28/II/+2019 SAN ROMÁN Y SAN LUPICINO, Abades

28 de febrero
SAN ROMÁN Y SAN LUPICINO, Abades

Haced penitencia, porque está cerca
el reino de los cielos 
,
(Mateo, 3,2).

   San Román se había retirado, con su hermano Lupicino, al monte Jura, para hacer penitencia. Fue allí tan cruelmente tentado y atormentado por el demonio, que abandonó el yermo para volver al mundo; mientras lo hacía dio en el camino con una dama venerable que lo exhortó a la perseverancia. Volvió sobre sus pasos, y permaneció en esa soledad durante el resto de su vida, atrayendo a ella a muchos santos varones. Murió hacia el año 460. Sobrevivióle su hermano unos 20 años.

MEDITACIÓN
SOBRE LA PENITENCIA

I. Haz penitencia; ¿acaso no eres un pecador? y ¿qué más necesario para un pecador que la penitencia? ¿Por qué diferirla de hoy a mañana? El reino de los cielos está cerca; acaso mueras pronto, y si no pagaste tus deudas, ¿qué harás? ¿Qué mortificaciones hiciste? Te quieres convencer de que se ha de dejar la penitencia para los que se metieron en un convento; y yo te digo que las personas de mundo la necesitan más que los religiosos, porque más caen en pecado.
   
II. Pero, ¿cómo hacer Penitencia? Has abandonado a Dios para amar a las creaturas; desásete de las creaturas para amar sólo a Dios. Castiga tu cuerpo con austeridades, pues ofendió a Dios con el pecado. No te engañes en esto, la penitencia debe afligirte; debe arrancarte, si es posible, suspiros del corazón y lágrimas de tus ojos, por no decir sangre, de tus venas.
   
III. Persevera en este áspero ejercicio hasta el fin de tu vida. Estuvo San Román a punto de perder el fruto de sus trabajos por no haber tenido coraje para atacar desde un principio, y vencer, las dificultades que encontraba en la penitencia. ¡Cuán agradables te resultarán esos esfuerzos y sufrimientos si de tiempo en tiempo consideras las espantosas austeridades de tantos insignes ermitaños, si piensas en lo que Jesucristo sufrió por ti! Busquemos hasta el fin de nuestra vida aquello que nos procurará felicidad sin fin. (San Euquerio).

La esperanza
 Orad por los peregrinos.

ORACIÓN
   Haced, Señor, que la intercesión de los santos Román y Lupicino, abades, nos haga agradables a Vuestra Majestad, y que obtengamos por sus oraciones las gracias que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.
   
*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo I, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

28/II/+2019 SAN HILARIO, Papa y Confesor

28 de febrero
SAN HILARIO, Papa y Confesor

SAN HILARIO, PAPA Y CONFESOR

   San Hilario nació en Cerdeña. Siendo diácono de Roma fue enviado en 449 por el Papa San León I al concilio de Éfeso en calidad de legado pontificio. Aquí se negó a firmar la deposición de San Flaviano, patriarca de Constantinopla. Temiendo las iras de sus adversarios, Hilario partió ocultamente, llevando consigo la apelación que Flaviano dirigía a San León, texto hallado en 1882 por Amelli en la Biblioteca Capitular de Novara. Ya en Italia, el enviado pontificio escribió a la emperatriz Pulqueria, informándole de lo ocurrido. Todavía diácono, despliega otra actividad muy distinta, de carácter litúrgico: encarga a un tal Victorio de Aquitania la composición de un Ciclo Pascual, donde se intenta fijar la verdadera fecha de la Pascua, punto sobre el que aún no estaban de acuerdo griegos y latinos. El mismo Hilario estudió previamente la cuestión; pero, para informarse de los escritos de aquellos, se valió de traducciones latinas, pues, según parece, no conocía bien el griego. Por lo demás, el cómputo de Victorio fue ley en la Galia hasta el siglo VIII.
   Hilario sucedió a San León en la Sede de San Pedro a fines de 461. Durante sus siete años de pontificado no ocurrieron acontecimientos de gran importancia para la Iglesia universal. El mérito del Santo consiste principalmente en la firme defensa de los derechos de la Iglesia en materia de disciplina y jurisdicción. Ya al año escaso de su consagración, como Pastor Supremo, tuvo que dirigirse a Leoncio, arzobispo de Arlés, pidiendo informes sobre la usurpación del episcopado narbonense, llevada a cabo por Hermes: el Papa se extraña de que, siendo el asunto de la incumbencia de Leoncio, éste no le haya escrito antes sobre el conflicto. Poco después, presente "numeroso concurso de obispos" reúne en Roma un concilio donde, por bien de la paz, se consiente dejar a Hermes en la sede narbonense, pero, para prevenir futuros abusos, se le priva del derecho de ordenar obispos, derecho que pasa a Constancio, prelado de Uzés. La resolución conciliar fue enviada el 3 de diciembre, año 462, a los obispos de la Galia meridional en una carta donde también se prescribe que, convocados por Leoncio, se reúnan cada año, a ser posible, todos los titulares de las provincias eclesiásticas a quienes se dirige el documento, o sea de Viena, Lyon, dos de Narbona y la Alpina: en tales asambleas se han de examinar costumbres y ordenaciones de obispos y eclesiásticos; si ocurren causas más importantes que no puedan "terminar", consulten a Roma.
   Asimismo tuvo que atender Hilario al asunto del arzobispo de Viena, Mamerto, que había consagrado ilegalmente a Marcelo como obispo de Díe. El Papa, manteniendo los principios legales y renunciando a imponer penas (supuesta la sumisión del acusado), remite la cuestión a Leoncio, a quien pertenecía en este caso el derecho de consagrar.
   Abusos semejantes, cometidos en España, fueron considerados en un concilio de 48 obispos que congregó el Papa en Santa María la Mayor (nov. del 465). En la carta referente a este sínodo, enviaba a los prelados de la provincia de Tarragona, que previamente habían consultado a Hilario, manda el Pontífice, entre otras cosas: 1.º Sin consentimiento del metropolitano tarraconense, Ascanio, no sea consagrado ningún obispo. 2.º Ningún prelado, dejando su propia iglesia, pase a otra. 3.º En cuanto a Ireneo, sea separado de la iglesia de Barcelona y retorne a la suya. 4.º A los obispos ya ordenados, los confirma el Papa, con tal que no tengan las irregularidades señaladas en el concilio.
Otro mérito de San Hilario fue el haber impedido la propaganda herética en Roma al macedoniano Filoteo, y esto a pesar del apoyo que encontró el hereje en el nuevo emperador de Occidente, Antemio.
   Tal rectitud de Hilario en lo tocante a la disciplina y a la fe, brota de lo que podríamos llamar norma de su vida y su gobierno: "En pro de la universal concordia de los sacerdotes del Señor, procuraré que nadie se atreva a buscar su propio interés, sino que todos se esfuercen en promover la causa de Cristo" (epist. Dilectioni meae, a Leoncio, ed. Thiel, 1,139).
   En cuanto a lo referente a la piedad personal y fomento del culto, señalemos que Hilario edificó, entre otros, dos oratorios en la basílica constantiniana de Letrán: el de San Juan Bautista y el de San Juan Evangelista. Otro, dedicado a la Santa Cruz, con ocho capillas, se alzaba al noroeste de aquél. El Papa profesaba especial devoción al santo Evangelista, pues a él atribuía el haberse salvado de los peligros que corrió en el Latrocinio de Éfeso: en señal de gratitud hizo grabar a la entrada del oratorio la siguiente inscripción: "A su libertador, el Beato Juan Evangelista, Hilario obispo, siervo de Dios". A este mismo Papa atribuye el Liber Pontificalis la construcción de un servicio de altar completo, destinado a las misas estacionales: un cáliz de oro para el Papa; 25 cálices de plata para los sacerdotes titulares que celebraban con él; 25 grandes vasos para recibir las oblaciones de vino presentadas por los fieles y 50 cálices ministeriales para distribuir la comunión. El servicio se depositaba en la iglesia de Letrán o en Santa María la Mayor, y el día de estación se transportaban los vasos sagrados a la iglesia donde iba a celebrarse la asamblea litúrgica. También levantó Hilario un monasterio dedicado a San Lorenzo, y cerca de él una casa de campo, probablemente residencia o "villa" papal con dos bibliotecas.
   Murió el Santo el 9 de febrero de 468. Fue enterrado en San Lorenzo extra muros. Largo tiempo se celebró su aniversario el 10 de septiembre, conforme a ciertos manuscritos jeronimianos; pero ya desde la edición de 1922 del Martirologio Romano, se trasladó su memoria al 28 de febrero.  

ORACIÓN
   Haced, Señor, que la intercesión de San Hilario, nos haga agradables a Vuestra Majestad, y que obtengamos por sus oraciones las gracias que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.

27/II/+2019 SAN LEANDRO, Obispo y Confesor

27 de febrero
SAN LEANDRO, Obispo y Confesor

Amarás al Señor Dios tuyo con todo tu coraz6n,
y con toda tu alma, y con toda tu mente.
(Mateo, 22, 37).
  

   De ordinario se representa a San Leandro teniendo en la mano un corazón envuelto en llamas, símbolo de su amor por Dios. Nombrado obispo de Sevilla, comunicó a su rebaño los ardores celestiales que consumían su alma, e ilustró a los arrianos con sus sabios escritos. Sus elocuentes predicaciones convirtieron a la fe a Recaredo, que fue el primer rey católico de España. Murió en el año 596.

