31/VIII SANTO DOMINGUITO DEL VAL, Monaguillo y Mártir

31 de Agosto

SANTO DOMINGUITO DEL VAL, Monaguillo y Mártir
(+1250)

Niño monaguillo de la Seo de Zaragoza,
fue crucificado por los judíos en odio de la fe,
para sacarle la sangre y sorberla en
el rito nefando de su Pascua.

(Misal - Propio de España 31 de Agosto)

   Dominguito del Val nació en Zaragoza, la ciudad de la Virgen y de los Innumerables Mártires, el año 1243. Era rey de Aragón Jaime el Conquistador, vicario de Cristo en Roma, Inocencio IV, y obispo de Zaragoza, Arnaldo de Peralta. Media España estaba bajo el dominio de los moros y en cada pecho español se albergaba un cruzado. Los padres de Dominguito se llamaban Sancho del Val e Isabel Sancho. Su madre era de pura cepa zaragozana, y su padre, de origen francés. El abuelo paterno había sido un esforzado guerrero a las órdenes del rey don Alfonso el Batallador. A su lado estuvo en el asedio de Zaragoza, que fue duro y prolongado. Todos los cruzados franceses se marcharon a sus casas; todos, menos uno. "Fue nuestro antepasado -decía Sancho del Val a su hijo, siempre que le contaba la historia-. El señor del Val, hijo de la fuerte Bretaña, sufrió inquebrantable el hambre y la sed, los hielos del invierno y los fuegos del verano, las vigilias prolongadas y los golpes de las armas enemigas. Y al rendirse la ciudad, el rey le hizo rico y noble, igualándole con los españoles más ilustres".
   Sancho del Val no siguió a su padre por el camino de las armas. Prefirió las letras. Fue tabelión o notario y su firma quedó estampada en las actas de las Cortes de Aragón, al lado de las firmas de condes y obispos.
   Dios bendijo la unión de Sancho e Isabel dándoles un hijo que iba a ser mártir y modelo de todos los niños y, de un modo especial, de los monaguillos. Porque Santo Dominguito del Val es el patrono de los monaguillos y niños de coro. El fue infantico de la catedral de Zaragoza, vistió con garbo la sotanilla roja y repiqueteó con gusto la campanilla en los días de fiesta grande. La imagen que todos hemos visto de este tierno niño nos lo representa con las vestiduras de monaguillo. Clavado en la pared con su hermosa sotana y amplio roquete. La mirada hacia el cielo y unos surcos de sangre goteando de sus pies y manos. Una estampa de dolor ciertamente, pero, también, de valentía superior a las fuerzas de un niño de pocos años. Las nobles condiciones, especialmente su piedad, que se advertían en el niño según crecía, indujeron a los padres a dedicarlo al santuario, al sacerdocio. Cuando fue mayorcito lo enviaron a la catedral. Entonces la catedral era la casa de Dios y, al mismo tiempo, escuela. Todas las mañanas, al salir el sol, hacía Dominguito el camino que separaba el barrio de San Miguel de la Seo. Una vez allí, lo primero que hacía era ayudar a misa y cantar en el coro las alabanzas de Dios y a la Virgen.
   Cumplido fielmente su oficio de monaguillo, bajaba al claustro de la catedral a empezar la tarea escolar. Con el capiscol o maestro de canto ensayaban los himnos, salmos y antífonas del oficio divino. La historia y la tradición nos presentan a nuestro Santo especialmente aficionado y dotado para el canto. Por algo es el patrono de los niños de coro y seises.
   La tarea escolar incluía más cosas. Había que aprender a leer, a contar, a escribir. Los pequeños dedos se iban acostumbrando a hacer garabatos sobre las tablillas apoyadas en las rodillas. La voz del maestro se oía potente y, al acabar, las cabecitas de los pequeños escolares se inclinaban rápidamente para escribir en los viejos pergaminos lo que acababan de oír. Así un día y otro día. Al atardecer volvía a casa. Un beso a los padres, y luego a contarles lo que había aprendido aquel día y las peripecias de los compañeros.
   Uno se resiste a creer la historia que voy a contar. Es increíble que haya hombres tan malos. Sin embargo, parece que la substancia del hecho es verdad.
   Los judíos solían amasar los alimentos de su cena pascual con sangre de niños cristianos. La historia nos ha conservado los nombres de estas víctimas inocentes: Simón de Livolés, Ricardo de Norwick, el Niño de la Guardia y Santo Dominguito del Val. "Oyemos decir -escribía el rey Alfonso el Sabio, en aquellos mismos días de Santo Dominguito del Val- que los judíos hicieron, el día de Viernes Santo remembranza de la pasión de Nuestro Señor, hurtando los niños y poniéndolos en la cruz, y haciendo imágenes de cera y crucificándolas, cuando los niños no pueden haber."
   Los judíos eran por entonces muchos y poderosos en Zaragoza. En la sinagoga se había recordado "que al que presentase un niño cristiano sería eximido de penas y tributos". Y un sábado al terminar de explicar la Ley el rabino, dijo: "Necesitamos sangre cristiana. Si celebramos sin ella la fiesta de la Pascua, Jehová podrá echarnos en cara nuestra negligencia".
   Estas palabras fueron bien recogidas por Mosé Albayucet, un usurero de cara apergaminada y nariz ganchuda. Por su frente arrugada pasó una idea negra. Pensó en aquel niño que todos los días al oscurecer pasaba delante de su tienda. Este niño era Dominguito del Val, que volvía de la catedral a casa. A veces solo y otras con un grupo de compañeros. Con frecuencia, al cruzar el barrio judío, de tiendas obscuras y estrechas callejuelas, cantaban himnos en honor del Señor y su Santísima Madre. Seguramente los que acababan de ensayar con el capiscol de la catedral.
