ALGUNOS RITOS ESPECIALES DEL AÑO LITÚRGICO

ALGUNOS RITOS ESPECIALES 
DEL AÑO LITÚRGICO

  
 Las Vigilias. - 2. Las Octavas. - 3. La cuatro Témporas. - 4. Las Rogativas. - 5. Las Procesiones. - 6. La Dedicación de una Iglesia - 7, 8 Y 9, La Bendición de las Candelas, de la Ceniza y de los Ramos.
   En el transcurso del Año Litúrgico celébranse ciertos ritos especiales que, aunque siguen el ritmo general del mismo y algunos hasta están inseparablemente unidos a ciertas fiestas, piden, sin embargo, un estadio aparte. Tales son, entre los principales: las Vigilias, las Octavas, las Cuatro Témporas, las Rogativas, las Procesiones y la Dedicación de las Iglesias, de los cuales vamos a dar aquí una ligera noticia.
   
1. Las Vigilias.
   -La Vigilia, como rito litúrgico, remóntase ciertamente a los tiempos apostólicos. Era una asamblea particular que celebraban los judíos recién convertidos, al anochecer del sábado, después de haber asistido a la general de la sinagoga, y que prolongaban hasta la madrugada del domingo. En ella cantaban salmos, leían las Escrituras, escuchaban la homilía del presidente, oraban en común, y, si asistía algún sacerdote, terminaban por la fracción del pan. Andando el tiempo, esta vigilia nocturna sabatino-dominical extendiéronla los cristianos al día aniversario de la muerte de los Mártires, dando origen, como ya hemos dicho, a sus fiestas litúrgicas. Por fin, se combinó con el oficio de Maitines, el cual la eliminó paulatinamente-, aunque sin confundirse entre sí, pues siguen siendo dos cosas distintas.
   Siendo el domingo, en su origen,  la conmemoración  semanal de la Resurrección del Señor, esta vigilia sabatino-dominical venía a ser como una preparación para el recibimiento del Salvador, quien para ellos resucitaba y aparecíaseles místicamente todos los domingos. Querían que el Señor los encontrase vigilando y orando, como Él mismo le había recomendado en distintas ocasiones.
   La Vigilia, para serlo de verdad, debía durar toda la noche, como lo indica el nombre griego de Pannuchis que le daban algunas veces. Prácticamente, empero, comenzaba al "canto del gallo", dejando un largo intervalo entre ella y las Vísperas o "Lucernario".
   Imitando a los cristianos, pero con miras de diversión y de placer los paganos y a veces los malos cristianos celebran también en las vísperas de ciertas fiestas más solemnes, sus vigilias, o mejor sus danzas nocturnas, de la que son vergonzosas reliquias los reveillons de nuestros días.
   Hoy las Vigilias son numerosas, pero las más antiguas y más clásicas que conserva la liturgia, son: la de Pascua, la de Pentecostés y las de los sábados de las Cuatro Témporas. En las dos primeras se administraba solemnemente el Bautismo, y en la de las Témporas de Adviento se hacían las Ordenaciones. De todas ellas hay reminiscencias hoy todavía en el Misal. La del Sábado Santo es la que representa más exactamente el tipo primitivo de la antigua Vigilia romana.
   Por lo mismo que los oficios se dejaban todos para la vigilia nocturna, el sábado era alitúrgico, y por lo tanto, el ayuno que comportaba la vigilia empezaba con las vísperas del Viernes.
   Con el tiempo, las Vigilias se anticiparon a todo el día anterior a la festividad, como ocurre hoy. Siempre llevaban consigo, además del oficio litúrgico correspondiente y de su Misa propia, el ayuno y la abstinencia, los cuales, en virtud de indultos generales o particulares, casi han desaparecido hoy por completo.
   2. Las Octavas
   Las Octavas son la prolongación litúrgica de ciertas fiestas más importantes. Una fiesta tan deseada y tan largamente preparada como Pascua, por ejemplo, pedía más de un día de celebración: suministraba temas de oración y de alegría para varios días. Lo mismo sucedió con la Epifanía, con Pentecostés, etc. Exagerando un tanto el entusiasmo, dióseles luego esa misma prolongación a otros misterios y hasta a ciertas fiestas de Santos, y hoy tenemos ya un número tal de Octavas que, en cierto modo, sofocan y ahogan el Calendario.