MEDITACIÓN
SOBRE EL AMOR DE DIOS

I. Debes amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente; es decir, tus pensamientos, tus palabras, tus acciones deben ser para Él; has de pensar sólo en Él, vivir sólo por Él, desear lo sólo a Él. Si lo posees, posees todo; si lo pierdes, pierdes todo. ¿Qué has amado hasta este momento? No lo podrías pensar sin avergonzarte. ¡Oh Jesús! hazte conocer de los hombres y te amarán. Porque te conozco poco es que te amo poco. (San Agustín).
   
II. Ama a Dios más que a todas las cosas del mundo, pues Él excede infinitamente a todo lo que existe en el universo. Entra un poco en ti mismo; ¿tienes más amor por Dios que el que tienes por tus parientes, tus amigos, tus placeres, tus riquezas, tu felicidad? ¿Estás presto a perder todos esos bienes, y la vida misma antes que perder su amistad? Si note hallas en esta disposición, no amas a Dios; y aun que digas cien veces al día que lo amas de todo tu corazón, tus acciones desmentirían tus palabras. Ama al que es para ti todo la que existe de amable y de deseable. (San Bernardo).
   
III. ¿Quieres saber si amas a Dios? Mira si observas sus mandamientos. Jesucristo mismo nos dice: Aquél que conoce mis mandamientos y los observa, ése me ama. Quien obre de otro modo, injustamente se lisonjea de amar a Dios; ¡Jesucristo promete y da tan grandes recompensas a los que lo aman y obedecen, y uno ni siquiera se inquieta por ello!

El amor de Dios 
Orad por la paz
entre las naciones cristianas.

ORACIÓN
   Oh Dios todopoderoso, haced que esta augusta solemnidad del bienaventurado Leandro, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S.  Amén


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo I, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

27/II/+2019 SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA, Confesor

27 de febrero

SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA, Confesor



   San Gabriel de la Dolorosa, en el siglo Francesco Possenti, nació en Asís el 1 Marzo 1838 en una aristocrática y numerosa familia. Su padre, que era el governador del Estado Pontificio le dio una educación cultural y social muy completa. Las crónicas describen al Santo como un joven de buen aspecto, brillante en sociedad y muy culto.
   A los dieciocho años, a consecuencia de una visión donde la Virgen lo invitó a hacerse religioso, entró como novicio en el convento de los Pasionistas de Morrovalle (MC), y después de haber cumplido los estudio filosóficos en Pievetorina (MC) en el 1859 llegó a la Isla de el Gran Sasso, para completar, en aquel retiro, su preparación teológica antes de ser ordenado sacerdote. En el convento se distinguió por su devoción y bondad de animo. Hacía oración horas enteras delante al crucifijo y tenía una especial devoción por la Virgen de los siete dolores a quien había dedicado su vida religiosa. Se enfermó de tuberculosis y murió el 27 de Febrero del 1862. Fue sepultado en la fosa común de los religiosos, en la capilla del Convento.
   La fama de su santidad se difundió en los pueblos circundantes y su tumba pronto se convirtió en lugar de peregrinaje. Se le atribuyen numerosos milagros y curaciones prodigiosas. En el año 1892 se introdujo la causa de su beatificación, siendo canonizado en el año 1920.

ORACIÓN
   Oh Dios, que enseñaste a San Gabriel la asidua meditación de los dolores de tu dulcísima Madre, y que por Ella le sublimaste con la gloria de la santidad y de los milagros: danos por su intercesión y su ejemplo, asociarnos de tal modo al llanto de la Madre de Dios que nos salvemos por su maternal protección. Por J. C. N. S.  Amén

26/II/+2019 SAN ALEJANDRO, Patriarca de Alejandría

26 de febrero
SAN ALEJANDRO, Patriarca de Alejandría

   San Alejandro, patriarca de Alejandría, tiene una especial significación en la historia de la Iglesia a principios del siglo IV, por haber sido el primero en descubrir y condenar la herejía de Arrio y haber iniciado la campaña contra esta herejía, que tanto preocupó a la Iglesia durante aquel siglo. A él cabe también la gloria de haber formado y asociado en el gobierno de la Iglesia alejandrina a San Atanasio, preparándose de este modo un digno sucesor, que debía ser el portavoz de la ortodoxia católica en las luchas contra el arrianismo.
   Nacido Alejandro hacia el año 250, ya durante el gobierno de Pedro de Alejandría se distinguió de un modo especial en aquella Iglesia. Los pocos datos que poseemos sobre sus primeras actividades nos han sido transmitidos por los historiadores Sócrates, Sozomeno y Teodoreto de Ciro, a los que debemos añadir la interesante información de San Atanasio. Así, pues, en general, podemos afirmar que las fuentes son relativamente seguras.
   El primer rasgo de su vida, en el que convienen todos los historiadores, nos lo presenta como un hombre de carácter dulce y afable, lleno siempre de un entrañable amor y caridad para con sus hermanos y en particular para con los pobres. Esta caridad, unida con un espíritu de conciliaci6n, tan conforme con los rasgos característicos de la primitiva Iglesia, proyectan una luz muy especial sobre la figura de San Alejandro de Alejandría, que conviene tener muy presente en medio de las persistentes luchas que tuvo que mantener más tarde contra la herejía; pues, viéndolo envuelto en las más duras batallas contra el arrianismo, pudiera creerse que era de carácter belicoso, intransigente y acometedor. En realidad, San Alejandro era, por inclinación natural, todo lo contrario; pero poseía juntamente una profunda estima y un claro conocimiento de la verdadera ortodoxia, unidos con un abrasado celo por la gloria de Dios y la defensa de la Iglesia, lo cual lo obligaba a sobreponerse constantemente a su carácter afable, bondadoso y caritativo, y a emprender las más duras batallas contra la herejía.
   De este espíritu de caridad y conciliación, que constituyen la base fundamental de su carácter, dio bien pronto claras pruebas en su primer encuentro con Arrio. Este comenzó a manifestar su espíritu inquieto y rebelde, afiliándose al partido de los melecianos, constituido por los partidarios del obispo Melecio de Lycópolis, que mantenía un verdadero cisma frente al legítimo obispo Pedro de Alejandría. Por este motivo Arrio había sido arrojado por su obispo de la diócesis de Alejandría. Alejandro, pues, se interpuso con todo el peso de su autoridad y prestigio, y obtuvo, no sólo su readmisión en la diócesis, sino su ordenación sacerdotal por Aquillas, sucesor de Pedro en la sede de Alejandría.
   Muerto, pues, prematuramente Aquillas el año 313, sucedióle el mismo Alejandro, y por cierto son curiosas algunas circunstancias que sobre esta elección nos transmiten sus biógrafos. Filostorgo asegura que Arrio, al frente entonces de la iglesia de Baucalis, apoyó decididamente esta elección, lo cual se hace muy verosímil si tenemos presente la conducta observada con él por Alejandro. Mas, por otra parte, Teodoreto atestigua que Arrio había presentado su propia candidatura a Alejandría frente a Alejandro, y que, precisamente por haber sido éste preferido, concibió desde entonces contra él una verdadera aversión y una marcada enemistad.
   Sea de eso lo que se quiera, Arrio mantuvo durante los primeros años las más cordiales relaciones con su obispo, el nuevo patriarca de Alejandría,San Alejandro. Este desarrolló entre tanto una intensa labor apostólica y caritativa en consonancia con sus inclinaciones naturales y con su carácter afable y bondadoso. Uno de los rasgos que hacen resaltar los historiadores en esta etapa de su vida, es su predilección por los cristianos que se retiraban del mundo y se entregaban al servicio de Dios en la soledad. Precisamente en este tiempo comenzaban a poblarse los desiertos de Egipto de aquellos anacoretas que, siguiendo los ejemplos de San Pablo, primer ermitaño, de San Antonio y otros maestros de la vida solitaria, daban el más sublime ejemplo de la perfecta entrega y consagración a Dios. Estimando, pues, en su justo valor la virtud de algunos entre ellos, púsoles al frente de algunas iglesias, y atestiguan sus biógrafos que fue feliz en la elección de estos prelados.
   Por otra parte se refiere que hizo levantar la iglesia dedicada a San Teonás, que fue la más grandiosa de las construidas hasta entonces en Alejandría. Al mismo tiempo consiguió mantener la paz y tranquilidad de las iglesias de Egipto, a pesar de la oposición que ofrecieron algunos en la cuestión sobre el día de la celebración de la Pascua y, sobre todo, de las dificultades promovidas por los melecianos, que persistían en el cisma, negando la obediencia al obispo legítimo. Pero lo más digno de notarse es su intervención en la cuestión ocasionada por Atanasio en sus primeros años. En efecto, niño todavía, había procedido Atanasio a bautizar a algunos de sus camaradas, dando origen a la discusión sobre la validez de este bautismo. San Alejandro resolvió favorablemente la controversia, constituyéndose desde entonces en protector y promoviendo la esmerada formación de aquel niño, que debía ser su sucesor y el paladín de la causa católica.
   Pero la verdadera significación de San Alejandro de Alejandría fue su acertada intervención en todo el asunto de Arrio y del arrianismo, y su decidida defensa de la ortodoxia católica. En efecto, ya antes del año 318, comenzó a manifestar Arrio una marcada oposición al patriarca Alejandro de Alejandría. Esta se vio de un modo especial en la doctrina, pues mientras Alejandro insistía claramente en la divinidad del Hijo y su igualdad perfecta con el Padre, Arrio comenzó a esparcir la doctrina de que no existe más que un solo Dios, que es el Padre, eterno, perfectísimo e inmutable, y, por consiguiente, el Hijo o el Verbo no es eterno, sino que tiene principio, ni es de la misma naturaleza del Padre, sino pura criatura. La tendencia general era rebajar la significación del Verbo, al que se concebía como inferior y subordinado al Padre. Es lo que se designaba como subordinacianismo, verdadero racionalismo, que trataba de evitar el misterio de la Trinidad y de la distinción de personas divinas. Mas, por otra parte, como los racionalistas modernos, para evitar el escándalo de los simples fieles, ponderaban las excelencias del Verbo, si bien éstas no lo elevaban más allá del nivel de pura criatura.
   En un principio, Atrio esparció estas ideas con la mayor reserva y solamente entre los círculos más íntimos. Mas como encontrara buena acogida en muchos elementos procedentes del paganismo, acostumbrados a la idea del Dios supremo y los dioses subordinados, e incluso en algunos círculos cristianos, a quienes les parecía la mejor manera de impugnar el mayor enemigo de entonces, que era el sabelianismo, procedió ya con menos cuidado y fue conquistando muchos adeptos entre los clérigos y laicos de Alejandría y otras diócesis de Egipto. Bien pronto, pues, se dio cuenta el patriarca Alejandro de la nueva herejía e inmediatamente se hizo cargo de sus gravísimas consecuencias en la doctrina cristiana, pues si se negaba la divinidad del Hijo, se destruía el valor infinito de la Redención. Por esto reconoció inmediatamente como su deber sagrado el parar los pasos a tan destructora doctrina. Para ello tuvo, ante todo, conversaciones privadas con Arrio; dirigióle paternales amonestaciones, tan conformes con su propio carácter conciliador y caritativo; en una palabra, probó toda clase de medios para convencer a buenas a Arrio de la falsedad de su concepción.
   Mas todo fue inútil. Arrio no sólo no se convencía de su error, sino que continuaba con más descaro su propaganda, haciendo cada día más adeptos, sobre todo entre los clérigos. Entonces, pues, juzgó San Alejandro necesario proceder con rigor contra el obstinado hereje, sin guardar ya el secreto de la persona. Así, reunió un sínodo en Alejandría el año, 320, en el que tomaron parte un centenar de obispos, e invitó a Arrio a presentarse y dar cuenta de sus nuevas ideas. Presentóse él, en efecto, ante el sínodo, y propuso claramente su concepción, por lo cual fue condenado por unanimidad por toda la asamblea.
Tal fue el primer acto solemne realizado por San Alejandro contra Arrio y su doctrina. En unión con los cien obispos de Egipto y de Libia lanzó el anatema contra el arrianismo. Pero Arrio, lejos de someterse, salió de Egipto y se dirigió a Palestina y luego a Nicomedia, donde trató de denigrar a Alejandro de Alejandría y presentarse a si mismo como inocente perseguido. Al mismo tiempo propagó con el mayor disimulo sus ideas e hizo notables conquistas, particularmente la de Eusebio de Nicomedia.
   Entre tanto, continuaba San Alejandro la iniciada campaña contra el arrianismo. Aunque de natural suave, caritativo, paternal y amigo de conciliación, viendo, la pertinacia del hereje y el gran peligro de su ideología, sintió arder en su interior el fuego del celo por la defensa de la verdad y de la responsabilidad que sobre él recaía, y continuó luchando con toda decisión y sin arredrarse por ninguna clase de dificultades. Escribió, pues, entonces algunas cartas, de las que se nos han conservado dos, de las que se deduce el verdadero carácter de este gran obispo, por un lado lleno de dulzura y suavidad, mas por otro, firme y decidido en defensa de la verdadera fe cristiana.
   Por su parte, Arrio y sus adeptos continuaron insistiendo cada vez más en su propaganda. Eusebio de Nicomedia y Eusebio de Cesarea trabajaban en su favor en la corte de Constantino. Se trataba de restablecer a Arrio en Alejandría y hacer retirar el anatema lanzado contra él. Pero San Alejandro, consciente de su responsabilidad, ponía como condición indispensable la retractación pública de su doctrina, y entonces fue cuando compuso una excelente síntesis de la herejía arriana, donde aparece ésta con todas sus fatales consecuencias.
Por su parte, el emperador Constantino, influido sin duda por los dos Eusebios, inició su intervención directa en la controversia. Ante todo, envió sendas cartas a Arrio y a Alejandro, donde, en la suposición de que se trataba de cuestiones de palabras y deseando a todo trance la unión religiosa, los exhortaba a renunciar cada uno a sus puntos de vista en bien de la paz. El gran obispo Osio de Córdoba, confesor de la fe y consejero religioso de Constantino, fue el encargado de entregar la carta a San Alejandro y juntamente de procurar la paz entre los diversos partidos. Entre tanto Arrio había vuelto a Egipto, donde difundía ocultamente sus ideas y por medio de cantos populares y, sobre todo, con el célebre poema Thalia trataba de extenderlas entre el pueblo cristiano.
   Llegado, pues, Osio a Egipto, tan pronto como se puso en contacto con el patriarca Alejandro y conoció la realidad de las cosas, se convenció rápidamente de la inutilidad de todos sus esfuerzos. Así se confirmó plenamente en un concilio celebrado por él en Alejandría. Sólo con un concilio universal o ecuménico se podía poner término a tan violenta situación. Vuelto, pues, a Nicomedia, donde se hallaba el emperador Constantino, aconsejóle decididamente esta solución. Lo mismo le propuso el patriarca Alejandro de Alejandría. Tal fue la verdadera génesis del primer concilio ecuménico, reunido en Nicea el año 325.
   No obstante su avanzada edad y los efectos que había producido en su cuerpo tan continua y enconada lucha, San Alejandro acudió al concilio de Nicea acompañado de su secretario, el diácono San Atanasio. Desde un principio fue hecho objeto de los mayores elogios de parte de Constantino y de la mayor parte de los obispos, ya que él era quien había descubierto el virus de aquella herejía y aparecía ante todos como el héroe de la causa por Dios. Como tal tuvo la mayor satisfacción al ver condenada solemnemente la herejía arriana en aquel concilio, que representaba a toda la Iglesia y estaba presidido por los legados del Papa.
   Vuelto San Alejandro a su sede de Alejandría, sacando fuerzas de flaqueza, trabajó lo indecible durante el año siguiente en remediar los daños causados por la herejía. Su misión en este mundo podía darse por cumplida. Como pastor, colocado por Dios en una de las sedes más importantes de la Iglesia, había derrochado en ella los tesoros de su caridad y de la más delicada solicitud pastoral, y habiendo descubierto la más solapada y perniciosa herejía, la había condenado en su diócesis y había conseguido fuera condenada solemnemente por toda la Iglesia en Nicea. Es cierto que la lucha entre la ortodoxia y arrianismo no terminó con la decisión de este concilio, sino que continuó cada vez más intensa durante gran parte del siglo IV. Pero San Alejandro había desempeñado bien su papel y dejaba tras sí a su sucesor en la misma sede de Alejandría, San Atanasio, quien recogía plenamente su herencia de adalid de la causa católica.
   Según todos los indicios, murió San Alejandro el año 326, probablemente el 26 de febrero, si bien otros indican el 17 de abril. En Oriente su nombre fue pronto incluido en el martirologio. En el Occidente no lo fue hasta el siglo IX. 

26/II/+2019 SAN NÉSTOR, Obispo y Mártir

26 de febrero
SAN NÉSTOR, Obispo y Mártir

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Si es preciso gloriarme de alguna cosa, me gloriaré
de aquéllas que son propias de mi flaqueza. 

(2 Cor., 11, 30).

   Como supiese San Néstor que se le buscaba para ser martirizado, dijo adiós a todos sus servidores y se presentó a los soldados que iban a prenderlo. Le prometieron hacerle sumo sacerdote de los ídolos, si quería renunciar a la fe. Mas prefirió el oprobio de la cruz a todos los honores de la gentilidad. Se le extendió en el potro y se le puso en una cruz; en todas partes alababa a Dios, e invitaba a los demás a que lo reconocieran y lo adoraran con él.

MEDITACIÓN
SOBRE LA VERDADERA GLORIA

I. Cristiano, ¿en qué haces consistir la verdadera gloria? Si tienes el espíritu del mundo, me responderás: "La verdadera gloria consiste en las riquezas, en las dignidades, en los honores, en el saber". Para adquirir esta falsa reputación, expónense los bienes, la salud, la vida, el alma. ¿Para qué te servirá esta gloria después de la muerte? ¿Qué importa a los condenados que los alaben donde ya no están, si son torturados donde están? (San Agustín).
   
