CULTOS ESPECIALES
LITURGIA PARENÉTICA
LITURGIA PARENETICA O DE ALABANZA
EL SACRIFICIO DE ALABANZA
EL SACRIFICIO DE ALABANZA
1. El oficio divino. 2. Días litúrgicos. 3. Fiestas de precepto.
4. Misa de precepto. 5. Abstinencia y ayunos.
4. Misa de precepto. 5. Abstinencia y ayunos.
1. El oficio divino.
Acto de culto a Dios es también el rezo del oficio divino, llamado el sacrificio de alabanza. Todos los hombres están obligados al rezo: la oración es la comunicación del alma con Dios, y el medio más seguro de obtener sus gracias y sus auxilios. La oración honra al Señor; el que ora reconoce su pequeñez y que Dios sabe sus necesidades y es poderoso para remediarlas.
Pero el sacerdote, no sólo como persona particular, sino también por razón de su ministerio, está obligado al rezo. Tiene que orar en nombre de la Iglesia, cuyo ministro es, y por todas las públicas necesidades. Al rezo diario del oficio divino están obligados todos los ordenados de mayores, es decir los que han recibido por lo menos el subdiaconado; asimismo los que tienen beneficio, aun cuando no estén ordenados y los religiosos de ambos sexos que han profesado solemnemente, y están destinados al coro. El oficio divino se divide en siete partes: Maitines, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. Esta división de los rezos en siete horas se remonta a los tiempos del rey David: "Septies in die laudem dixi tibi". Siete veces al día te he dicho alabanzas. (Sal. 113.) Los cristianos la adoptaron desde los primeros siglos. San Jerónimo, escribiendo a Leta sobre la educación de su hija, le dice que procure que un presbítero la enseñe a orar al Señor en las siete horas del día. Los canónigos están obligados a rezar colectivamente el oficio divino en el coro.
2. Días litúrgicos.
Los días, conforme a la Liturgia, se clasifican en días festivos, en que hay obligación de oir Misa, y no se puede trabajar, y días laborables o feriados, en que se puede trabajar y no hay obligación de oír Misa.
La obligación de dar culto al Señor en días determinados es de derecho natural; la designación de los días la hace la Iglesia. En el Antiguo Testamento, el sábado era el día del Señor; en la ley cristiana ha mandado la Iglesia que se san tifiquen los domingos, en recuerdo de la resurrección de Jesús.
3. Fiestas de precepto.
Además de los domingos, son fiestas de precepto:
En España, es también fiesta Santiago Apóstol, y en Aragón la Virgen del Pilar.
4. Misa de precepto.
En los días de fiesta no hay más obligación grave que oír Misa, pero se recomienda asistir a
las funciones de la Iglesia, sobre todo a la instrucción del Párroco. El que llega a Misa al Credo, cumple el precepto; asimismo, "el que oye la Misa en dos partes, con tal de que haya asistido a la Consagración y Comunión de la misma Misa.
5. Abstinencia y ayunos.
Días santos son también los destinados por la Iglesia para el ayuno y abstinencia, que han de observar los fieles cristianos.
Jesucristo ayunó cuarenta días en el desierto antes de comenzar su vida pública. La Iglesia, a imitación del Divino Maestro, dispone que los cristianos santifiquemos algunos días por la mortificación y el ayuno, y así nos preparemos a celebrar las fiestas más solemnes de la religión. El cuarto precepto de la Santa Madre Iglesia comprende dos obligaciones: la del ayuno y la de abstinencia de carnes. La ley del ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día pero se puede tomar por la mañana y por la noche lo que acostumbran las personas de buena conciencia. El ayuno obliga a los que han cumplido veintiún años y no han llegado a sesenta. La ley de abstinencia prohíbe comer carne y caldo de carne; pero permite tomar huevos, cosas de leche y condimentos de grasas de animales. La abstinencia de carnes obliga a todos los cristianos que han cumplido siete años. En día de ayuno está prohibido mezclar carne y pescado en la misma comida. |
ALGUNOS RITOS ESPECIALES DEL AÑO LITÚRGICO
ALGUNOS RITOS ESPECIALES
DEL AÑO LITÚRGICO
DEL AÑO LITÚRGICO
Las Vigilias. - 2. Las Octavas. - 3. La cuatro Témporas. - 4. Las Rogativas. - 5. Las Procesiones. - 6. La Dedicación de una Iglesia - 7, 8 Y 9, La Bendición de las Candelas, de la Ceniza y de los Ramos. En el transcurso del Año Litúrgico celébranse ciertos ritos especiales que, aunque siguen el ritmo general del mismo y algunos hasta están inseparablemente unidos a ciertas fiestas, piden, sin embargo, un estadio aparte. Tales son, entre los principales: las Vigilias, las Octavas, las Cuatro Témporas, las Rogativas, las Procesiones y la Dedicación de las Iglesias, de los cuales vamos a dar aquí una ligera noticia. 1. Las Vigilias. -La Vigilia, como rito litúrgico, remóntase ciertamente a los tiempos apostólicos. Era una asamblea particular que celebraban los judíos recién convertidos, al anochecer del sábado, después de haber asistido a la general de la sinagoga, y que prolongaban hasta la madrugada del domingo. En ella cantaban salmos, leían las Escrituras, escuchaban la homilía del presidente, oraban en común, y, si asistía algún sacerdote, terminaban por la fracción del pan. Andando el tiempo, esta vigilia nocturna sabatino-dominical extendiéronla los cristianos al día aniversario de la muerte de los Mártires, dando origen, como ya hemos dicho, a sus fiestas litúrgicas. Por fin, se combinó con el oficio de Maitines, el cual la eliminó paulatinamente-, aunque sin confundirse entre sí, pues siguen siendo dos cosas distintas. Siendo el domingo, en su origen, la conmemoración semanal de la Resurrección del Señor, esta vigilia sabatino-dominical venía a ser como una preparación para el recibimiento del Salvador, quien para ellos resucitaba y aparecíaseles místicamente todos los domingos. Querían que el Señor los encontrase vigilando y orando, como Él mismo le había recomendado en distintas ocasiones. La Vigilia, para serlo de verdad, debía durar toda la noche, como lo indica el nombre griego de Pannuchis que le daban algunas veces. Prácticamente, empero, comenzaba al "canto del gallo", dejando un largo intervalo entre ella y las Vísperas o "Lucernario". Imitando a los cristianos, pero con miras de diversión y de placer los paganos y a veces los malos cristianos celebran también en las vísperas de ciertas fiestas más solemnes, sus vigilias, o mejor sus danzas nocturnas, de la que son vergonzosas reliquias los reveillons de nuestros días. Hoy las Vigilias son numerosas, pero las más antiguas y más clásicas que conserva la liturgia, son: la de Pascua, la de Pentecostés y las de los sábados de las Cuatro Témporas. En las dos primeras se administraba solemnemente el Bautismo, y en la de las Témporas de Adviento se hacían las Ordenaciones. De todas ellas hay reminiscencias hoy todavía en el Misal. La del Sábado Santo es la que representa más exactamente el tipo primitivo de la antigua Vigilia romana. Por lo mismo que los oficios se dejaban todos para la vigilia nocturna, el sábado era alitúrgico, y por lo tanto, el ayuno que comportaba la vigilia empezaba con las vísperas del Viernes. Con el tiempo, las Vigilias se anticiparon a todo el día anterior a la festividad, como ocurre hoy. Siempre llevaban consigo, además del oficio litúrgico correspondiente y de su Misa propia, el ayuno y la abstinencia, los cuales, en virtud de indultos generales o particulares, casi han desaparecido hoy por completo. 