   Más de una vez los había oído Mosé Albayucet y, desde la puerta de su tienda, los había amenazado con su mano. Le pareció la ocasión oportuna y prometió a sus compañeros de secta que aquel año iban a tener sangre de niño cristiano para la Pascua y bien reciente.
   Era el miércoles 31 de agosto de 1250. El atardecer se hacía más obscuro en las estrechas callejuelas del barrio judío por donde pasaba Dominguito camino de su casa. De repente, y antes de pensarlo o poder lanzar un grito, nota que algo se le echa encima. Son las manos de Mosé Albayucet que le cubren el rostro con un manto. Le amordaza bien la boca para que no pueda gritar y le mete de momento en su casa. Las garras de la maldad acaban de hacer su presa.
   Aquella misma noche es trasladado el inocente niño a la casa de uno de los rabinos principales. Allí están los príncipes de la sinagoga. Dominguito tiembla de miedo ante aquellos rostros astutos y malvados. Sus manos aprietan la cruz que pende de su pecho.
   -Querido niño -le dice una voz zalamera-, no queremos hacerte mal ninguno; pero si quieres salir de aquí tienes que pisar ese Cristo.
   -Eso nunca -dice el niño-. Es mi Dios. No, no y mil veces no.
   -Acabemos pronto -dicen aquellos malvados ante la firmeza del niño.
   Va a repetirse la escena del Calvario. Uno acerca las escaleras que apoya sobre la pared; otro presenta el martillo y los clavos, y no falta quien coloca en la rubia cabellera del niño una corona de zarzas, así el parecido con la crucifixión de Cristo será mayor.
   Con gran sobriedad de palabras refieren las Actas del martirio lo que sucedió:
   "Arrimáronle a una pared, renovando furiosos en él la pasión del divino Redentor; crucificáronle, horadando con algunos clavos sus manos y pies; abriéronle el costado con una lanza, y cuando hubo expirado, para que no se descubriese tan enorme maldad, lo envolvieron y ataron en un lío y lo enterraron en la orilla del Ebro en el silencio de la noche."
   Todos nos imaginamos fácilmente los espasmos de dolor que estremecerían aquellos músculos delicados de niño. Abrieron sus venas para recoger en unos vasos preparados su sangre. Sangre inocente que iba a ser el jugo con que amasasen los panes ácimos de la Pascua.
   Una vez muerto cortaron sus manos y cabeza, que arrojaron a un pozo de la casa donde había tenido lugar el horrendo crimen. Su cuerpo mutilado fue llevado, como dicen las Actas, a orillas del Ebro. Allí sería más difícil encontrarlo.
   Los judíos se retiraron a sus casas contentos de haber hecho un gran servicio a Dios. La Seo había perdido a su mejor monaguillo y el cielo había ganado un ángel más. Todo esto ocurría la noche del 31 de agosto de 1250.
   Dios tenía preparado su día de triunfo, su mañana de resurrección, para Dominguito del Val.
   Mientras en la casa del notario Sancho del Val se oían gemidos de dolor, una extraña aureola aparecía en la ribera del Ebro. Los guardas del puente de barcas echado sobre el río habían visto con asombro durante varios días el mismo acontecimiento. La noticia recorre toda Zaragoza.
   Algunas autoridades y un grupo de clérigos se dirigen hacia el lugar de la luz misteriosa. Allí hay un pequeño trozo de tierra recientemente removida. Se escarba y, metido en un saco, aparece un bulto sanguinolento. Se comprueba que es el cuerpo mutilado de Dominguito. Una ola de dolor e indignación invade la ciudad de punta a punta.
   La cabeza y las manos aparecen, también, de una manera milagrosa. Aunque aquí la historia no concuerda. Según una versión, un perrazo negro gime lastimeramente, y sin que nadie le pueda espantar, al borde del pozo a que fueron arrojados los miembros del niño mártir. Es el perro del notario Sancho del Val. Se agota el agua y en el fondo aparecen las manos y cabeza de Dominguito. Otra versión dice que las aguas del pozo se llenaron de resplandeciente luz, que crecieron y desbordadas mostraron el tesoro que guardaban en el fondo. Pronto se supo toda la verdad del hecho. El mismo Albayucet lo iba diciendo: "Sí, yo he sido. Matadme, me es igual; la mirada del muerto me persigue, y el sueño ha huido de mis ojos". El santo niño había de conseguir el arrepentimiento para su asesino. Bautizado y arrepentido, Albayucet subirá tranquilo a la horca.
   "Divulgado el suceso -escribe fray Lamberto de Zaragoza-, y obrados por el divino poder muchos milagros, el obispo Arnaldo dispuso una procesión general, a la que asistió con todo el clero la ciudad, la nobleza, la tropa y la plebe, todos con velas blancas, y llevaron el santo cuerpo por todas las iglesias y calles de la ciudad, hasta por la puerta Cineja, mostrándolo a todos y haciendo ver en él las llagas de las manos y pies y costado."
   Hoy mismo es muy viva la devoción que Zaragoza siente por su glorioso mártir. Su fiesta está incluida entre las de primera clase y los niños de coro de La Seo y del Pilar le festejan como Santo patrono. Desde los días del martirio existe la cofradía de Santo Dominguito. El rey Jaime I de Aragón tuvo a honor ser inscrito en ella.
   Sus restos mortales se conservan en una capilla de la catedral en hermosa urna de alabastro. Sobre la urna un ángel sostiene esta leyenda: "Aquí yace el bienaventurado niño Domingo del Val, mártir por el nombre de Cristo".
 MARCOS MARTÍNEZ DE VADILLO