II. La verdadera gloria procede de Dios; servir a un tan grande Señor, es ya ser rey. ¡Qué dicha contar con la aprobación de Dios y de la corte celestial y esto por toda una eternidad! Además, ¿qué gloria humana puede compararse con la que los san tos reciben aquí abajo durante su vida y después de su muerte, y con la que gozan en el cielo? Ambicioso, he aquí algo con que contentarte: el mundo no tiene sino un falso esplendor, Jesucristo tiene para ti honores y recompensas sólidas y eternas; búscalos, si amas la gloria. Si nos seducen las riquezas y los honores, que sean las verdaderas riquezas y los verdaderos honores. (San Euquerio).
  
III. Para adquirir esta gloria, es preciso des preciar la del mundo, es menester hacer grandes cosas, y soportar grandes sufrimientos por Jesucristo. He ahí los tres grados por donde se ha de subir a la gloria. ¿Has despreciado tú la gloria del mundo? ¿Qué cosa grande has emprendido por Jesucristo? ¿Qué has sufrido? Comienza por las cosas pequeñas: no te faltarán ocasiones, no faltes tú mismo en las ocasiones.

La humildad
Ruega por el acrecentamiento
de esta virtud.


ORACIÓN
   Dios todopoderoso, mirad nuestra flaqueza; ved cuán agobiados estamos bajo el peso de nuestros pecados, y fortificadnos por la intercesión del bienaventurado Néstor, vuestro mártir y pontífice. Os lo rogamos por J. C. N. S. Amén.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo I, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

25/II/+2019 BEATO SEBASTIÁN APARICIO, Agricultor

25 de febrero
BEATO SEBASTIÁN APARICIOAgricultor
Sebastián Aparicio: recuérdales a los campesinos,
a los comerciantes, a los transportadores y a
los sencillos trabajadores, que con el trabajo humilde y
sencillo de cada día se puede conseguir un
altísimo puesto en el cielo,
si se ofrece todo por amor a Dios.
(1 Cor. 15, 49).

 Sebastián de Aparicio nació en 1502 en Gudena, España, de padres pobres pero piadosos. Todos los días conducía el rebaño a pastar y aprovechaba los ratos libres para dedicarlos a la oración o a visitar iglesias o capillas. A los quince años de edad fue contratado por una señora rica como sirviente en Salamanca. Pero no pudo soportar el ambiente frívolo, y a pesar de la buena paga, prefirió renunciar al trabajo. Le agradaba la vida del campo, el contacto con la naturaleza que lo conducía al Creador. Durante ocho años trabajó al servicio de dos colonos y con el dinero ganado ayudó a sus padres ancianos y proporcionó la dote a sus hermanas.
   A los 31 años, tras la muerte de sus padres y casadas sus hermanas, zarpó para América. Llegó a Puebla, en México y volvió al trabajo del campo. Para el incremento del comercio emprendió viajes para transportar mercaderías a Veracruz, Zacatecas y Ciudad de México. Abrió vías de comunicación por entre bosques impenetrables, hizo construir una gran vía entre Zacatecas y Ciudad de México. Las ganancias que obtenía de sus empresas eran patrimonio para los pobres. Daba con generosidad a los necesitados, transportaba gratis mercancías y personas, prestaba dinero sin exigir la devolución, se interesaba por librar a los prisioneros, dar libertad a los esclavos. Los indios lo respetaban y admiraban.
   Absorto en esta vida dinámica, siempre sabía encontrar tiempo para la oración, la penitencia y los sacramentos y para la participación en la santa Misa. A menudo el demonio lo atacó con fuertes tentaciones, pero nunca logró vencerlo. En 1552 cedió a otros su empresa, cerca de la ciudad de México consiguió una granja y se dedicó a la agricultura y a la ganadería. Se casó y de común acuerdo con la mujer, hizo voto de castidad. Después de un año enviudó y decidió pasar a segundas nupcias con una virtuosa mujer, con la cual vivió en perfecta continencia. Poco después murió también la segunda mujer.
   El 2 de junio de 1573, a los 71 años de edad, decidió realizar un viejo sueño. Pidió y obtuvo vestir el hábito de hermano Menor en el convento de ciudad de México. Vivió todavía 27 años dando ejemplo de religioso humilde, obediente, consagrado a la oración y a la penitencia. Dios glorificó su vida ejemplar. El 25 de febrero de 1600, a los 98 años de edad, descansó serenamente en el Señor. El pueblo lo veneró como santo y su sepulcro ha sido glorioso.
   Fue beatificado por Pío VI el 17 de mayo de 1789.

25/II/+2019 SAN TARASIO, Obispo y Confesor

25 de febrero
SAN TARASIO, Obispo y Confesor

Así como hemos llevado grabada la imagen
del hombre terreno, llevemos también
la imagen del hombre celestial. 
(1 Cor., 15, 49).  

   San Tarasio fue cónsul, secretario de Estado y, en seguida, arzobispo de Constantinopla. En este último cargo dio los más hermosos ejemplos de caridad y humildad. Con sus propias manos servía a los pobres, diciendo que quería imitar a Jesucristo, que había venido a la tierra para servir y no para ser servido. Fue el alma del Concilio segundo de Nicea que, en el año 786, anatematizó a los iconoclastas o destructores de imágenes. De inmediato hizo reponer las imágenes de los santos en toda la extensión de su patriarcado.

MEDITACIÓN
SOBRE LA IMAGEN DE DIOS
   
I. El hombre ha sido creado a imagen de Dios: su memoria, su inteligencia y su voluntad son imagen de un Dios en tres Personas. Debes, pues, hacer de suerte que estas tres facultades de tu alma se asemejen lo más posible a su modelo. Para esto, es preciso que la memoria continuamente se acuerde de la omnipotencia del Padre, que la inteligencia considere la sabiduría de Jesucristo, que se hizo hombre para salvar a los hombres, y que la voluntad se abrase toda con el fuego del Espíritu Santo. ¡Que Os ame, oh Dios, que sois la vida de mi alma! (San Agustín).
   
II. El pecado desfiguró enteramente esta imagen de Dios impresa en tu alma, y la recubrió con la vergonzosa imagen del demonio, pues el pecador es semejante al demonio y no tiene rasgo alguno de semejanza con Dios. ¿A quién te asemejas tú? ¿Tus acciones no llevan impreso el sello de algún vicio?
 
   

III. Has de devolver a tu alma su antigua belleza, Jesucristo es el modelo que debes tener continua mente ante tus ojos, a fin de hacerte semejante a Él. Para esto, es preciso tener la corona de espinas en la cabeza, la hiel y el vinagre en la boca, es preciso estar cargado de oprobios, sufrir todo, emprender todo por la gloria de Dios. Cada uno es el pintor de su propia vida: la voluntad dirige al pincel, las virtudes son los colores, y el modelo es Jesucristo. (San Gregorio Niceno).

La devoción a las santas imágenes 
por la conversión de los protestantes.

ORACIÓN
   Oh Dios todopoderoso, haced que esta solemnidad del bienaventurado Tarasio, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de nuestra salvación. Por J. C. N. S. Amén.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo I, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)

24/II/+2019 DOMINGO DE SEXAGÉSIMA ("El Evangelio de Jesucristo", R.P. Leonardo Castellani

DOMINGO DE SEXAGÉSIMA
[Lc 8, 4-15] Mt 13, 1-23

R.P. Leonardo Castellani
("El Evangelio de Jesucristo")