2. Las Octavas. Las Octavas son la prolongación litúrgica de ciertas fiestas más importantes. Una fiesta tan deseada y tan largamente preparada como Pascua, por ejemplo, pedía más de un día de celebración: suministraba temas de oración y de alegría para varios días. Lo mismo sucedió con la Epifanía, con Pentecostés, etc. Exagerando un tanto el entusiasmo, dióseles luego esa misma prolongación a otros misterios y hasta a ciertas fiestas de Santos, y hoy tenemos ya un número tal de Octavas que, en cierto modo, sofocan y ahogan el Calendario. Los cristianos aprendieron estos octavarios de los judíos, quienes, como consta por la Biblia, celebraban durante ocho días el aniversario de su salida de Egipto, el de la Dedicación del Templo, y, durante siete, la fiesta de los Tabernácu1os. La multiplicación de las Octavas ha dado lugar a una clasificación oficial de las mismas, en esta forma:
Las Cuatro Témporas están en uso en la Iglesia romana desde el siglo IV o V, y de ella pasaron poco a poco a las iglesias de otros países, hasta imponerse definitivamente. Son cuatro semanas, pero, no completas sino al estilo antiguo, dedicadas al ayuno, a la abstinencia y a la oración, con ocasión de las cuatro Estaciones del año, a saber: primavera, verano, otoño e invierno; para dar gracias a Dios por las cosechas recibidas, ofreciéndole las primicias, y para pedirle sus bendiciones sobre las venideras. Es una manera práctica de reconocer y adorar la Divina Providencia, de la que todas las criaturas estamos pendientes para recibir el alimento en los tiempos convenientes. Bien comprendidas y bien celebradas, bastarían ellas para curar al mundo del afán de lucro y de la excesiva ansiedad por la comida, por la bebida y por el vestido, que devora y saca de quicio a los mortales. Primitivamente sólo eran tres las Témporas: las del cuarto mes (verano), las del séptimo (otoño) y las del décimo (invierno), pues las del primero (primavera), las suplía el ayuno cuaresmal. Hay autores que demuestran con bastantes argumentos(1) que las Cuatro Témporas son la transformación de las fiestas, o mejor, de las ferias paganas (ferias de la sementera, de la cosecha y de la vendimia),celebradas en sus respectivas estaciones para granjearse el favor de los dioses. Los días consagrados por las Cuatro Témporas son: el miércoles, el viernes y el sábado, los únicos días, con el domingo, de la semana litúrgica primitiva. Los tres cuentan con Misa propia, adecuada a las circunstancias. La del miércoles tiene una profecía, además de la Epístola habitual; Y la del Sábado cinco. El Sábado está ahora destinado a las Ordenaciones mayores y menores, si bien antiguamente las del diácono y sacerdote se reservaban para las de diciembre. Por su carácter de penitencia, por su liturgia especial y por .los fines por los cuales han sido instituidas y se celebran, las Cuatro Témporas son como triduos de retiro espiritual al alcance de todos los cristianos. ¿Por qué el pueblo cristiano no las ha de aprovechar para renovar su fervor? Para recordar las fechas de las Cuatro Témporas, reténgase esta f:ase mnemotécnica:
Post Cen., Post Pen., Post Cru., Post. Lu.
que quiere decir, que caen: Después de Ceniza, después de Pentecostés, después de la Santa Cruz (que es el 14 de Septiembre) y después de Santa Lucía (el 13 de Diciembre). |
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LITURGIA SACRAMENTAL
LITURGIA SACRAMENTAL
1. Iniciación cristiana. 2. El Catecumenado. 3. Rito del Bautismo.
4. Rito de la Confirmación. 5. Rito de la Comunión. 3. Fiestas de precepto.
1. El oficio divino. 2. Días litúrgicos. 3. Fiestas de precepto.
1. El oficio divino. 2. Días litúrgicos. 3. Fiestas de precepto.
4. Misa de precepto. 5. Abstinencia y ayunos.
4. Rito de la Confirmación. 5. Rito de la Comunión. 3. Fiestas de precepto.
1. El oficio divino. 2. Días litúrgicos. 3. Fiestas de precepto.
1. El oficio divino. 2. Días litúrgicos. 3. Fiestas de precepto.
4. Misa de precepto. 5. Abstinencia y ayunos.
1. Iniciación cristiana.
Los Sacramentos son signos sensibles instituidos por Jesucristo para damos la gracia. Producen la gracia, ex opere operato, o sea, por los méritos de Cristo, y no por la santidad del ministro.
El hombre se inicia en la vida cristiana por el Sacramento del Bautismo, que es un Sacramento por el cual nos hacemos cristianos e hijos de Dios. En los primeros siglos de la Iglesia, el Bautismo se administraba en las vigilias de Pascua y Pentecostés, recibiendo a continuación los adultos la Confirmación y la Eucaristía. Con la recepción de estos Sacramentos entraban los catecúmenos, solemne y oficialmente en la Iglesia y terminaba el período de iniciación cristiana.
2. El Catecumenado.
El Catecumenado era un estado al que pertenecían los convertidos a la religión católica, mientras se instruían en las verdades de la fe y se ejercitaban en la práctica de los deberes cristianos.
Estos convertidos se llamaban catecúmenos; eran considerados como cristianos y podían permanecer en ese estado el tiempo que quisiesen. Cuando pedían el Bautismo, si el Obispo los consideraba dignos, se inscribían sus nombres en el libro de los Competentes, al principio de la Cuaresma, y durante este tiempo eran sometidos diversas pruebas y, en días fijos, a distintas ceremonias que constituían el Rito del Bautismo en la disciplina antigua.
3. RITO DEL BAUTISMO
El rito del Bautismo comprende, en un solo acto, las distintas ceremonias con las cuales se administraba en la antigüedad el Bautismo en diversos días.
Sólo nos referimos al rito del Bautismo de párvulos, o sea de los que no han llegado al uso de la razón y parara mayor inteligencia, lo dividiremos en tres partes:
Ceremonias fuera de la Iglesia.
Revestido el sacerdote de sobrepelliz y estola morada, sale al atrio de la Iglesia, donde le esperan los padrinos(1), llevando uno de ellos al infante sobre el brazo derecho. Informado del nombre
que se le ha de imponer, pregunta: ¿Qué pi des a la Iglesia de Dios? -La fe de Cristo contestan los padrinos en nombre del bautizado. La fe de Cristo, ¿ qué te dará? -La vida eterna -responden-. Después de un breve consejo, el sacerdote realiza las ceremonias siguientes:
Ceremonias dentro de la Iglesia.
