Dios no nos ha dado un espíritu de temor,
sino de fortaleza y amor y sobriedad.
(2 Timoteo, 1,7)
San Jacinto renunció a todas las ventajas que procura un noble nacimiento, la fortuna y el talento, para entrar en la orden que Santo Domingo acababa de fundar. Sus predicaciones, acreditadas por el don de milagros, produjeron en Polonia efectos maravillosos: hubiérase creído estar en los hermosos días del cristianismo naciente. Después de haber fundado varios monasterios en ese reino, recorrió Prusia, Dinamarca, Suecia y Noruega, que todavía en parte eran paganas: de allí pasó a Ucrania y a Rutenia y penetró hasta el Mar Negro, obrando a su paso numerosas conversiones y fundando monasterios para perpetuar su obra. De vuelta a Cracovia, cayó enfermo, y expiró el día de la Asunción en 1257.
MEDITACIÓN: SOBRE EL BUEN EMPLEO DEL TIEMPO
El buen empleo del tiempo
Orad por por los misioneros.
Oh Dios, que todos los años nos proporcionáis un nuevo motivo de gozo con la solemnidad del bienaventurado Jacinto, vuestro confesor, concedednos, por vuestra bondad, imitar los ejemplos de aquél cuyo nacimiento al cielo celebramos. Por J. C. N. S. Amén.
- San Mammes, Mártir
- San Liberato y Compañeros, Mártires
- Santa Clara de Montefalco, Virgen y Fundadora
- Beato Santiago de Savigliano, Confesor
- Beato Ángel Agustín de Florencia, Confesor
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