EL SANTO DEL DÍA ES:

14 de Agosto

SAN EUSEBIO, Confesor

Mirad qué amor nos ha testimoniado
el Padre, concediendo que nos llamemos
hijos de Dios, 
¡Y que lo seamos!
(1 Juan, 3, 1)
   
   San Eusebio, presbítero romano, resistió valientemente a los arrianos. Para castigarlo por su fidelidad a Dios, el emperador Constancio lo hizo encerrar en una cárcel tan estrecha que apenas podía moverse en ella. Desde el fondo de su mazmorra, elevó al Cielo su corazón, rogando salir pronto de este destierro. Lo escuchó el Señor y lo llamó después de siete meses de prisión. Sobre su tumba se escribió este epitafio: Aquí yace Eusebio, varón de Dios.

Su vida transcurrió en tiempo de Constancio II, quien fue partidario de las tesis de Arrio y desterró y castigó a muchos cristianos contrarios a las teorías del Obispo. A San Eusebio, según cuentan algunos hagiógrafos, se le condenó a quedar emparedado en su propia casa, donde falleció al cabo de siete meses. Alonso de Villegas en su Flos Sanctorum escribe que:
Era el aposento tan estrecho que ni en pie podía estar, ni echado, porque era más baxo y más corto que la estatua de un hombre. Su cuerpo fue sepultado por Gregorio y Orosio, presbíteros, en una cueva, en el cimenterio de Calixto, junto al cuerpo de Sixto Papa.
Sigue Villegas relatando que, al saberlo el emperador, hizo sepultar a Gregorio en la misma cueva en que había introducido a San Eusebio. Orosio se enteró y llegó a rescatarle cuando todavía estaba vivo, pero murió al cabo de poco tiempo en su presencia. César Baronio dice que San Eusebio murió el año 357.


MEDITACIÓN: EL CRISTIANO DEBE SER UN HOMBRE DE DIOS

I. Eres de Dios: Él te ha creado, te conserva, te ha redimido y a cada momento te colma de sus mercedes. ¿No es verdad, acaso, que le debes una infinidad de favores particulares? Es tu Dios y tu Padre, y será tu juez; le perteneces por toda clase de títulos. Alma mía, ¿habrás de rehusar siempre someterte a este Dios que tantos derechos tiene a tus homenajes? ¿Cómo agradeces tú los favores que recibiste de su liberalidad? Alma mía, ¿no te someterás a Dios? (El Salmista)
  
II. Puesto que eres de Dios, a Dios debes referir tus acciones, tus pensamientos y tus palabras; aquél a quien pertenece el árbol, tiene el derecho de recoger sus frutos. ¡Qué felicidad para ti poder trabajar para un señor que alienta tus trabajos, aplaude tus éxitos y los recompensa tan generosamente! ¿De qué manera trabajan para Dios mi cuerpo, mi alma, mi memoria, mi entendimiento, mi voluntad y mis sentidos?
   
III. Si no eres tú un hombre de Dios, ¿a quién perteneces? ¿por quién trabajas? ¡Para el demonio que quiere condenarte, para el mundo que te engaña, para tu cuerpo que no es más que podredumbre, para honores que no son más que vanidad, para riquezas que habrás de abandonar a la muerte! Busca un señor que sea tan bueno, tan poderoso, tan liberal, tan perfecto como Dios; si no lo encuentras, vuelve al Señor tu Dios. Si alguno es piadoso, ése es un hombre de Dios, el impío es el hombre del demonio, no por naturaleza, sino por su propia elección. (San Ignacio).


El amor de Dios
Orad por los sacerdotes.

ORACIÓN
   Oh Dios, que todos los años nos dais un nuevo motivo de gozo con la fiesta del bienaventurado Eusebio, vuestro confesor, haced, por vuestra bondad, que honrando su nacimiento al cielo, caminemos por sus huellas para llegar a Vos. Por J. C. N. S. Amén.

HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:

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INTRODUCCIÓN

Acerca de la Santa Misa