Ya dentro de la iglesia el sacerdote reza con los padrinos el Credo y el Padrenuestro, y después de un nuevo exorcismo, toca con su saliva las orejas y nariz del bautizado, diciendo: Epheta, que significa abríos, para que en adelante oiga la voz de Dios y sature el ambiente con la fragancia de las virtudes cristianas(5). Exige, por tres veces, del infante, la renuncia de Satanás, de sus pompas y de sus obras, a la que los padrinos contestan en latín: Abtenuncio, que significa renuncio. Y como los atletas antes de bajar a la arena eran ungidos, le unge con el óleo (símbolo de la fortaleza) el pecho y las espaldas, con cuya virtud el cristiano debe salir victorioso en la lucha que diariamente ha de sostener contra sus enemigos.
En este momento el sacerdote cambia la estola morada por la blanca, en señal de alegría, y porque las ceremonias que siguen tenían lugar en la vigilia de la Pascua.
Ceremonias dentro del Baptisterio.
Antes de pro ceder el bautismo se exige al bautizado la profesión de su fe y se le pregunta si libremente quiere ser bautizado. Entonces el niño, sostenido únicamente por sus padrinos; recibe sobre su cabeza el agua bautismal(6) que el sacerdote derrama tres veces en forma de cruz, mientras pronuncia las palabras de la forma: N., yo te bautizo en el nombre del PaXdre, y del HiXjo, y del EspírituXSanto.
A continuación le unge la cabeza con el Santo Crisma para que, como consagrado al Señor, recuerde siempre la dignidad del cristiano; le viste una capita blanca, símbolo de la gracia santificante que ha recibido y debe conservar siempre y le entrega una vela encendida con la que pueda en el último día salir, cual las vírgenes prudentes, al encuentro del Esposo para celebrar con El las bodas eternas(7). Finalmente le despide con estas palabras: Anda en paz y que el Señor sea contigo.
4. RITO DE LA CONFIRMACIÓN
La Confirmación es un sacramento que da gracia y fortaleza para confesar la fe. Puede recibirse el sacramento de la Confirmación desde el momento que el niño está bautiza do, pero la Iglesia manda que no sea el niño confirmado hasta que tenga uso de razón y esté iniciado en la doctrina cristiana.
El rito de la Confirmación comprende las siguientes ceremonias:
Ministro de la Confirmación es el Obispo, pero en caso de urgencia a un enfermo, puede confirmar el Párroco.
5. RITO DE LA COMUNIÓN
La Eucaristía es el Sacramento que contiene real mente a Jesucristo, bajo las apariencias de pan y vino, para que sea alimento de nuestras almas.
Comunión es recibir a todo Cristo Dios y hombre verdadero, tan alto y poderoso como está en los cielos. La Comunión, tanto dentro como fuera de la Misa, la administra el sacerdote. Fuera de la Misa, revestido de sobrepelliz y estola blanca o del color del oficio del día, usa de las siguientes ceremonias:
Advertencias a los comulgantes.
Hay obligación de comulgar todos los años por Pascua de Resurrección. El precepto de comulgar empieza cuando se llega al uso de razón, sobre los siete años. Después de hacer la Primera Comunión, los niños deben seguir estudiando Catecismo, hasta tener conocimiento completo de la doctrina cristiana.
La Iglesia desea que los fieles comulguen con frecuencia.. Para ello sólo se. necesita: a) estar en gracia de Dios, y b) recta intención. La rectitud de intención consiste en que el aquel que comulga no lo haga por rutina, vanidad o fines terrenos, sino por agradar a Dios, unirse más a El por amor y aplicar esta medicina a sus debilidades y defectos.
La Primera Comunión.
Aunque no tiene ceremonias especiales, debe revestirse de gran solemnidad. Los padres, sacerdotes y maestros han de esmerarse en preparar bien a los niños. Suele hacerse en el mismo día la renovación de las promesas del bautismo. En los días que preceden a la Comunión los pensamientos del niño deben ir a Dios. No se les distraiga con la excesiva preocupación del vestido y de otros adornos.
La Comunión de los enfermos.
La Iglesia ha te nido siempre especial cuidado de confortar y alimentar a sus hijos enfermos con la Sagrada Comunión. Durante el trayecto, el sacerdote reza el salmo Miserere. Llegando a la casa, saluda con las palabras: Paz en esta casa, y rocía la habitación del enfermo con agua bendita.
Si la Comunión se da por devoción se siguen las mis mas ceremonias dichas para la Comunión en la Iglesia.
El Viático
Es la Comunión recibida por un enfermo en peligro de muerte. Entre sus ceremonias hay tres muy edificantes:
Preparativos en la habitación del enfermo.
Ordena el Ritual que la habitación del enfermo esté limpia y, en cuanto sea dado, adornada.
Se preparará una mesita cubierta con un mantel blanco; sobre ella una cruz, dos candelabros y un vasito con agua para purificarse los dedos el sacerdote. Esta debe ser echada después al fuego o a tierra. También debe tenerse prevenido un mantel blanco para extenderlo sobre el pecho del enfermo al tiempo de comulgar. |
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RITO DE LA SANTA MISA
RITO DE LA SANTA MISA
1. Antemisa. 2. Misa de los Catecúmenos: La preparación. 3. La instrucción. 4. Misa de los fieles: el Ofertorio. 5. La Consagración: Prefacio, Sanctus y Benedictus. 6. Canon.
7. La Comunión. 8. Acción de gracias. 9. Conclusión. 10. Misa solemne. 11. Fines de la Misa.
7. La Comunión. 8. Acción de gracias. 9. Conclusión. 10. Misa solemne. 11. Fines de la Misa.
1. Antemisa.
Las preces que el celebrante reza ante las gradas del altar forman la Antemisa, porque hasta el siglo XIII no se incluyeron en la Misa, pues anteriormente el sacerdote las rezaba si quería y donde quería. Son oraciones preparatorias al Santo Sacrificio.
Comienza el sacerdote haciendo la señal de la Cruz y alterna a continuación con los ministros y fieles el salmo 42, "Júzgame, oh Señor..." , en el que muestra sus deseos de acercarse al altar. Y para hacerlo más dignamente, sacerdote y fieles rezan el Confiteor implorando el perdón de sus leves faltas. Después de unos versículos, saturados de humildad y confianza, sube al altar pidiendo la pureza de espíritu para comenzar el Santo Sacrificio y besa el ara, donde están las reliquias de los Santos, por cuyos méritos espera alcanzar el perdón de sus pecados.
2. Misa de tos Catecúmenos: La preparación.
Con el Introito comenzaba antiguamente la Misa. Por ello el sacerdote se signa. Se entonaba mientras el celebrante, acompañado del cortejo de ministros, se dirigía desde la sacristía al altar. Hoy se lee en la parte de la epístola y consta de una antífona, un versículo del salmo, que antes se cantaba entero, el Gloria Patri y la repetición de la antífona.
Los Kyries son invocaciones, de origen griego, en honor de la Santísima Trinidad. Es una oración por los catecúmenos, en forma de letanía, que recuerda las súplicas que el Divino Maestro oyó repetidas veces. El himno Gloria in excelsis; o doxología mayor, es una admirable profesión de fe en honor de la Santísima Trinidad. Recuerda el cántico de los ángeles en el portal de Belén. Por eso, al principio, sólo se cantaba en la Misa de Nochebuena. Sigue la salutación Dominus vobiscum y la oración propia del oficio del día la que el celebrante dice en plural en nombre de todos los fieles. Se llama Colecta, que significa reunida. porque el sacerdote, reunida ya la comunidad, recopilaba sus peticiones. El Introito y la Colecta son partes variables de la Misa; los Kyries se dicen siempre, y el Gloria se suprime en las Misas de Adviento, Cuaresma y Témporas.
