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Señor: Abre los ojos y mírame con piedad y misericordia; hazme ver las cosas de este mundo con tal indiferencia que solamente contemple las tuyas para que te pertenezca del todo y me salve; guía mi memoria, entendimiento y mis pasos por el buen camimino a fin de poder llegar un día a tu santa gloria. Escúchame, Señor nuestro, Cristo Crucificado.
Abre, Señor, tus labios y dime que me perdonas, que me ayudarás a obrar siempre el bien y a saber perdonar las ofensas que me hagan. Líbrame, Señor, del mal uso de la palabra y de las murmuraciones.
Acércame, Señor, a tu Corazón Santísimo con aquel amor divino con que abrazaste tu Santa Cruz para salvarnos, y haz que yo también abrace resignadamente mi cruz, dándome humildad, paciencia y fortaleza para todos los trabajos de esta vida. (Se pide lo que se desea conseguir).
Y tú, Virgen amada del Milagro, pide también a tu Santísimo Hijo, que nada puede negarte, todo lo que acabo de suplicarle, ponme bajo tu amparo y protección todos los días de mi vida y especialmente en la hora de mi muerte. Así sea.
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