*Año Cristiano, Tomo III, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1966.

EL SANTO DEL DÍA ES:

31 de Agosto

SAN RAMÓN NONATO, Confesor

Os habéis hecho partícipes de los que sufrían
afrenta y tribulación; os compadecisteis
de los que estaban entre cadenas.

(Hebreos, 10, 33-34)

   San Ramón pidió a la Santísima Virgen que le hiciese conocer el camino que debía seguir para llegar al cielo; María le ordenó entrar en la Orden recientemente fundada de la Redención de los cautivos (de la Merced). Enviado a Berbería, rescató a gran número de cautivos, y cuando se le agotaron los recursos, se dio a sí mismo en prenda para la libertad de muchos otros. Vuelto a España, fue nombrado cardenal por Gregario IX. Murió en el año 1240, yendo a Roma, donde el Papa lo llamara para utilizarlo en el gobierno de la Iglesia.

MEDITACIÓN: SOBRE LA OBLIGACIÓN DE SOCORRER A LAS ALMAS DEL PURGATORIO

I. Todos podemos trabajar en la liberación de las almas del purgatorio, que están en una cautividad más cruel que la de los cristianos llevados como esclavos. Puedes tú socorrerlas orando a Dios por ellas, encargando se celebren misas, dando limosnas, practicando alguna mortificación, o sufriendo pacientemente las penas y aflicciones de esta vida con miras a satisfacer por ellas a la justicia de Dios. Puedes prestarles este servicio; ellas no pueden hacer ya nada por su liberación. Considera los suplicios que padecen.

II. La justicia te obliga a socorrer a tus padres. que te dejaron tantos bienes; la amistad exige que alivies a tus amigos en su abandono cruel; el agradecimiento te impone la obligación de orar por tus bienhechores; y la caridad. que exige que ames a tu prójimo como a ti mismo, te impone el deber de aliviar a esas almas, como quisieras que se te aliviasen si estuvieras en su lugar. Escucha las quejas que te dirigen.

III. Si ayudas con tus buenas obras a estas santas almas. Dios hará de modo que contigo se haga otro tanto después de tu muerte. Con todo no te fíes en este auxilio; haz provisión de buenas obras antes de partir de este mundo; lleva tu rescate contigo y pronto estarás libre; haz penitencia en esta vida. ¡Ah! mucho más dulce es lavar los pecados con las lágrimas de la penitencia. que expiarlos en las llamas del purgatorio.