3. La instrucción.
Es la parte principal de la Misa de los Catecúmenos. A ejemplo de la Sinagoga y del mismo Cristo en la última Cena, la Iglesia ha señalado una parte principal en el Santo Sacrificio a la instrucción de
los fieles. La Epístola es una lección de las Cartas de los Apóstoles o de un libro del Antiguo Testamento; el Gradual es un fragmento de los salmos. Se le denominó así porque se cantaba en las gradas del ambón; el Aleluya, su -complemento, es un canto de alegría y alabanza que entonaba todo el pueblo. En las Misas de penitencia y luto es sustituido por el Tracto. En algunas Misas se añade un himno llamado Secuencia. El Evangelio es la palabra de Dios. Por ello se escucha de pie y lo besa el sacerdote, al terminar, revistiendo mayor solemnidad en las Misas cantadas. La Homilía es la explicación del Evangelio. El Credo, que se reza o canta a continuación, es la profesión de nuestra fe, terminado el cual eran despedidos los catecúmenos.
4. Misa de los fieles: el Ofertorio.
El celebrante da principio a la Misa de los Fieles con la salutación Dominus vobiscum, y luego invita a los asistentes a que oren, diciendo: Oremus.
Lee a continuación el Ofertorio, que es un versículo del salmo que se cantaba mientras los fieles presentaban sus ofrendas. Sigue el ofrecimiento de la hostia que se va a consagrar, colocada sobre la patena, la que deposita sobre los corporales, haciendo antes con ella la señal de la Cruz. Pone vino en el Cáliz, mezclándole unas gotitas de agua, rito que observó Cristo en la ultima Cena. Simbólicamente significa la unión de los fieles (agua) con Cristo (vino), formando su cuerpo místico. Al ofrecimiento del vino sigue el ofrecimiento que hace, profundamente inclinado, de sí mismo y de los asistentes, y extendiendo y levantando las manos bendice las ofrendas, pidiendo al mismo tiempo al Espíritu Santo que descienda y bendiga el sacrificio preparado a su Santo Nombre. El lavabo, necesario cuando se recibían las ofrendas de los fieles, simboliza hoy la pureza con que se debe acercar al sacrificio. Complementb de los anteriores ofrecimientos es el que hace el sacerdote, inclinado en medio del altar, a la Santísima Trinidad; invita a los fieles a orar: Orate, fratres, y lee las oraciones secretas (porque se dicen en voz baja), que varían con el oficio del día y se corresponden con las Colectas.
5. La Consagración: Prefacio, Sanctus y Benedictus.
El sacerdote, para elevar el espíritu de los fieles, entona el Prefacio, himno de acción de gracias que termina con una alabanza a Dios, Uno y Trino: Santo, Santo, Santo, cántico de los ángeles en el cielo, y el Benedictus, con que fue aclamado Jesucristo al hacer su entrada. triunfal en Jerusalén.
6. Canon.
El Canon es 1a parte principal e invariable de la Misa, la más antigua y tradicional, porque recoge toda la piedad y tradiciones veneradas, y sus oraciones están impregnadas de un alto sentido teológico.
En el Canon el celebrante pide a Dios que acepte los dones ofrecidos, y ruega en el Memento de vivos por la Iglesia militante y especialmente por todos los presentes y por aquellos por quienes ofrece el Sacrificio: se une a la Iglesia triunfante para que interceda ante el trono del Altísimo. El sacerdote deja de hablar en nombre propio. Relata la última Cena de Cristo, y pronuncia las palabras de la Consagración: «Este es mi cuerpo. Esta es mi sangre». Ya no hay pan ni vino, sino que se han convertido en el cuerpo y sangre de nuestro adorable Salvador. Adora la Hostia consagrada y después la levanta en alto, mostrándola a los asistentes para que la adoren. Igualmente procede con el cáliz. Ofrece a continuación a la Majestad Divina la Víctima pura, santa e inmaculada, y ruega la acepte como los sacrificios de la Antigua Ley. Pide por la Iglesia purgante en el Memento de difuntos y también por nosotros pecadores a fin de merecer la bienaventuranza eterna, y termina el Canon con una pequeña elevación del Cáliz con la Hostia.
7. La Comunión.
Comienza esta parte de la Misa con la oración dominical, el Pater noster, que el celebrante reza en voz alta. Sigue la fracción de la Hostia, a semejanza de Cristo, que «partió el pan» en la Cena, y, golpeándose el pecho, repite tres veces el Agnus Dei para implorar del Cordero inmaculado la misericordia y la paz.
A continuación reza tres oraciones preparatorias para la Comunión y, pronunciadas las palabras del Centurión : Señor, yo no soy digno..., comulga bajo las dos especies. Los fieles que con el sacerdote han ofrecido el sacrificio, deben participar de sus frutos y, por ello, comulgar en este momento, como lo requiere la naturaleza del sacrificio y lo desea la Iglesia.
8. Acción de gracias.
Terminada la Comunión, el sacerdote purifica sus dedos y el cáliz, primero con vino y luego con vino y agua, mientras reza dos oraciones, y bebe estas abluciones. Lee la antífona llamada Communio, variable según la solemnidad, resto del salmo que cantaban los fieles durante la Comunión.
Después del saludo ritual, en medio del altar, vuelve al lado de la Epístola y reza la oración Postcomstcommunio, a la que pueden seguir otras que constituyen la acción de gracias por la comunión; terminando la Misa de los Fieles con el saludo, desde el medio del altar, y despedida con la frase Ite, Missa est.
9. Conclusión.
Posteriormente se añadió la oración de acción de gracias a la Santísima Trinidad que el sacerdote reza profundamente inclinado en medio del altar; la bendición que en un principio sólo daban los Obispos, y la lectura del último Evangelio, el principio del de San Juan. Las preces, que, arrodillado, alterna con los fieles, fueron mandadas por León XIII, a las que Pío X añadió la triple invocación al Corazón de Jesús.
10. Misa solemne.
Al sacerdote celebrante le asisten el Diácono y Subdiácono, que hacen de Ministros y cantan el Evangelio y la Epístola respectivamente. En la Misa solemne hay incensación. El incienso representa la oración. Como los vapores de incienso oloroso suben a lo alto, así deseamos que nuestras oraciones suban al trono de Dios y le agraden cual suave aroma.
11. Fines de la Misa.
Cuatro son los fines por los que puede aplicarse la Misa: Latréutico, eucarístico, impetratorio y propiciatorio, y corresponden a cuatro obligaciones que tenemos con el Señor.
La Misa aprovecha en primer lugar a la persona por quien se ofrece. Desde muy antiguo existe la costumbre de dar una limosna al Sacerdote para que aplique la Misa a determinada intención. Tal limosna no es el precio de la Misa, sino estipendio al Sacerdote para ayuda de la vida. La Misa se puede aplicar por todos los vivos y por las almas del purga torio. Pero por excomulgados vitandos sólo se puede aplicar la Misa privada rogando por su conversión.