La Parábola del Sembrador es la primera de las ocho denominadas “del Reino” que
Mateo pone seguidas y Marcos y Lucas separadas; pues muy probablemente Cristo las
improvisó en diferentes ocasiones, ya una, ya la otra. Los rabbíes trashumantes eran
improvisadores, como nuestros payadores; y tomaban pie de cualquier cosa que vieran para
sus poemas, o recitados de estilo oral, mejor dicho.
Ésta del Sembrador es una de las dos parábolas que Cristo mismo interpretó, a pedido
de los discípulos; y no se puede negar que fue vivo, porque interpretó las más fáciles; o será
que nos parecen fáciles a nosotros, porque ya están explicadas autoritativamente.
Entre el recitado y su interpretación está intercalado en los tres Evangelios el turbador
pasaje que llaman “la motivación de las parábolas”, en el cual el Salvador siendo
preguntado, por un fariseo probablemente: “¿Por qué les hablas en parábolas?” contesto en
suma con esta salida: “¡Para que no entendáis!”. Pero para que no entendieran ¿no era lo más
práctico callarse? Si un Salvador no quiere salvar, lo más seguro y barato es callarse la boca.
Es una respuesta irónica de Cristo. Ironía ensenan que es decir las cosas al revés;
como por ejemplo, hablar de la gran cultura argentina. La verdad es que ironía es la
indignación templada y como forrada por la inteligencia; como cuando Cristo le dijo a
Nicodemus: “Tú debes saberlo bien, que eres Maestro de la Ley.” La ironía es el lenguaje del
hombre ético cuando habla a los anéticos: “el hombre magnánimo usa de la ironía” dice
Aristóteles: “vir magnanimus utitur eironeia”. El humor es propio del hombre noble, sea
inglés o no; los países en que no hay humor y el hombre que no entiende el humor, son poco
desarrollados. No se puede decir esto ni de la ciudad de San Juan ni del Maestro Calderón de
la Piragua, que es de origen inglés. Pues bien, Cristo tenía el sentido del humor pese al juicio
contrario de Cronin en ' as llaves del Reino.
Cristo respondió muchas veces irónicamente. La ironía es estilo indirecto; y además
es estilo pregnante, que está preñado de sentido y dice varias cosas a la vez y en forma más
eficaz que el estilo directo. Cristo pues podría haber respondido en estilo directo más o
menos: “Yo predico como debo predicar, es la forma más adecuada que existe para enseñar
verdades estrictamente religiosas; es decir, misterios; en la forma que ya profetizara de mí el
Rey Profeta en el Psalmo 77, y el Profeta Isaías en su Recitado Sexto... Yo sé perfectamente y
de antemano que vosotros, oh fariseos, de esta forma mía de predicar, os haréis una piedra de
tropiezo y una ocasión de perdición; pero es porque en el fondo queréis perderos. Unos
saldrán diciendo que no entienden, otros entenderán más de lo que hay, unos que es difícil,
otros que es pedestre, otros que eso no es para ellos sino para los “chinos”... “para esa maldita
plebe que no conoce la Ley”, como dicen ustedes los fariseos, cuando están entre ustedes.
Pero yo no por eso voy a dejar de predicar como corresponde... y como a mí mejor me parece
y place, ¡últimamente, caramba!... Ustedes no me pagan mis prédicas, yo predico como mejor
me parece...”.
Pero el amor herido produce celo, el celo produce indignación y la indignación
produce estilo indirecto, ironía. Y así Cristo, en vez de responder larga y directamente,
respondió breve e incisivamente: “Hablo así para que se cumpla lo que dijo Iéyada el Profeta:
para que viendo no veáis –porque vosotros os dáis de muy videntes y sois ciegos– y oyendo
no oigáis; porque este pueblo me tiene mucho en la boca y poco en el corazón; y de ese modo
no entiendan, y yo no los sane, y tropiecen y se pierdan... Para eso hablo en parábolas.”
Esto se llama una profecía conminatoria, esas profecías que se hacen para que no se
cumplan; y cuanto más atroces, son más piadosas; como cuando uno le dice a su hijo: “Vos
vas a acabar en la cárcel.” Prever lo que va a pasar no siempre es desearlo; y decirlo de
antemano con gran fuerza a fin de ponerle óbices, eso es amor y no es odio. Así pasó en
Nínive con el Profeta Jonás.
En la parábola del Sembrador, el Sembrador es Cristo, y las tres clases de semillas
malogradas son tres clases de hombres que fallan en la fe; en quienes se malogra “la luz que
ilumina a todo hombre que viene a este mundo”.
Estos tres hombres se podrían denominar el Frívolo, el Flojo y el Furioso. Claramente
se ve en la parábola una progresión en la suerte de la semilla; porque en efecto, la que cae en
el camino, ni siquiera germina; la que cae sobre ripio, germina y se quema pronto; mas la que
cae entre abrojos –o cañotas– crece bastante pero después es como aprisionada y asfixiada. Y
así hay tres clases de hombres con respecto a lo religioso, que se pueden simbolizar en Don
Juan Tenorio, el Fausto y el Judío Errante. Y si quieren personajes históricos y no
legendarios, digamos por ejemplo Casanova, Goethe y Napoleón, para no salir de nuestros
tiempos. Nuestros hechiceros tiempos se especializan en la fabricación en serie de hombres
frivolos –con venia del galicismo–, que en español se dice: livianos, casquivanos, volanderos,
botarates, pueriles, no desarrollados. El biólogo Carrel dice –quizá con exageración– que la
gran mayoría de la población de EE.UU. no está desarrollada psíquicamente más allá de la
edad mental de 14 años.
No lo sé. Lo dudo. Quiera Dios que nosotros hayamos llegado siquiera a los 12.
En los tipos frívolos o distraídos la fe no puede ni prender siquiera, porque ella
pertenece al dominio de Lo Serio: allí cae sobre el camino, es sembrada en la calle. Ellos
pueden hablar de Dios y aun saber el Credo, como Don Juan; pero lo Religioso está
amputado e ellos; o mejor dicho, está atrofiado. Don Juan Tenorio no es el símbolo del
“pecadorazo español”, como cree Ignacio Anzoátegui, del hombre que “cree fuerte y peca
fuerte” de Lutero. ¡Ni por pienso! Don Juan Tenorio con sus bigotazos, sus desplantes, sus
bravatas, sus conquistas y su espada pronta, es un varón poco desarrollado; el doctor
Marañón lo clasifica incluso entre los 'feminoides”. Por eso entiende tan rápidamente a la
mujeres en lo superficial; porque es amujerado. Para el hombre muy varonil, la mujer es un
misterio profundo y respetable, por no decir adorable; para el achiquilinado es algo como el
ratón respecto al gato: algo enteramente claro y perspicuo. Don Juan Tenorio está lleno de
malos pensamientos y pequeñas porquerías; pero no peca, hablando en serio; el pecado es
una cosa seria y no es lo mismo ser pecador que chico malcriado. Las que pecan serían en
todo caso las mujeres que lo siguen, como el caburé no tiene la culpa que las gorrionas se le
vayan encima: pecado de bobería, que es uno de lo más peligrosos que hay. Esa Margarita,
por ejemplo, que Goethe quiere damos como un portento de inocencia... Es una mujercita un
poco corrompidita; la prueba es que se hace la bobito. Quizá nos equivoquemos ¿no?
Fausto si peca: cuando seduce a Margarita sabe lo que hace; y por eso vacila y
tiembla. Mientras, Don Juan no sabe lo que es vacilar, y ésa es una de sus fuerzas. Fausto es
el hombre que ha recibido la fe, que es capaz de lo ético y lo religioso –es capaz del amor y
no solamente del deseo–: pero en el cual la fe se secó pronto porque él no quiso sufrir; y por
tanto no quiso obrar conforme a la fe; y la fe sin obras es muerta. Cristo declara netamente
que es el miedo al sufrimiento lo que suprime la religión en estos tipos; lo cual prueba que
entienden lo que es religión, puesto que ven claramente que la religión los va a remolcar por
un camino que les causa pavor; y por eso desenganchan al momento. Con éstos el diablo
tiene más trabajo, pero también más cosecha. Con los primeros, “las aves del aire fuliginoso”
se limitan a comerse las semillas antes que nazcan; aquí ya interviene Mefistófeles con
discursos, promesas y vivezas; y hasta con golpes de mano a veces. Lo demoníaco, que en
Don Juan está oculto, aquí se hace visible.
El tercer caso es más tremendo: allí la fe existe, pero está cubierta y como fagocitada
y convertida en fermento de acción... y desesperación. Lo demoníaco es aquí inmediato: no
necesitan un Mefistófeles al lado. Fermento de acción mundana, por supuesto, no de acción
interna, que es la verdadera acción: de agitación, hablando en plata. Todos esos hombres a
presión, esos hombres agitados y poderosos que han hecho grandes cosas –ruinosas– en la
Historia (“Gigantes viri famosi” los llama el Génesis) como Napoleón Primero o Hitler, son
en el fondo hombres religiosos; pero su religiosidad está desviada. La Semilla cayó entre
Espinas. Lo Religioso es lo que impulsa al Judío Errante a su fatídica errabundia: si no puede
pararse es porque tiene fe, pero su fe está aprisionada por una pasión; símbolo poderoso que
creó el Medioevo para significar el mismo disperso y errabundo pueblo judío.
Ashaverus tiene verdadera inquietud religiosa: sabe que ha pecado contra Cristo y que
ese pecado no es una cosa indiferente ni siquiera corriente, sino extraordinaria y horrorosa;
pero no llega a postrarse ante el Muerto a pedir perdón. Y entonces el desasosiego espiritual,
que es el manantial de la religiosidad, en vez cae volverse fe se vuelve angustia.
Pero estos terceros infieles son los que más fácilmente se convierten: la
Desesperación es la Enfermedad de Muerte, pero al mismo tiempo es el Remedio. Ashaverus
se convertirá al final; el que no se convierte nunca es Fausto: Goethe se equivocó al hacer
convertir a Fausto en su Segunda Parte. De hecho Goethe, que fue el verdadero Fausto, no se
convirtió nunca, que nosotros sepamos. Fausto es la Duda; y la Duda no puede convertirse
porque entonces se aniquila a sí misma, hablando en el mundo de las Ideas; puesto que
sabemos que todo hombre puede convertirse si quiere.
Pero en el mundo de las Esencias, Fausto convertido es una contradicción; lo mismo
que un Caifás convertido.
En nuestros chapuceros tiempos modernos hay de todo, como en las revistas
argentinas: hay el Desesperado, hay el Dubitante y hay el Distraído-Divertido; o si quieren de
otro modo, existen el Afiebrado, el Amputado y el Atrofiado, los tres tipos que previó Cristo.
Pero como hemos dicho, nuestra época se especializa en este último; lo mismo que las
revistas argentinas: en el Divertido-Distraído.
Consolémonos: también hay tres tipos en los cuales la Semilla no se malogra, que son
el Penitente, el Pío y el Perfecto. En unos da 30; en otros, 60; en pocos da el 100 por uno, los
cuales se llaman los Hombres del Ciendoblado. Éstos son los hombres que hacen todas las
cosas que predican; que tienen una fe total y todos sus actos expresan esa fe. Los que gritan
son oídos en este mundo; pero mucho más son oídos los que no gritan y hacen. El
Ciendoblado es el hombre cuya vida predica el Evangelio sin muchas palabras; que cuando
habla del sufrimiento, sabe lo que es sufrir; cuando habla de la renuncia, sabe lo que es
renunciar; cuando habla del martirio, sabe lo que es el martirio. Y cuando habla del Amor de
Dios, dichoso él, sabe lo que es el Amor.
Nada de eso sabe el frívolo. Hoy día casi todo es “calle”. El diablo ha inventado un
Camino Anchísimo para confort del hombre moderno: una “autoestrada”. Ha hecho que todo
se vuelva calle y trocha, hasta el hogar, hasta la escuela, hasta la iglesia; no puede pararse
uno, todo es para caminar, como el mundo entero para el Judío Errante; y, naturalmente, todas
las Semillas caen en el camino. Y, naturalmente, de esa manera ha obligado al Sembrador a
tomar el arado y convertirse en Arador.
“Los pecadores me araron el lomo”, dice el Profeta David profetizando los azotes de
Cristo; mas llegará un tiempo en que Cristo habrá de tomar el azote y ararnos a nosotros, para
que nos salvemos aunque sea “tanquam per ignem”, a través del fuego. Peor es nada.
La bomba atómica puede convertir a Europa, dice Belloc; y si no convierte a Europa,
paciencia; por lo menos me puede convertir a mí...