La caridad
Orad por los prisioneros.

ORACIÓN
   Señor, que habéis dado al bienaventurado Ramón, vuestro confesor, un celo admirable por la redención de los fieles cautivos de los bárbaros, concedednos por su intercesión que, libres de las cadenas de nuestros pecados, cumplamos con perfecta libertad de espíritu todo lo que os sea más agradable. Por J. C. N. S. Amén.

HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:

DOMINGO DÉCIMO SEGUNDO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

DUODÉCIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


(Semidoble - Ornamentos verdes)

 Salomón es viva figura de Jesucristo, rey de la paz y de la celestial Jerusalén. Rey sabio que dijo un día a los incrédulos judíos: "He aquí uno mayor que Salomón". En todos estos domingos quiera la Iglesia que leamos los escritos del Espíritu Santo inspiró a aquel gran monarca para aprovechamiento de todos los venideros. Leamos esos libros saturados de celestial Sabiduría, y escuchemos sobre todo la voz de Jesús que será siempre nuestro maestro por excelencia. 
Este domingo insiste en la Caridad. Cumpliéndola debidamente, hemos cumplido toda la Ley y no correremos peligro de desmoronarnos, porque esa virtud nos atará a la Divina Voluntad con atadura y vínculo perfecto, de manera que se podrá decir con todas veras: "Ama et fac quod vis".
Cumplir la Ley Cristiana como Dios manda y no quedarse en su corteza, es hacer lo que hizo el Buen Samaritano con el pobrecito que los ladrones dejaron maltrecho a la vera del camino. Este Buen Samaritano es Jesús, Jesús nuestro médico sapientísimo, cariñoso y  desinteresado el cual se vistió traje de pecador y anduvo, como nosotros por el camino de una vida mortal buscando precisamente a los pecadores heridos por los dardos del demonio, derramando sobre nuestras llagas gangrenadas el bálsamo del consuelo y el óleo y vino de sus Sacramentos, ese óleo y ese vino de que hablan el Evangelio  y la Comunión. Bendigamos, pues, al Señor en todo tiempo (Gr.), por haber extremado así sus bondades con nosotros.
 Pero quiere Cristo que lo que Él hizo con todos, como buen Samaritano, lo hagamos también nosotros con nuestros semejantes, y sobre todo con los miembros doloridos de Cristo que son los cristianos, máxime cuando son pobres, atribulados o pecadores. Recordemos también que el amor al prójimo ha de ser sobrenatural; y así, le hemos de amar en Dios y por Dios, y la limosna que le demos, debemos dársela por Dios, como él la pide por Dios.
 En el cristiano, siquiera sea pobre y de exterior repugnante, no debemos mirar sus harapos y la envoltura de carne magullada que aprisiona su alma preciosa, sino a un ser divinizado, como nosotros, por la Gracia de Cristo.
 Hagamos también lo que hizo Moisés, figura de Jesucristo, que devolvió bien por males, orando por su pueblo que tan desagradecido se había mostrado (Ofert.). Así es como podremos correr por el sendero del cielo, que el Señor nos tiene prometido, sin peligro de lamentables caídas. (Or.).
 No miremos, pues, con indiferencia, ni menos con asco las miserias físicas y morales de nuestros hermanos, porque por tal camino tampoco nos haríamos acreedores a la compasión que de Dios necesitamos para conseguir las promesas de vida eterna, hechas a los misericordiosos.
 El párroco celebra hoy la Misa por sus feligreses.

Epístola
 


Lección de la carta del Apóstol san Pablo a los Corintios
2 Cor 3:4-9
Hermanos: Tal es la confianza que tenemos ante Dios por Cristo; no es que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos nada como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios, el cual nos capacitó para ser ministros de una alianza nueva: no de la letra, sino del Espíritu; pues la letra mata, mientras que el Espíritu da vida. Pues si el ministerio de la muerte, grabado en letras sobre piedra, se realizó con tanta gloria que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, por el resplandor de su cara, pese a ser un resplandor pasajero, ¡cuánto más glorioso no será el ministerio del Espíritu! Pues si el ministerio de la condena era glorioso, mucho más glorioso el ministerio de la justicia.
℟. Demos gracias a Dios.

Evangelio


Lc 10:23-37
En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: «¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron». En esto se levantó un maestro de la ley y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?». Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo». Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?». Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».
Credo.-

·EL SANTO DEL DÍA ES:

31 de Agosto

SAN RAMÓN NONATO, Confesor

Os habéis hecho partícipes de los que sufrían
afrenta y tribulación; os compadecisteis
de los que estaban entre cadenas.
(Hebreos, 10, 33-34).