Aprovecha también al Sacerdote celebrante, a los fieles que asisten y a toda la Iglesia. Ce manera especial, por modo de sufragio, aprovecha a los fieles difuntos. Sólo a Dios se ofrece la Misa, pero sirve también para glorificar a los Santos, por lo que se ponen sus imágenes en los altares, son invocados en las oraciones de la Misa y damos gracias a Dios por los triunfos y méritos que alcanzaron en vida y por la gloria que en el cielo disfrutan. |
LITURGIA SACRIFICIAL
LITURGIA SACRIFICIAL
1. Noción de sacrificio. 2. El sacrificio en la religión cristiana.
3. El sacrificio de la Misa. 4. Origen de la Misa. 5. Partes de la Misa.
3. El sacrificio de la Misa. 4. Origen de la Misa. 5. Partes de la Misa.
1. Noción de sacrificio.
Sacrificio etimológicamente viene del verbo latino sacrificare, y significa hacer una cosa sagrada. En sentido lato, con la palabra sacrificio entendemos toda oblación o renuncia hecha por amor a otra persona. Un hijo renuncia a su posición o a su carrera por no separarse de sus padres, y decimos que se sacrifica por ellos.
En sentido estricto, sacrificio es la oblación y destrucción de una cosa sensible hecha con el fin de honrar a Dios como Supremo Señor. La cosa que ofrecemos nos representa a nos otros, y la destruimos para indicar que Dios tiene derecho a nuestra vida, que así como nos la ha dado puede quitárnosla, porque es el Soberano Señor. Tal oblación y destrucción es una verdadera adoración, y por tanto, sacrificio. Así lo hizo ya Abel en los primeros días del mundo, ofreciendo y dando muerte a los mejores corderos de su rebaño. El sacrificio es tan antiguo como el hombre, y lo encontramos en todas las religiones y en todos los pueblos como el acto más esencial del culto. En la religión mosaica había varias clases de sacrificios ordenados por el mismo Dios.
2. El sacrificio en la religión cristiana.
También la religión cristiana tiene su sacrificio: la Santa Misa, es esencialmente el mismo sacrificio de la Cruz, porque el Ministro y la Víctima son los mismos en uno y otro. Este sacrificio es único y supera en valor, infinitamente, a los sacrificios antiguos.
3. El sacrificio de la Misa
La Misa es la renovación del Sacrificio de la Cruz, el sacrificio de la Nueva Ley en el que Jesucristo, por manos del sacerdote, ofrece a Dios de modo incruento su Cuerpo y Sangre bajo las especies de pan y vino.
En la ley judía se ofrecían tres clases de sacrificios. De animales (ovejas, corderos, toros, palomas, etc.), de frutos de la tierra (espigas, trigo, pan, incienso, aromas y perfumes) y de líquidos (vino, aceite y libaciones). También se distinguían los sacrificios por el modo de ofrecer los. Holocausto era el principal y más usado de los sacrificios; se ofrecía quemando toda la víctima, excepto la cabeza en los animales. Su finalidad era reconocer el dominio pleno y absoluto del Señor sobre todas las cosas. El sumo sacerdote ofrecía todos los días en holocausto un cordero por la mañana, al salir el sol, y otro a las tres de la tarde, figurando ya anticipadamente el sacrificio del altar y el del calvario. El sacrificio pacifico se ofrecía con doble finalidad; unas veces en acción de gracias y otras en propiciación para obtener algún beneficio del Señor. En el sacrificio pacífico se derramaba la sangre de la víctima alrededor del altar, pero no se quemaba toda la víctima, sino parte de ella la consumían el sacerdote y los que ofrecían el sacrificio; imagen muy manifiesta de la Sagrada Comunión. y los sacrificios de expiación se ofrecían para conseguir la misericordia del Señor, el perdón de los pecados y la purificación legal de las manchas contraídas. Todos los pueblos han reconocido la necesidad de ofrecer a Dios sacrificios, sobre todo para aplacarlo cuando, a causa de las grandes calamidades públicas (guerras, hambres, pestes), lo suponían imitado por los pecados de los hombres. Pero los gentiles han manchado los sacrificios con groseras supersticiones; unas veces han inmolado víctimas a falsas divinidades (al sol, la luna, los montes, los ídolos) y otras, en lugar de víctimas agradables al Señor, ofrecieron acciones indignas de la santidad de Dios y hasta el sacrificio de personas inocentes. San Pablo dice: «Lo que sacrifican los gentiles lo sacrifican a los demonios y no a Dios».(1. Cor. 10, 20). Los fenicios ofrecían al dios Moloc -ídolo de bronce con cabeza de toro- sacrificios de niños, que eran arrojados en su interior cuando estaba candente. Los pueblos de América, en la época del descubrimiento por los españoles, también eran muy dados a ofrecer víc timas humanas. En Méjico se ofrecía el corazón de las víctimas cuando aun estaban calientes.
Cristo ofreció verdadero sacrificio.
En verdad, el sacrificio de Cristo comenzó desde el momento de la Encarnación y duró toda su vida; sacrificó por nosotros la gloria del cielo, y sacrificó todas las comodidades de la tierra. «Las zorras tienen sus madrigueras, y el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza».
Pero el sacrificio estricto lo ofreció en la Cruz. El fue el sacerdote y la víctima,; se entregó quia ipse voluit, como lo atestigua el que los soldados y judíos cayeron por tierra al decir Jesús en el huerto Yo soy, y sin su permiso no lo hu bieran apresado. El sacrificio de Jesús fue de valor infinito, sirvió para pagar por todos los pecados, por el original y por los per sonales. San Juan Bautista, al ver a, Jesús, exclamó: Ecce Agnus Dei. He ahí el Cordero de Dios, el que quita los pe cados del mundo. (Joan. 1, 29.) Los méritos del sacrificio de la Cruz se aplican a los hom bres por los medios que el mismo Cristo estableció, que son la Santa Misa y los Sacramentos. El que no usa estos medios no puede salvarse, como el que no acude a la fuente, a pesar de que ésta le brinde sus aguas frescas y cristalinas, no puede mitigar su sed. Jesús en la última cena estableció no sólo el Sacramento de la Eucaristía, sino también el Sacrificio de la Misa y el Sacerdocio Católico para que se renueven los augustos misterios hasta la consumación de los siglos.
El sacrificio de la Misa y el de la Cruz.
El sacrificio de la Misa es el mismo que el de la Cruz, pues en ambos uno mismo, Jesucristo, es el sacerdote y la víctima. Solamente se diferencia la manera de ofrecerse; la oblación en la Cruz fue cruenta, con derramamiento de sangre, mientras que en la Misa Jesús es ofrecido de manera incruenta, sin padecimiento ni dolor. En la Cruz Jesús se ofreció para redimirnos, y en la Misa se ofrece para aplicarnos los frutos de la redención. Jesucristo, ofreciéndose diariamente a su Padre Celestial sobre los altares cristianos, esparcidos por las cinco partes del mundo, renueva innumerables veces el sacrificio que ofreció en la Cruz aplicándonos el fruto copioso de la redención.
Utensilios de la Misa.
Para la Misa se ponen tres manteles en el altar, un crucifijo y, por lo menos, dos velas de cera. Sobre el altar se pone también el Misal y las Sacras, que son tres cuadros con oraciones que dice el Sacerdote.