   Los cristianos aprendieron estos octavarios de los judíos, quienes, como consta por la Biblia, celebraban durante ocho días el aniversario de su salida de Egipto, el de la Dedicación del Templo, y, durante siete, la fiesta de los Tabernácu1os.
   La multiplicación de las Octavas ha dado lugar a una clasificación oficial de las mismas, en esta forma:
  • 1º Octavas privilegiadas de 1er. orden, que son las de Pascua y Pentecostés, las cuales excluyen toda otra fiesta y tienen misa y oficio propios cada día.    
  • 2º Octavas privilegiadas de 2º orden, que son las de Epifanía y Corpus, en las que se repite diariamente la Misa de la fiesta.   
  • 3º Octava privilegiadas de 3er. orden, que son las de Navidad, la Ascensión y Sagrado Corazón, que admiten fiestas de rito doble.    
  • 4º Octavas comunes, que son las más.     
  • 5º Octavas simples, de las que sólo se celebra el día octavo con rito simple.
   3. Las Cuatro Témporas
   Las Cuatro Témporas están en uso en la Iglesia romana desde el siglo IV o V, y de ella pasaron poco a poco a las iglesias de otros países, hasta imponerse definitivamente. Son cuatro semanas, pero, no completas sino al estilo antiguo, dedicadas al ayuno, a la abstinencia y a la oración, con ocasión de las cuatro Estaciones del año, a saber: primavera, verano, otoño e invierno; para dar gracias a Dios por las cosechas recibidas, ofreciéndole las primicias, y para pedirle sus bendiciones sobre las venideras. Es una manera práctica de reconocer y adorar la Divina Providencia, de la que todas las criaturas estamos pendientes para recibir el alimento en los tiempos convenientes. Bien comprendidas y bien celebradas, bastarían ellas para curar al mundo del afán de lucro y de la excesiva ansiedad por la comida, por la bebida y por el vestido, que devora y saca de quicio a los mortales.
   Primitivamente sólo eran tres las Témporas: las del cuarto mes (verano), las del séptimo (otoño) y las del décimo (invierno), pues las del primero (primavera), las suplía el ayuno cuaresmal.
   Hay autores que demuestran con bastantes argumentos(1) que las Cuatro Témporas son la transformación de las fiestas, o mejor, de las ferias paganas (ferias de la sementera, de la cosecha y de la vendimia),celebradas en  sus respectivas estaciones para granjearse el favor de los dioses.
   Los días consagrados por las Cuatro Témporas son: el miércoles, el viernes y el sábado, los únicos días, con el domingo, de la semana litúrgica primitiva. Los tres cuentan con Misa propia, adecuada a las circunstancias. La del miércoles tiene una profecía, además de la Epístola habitual; Y la del Sábado cinco. El Sábado está ahora destinado a las Ordenaciones mayores y menores, si bien antiguamente las del diácono y sacerdote se reservaban para las de diciembre. Por su carácter de penitencia, por su liturgia especial y por .los fines por los cuales han sido instituidas y se celebran, las Cuatro Témporas son como triduos de retiro espiritual al alcance de todos los cristianos. ¿Por qué el pueblo cristiano no las ha de aprovechar para renovar su fervor?
   Para recordar las fechas de las Cuatro Témporas, reténgase esta f:ase mnemotécnica:
Post Cen., Post Pen., Post Cru., Post. Lu.
que quiere decir, que caen: Después de Ceniza, después de Pentecostés, después de la Santa Cruz (que es el 14 de Septiembre) y después de Santa Lucía (el 13 de Diciembre).


  • Tomado de "La Flor de la Liturgia" del R. P. Azcárate, 5ª Edición 1945, Monasterio de San Benito.
  • (1) Of. Dom Morin: Rev. Bened., año 1897, p. 337. Molien: ob. cit. vol. l, p. 27.

 4. Las Rogativas. 
   Las Rogativas (del latín rogare, rogar) o Letan:as (del griego Litaneia, súplica u oración), son oraciones solemnes instituidas por la Iglesia para ser rezadas o cantadas en ciertas procesiones públicas y para determinadas y extraordinarias necesidades. Sólo las encontramos en la liturgia dos veces al año: el 25 de abril, fiesta de San Marcos (letanías mayores) y el triduo que precede a la Ascensión (letanías menores).
Procesión de Rogativas, con el Patriarca de Constantinopla 
y el Emperador Teodosio el Joven a la cabeza, todos descalzos. (Min.)
   
