe, que es una virtud teologal. La obediencia está condicionada a la Fe. La Fe no tiene límites. La obediencia los tiene. Obedecer es hacer la voluntad de Dios expresada por la voluntad de los superiores, representantes de Dios. Pero si la orden de los superiores se manifiesta en contradicción con la voluntad de Dios, entonces vale aplicar la frase de San Pedro: "Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos, 5, 29). Así, el 4º Mandamiento manda al hijo obedecer a los padres. Pero si el padre le manda algo contra la voluntad de Dios, el hijo no debe hacer lo que el padre le ordena y peca si lo hiciere.
   3º OBJECION: El Papa, a pesar de no empeñar, en este caso, su ínfalibilidad, no podría errar en materia tan grave.
   Los que afirman que el Papa, fuera del campo de la infalibilidad, no puede errar, a pesar de ser materia muy grave, están afirmando más de lo que el Concilio Vaticano I afirmó, más de lo que Pío IX definió.
   Están queriendo, según dice alguien, saber más que el Papa, ser más católico que el Papa. Puesto que el Concilio definió los contornos dentro de los cuales no hay posibilidad de error, querer ampliar por cuenta propia estos contornos es querer saber más que el Papa y la Iglesia. Además, eso sería contradictorio con la Historia de la Iglesia. Por ejemplo, el Papa Honorio I, en materia muy grave y que interesaba a
la Iglesia toda, puesto que era una decisión en asunto de herejía, al dar una orden se equivocó y fue anatematizado por un Papa posterior, por haber favorecido la herejía.
   Por lo tanto, en las cosas en que el Papa no es infalible, él, normalmente, no yerra, pero puede errar. ¿Cuál es el criterio que nos ilumina siempre? La Tradición. Lo que estuviere de acuerdo con la Tradición de la Iglesia es cierto. Lo que no estuviere es falso. Fue por esta razón que el Papa Honorio fue anatematizado. He aquí las palabras de San León II, Papa: "Anatematizamos a Honorio que no ilustró esta Iglesia Apostólica con la doctrina de la TRiADICIÓN apostólica, sino que permitió, por una traición sacrílega, que fuese maculada la FE inmaculada [ ...] de la TRADICIÓN apostólica que recibiera de sus predecesores". "...No extinguió, como, convenía a su Autoridad Apostólica, la llama incipiente de la herejía, sino la fomentó por su negligencia" (Denz-Sch. 563 y 561). Del mismo modo, el VI Concilio Ecuménico rechazó de manera absoluta y execró como nocivas a las almas [sic] las epístolas del Papa Honorio, por tener "verificado que estaban ellas en completo desacuerdo" con la Tradición.
   He aquí por qué el Concilio Vaticano I definió: "El Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de San Pedro para que éstos, bajo la revelación del mismo, predicaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, CONSERVASEN SANTAMENTE y expusiesen fielmente el depósito de la Fe, o sea, la revelación heredada de los Apósroles" (D.S. 3070).
Virgen María, Madre de Dios,
que sola destruiste todas las herejías en el mundo entero,
ruega por el pueblo, intercede por el clero.
P. FERNANDO AREAS RIFAN
Ex-Director Diocesano de Enseñanza
Religiosa.
Campos -Río de Janeiro, Brasil

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INTRODUCCIÓN

Acerca de la Santa Misa