24/II/+2019 DOMINGO DE SEXAGÉSIMA- El Año Litúrgico, Dom. Próspero Guéranger

DOMINGO DE SEXAGÉSIMA

El Año Litúrgico - Dom Prospero Guéranger


DOMINGO DE SEXAGÉSIMA - Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger
NOÉ Y EL DILUVIO. — En el transcurso de la semana que comienza ofrece la Santa Madre Iglesia a nuestra consideración, la historia de Noé y el diluvio universal. A pesar de la severidad de sus avisos, no logró recabar Dios la fidelidad y sumisión del linaje humano. Se ve forzado a echar mano de un castigo terrible contra este nuevo enemigo. Ha encontrado, sin embargo, un hombre justo, y trabará nuevamente en su persona alianza con nosotros. Antes, empero, quiere que nos persuadamos que es dueño soberano, y en el instante por El escogido, se anegará el hombre, tan ufano de su ser prestado, bajo las ruinas de su morada terrenal.
Daremos aquí, por de pronto, como base de las enseñanzas de esta semana, algunas líneas del Génesis, sacadas del oficio de maitines del día.
GENESIS (VI, 5-12)
Viendo Yavé cuánto había crecido la maldad del hombre sobre la tierra y cómo todos sus pensamientos y deseos sólo y siempre tendían al mal, se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra, doliéndose grandemente en su corazón y dijo: "Voy a exterminar al hombre que hice de sobre la faz de la tierra; al hombre, a los animales, a los reptiles y hasta las aves del cielo, pues me pesa de haberlos hecho". Pero Noé halló gracia a los ojos de Yavé.
Estas son las generaciones de Noé: Noé era varón justo y perfecto entre sus contemporáneos, y siempre anduvo con Dios. Engendró tres hijos, Sem, Cam y Jafet. La tierra estaba corrompida ante Dios, y llena de toda iniquidad. Viendo, pues, Dios que todo en la tierra era corrupción, pues toda carne había corrompido su camino sobre la tierra, dijo a Noé: "Veo venir el fin de todos, pues la tierra está llena de sus iniquidades y voy a exterminarlos a ellos con la tierra."
La catástrofe que entonces se abatió sobre el linaje humano fue también fruto del pecado; pero hallóse al menos un hombre justo, y él fue quien salvó el mundo de la ruina total, por él y su familia. Después de dignarse renovar su alianza, permitió Dios ser repoblada la tierra y los tres hijos de Noé fueron padres de las tres grandes razas que la pueblan.
Este es el misterio del oficio durante esta semana. El de la Misa, que está figurado por el precedente, es aún más importante. En el sentido moral, ¿no está sumergida la tierra en un diluvio de vicios y de errores? Menester es se pueble de hombres temerosos de Dios como Noé. La palabra de Dios, simiente de vida hace que nazca esta nueva generación. Y esa palabra de Dios produce estos hijos de que habla el discípulo amado, "que no son nacidos de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad de Dios, sino de Dios mismo" [1] . Esforcémonos a entrar en esta ifamilia, y, si por ventura somos ya miembros de ella, guardemos mimosamente nuestra dicha. Se trata estos días de esquivar las olas del diluvio, de buscar asilo en el arca de salvación; se trata de llegar a ser esa buena tierra en que la semilla da el ciento por uno. Procuremos huir de la cólera futura para no perecer con pecadores, y mostrémonos ávidos de la palabra de Dios -que ilumina y convierte las almas[2] .
MISA
Celébrase en Roma la estación en la basílica de S. Pablo Extramuros. En derredor de la tumba del Doctor de las naciones, del propagador de la semilla divina, del padre de tantos pueblos por su predicación, reune a sus fieles hoy la Iglesia romana; quiere recordarles que el Señor libró a la tierra con la condición de que se pueble de verdaderos creyentes y adoradores de su nombre.
El Introito, sacado del libro de los Salmos, implora el socorro del Señor. La raza humana se ve reducida a los últimos extremos, se va a acabar; pide a su autor que de nuevo la fecundé. La santa Madre Iglesia se asocia a este angustioso grito pidiendo al divino Salvador multiplique hoy los hijos de la palabra celestial como en los tiempos primitivos.
INTROITO
Levántate: ¿por qué duermes, Señor? Levántate, y no te alejes para siempre. ¿Por qué apartas tu cara, y te olvidas de nuestra tribulación? Nuestro vientre se ha pegado a la tierra: levántate, Señor, ayúdanos, y líbranos. — Salmo: Oh Dios, lo oímos con nuestros oídos: nuestros padres nos lo anunciaron. 7. Gloria al Padre.
En la Colecta expresa la Iglesia su confianza en la intercesión de S. Pablo, poderoso ministro de la divina semilla, que trabajó más que todos los otros en esparcirla entre los gentiles.
ORACIÓN
Oh Dios, que ves que no confiamos en ninguna acción nuestra: concédenos propicio la gracia de ser protegidos, con el patrocinio del Doctor de las gentes, contra toda adversidad. Por el Señor.
La Epístola es un paso de la carta del gran Apóstol, en que, forzado por el honor y eficacia de su ministerio a echar mano de la propia apología contra sus enemigos, nos muestra con cuántos trabajos han sembrado la palabra divina los varones apostólicos en los eriales de la gentilidad, y operado la regeneración cristiana.
EPÍSTOLA
Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Corintios.
Hermanos: Sufrís con gusto a los necios, siendo vosotros sabios. Porque lo toleráis, si alguien os reduce a servidumbre, si alguien os devora, si alguien os roba, si alguien se engríe, si alguien os hiere en la cara. Lo digo con vergüenza, como si nosotros hubiésemos sido flacos en este punto. Pero en lo que otro tuviere osadía (lo digo con locura), también la tendré yo. ¿¡Son Hebreos? También yo. ¿Son Israelitas? También yo. ¿Son raza de Abraham? También yo. ¿Son ministros de Cristo? (hablo como menos sabio) : más lo soy yo: he sufrido más trabajos, más cárceles, azotes sin medida, frecuentes peligros de muerte. He recibido de los Judíos cinco veces cuarenta azotes menos uno. He sido azotado tres veces con varas, he sido apedreado una vez, he estado una noche y un día en lo profundo del mar, he sufrido tres naufragios, he vivido en continuos viajes y en peligros sin cuento: peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi raza, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre los falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchas vigilias, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez. Además de estos males, que son exteriores, hay lo que me preocupa cada día: el cuidado de todas las iglesias. ¿Quién enferma, y no enfermo yo? ¿Quién se escandaliza, y yo no me quemo? Si es necesario gloriarse, yo me gloriaré de lo que es de mi flaqueza. El Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que es bendito por los siglos, sabe que no miento. En Damasco, el prefecto de la gente del rey Aretas custodiaba la ciudad de los Damascenos, para prenderme: y fui descolgado en una cesta por una ventana del muro, y así escapé de sus manos. Si es preciso gloriarse (aunque ello no conviene), hablaré también de las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años fue arrebatado (no sé si en el cuerpo o fuera del cuerpo. Dios lo sabe) hasta el tercer cielo. Y sé que dicho hombre fue arrebatado (no sé si en el cuerpo o fuera del cuerpo, Dios lo sabe) al paraíso, donde oyó palabras secretas, que al hombre no le es lícito decir. De este tal me gloriaré; de mí, en cambio, no me gloriaré nada, si no es de mis enfermedades. Aunque, si quisiera gloriarme, no sería insensato, pues diría la verdad. Pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve u oye de mí. Y, para que la magnitud de las revelaciones no me ensoberbezca, me ha sido dado el aguijón de mi carne, ángel de Satanás, para que me azote. Por lo cual he rogado tres veces a Dios que lo alejara de mí: y El me dijo: Bástate mi gracia: porque la virtud se perfecciona en la enfermedad. Por eso, me gloriaré gozoso de mis enfermedades, para que habite en mí la virtud de Cristo.
Implora la Iglesia en el Gradual la ayuda del Señor contra los que se enfrentan a la misión que ha recibido de suscitar por doquier adoradores del verdadero Dios, esto es: un nuevo pueblo.
GRADUAL
Sepan las gentes que tu nombre es Dios: tú sólo el Altísimo sobre toda la tierra. V. Dios mío, ponlos, como una rueda o como una viruta, ante el soplo del viento.
En medio de las conmociones de la tierra, de esas violentas revoluciones, que, a veces, reproducen las espantosas escenas del diluvio en las naciones en que se desarrollan, pide la Iglesia sean exentos de tan grandes catástrofes sus queridos hijos, y que no perezca en ellos la esperanza del mundo. Este es el fin del Tracto que precede al Evangelio.
TRACTO
Agitaste, Señor, la tierra, y la conturbaste. V. Sana sus quebraduras, porque se ha movido. V. Para que huyan a la vista del arco: para que sean librados tus elegidos.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según S. Lucas.
En aquel tiempo, como se hubiera reunido una gran muchedumbre, y acudieran de las ciudades a Jesús, dijo por comparación: Salió, el que siembra, a sembrar su semilla: y, mientras sembraba, una (semilla) cayó junto al camino, y fue pisoteada, y los pájaros del cielo la comieron. Y otra cayó sobre piedra: y, nacida, se secó, porque no tenía jugo. Y otra cayó entre espinas, y nacieron con ella las espinas, que la sofocaron. Y otra cayó en buen terreno: y, nacida, dio el ciento por uno de fruto. Esto diciendo, clamaba: El que tenga oídos, que escuche. Y le preguntaron sus discípulos qué significaba esta parábola. A los cuales dijo El: A vosotros os ha sido dado conocer el misterio del reino de Dios, pero a los demás en parábolas: para que, viendo, no vean y, oyendo, no entiendan. Esta es, pues la parábola: La semilla es la palabra de Dios. La que (cayó) junto al camino, son aquellos que la oyen: después viene el diablo, y arranca la palabra de su corazón, para que no se salven creyendo. Pues la que (cayó) sobre la piedra, son los que, al escuchar, reciben con gozo la palabra: y éstos no tienen raíces: creen algún tiempo, pero en el momento de la tentación retroceden. Mas, la que cayó entre espinas, son los que escucharon y, yéndose, son ahogados por las preocupaciones, y riquezas, y placeres de la vida, y no dan fruto. Pero, la que (cayó) en buen terreno, son aquellos que, escuchando la palabra con bueno y óptimo corazón, la retienen, y dan fruto con paciencia.
VIGILANCIA Y FIDELIDAD. — Observa acertadamente S. Gregorio Magno que la parábola que acaba de leerse no ha menester explicación, puesto que la sabiduría eterna se encargó de darnos por sí misma la clave de ella. Nos toca a nosotros aprovechar tan preciada enseñanza, y recibir en buena tierra la semilla celestial que nos cae encima. ¿Cuántas veces la hemos dejado hasta hoy pisotear por los viandantes o arrebatar por los pájaros del cielo? ¿Cuántas otras se ha secado encima de la losa de nuestro corazón o se ha sofocado en los matorrales de funestas espinas? Escuchábamos la palabra divina; tenía sus encantos para nosotros y eso nos tranquilizaba. A menudo la oíamos con gozo y solícito entusiasmo; pero si, por acaso, germinaba en nosotros, pronto se paralizaba su desarrollo. En adelante es menester produzcamos y fructifiquemos y la fuerza germinativa de la simiente, que se nos confía, es tal que el divino sembrador espera el ciento por uno. Si la tierra de nuestro corazón es buena, si nos preocupamos de prepararla poniendo a contribución las ayudas que nos brinda la Santa Madre Iglesia, abundante será la cosecha el día en que el Señor, saliendo vencedor de su sepulcro, venga a asociar a sus fieles creyentes a los esplendores de su Resurrección.
Alentados por esta esperanza y henchidos de confianza en Aquel que se digna sembrar de nuevo una tierra tantos años rebelde a sus cuidados, cantemos el Ofertorio en que a favor nuestro pide la Iglesia firmeza y perseverancia.
OFERTORIO
Dirige mis pasos por tus caminos, para que no vacilen mis pies: inclina tu oído, y escucha mis palabras: glorifica tus misericordias, tú que salvas a los que esperan en ti, Señor.
SECRETA
Haz, Señor, que este Sacrificio, a ti ofrecido, nos vivifique siempre, y nos defienda. Por el Señor.
La visita del Señor en el Sacramento del amor es el gran medio que fertilizará nuestra alma y la hará fecunda. Por eso mismo la Iglesia nos invita en la antífona de la Comunión a acercarnos al altar de Dios; nuestro corazón recuperará su vigor nativo y florida juventud.
COMUNIÓN
Entraré al altar de Dios, al Dios que alegra mi juventud.
POSCOMUNIÓN
Rogárnoste humildemente, oh Dios omnipotente, hagas que, los que tú alimentas con tus Sacramentos, te sirvan alegremente con sus buenas costumbres. Por el Señor.