El Papa y los Obispos pueden prescribirlas a los fieles,  en las calamidades y necesidades públicas, pero entonces figuran como actos extralitúrgicos. Los calificativos de mayores menores sólo sirven para distinguir unas de otras.
   1. Las Rogativas de San Marcos son de origen romano y datan, probablemente, del siglo IV. Primitivamente no estuvieron sujetas a día fijo. Fue San Gregorio Magno, en el primer año de su pontificado (590), quien las fijó definitivamente; ora, según unos, para dar mayor pompa a las fiestas que, en tal día, se celebraban para conmemorar el aniversario de la entrada de San Pedro en Roma; ora, según otros, en sustitución de los festejos paganos, llamados "Robigalia", que en honor del dios Robigus organizaban, ya de antiguo, los labradores romanos, con procesión a través de los campos y sacrificios de animales, para interesar a la deidad en favor de los sembrados. 
   Nada tienen que ver con la fiesta de San Marcos, establecida mucho después, ni es necesario, por lo mismo, que coincidan ambas.
   2. Las Rogativas del Triduo de la Ascensión traen su origen de San Mamerto, obispo de Vienne, en el Delfinado francés, a mediados del siglo V. Instituyólas en su ciudad para dar gracias a Dios por haberla librado milagrosamente de un voraz incendio y para pedirle alejara de la región las calamidades públicas que la azotaban sin cesar. Del Delfinado pasaron a toda la Galia, y de ahí a España, a Inglaterra y a la misma Iglesia romana, en el siglo VIII.
   Es casi seguro que existían ya estas Rogativa, en Oriente, desde antes de San Basilio, pues habla él de ellas, y aun en Occidente, por lo menos en África, según el testimonio de San Agustín. A San Mamerto, sin embargo, le cabe la honra de haberles convertido, de "anormales, lánguidas, vagas y raras que eran"(2), en regulares, fervorosas, fijas y anuales.
   Eran días de ayuno y abstinencia, y sobre todo de oración. Oraban y cantaban en el templo, y también por las calles en pública procesión; y para gozar de mayor libertad, cerrábanse los comercios y se suspendían las labores del campo, y así ricos y pobres, patronos y obreros, iban a asociarse al piadoso cortejo. En señal de compunción, iban los fieles con los pies descalzos, espolvoreados con ceniza las cabezas, con trajes negros, modestos, y muchos ceñidos con cilicios.
   Actualmente, las Rogativas, tanto las de San Marcos como las de la Ascensión, consisten en una procesión acompañada del canto de las Letanías de los Santos y seguida de una Misa propia. En señal de penitencia usan los celebrantes ornamentos morados y no se tañe el órgano. Generalmente, cuando las circunstancias lo permiten, la procesión se hace por las afueras de la población, orillando los campos, a los que el Celebrante va aspergeando con agua bendita. Así resultan verdaderamente fuentes de bienes materiales y espirituales.
   Los textos de la Misa, que son de una belleza incomparable, han sido elegidos con sumo acierto para inculcar la eficacia de la oración, de la oración perseverante y humilde, que es de lo que la Iglesia quiere convencernos en esas ocasiones.
   5. Las Procesiones
   Las Rogativas son solamente una de las varias clases de Procesiones pues hay otras más. El Ritual Romano les dedica todo el Título IX. La Iglesia católica -dice allí- apoyada en la autoridad de los más antiguos y santos Padres, introdujo las Procesiones en su Liturgia, ora para avivar la devoción de los fieles, ora para pregonar los divinos beneficios y darle públicas gracias, ora para implorar la asistencia divina. Por eso hay Procesiones alegres, casi triunfales: como las de las Sagradas Reliquias, las del Santísimo, la de los Patronos de los pueblos; hay lúgubres y tristes: como las de entierros, las del tiempo de guerra, de pestes, de hambre, y las hay que son un término medio: como las Rogativas.
