Las "ACTAS" de estos mártires no son auténticas. Suprimiendo algunos milagros estereotipados, Alban Butler las resume así: Existía en Terracina, Italia, la bárbara costumbre de que, en ciertas ocasiones solemnes, un joven se ofreciese voluntariamente en sacrificio a Apolo, que era el dios tutelar de la ciudad. Tras un período en el que el pueblo satisfacía todos los caprichos del joven elegido, éste se ofrecía como víctima y se arrojaba al mar desde un acantilado. Cesario, que era un diácono africano, presenció en cierta ocasión la escena, y no pudiendo contener su indignación, habló abiertamente contra tan abominable superstición. El sacerdote del templo le mandó arrestar y le acusó ante el gobernador.. Al cabo de dos años de prisión, Cesario fue condenado por el gobernador a ser arrojado al mar en un saco, junto con un sacerdote cristiano llamado Julián. Aunque no sabemos qué fue lo que realmente sucedió, lo cierto es que los nombres de San Cesario y San Julián figuran en los martirologios primitivos. En Roma hubo desde el siglo VI una iglesia consagrada a San Cesario, que es actualmente un título cardenalicio.
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