TOMADO DE: CATÓLICOS ALERTA

24/II/+2019 MISA DEL DOMINGO DE SEXAGÉSIMA

DOMINGO DE SEXAGÉSIMA

Estación en San Pablo
(Doble de 2ª clase - Ornamentos morados)

IntroitoPs. 43
 INTROITUS S.  43, 23-26 -  Exurge, quqre obdormis, Domine? exurge, et ne repellas in finem. Quare faciem tuam avertis, oblibi scens trib ulatiónem nostram? Adhaesit in terra venter noster: exsurge, Domine, adjuva nos, et libera nos. Ps. Deus, auribus nostris audivimus: patres nostri annuntiaverunt nobis. V. Gloria.Introito - Levantaos, oh Señor, ¿por qué hacéis como que dormís? Levantaos, y no nos desechéis para siempre. ¿ Cómo es que retiráis de nosotros vuestro rostro, y os olvidáis de nuestra tribulación? Estamos pegados con nuestro pecho está abatido hasta el polvo;. Levantaos, oh Señor, socorrednos y libradnos. Ps. Oh Dios, por nuestros oídos hemos oído; nuestros padres nos han contado tus maravillas. Gloria al Padre... Levantaos, oh Señor...

Oración-Colecta
  ORATIO - Deus, qui conspicis, quia ex nulla nostra actione confidimus: concede propitius: ut contra adversa omni, Doctoris gentium protectione, muniamur. Per Dominum nostrum.   R. Amen       Oh Dios, que veis que no confiamos en ninguna de nuestras propias obras: conceded propicio que, con la protección del Doctor de las naciones, seamos fortalecidos contra toda adversidad. Por Nuestro Señor Jesucristo...     R. Amen.

Epístola
EPISTOLA
Lectio Epistolae beati Pauli apostoli ad Corinthios (II, 11, 19-33; XII, 1-9)  - Fratres: Libenter suffertis insipientes: cum sitis ipsi sapientes. Sustenitis enim si quis vos in servitutem redigit, si quis in faciem vos caedit. Secundum ignobilitatme dico, quasi nos infirmi fuerimus in hac parte. In quo quis audet (in insipientia dico) audeo et ego: Hebraei sunt, et ego: Israelitiae sunt, et ego: Ministri Christi sunt (ut minus sapiens dico), plus ego: in laboribus plurimis, in carceribus abundantius, in plagis supra modum, in mortibus frequenter. A Judaeis quinquies quadragenas, una minus, accepi. ter virgis caesus sum, semel lapidatus sum, ter naufragium feci, nocte et die in profundo maris fui: in itineribus saepe, periculis fluminum, periculis latronum,  periculis ex gentibus, periculis in civitate, periculis in solitudine, periculis in mari, periculis in falsis fratribus: in labore et aerumna, in vigiliis multis, in fame et siti, in jejuniis multis, in frigore et nuditate: praeter illa quae extrinsecus sunt, instantia mea quotidiana, sollicitudo omnium Ecclesiarum. Quis infirmatur, et ego non infirmor? quis scandalizatur, et ego non uror? Si gloriari oportet: quae infirmitatis meae sunt gloriabor. Deus et Pater Domini nostri Jesu Christi, qui est benedictus in saecula, scit quod non mentior. Damasci praepositus gentis Aretae regis, custodiebat civitatem Damascenorum, ut me comprehenderet: et per fenestram in sporta dimissus sum per murum, et sic effugi manus ejus. Si gloriari oportet (non espedit quidem), veniam autem ad visiones, et revelationes Domini. Scio hominem in Christo ante annos quatuordecim, sive in corpore nescio, sive extra corpus nescio, Deus scit, raptum hujusmodi usque ad tertium caelum. Et scio hujusmodi hominem sirve in corpore, sive extra corpus nescio, Deus scit: quoniam raptus est in paradisum, et audivit arcana verba, quae non licet homini loqui. Pro hujusmodi gloriabor: pro me autem nihil gloriabor, nisi in infirmitatibus meis. Nam, et si voluero gloriari, non ero insipiens: veritatem enim dicam: parco autem, ne quis me existimet supra id quod videt in me, aut aliquid audit ex me. Et ne magnitudo revelationum extollat me, datus est mihi stimulus carnis meae, angelus satanae, qui me colaphizet. Propter quod ter Dominum rogavi, ut discederet a me. Et dixit mihi : sufficit tibi gratia mea: nam virtus in infirmitate perficitu. Libenter igitur gloriabor in infirmitatibus meis, ut inhabitet in me virtus Christi.
   Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Corintios [XI. 19-33; XII, 1-9]) Hermanos: Siendo como sois sensatos, toleráis con gusto a los fatuos. Vosotros, en efecto, soportáis si alguno os reduce a servidumbre, si os devora, si os defrauda, si se engríe, si os hiere en el rostro. Para deshonra mía digo esto como si nosotros hubiéramos sido débiles. Sin embargo. en cualquier cosa en que alguien alardee -hablo con fatuidad- alardeo también yo. ¿Son hebreos? También yo.. ¿Son israelitas? También yo. ¿Son linaje de Abraham? También yo. ¿Son ministros de Cristo? - ¡hablo como un loco!- yo más; en trabajos más que ello, en prisiones más que ellos, en heridas muchísimo más, en peligros de muerte muchas veces más: Recibí de los judíos cinco veces cuarenta azotes menos uno; tres veces fui azotado con varas. una vez apedreado, tres veces naufragué, una no che y un día pasé en el mar; en viajes muchas veces; con peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de parte de mis compatriotas, peligros de parte de los gentiles, peligros en poblado, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajos y fatigas, en vigilias muchas veces, en hambre y sed, en ayunos muchas veces, en frío y desnudez. y aparte de esas (pruebas) exteriores, lo que cada día me persigue: la solicitud por todas las Iglesias. ¿ Quién desfallece sin que desfallezca yo? ¿Quién padece escándalo, sin que :yo arda? Si es menester g1oriarse me gloriaré de lo que es propio de mi flaqueza. El Dios y Padre del Señor Jesús, el eternamente Bendito, sabe que no miento. En Damasco, el etnarca del rey Artas tenía custodiada la ciudad de los damascenos para prenderme y por una ventana fui descolgado del muro en un canasto, y escapé de sus manos. Teniendo que gloriarme, aunque no sea cosa conveniente. vendré ahora a las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que catorce años ha - si en cuerpo, no lo sé, si fuera del cuerpo, no lo sé. Dios lo sabe- fue arrebatado hasta el tercer cielo. y sé que el tal hombre si en cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé. Dios lo  sabe- fue arrebatado a1 Paraíso y oyó palabras inefables que no es dado al hombre expresar. De ese tal me gloriaré. pero de mí no me g1oriaré sino en mis flaquezas. Si yo quisiera gloriarme, no sería fatuo, pues diría la verdad; mas me abstengo, para que nadie me considere superior a lo que ve en mí u oye de mi boca. Y a fin de que por la grandeza de las revelaciones. no me levante sobre lo que soy, me ha sido clavado un aguijón en la carne, un ángel de Satanás que me abofetea. para que no me engría. Tres veces rogué sobre esto al Señor para que lo apartase de mí.  Mas É1 me dijo: "Mi gracia te basta. pues en la flaqueza se perfecciona la fuerza". por tanto con sumo gusto me gloriaré de preferencia en mis flaquezas. para que la fuerza de Cristo habite en mí.