   Es voluntad de la Iglesia que, en estas Procesiones, tanto los eclesiásticos como los seglares se porten con suma gravedad y modestia; que los primeros vayan con hábitos decentes, con sobrepellices u otros ornamentos sagrados, con las cabezas descubiertas a menos de impedirlo la lluvia, de dos en dos, sin reír ni hablar, ni divagar con 1a vista, y atentos a las preces; y que los segundos; hombres y mujeres, vayan separados haciendo oración.
   Precedenlas la Cruz procesional, entre ciriales, y los estandartes e imágenes, si los hay. En las del Santísimo Sacramento no es lícito llevar estatuas, y, en cambio, es muy loable adornar los balcones y fachadas de los edificios con banderas, tapices, floreros, imágenes religiosas, etc. y que los asistentes lleven cirios encendidos.
   Cada Procesión tiene en el Ritual sus preces especiales: antífonas, himnos, salmos, letanías, oraciones. Son preces, como todas las de la Liturgia, apropiadísimas a en cada caso. ¡Con qué expresiones tan ardientes piden al Señor la lluvia para los campos, la serenidad, e1 pan de cada día, la fecundidad de los rebaños, la abundancia de las cosechas, la salud pública, la paz nacional, el consuelo en las grandes tribulaciones; y con qué explosiones de entusiasmo proclaman la realeza de Cristo, sus soberanas maravillas, sus múltiples y grandes beneficios!
   Celebradas en este ambiente de oración, con esta devoción y cristiana solidaridad, las Procesiones, como muy bien advierte el Ritual, encierran magníficos y divinos misterios y reportan al pueblo fiel inmensos y saludabilísimos frutos de piedad.
   6. La Dedicación de una Iglesia
   Hoy se entiende por Dedicación de una iglesia la ceremonia de la consagración de la misma y, por lo menos, de su altar mayor, así como su inauguración para el culto mediante la celebración de la Misa solemne, como complemento del rito consagrador. El aniversario de esa ceremonia se celebra solemnemente, como una fiesta litúrgica, en la iglesia o en la diócesis correspondiente, y tratándose de algunas de Roma, en la Iglesia universal, y a esa conmemoración litúrgica anual es a lo que nosotros propiamente llamamos fiesta de la Dedicación de una iglesia, y los antiguos denominaban Natalicio de una basílica o de una iglesia. Por su capital importancia, como acontecimiento religioso, y porque quiere, con ocasión de su conmemoración anual hacer resaltar ciertas analogías entre el templo material y el espiritual de nuestra alma, la Iglesia ha compuesto un Oficio y una Misa propios, que deben remontarse al siglo VIII o IX y que son verdaderas joyas de la literatura litúrgica(3).
   Conocemos por la Biblia los derroches de Salomón con ocasión de la dedicación de su Templo, y asimismo el entusiasmo de los judíos al conmemorar anualmente, durante una semana, el aniversario de la dedicación del suyo. Probablemente esto es lo que indujo a los cristianos, desde el siglo IV, a hacer lo propio con sus templos, empezando en Jerusalén y luego extendiéndose a Roma y a toda la cristiandad.
   Hoy se celebran, con carácter obligatorio para las Iglesias de rito romano; la Dedicación de Santa María la Mayor "ad Nives" (aunque ésta con oficio propio), de San Juan de Letrán (9 de Noviembre); y de los Apóstoles San Pedro y San Pablo (18 de Noviembre); y con carácter particular: la Iglesia Catedral, para toda la diócesis, y la Iglesia propia, para los adscritos a ella.
   El templo -según el Oficio de la Dedicación- es la Casa de Dios y la puerta del Cielo. Es, además, la celestial Jerusalén. Sus muros están fabricados con piedras bien pulidas (que son los santos); sus puertas son otras tantas margaritas (que son las virtudes de los bienaventurados). Es lugar de oración, donde Dios escucha preferentemente al pueblo que le pide y le llama, donde los sacerdotes imploran la divina misericordia para los pecadores.

  • Tomado de "La Flor de la Liturgia" del R. P. Azcárate, 5ª Edición 1945, Monasterio de San Benito.
  • (2)  Sidonio Apolinar, Epístola XIV.
  • (3) Pueden verse algunas reflexiones sobre este Oficio en La prière antique, de Dom Cabrol, ch. XXII, parg. II.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

INTRODUCCIÓN

Acerca de la Santa Misa