Corporales son los lienzos blancos que se colocan sobre el altar para depositar el cáliz y la hostia. Cubrecáliz es el paño del mismo color de la casulla, que se pone sobre el cáliz. Vinajeras son los vasos pequeños en que se saca agua y vino para la. Misa. En la Misa se usan también el cáliz y la patena, vasos sagrados, que deben ser de metal precioso, como antes dijimos.
4. Origen de la Misa.
La última Cena fue la prime ra Misa, celebrada por el mismo Cristo. En ella se distin guen dos partes esenciales: Consagración y Comunión; y otras secundarias: lavatorio de pies como purificación, instrucción y canto de salmos.
Los Apóstoles y los primeros cristianos se reunían los domingos (1 Cort., XVI, 2) Y después con más frecuencia para celebrar la fracción del pan, como entonces se lla maba a la Misa. Sólo una cosa era común a todas estas reuniones: el pasaje de la Cena. Lo demás lo confiaba el Pontífice a la impresión de su piedad. Este fue el origen de determina dos ritos en cada iglesia. El desarrollo de la Misa actual es obra de los ocho pri meros siglos, alcanzando su formato definitivo en el si glo XVI con San Pío V.
5. Partes de la Misa.
En los primeros siglos, las re uniones constaban de dos partes fundamentales: a la pri mera, que era de catequesis o instrucción, asistían incluso los que se preparaban para recibir el Bautismo y los penitentes públicos, y la llamamos Misa de los Catecúmeno; a la segunda solamente asistían los bautizados, por lo que recibe actualmente el nombre de Misa de los fieles.
Como posteriormente se han añadido otras preces al principio y al final, podemos dividir la Misa en cuatro par tes. según se detalla en el siguiente cuadro sinóptico:
CUADRO SINÓPTICO DE LA SANTA MISA
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ELEMENTOS MUSICALES Y LITERARIOS DE LA LITURGIA
ELEMENTOS MUSICALES Y LITERARIOS DE LA LITURGIA
1. Elementos musicales. El canto. 2. Elementos literarios. 3. El latín
es la lengua oficial de la Iglesia. 4.El latín, lengua litúrgica.
5. Ventajas del latín. 6. La pronunciación del latín. 7. Las Bellas Artes.
es la lengua oficial de la Iglesia. 4.El latín, lengua litúrgica.
5. Ventajas del latín. 6. La pronunciación del latín. 7. Las Bellas Artes.
1. Elementos musicales. El canto.
El canto en la Liturgia no es elemento meramente decorativo como la pintura, sino que «es parte integrante de la Liturgia solemne». (Pío X. «Motu proprio», 22-XII-I903). El canto litúrgico es la plegaria solemne de la Iglesia, ya que no hay acto solemne litúrgicamente que no sea cantado. Si forma parte de la Liturgia, «tiene el mismo fin» (Pío X).
La Iglesia es la única que puede legislar en materia litúrgica: «luego a ella corresponde legislar en canto litúrgico». («Divini cultus sanctitatem», Pío XI.). Por el canto litúrgico nos unimos a la Iglesia triunfante: cum angelis et archangelis, etc.., del Prefacio. El canto gregoriano es el canto propio de la Iglesia (Pío X, ibíd.); «ha sido restablecido felizmente a su pureza e integridad por estudios recentísimos». Es modelo acabado de música religiosa y a él deben ir a buscar inspiración los compositores de música sagrada» (Pío X). Pero «La Iglesia ha reconocido y fomentado en todo tiempo los progresos de las artes, admitiendo en el servicio del culto cuanto en el decurso de los siglos supo el genio hallar de bueno y bello, salva siempre las leyes litúrgicas» (Pío X). La música profana no debe oírse en la Iglesia de Dios. El canto se encuentra en todos los pueblos de la tierra, ya que es la manera más natural para el hombre de expresar los sentimientos de su alma. El canto es esencialmente religioso, y todas las religiones lo han utilizado para el culto divino. «La religión y la música son dos hermanas gemelas, que descendieron un día del cielo y no han sabido separarse» (Bougaud). «El canto es la lengua de los ángeles» (Durando). Así como no hay pueblo sin religión, así tampoco sin cantos religioso Al acto sacrifical de los pueblos primitivos y salvajes acompaña siempre el canto y muchas veces la danza; hasta el punto de que muchos autores sostienen que tanto uno como otra reconocen origen religioso. Los hebreos apenas constituyeron nación, cuando por medio de cánticos comenzaron a entonar las alabanzas del Señor. Conocidos son los cánticos de Moisés, de Dévora, del real Profeta, y de Judit. David no sólo compuso la mayor parte de los salmos, sino que hizo reunir en el templo coros de músicos y cantores para el culto divino; Salomón siguió la costumbre de su padre, y Esdras la restableció al regresar del cautiverio de Babilonia. En el Nuevo Testamento tenemos el himno de Zacarías: «Benedictus Dominus, Deus Israel...» y el de la Virgen Santísima: «Magnificat anima mea Dominum...»; y el Evangelio nos dice que Jesús Himno dicto, después de cantar el himno, salió con sus discípulos al monte a orar. La Iglesia ya en sus primeros tiempos usó el canto. San Pablo: «Exhortaos unos a otros, con salmos, con himnos y cánticos espirituales» (Eph. VI-9). Informando Plinio a Trajano sobre las costumbres de los primeros cristianos, le dice: «Se reúnen los domingos para cantar himnos a Jesucristo como a un Dios». Cavagna escribe: «los cantos litúrgicos florecieron en torno del sacrificio eucarístico, el cual iba precedido y seguido del canto». Vivamente desea a Iglesia que los cristianos de hoy, a semejanza de los antiguos, participen en la liturgia solemne por el canto. «Porque si esto felizmente sucede, no habrá que lamentar ese triste espectáculo en que el pueblo nada responde o apenas responde con un murmullo bajo y confuso a las oraciones más comunes expresadas en lengua litúrgica y hasta en lengua vulgar (Pío XI). Es necesario que los fieles, para poder cumplir estos deseos de la Santa Sede, se presten a ensayar cuando en su parroquia, colegio, asociación, etc., para ello se les requiera.
2. Elementos literarios.
La oración es natural al hombre, pues aun cuando por triste herencia del pecado original es orgulloso y soberbio, no puede menos de reconocer su pequeñez y su impotencia para dominar las fuerzas de la naturaleza.
