10 de septiembre
BEATO APOLINAR FRANCO, Mártir del Japón
(1622 d. C.)
BEATO APOLINAR FRANCO, Mártir del Japón
(1622 d. C.)
. |
Apolinar Franco, nació en Aguilar del Campo, en Castilla la Vieja, de padres nobles y virtuosos. Completó sus estudios en la célebre universidad de Salamanca, donde recibió el grado de doctor, y después tomó el hábito franciscano entre los Hermanos Menores. Fue religioso austero y de alta contemplación. Era el predicador más renombrado en Castilla la Vieja, cuando en 1600 obtuvo de sus superiores licencia para partir a las misiones de Filipinas junto con 50 cohermanos suyos. De allí pasó al Japón, donde su celo y su santidad produjeron abundantes frutos apostólicos.
En el comienzo del shogunado de Tokugawa, en 1614, los shoguns, o jefes supremos, cerraron el Japón a los extranjeros y se aseguraron dos siglos y medio de “bienestar y paz”. Allí vivían medio millón de católicos cuando, en 1614, Useyasu, fundador de la dinastía de Tokugawa, promulgó un decreto que les prohibía practicar su religión y ordenaba bajo pena de muerte que los misioneros abandonaran el país.
A pesar de esto, Apolinar Franco permaneció en su puesto, es más, fue nombrado Ministro Provincial del Japón. En 1617 estaba en Nagasaki y supo que en el reino de Omura no había quedado ni un sacerdote, los cristianos eran numerosos y la persecución violentísima. Sin embargo decidió ir entre ellos. Partió vestido con su hábito religioso; a lo largo del viaje predicó públicamente y convirtió a uno de los verdugos del Beato Pedro de la Asunción. Los bonzos, irritados contra el apóstol de Jesús, lo denunciaron al Gobernador quien el 7 de julio de 1617 lo hizo arrestar y poner en prisión en Omura junto con algunos cristianos japoneses. En aquélla prisión pasó cinco años, pero tuvo la fortuna de encontrar carceleros benévolos que le permitieron el contacto con los cristianos. Entre los prisioneros se encontraba uno de sus catequistas, Francisco, quien al saber del arresto del Padre Apolinar, había ido ante el gobernador para reprocharle su crueldad. El gobernador, irritado, lo hizo meter a la cárcel. Allí Fray Apolinar lo recibió como novicio clérigo con el nombre de Fray Francisco de San Buenaventura. Otro cristiano, Pablo, recibió el hábito con el nombre de Fray Pablo de Santa Clara; otros fueron admitidos a la Tercera Orden Franciscana. La prisión para Fray Apolinar se había convertido en convento, donde se practicaba la vida religiosa.
Era esta una verdadera fraternidad en donde se oraba y se elevaban continuamente las alabanzas a Dios. En los primeros días de septiembre de 1622 los Santos Mártires prisioneros de Omura debieron separarse: veinte fueron enviados a Nagasaki para consumar allí su inmolación con el martirio; ocho permanecieron en Omura junto con el Beato Apolinar Franco. Condenados a ser quemados vivos, fueron ejecutados el 12 de septiembre de 1622. El 7 de julio de 1867 Pío IX beatificó a doscientos cinco de estos mártires, entre ellos al padre Apolinar.
Después de esta persecución, ningún sacerdote, durante doscientos cincuenta años, o sea hasta 1867, ejerció su ministerio en Japón.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario