6 de noviembre
BEATO PABLO DE SANTA CLARA, Religioso y Mártir
(1ª Orden Franciscana)
(1622)
Pablo de Santa Clara es un discípulo amado del Beato Apolinar Franco, jefe del grupo de los mártires japoneses de aquel año y Ministro provincial del Japón. Prestó servicio en calidad de catequista y llevó a cabo toda su diligente actividad bajo la dependencia de los franciscanos en la evangelización, la enseñanza del catecismo a niños y a adultos, en la asistencia y el cuidado de los enfermos en las casas privadas y en los hospitales. Estaba siempre a disposición del Padre Apolinar Franco para cuanto era necesario para el apostolado y para los trabajos internos de la casa religiosa, como servicios de cocina, sacristía en la iglesia, aseo de la casa.
Pablo tenía un gran deseo de hacerse religioso franciscano. Varias veces lo había expresado al Beato Apolinar, pero siempre se había aplazado la fecha de la vestición. Los caminos del Señor son maravillosos; también a Pablo le llegaría el día tan deseado. Se había desencadenado la persecución religiosa con gran furor, misioneros y cristianos eran apresados, metidos en la cárcel y condenados a muerte. Con el Beato Apolinar Franco fue arrestado también Pablo, y conducido junto con los otros misioneros y cristianos a la cárcel de Omura.
En la cárcel Pablo renovó a su superior la petición de ser admitido a la Orden de los Hermanos Menores. Entonces se llevó a cabo una conmovedora y sugestiva ceremonia que nunca se olvidará. Junto a nuestro Pablo estaban otros dos cohermanos suyos, que eran admitidos al año de noviciado. Fray Pablo de Santa Clara será su nuevo nombre, su estado, religioso laico. Fue un verdadero año de noviciado con programas bien definidos, como se desarrolla en una comunidad religiosa normal: oración en común, recitación del breviario y del rosario y mucha alegría en medio de los dolores de una cárcel. Una vida religiosa que tuvo como epílogo el martirio.
El 2 de septiembre de 1622 fue sellada la sentencia de condena a muerte. Fray Pablo de Santa Clara fue sacado de la cárcel y llevado junto con sus cohermanos a Omura, donde estaba listo el calvario para los confesores de la fe. Una turba de paganos y de cristianos hizo cortejo a los condenados a muerte, entre aplausos por parte de los cristianos e insultos por parte de los paganos. Fueron condenados a ser quemados vivos. Así alcanzaron la gloria del cielo con la palma del martirio.
Fue beatificado por Pío IX el 7 de julio de 1867.
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