Por eso, en todos los siglos y bajo todos los climas, los hombres han levantado las manos al cielo, implorando la protección de lo alto. El hombre siente la necesidad de ponerse en comunicación con Dios, de alabarle por sus infinitas perfecciones, de mostrarle gratitud por sus beneficios y de implorar su protección y ayuda en los momentos de apuro. y tiende a expresar bellamente sus sentimientos piadosos. Todos los pueblos así como tienen su literatura propia, tienen su literatura religiosa. Ella sirve ora para ensalzar los grandes acontecimientos religiosos, ora también para la comunicación oficial -litúrgica- entre el pueblo, representado por sus sacerdotes y la divinidad. Los Salmos. - «La primacía de la literatura religiosa toca al pueblo hebreo: elegido por Dios para preparar la plebe cristiana, el pueblo hebreo tenía una vasta y maravillosa literatura religiosa, en la Biblia en general, y especial mente en los Salmos. Los Salmos son una parte importante de la Biblia y en ciertos aspectos un compendio de la misma; ellos fueron la conmovedora oración del pueblo escogido, y con la venida del Cristianismo, son la oración de la Iglesia. Los ciento cincuenta Salmos forman parte del Oficio que el Clero reza todas las semanas; también toman parte los Salmos en la Liturgia de la Santa Misa. Algunos Salmos son mesiánicos, es decir, que ya en profecía contienen rasgos de la vida de Cristo, el verdadero Mesías, salvador del mundo. Otros Salmos son históricos; narran los hechos principales del pueblo judío. Algunos son morales; en ellos se ensalza la protección que Dios concede a los que viven en su santo temor; y se amenaza con duros castigos a los que se separan de la ley del Señor. Otros, por último, son verdaderas plegarias; en ellos se implora la misericordia de Dios y el perdón de los pecados. También usa la Liturgia algunos cantos tomados de la Biblia, como el cántico de Moisés, el de los tres jóvenes en el horno, el de Zacarías y el «Magnificat» de la Santísima Virgen. San Ambrosio, Arzobispo de Milán, compuso numerosos himnos latinos. A él, juntamente con San Agustín, se atribuye el Te-Deum, poema épico de sublime belleza. Y entre los poetas latinos autores de himnos diversos, re cogidos en la Liturgia descuella el zaragozano Prudencio (Aurelio Clemente 348-410). En las lecciones del Oficio Divino, que el clero reza, hay distribuidas por todo el año litúrgico páginas hermosas de literatura latina. Unas lecciones están tomadas de la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, otras son comentarios de los Padres y Doctores de la Iglesia, y otras tienen carácter histórico, versando sobre el misterio del día, o haciendo un elogio breve de la vida del Santo que se celebra. La Escritura es la ley divina que debemos cumplir; los comentarios de los Santos Padres son la explicación de la ley, y la vida del Santo es un ejemplo práctico que nos anima a cumplir lo que la ley manda.
3. El latín es la lengua oficial de la Iglesia.
La Iglesia lo emplea en los Divinos Oficios para conservar mejor la unidad de fe pues como las lenguas vivas cambian de continuo, su uso podría introducir alteraciones en la Liturgia y en los ritos de los sacramentos.
Además, usando la misma lengua en los países más diversos; brilla la catolicidad de la Iglesia. En ningún templo católico puede sentirse extraño un hijo de la Iglesia, porque en todas partes se celebran los mismos oficios, interpretados con las mismas palabras.
4. El latín, lengua litúrgica.
Los libros litúrgicos están escritos en la lengua oficial de la Iglesia, o sea en latín, que es, desde el siglo III o principios del IV, la única lengua litúrgica de todo el Occidente. Los pocos vocablos griegos (el" Kyrie eléison", de la Misa y de las Letanías, y el trisagio "Ágios o Theos" del Viernes Santo), y hebreos ("amen" "alleluia" "hosanna" "sabaoth") que todavía se emplean en la Liturgia romana, son restos de las primitivas lenguas litúrgicas y un indicio bien claro de la unidad de la Iglesia de Cristo, a la que sucesivamente se fueron incorporando judíos, griegos y romanos.
En los orígenes del cristianismo celebrábase la Liturgia en lengua vulgar, siguiendo en esto el ejemplo de Jesucristo y de los Apóstoles, que usaban el arameo, por ser entonces entra sus compatriotas, el idioma popular. "Los cristianos griegos -dice a este propósito Orígenes- ruegan a Dios en griego; los romanos se sirven de la lengua latina; los demás pueblos le dicen sus alabanzas cada cual en su propio idioma". No obstante esta diversidad de lenguas litúrgicas primitivas, el griego, que era a la sazón el idioma más conocido y popular, dominó en seguida a todos los demás, de modo que, hasta la paz de Constantino (313) fue prácticamente la lengua oficial de la Iglesia. A partir de esa época, empero, la influencia de Roma empezó a ser ya decisiva en las naciones cristianas de Occidente, y su lengua, que era ya conocida en todas ellas y usada con frecuencia por los hombres cultos, se impuso en seguida como idioma universal. De esta suerte, el griego cedió su lugar en la Iglesia al latín, el cual quedó en adelante como lengua litúrgica oficial. Las Liturgias de Oriente usan desde muy antiguo, según las regiones: el griego, el armenio, el sirio, el etíope y el eslavo, que son las lenguas vulgares de esos mismos pueblos. Paulo V concedió a los jesuitas establecidos en China el uso litúrgico de la lengua del país; León XIII permitió el glagolito a los croatas y montenegrinos, que lo venían usando hasta el año 1868; y Benedicto XV consintió que la nueva República checoeslovaca lo empleara igualmente en ciertas solemnidades y en determinados altares.
5. Ventajas del latín.
El uso del latín, como única lengua litúrgica de Occidente, ofrece varias y muy apreciables ventajas, contra algún pequeño inconveniente.
Las ventajas son:
Es bien obvio que la unidad y universalidad del latín ha salvaguardado en la Iglesia Romana la unidad e ir mutabilidad de la fe, tanto como en las iglesias protestantes ha sido fuente de discordias y discrepancias la adaptación periódica del Libro de Oraciones al lenguaje de la época. Gracias a la lengua única, nuestra fe es proclamada siempre y dondequiera con las mismas f6rmulas, las cuales nos han sido transmitidas desde los Apóstoles, de generación en generación. .
Gracias al latín, por otra parte, no existen propiamente, en la Iglesia Romana, liturgia ni templos extranjeros, como tampoco sacerdotes ni fieles advenedizos: todos nos sentimos dondequiera como en nuestra propia y parroquial iglesia. Para la liturgia no hay patria chica ni dialectos ni celos regionales. Todos somos hijos de una madre común, la Iglesia Romana, y todos hablamos u oímos la misma lengua materna, que, es el latín. La antigüedad y venerabilidad del latín y el ser hoy una lengua muerta, contribuye, finalmente, a revestir los ritos litúrgicos de cierta gravedad y misterioso misticismo, que los ponen al resguardo de la profanación y sarcasmo de los burladores de la Iglesia. A la vista están los comentarios picarescos que a veces provocan hoy ciertos cánticos y oraciones populares en la boca de los maliciosos. Contra estas indiscutibles ventajas sólo aducen los enemigos del latín, casi todos protestantes o afines a ellos, un inconveniente de bulto, a saber: que es ininteligible al común de los fieles. El inconveniente es cierto, pero no tan grave como a primera vista parece. No es tan grave como parece, por cuanto se ha remediado en gran parte con las traducciones y comentarios del Misal y del Breviario y de los ritos más usuales de la Liturgia; y además, porque para orar bien, no es absolutamente necesario -aunque sea muy conveniente- entender las fórmulas de oración que se usan, ya que es la Iglesia el órgano oficial de la alabanza y nosotros meros portavoces. Para bien orar, basta unir, a la adoración en espíritu y en verdad, la pronunciación y la presencia materiales.
6. La pronunciación del latín.
Asegurada la unidad de la lengua litúrgica por las grandes ventajas que reporta a la fe y a la piedad cristiana, la Iglesia se preocupa, sobre todo en estos últimos tiempos, de uniformar en lo posible hasta su pronunciación, para que así reine una más perfecta inteligencia entre los eclesiásticos de todos los países católicos. Y como no es fácil precisar ahora cuál es la verdadera y clásica pronunciación latina, la Iglesia ha manifestado deseos de que se adopte la romana, cuyas características, por lo mismo, es necesario conocer.