Salmodia
    GRADUALE Ps. 82, 19 Sciant gentes, quoniam nomen tibi Deus: tu solus Altissimus super omnem terram. V. Deus meus, pone illos ut rotam, et sicut stipulam ante faciem venti.    Tractus.  (Ps. 59, 4 et 6) Commovisti, Domine, terram, et conturbasti eam. V. Sana contritiones ejus, quia mota est. v. Ut fugiant a facie arcus: ut liberentur electi tui.   Gradual - Sepan los hombres que vuestro nombre  es Dios, y que Vos sois el Altísimo sobre la tierra. Agitadlos oh Dios mío, como un torbellino o como la hojarasca al Soplo del viento..
   Tracto. Conmovisteis, Señor, nuestro país, y lo
quebrantasteis. Reparad sus hendiduras, porque se bambolea. Para que huyan de los tiros del arco: y se libren vuestros elegidos.

Evangelio
Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucas. Luc. VIII 4-15   
In illo témpore: Cum turba plurima convenirent, et de civitatibus properarent ad Jesum, dixit per similitudinem: Exiit, qui seminat, seminare semen suum: et dum seminat, aliiud cecidit secus viam, et conculcatum est, et volucres caeli comederunt illud. Et aliud cecidit supra petram: et natum aruit, quia non habebat humorem. Et aliud cecidit in terram bonam: et ortum fecit fructum centuplum. Haec dicens, clamabat: Qui habet aures audiendi, audiat. Interrogabant autem cum discipuli ejus, quae esset haec parabola. Quibus ipse dixit: vobis datum est nosse mysterium regni Dei, ceteris autem in parabolis; ut videntes non videant, et audientes non intelligant. Est autem haec parabola: Semen est verbum Dei. Qui autem secus viam, hi sunt qui audiunt: deinde venit diabolus, et tollit verbum de corde eorum,ne credentes salvi fiant.Nam qui supra petram: qui cum audierint, cum gaudio siscipiunt verbum: et hi radices non habent: qui ad tempus credunt, et in tempore tentationis recedunt. Quod autem in spinas cecidit: hi sunt, qui audierunt, et a sollicitudinibus, et divitiis, et voluptatibus vitae euntes, suffocantur, et non referunt fructum. Quod autem in bonam terram: hi sunt, qui in corde bono et optimo audientes verbun retinent, et fructum afferunt in patientia. Credo.
  Continuación del Santo Evangelio según San Lucas(VIII, 4-15) - En aquel tiempo: Como se juntase una gran multitud, además de los que venían a Él de todas las ciudades, dijo esta  parábola: "El sembrador salió a sembrar su simiente. y al sembrar, una semilla cayó a lo largo del camino; y fue pisada y la comieron las aves del cielo. Otra cayó en la piedra y, nacida, se secó por no tener humedad. Otra cayó en medio de abrojos, y los abrojos, que nacieron juntamente con ella, la sofocaron y otra cayó en buena tierra, y brotando dio fruto centuplicado". Diciendo esto, clamó: "¡Quien tenga oídos para oír, oiga!" Sus discípulos le preguntaron lo que significaba esta parábola. Les dijo: "A vosotros ha sido dado conocer los misterios del reino de Dios, en cuanto a los demás se les habla en parábolas, para que «mirando, no vean; y oyendo, no entiendan,. La parábola es ésta: «La simiente es la palabra de Dios. Los de junto al camino, son los que han oído; mas luego viene el diablo, y saca afuera de! corazón la palabra para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra. son aquellos que al oír la palabra la reciben con gozo, pero carecen de raíz; creen por un tiempo, y a la hora de la prueba, apostatan. Lo caído entre los abrojos, son los
que oyen, mas siguiendo su camino son sofocados
 por 1os afanes de la riqueza y los placeres de la vida y no llegan a madurar; y lo caído en la buena tierra, son aquellos que oyen con el corazón recto
 y bien dispuesto y guardan consigo la palabra y
 dan fruto en la perseverancia»   Credo.   
    OFFERTORIUM Ps. 16, 5, 6-7 Perfice gresus meos in semitis tuis, ut non moveantur vestigia mea; inclina aurem tuam, et exaudi verba mea: mirifica misericordias tuas, qui salvos facis sperantes in te, Domine.   Ofertorio -  Asegurad constantemente mis pasos por vuestros senderos, a fin de que mis pies no resbalen; inclinad hacia mí vuestros oídos, y escuchad mis palabras. Haced brillar de un modo maravilloso vuestras misericordias, oh Salvador de los que en Vos esperan.

Oración-Secreta
    Oblatum tibi, Domine, sacrificium, vivificet nos semper, et muniat. Per Dominum.    Haced, Señor, que el Sacrificio que os ofrecemos nos vivifique siempre y fortalezca. Por Nuestro Señor  

Prefacio de la Sma Trinidad
    Vere dignum et justum ets aequum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus. Qui cumm unigenito  Filio tuo, et Spiritu Sancto, unus es Deus, unus es Dominus: non in unius singularitate personae, sed in unius Trinitate substantiae. Quod enim de tua gloria, revelante te, credimus, hoc de Filio tuo, hoc de Spiritu Sancto, sine differentia discretionis sentimus. Ut in confessione verae, sempiternaeque Deitatis, et in personis Proprietas, et in essentia unitas, et in majestate adoretur aequalitas. Quam laudat Angeli atque Arcangeli, Cherubim quoque ac Sraphim: qui non cessant clamare quotidie, una voce dicentes:   Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Quien, con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, eres un solo Señor: no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia. Porque cuanto creemos, por habérnoslo Tu revelado, acerca de tu gloria, creémoslo igualmente de tu Hijo, y del Espíritu Santo, sin haber diferencia ni separación. De modo que, al reconocer una sola verdadera y eterna Divinidad, sea también adorada la propiedad en las personas, la unidad en la esencia y la igualdad en la majestad. A la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar diariamente, diciendo a coro:
   COMMUNIO Ps. 42, 4.  Introibo ad altare Dei, ad Deum qui laetificat juventutem meam. 
   Comunión. - Entraré al altar de Dios, el Dios que es la alegría de mi juventud

Oración-Postcomunión
    POSTCOMMUNIO - Suplices te rogamus, omnipotens Deus: ut quos tuis reficis sacramentis, tibi etiam placitis moribus dignanter deservire concedas. Per Dominum.   Os suplicamos humildemente, Dios Todopoderoso, concedáis os sirvan con una conducta a Vos agradable los que alimentáis con vuestros Sacramentos. Por Nuestro Señor Jesucristo...

INTRODUCCIÓN

Acerca de la Santa Misa