Si alguno me ama, observará mi palabra,
lo amará, y vendremos a él, y haremos en él nuestra morada. (Juan, 14, 23).
San Beda, apodado el Venerable, desde la
edad de siete años fue confiado a San Benito Biscopio para que él lo educara.
Fuera del tiempo del Oficio divino, plúgole siempre estudiar, enseñar o
escribir, dedicándose sobre todo a la composición de comentarios sobre las
Sagradas Escrituras. El día de su muerte, el niño que le servía de secretario
le recordó que aún le faltaba componer una frase para acabar su tratado sobre
el Evangelio de San Juan. Dictóla el santo y, terminada su obra, recitando el Gloria
Patri expiró. Corría el año 735.
I. No leas libros malos, ni siquiera inútiles;
éstos hacen perder el tiempo, aquellos inspiran impiedad o impureza. Quieres
aprender de ellos a hablar bien, y aprendes a vivir mal. Muchos libros hay en
los que aprenderás la ciencia y el talento unidos a la virtud. ¿No los lees?
Un mal libro es un tentador continuo, un demonio doméstico; échalo de tu casa; de lo
contrario él echará de ella la virtud.
II. Lee la vida de
los santos; al decirte lo que ellos han hecho, te enseñarán lo que tú debes
hacer. Te desafío a leer la vida de un santo sin experimentar el deseo de
llegar a ser tú mismo un santo. En fin, no dejes pasar ningún día sin hacer
alguna lectura espiritual: es el alimento de tu alma; hablas a Dios en la
oración. Él te habla en la lectura espiritual: escúchalo, y pon de
inmediato en práctica lo que hayas leído. Que tus lecturas o tus
oraciones sean continuas; ora dirígete a Dios, ora escucha su palabra. (San
Cipriano).
III. Lee a menudo en el libro de tu
conciencia. Todos los otros libros serán inútiles si no conoces éste. Estudia
tus inclinaciones, tus defectos, conócete a ti mismo. Este libro será
abierto el día del juicio; ¿podrás darlo a conocer sin temor? ¡Cuán pocos
hay que se conozcan a sí mismos! Mira en el examen de cada día, y en el examen
preparatorio a la confesión, las faltas que has cometido; trae a tu memoria
los años transcurridos, y borra con tus lágrimas los pecados escritos en
este libro de tu conciencia, no sea que se lo condene a ser quemado. Levántate
contra ti mismo en el tribunal de tu conciencia. (San Agustín).
La lectura espiritual Orad por vuestros enemigos. ORACIÓN
Oh Dios, que ilustráis a vuestra Iglesia por
la ciencia del bienaventurado Beda, vuestro confesor y doctor, conceded a
vuestros servidores ser siempre ilustrados por sus méritos. Por J. C. N. S. Amén.
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