En el latín se pronuncian todas las palabras, y nunca se acentúa la última sílaba de las palabras. Las palabras de más de dos sílabas casi siempre llevan señalado el acento, como en español. Los diptongos ae, oe, se pronuncian e. Ejmplo: laetus, coelum, que se leen: Letus, celum. Suelen ecribirse formando una sola letra, en esta forma: . C, delante de e y de i y de los diptongos ae, oe, se pronuncia aproximadamente como tch. Ej.: pace patche, cibus=tchibus coelum=tchelum. Al duplicarse la c, se duplica también la t. Ejemplo: ecce=ettche. Ch se pronuncia k. Ej.: ohérubin=Kérubin, brachio=brakio. Ge, gi no tienen sonido equivalente en español; equivalen a dj francesas Ej.: ágimus=ádjimus, reges=redjes. Gue, gui se pronuncian güe, güi. Ej.: pinguedo=pingüedo, sanguis=sangüis. Gn equivale exactamente a ñ. Ej.: agnus=añus. H se pronuncia k en las palabras mihi, nihil y sus derivados. Ej.: mihi=mik7ci. J se pronuncia como y. Ej.: Jerusalem=Yerusalem, jejúnium=yeyunium. Ll suena como dos l. Ej.: ille=il-le, alleluia=al-leluia. Ph como f. Ej.: Joseph=Yosef, philosophia=filosofía. S, entre dos vocales suena algo más dulce que en español; T, en medio de dicción y seguirla de i y de otra vocal, se pronuncia ts, Ej.: laetitia=letitsia, gratia=gratsia. Pero se conserva el sonido de t cuando está precedida de s o de x. Ej.: ostium=ostium, mixtio=mixtio; y en las palabras Antiochia, y sus derivados. Sc Suena aroximadamente como ch francesa. Ej.: descendit=dechendit. Xc se parece a kch francesas. Ej.: excelsis=ekchelsis. Z al principio de la dicción, se pronuncia ds, pero suavizando la s. Ej.: Zachaeus=Dsakeus; y en medio de dicción, como ts. Ej.: N azareus=Natsareus. Esta pronunciación romana del latín tiene, para los de habla española, el ligero inconveniente de alterar los sonidos de algunas palabras, cuyo significado, por su gran parecido con el español, adivinan aún los que ignoran totalmente el latín. Así, por ejemplo, pronunciando reges, pace, coelum, etc. a la española. no hay nadie que no adivine su significado; mientras que pronunciándolas a la romana, el vulgo en seguida se desorienta. Pero es éste un inconveniente tan insignificante, que apenas merece tenerse en cuenta. Algunos gramáticos meticulosos se resisten a pronunciar el latín a la romana, pretextando que no es esa la verdadera pronunciación del lacio; mas conviene recuerden que lo que, por ahora se pretende es tan solo la unificación práctica de dicha pronunciación, no su restauración arqueológioa. Mientras ésta no llegue, bueno y conveniente será fomentar aquélla, siguiendo las directivas de Roma.
7. Las Bellas Artes.
También las Bellas Artes sirven a la religión para solemnizar el culto al Creador. «Las Bellas Artes ligadas a los pasos de la religión cristiana la reconocieron por su madre tan pronto como apareció en el mundo, dándole sus encantos terrestres a cambio de su divinidad; la música escribió sus cantos, la pintura la representó en sus dolorosos triunfos, la escultura se complació en soñar con ella sobre las tumbas y la arquitectura lee edificó templos sublimes y misteriosos como el pensamiento». (Chateaubriand).
La Iglesia ha protegido generosamente en todos los tiempos las artes y a los artistas; la música religiosa ha inventado y perfeccionado el órgano, llamado «rey de instrumentos»; las catedrales y monasterios encierran gran número de obras bellísimas de escultura, pintura y orfebrería, hasta el punto de que son verdaderos museos; y los mismos museos nacionales, aun los más famosos del mundo, la mayor parte de las joyas que atesoran y las más valiosas son de carácter religioso. Sublime tributo del arte y de la religión a la Belleza increada, al Autor de toda belleza. |
ELEMENTOS NATURALES DE LA LITURGIA
ELEMENTOS NATURALES DE LA LITURGIA
1. Elementos naturales. La luz y el agua. El pan y el vino. Los metales preciosos
y las flores. 2. Significación y uso de los elementos naturales en la Liturgia.
y las flores. 2. Significación y uso de los elementos naturales en la Liturgia.
La Liturgia toma los elementos que en la misma intervienen, unos de la naturaleza y otros de las bellas artes, especialmente de la música y de la literatura. Bien es cierto que otras bellas artes, como la escultura y la pintura, también le suministran elementos
1. Elementos naturales. La luz y el agua. El pan y el vino. Los metales preciosos y las flores.
La Liturgia, enamora da de Dios, llama en su ayuda a la naturaleza entera y a las 'bellas artes, para hacer más solemne el culto a la divinidad y para conmover más hondamente el corazón de los fieles y llevarlos hacia su Creador y Señor.
La creación entera, los mares y las montañas, los prados y los bosques, los animales terrestres y las aves, los cielos y la tierra, - forman un himno- a la sabiduría y al poder del Supremo Hacedor. El sublime canto «Benedicite omnia opera Domini, Domino», con que alabaron a Dios los tres jóvenes hebreos, al ser arrojados al horno de Babilonia, es una poética invitación a todos los seres a bendecir al Señor que los ha criado. El más precioso don que el Señor ha hecho al hombre es la luz. Pues la luz el hombre la consagra a Dios, haciéndola intervenir en los actos litúrgicos; sirve para iluminar los al tares y el templo, y es indispensable en la celebración de la Santa Misa. La vela encendida. y la lámpara son luz, imagen de la ver dad religiosa que Cristo trajo a la tierra y que por medio de la fe debe iluminar nuestras inteligencias, y son fuego, imagen del amor al Señor que debe abrasar nuestros corazones. Por esto en el Santo Bautismo se nos entregó una vela encendida. «La vida de los justos, dice el Sabio, es semejante a la luz que avanza y crece, hasta el día perfecto». (Prov. IV-18) La lámpara, que arde ante el sagrario, muestra a los fieles dónde está instalado en la tierra el trono del rey del cielo. Jesús, la sabiduría increada, tanto amó a las criaturas in sensibles que, al agua natural la elevó al rango de vehículo misterioso de la gracia, y la hizo materia del Sacramento del Bautismo; elemento indispensable para nuestra salvación. Dijo Jesús a Nicodemus: «El que no renazca por el agua, no puede entrar en el reino de los cielos». (S. Juan III-3) Recordemos también que el pan y el vino son la materia que en el Sacrificio de la Misa reciben el honor de convertir se en el cuerpo y sangre de N. S. Jesucristo; que el óleo y el bálsamo, consagrados por el Obispo, se usan para las unciones en el Santo Bautismo, en la Confirmación, en la Extremaunción y en la ordenación de sacerdotes. y el oro y la plata, y las flores y los perfumes sirven para ornato de nuestros altares y para testimoniar a Dios que le reconocemos por dueño y Señor de todas las cosas.
Significación y uso de los elemento naturales de la Liturgia
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