   San Ramón pidió a la Santísima Virgen que le hiciese conocer el camino que debía seguir para llegar al cielo; María le ordenó entrar en la Orden recientemente fundada de la Redención de los cautivos (de la Merced). Enviado a Berbería, rescató a gran número de cautivos, y cuando se le agotaron los recursos, se dio a sí mismo en prenda para la libertad de muchos otros. Vuelto a España, fue nombrado cardenal por Gregario IX. Murió en el año 1240, yendo a Roma, donde el Papa lo llamara para utilizarlo en el gobierno de la Iglesia.

 MEDITACIÓN: SOBRE LA OBLIGACIÓN DE SOCORRER A LAS ALMAS DEL PURGATORIO

I. Todos podemos trabajar en la liberación de las almas del purgatorio, que están en una cautividad más cruel que la de los cristianos llevados como esclavos. Puedes tú socorrerlas orando a Dios por ellas, encargando se celebren misas, dando limosnas, practicando alguna mortificación, o sufriendo pacientemente las penas y aflicciones de esta vida con miras a satisfacer por ellas a la justicia de Dios. Puedes prestarles este servicio; ellas no pueden hacer ya nada por su liberación. Considera los suplicios que padecen.

II. La justicia te obliga a socorrer a tus padres. que te dejaron tantos bienes; la amistad exige que alivies a tus amigos en su abandono cruel; el agradecimiento te impone la obligación de orar por tus bienhechores; y la caridad. que exige que ames a tu prójimo como a ti mismo, te impone el deber de aliviar a esas almas, como quisieras que se te aliviasen si estuvieras en su lugar. Escucha las quejas que te dirigen.

III. Si ayudas con tus buenas obras a estas santas almas. Dios hará de modo que contigo se haga otro tanto después de tu muerte. Con todo no te fíes en este auxilio; haz provisión de buenas obras antes de partir de este mundo; lleva tu rescate contigo y pronto estarás libre; haz penitencia en esta vida. ¡Ah! mucho más dulce es lavar los pecados con las lágrimas de la penitencia. que expiarlos en las llamas del purgatorio.

La caridad
Orad por los prisioneros.

ORACIÓN

   Señor, que habéis dado al bienaventurado Ramón, vuestro confesor, un celo admirable por la redención de los fieles cautivos de los bárbaros, concedednos por su intercesión que, libres de las cadenas de nuestros pecados, cumplamos con perfecta libertad de espíritu todo lo que os sea más agradable. Por J. C. N. S. Amén.

HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:

·31/VIII SANTO DOMINGUITO DEL VAL, Monaguillo y Mártir

31 de Agosto

SANTO DOMINGUITO DEL VAL, Monaguillo y Mártir
(+1250)


Niño monaguillo de la Seo de Zaragoza,
fue crucificado por los judíos en odio de la fe,
para sacarle la sangre y sorberla en
el rito nefando de su Pascua.

(Misal - Propio de España 31 de Agosto)

   Dominguito del Val nació en Zaragoza, la ciudad de la Virgen y de los Innumerables Mártires, el año 1243. Era rey de Aragón Jaime el Conquistador, vicario de Cristo en Roma, Inocencio IV, y obispo de Zaragoza, Arnaldo de Peralta. Media España estaba bajo el dominio de los moros y en cada pecho español se albergaba un cruzado. Los padres de Dominguito se llamaban Sancho del Val e Isabel Sancho. Su madre era de pura cepa zaragozana, y su padre, de origen francés. El abuelo paterno había sido un esforzado guerrero a las órdenes del rey don Alfonso el Batallador. A su lado estuvo en el asedio de Zaragoza, que fue duro y prolongado. Todos los cruzados franceses se marcharon a sus casas; todos, menos uno. "Fue nuestro antepasado -decía Sancho del Val a su hijo, siempre que le contaba la historia-. El señor del Val, hijo de la fuerte Bretaña, sufrió inquebrantable el hambre y la sed, los hielos del invierno y los fuegos del verano, las vigilias prolongadas y los golpes de las armas enemigas. Y al rendirse la ciudad, el rey le hizo rico y noble, igualándole con los españoles más ilustres".
   Sancho del Val no siguió a su padre por el camino de las armas. Prefirió las letras. Fue tabelión o notario y su firma quedó estampada en las actas de las Cortes de Aragón, al lado de las firmas de condes y obispos.
   Dios bendijo la unión de Sancho e Isabel dándoles un hijo que iba a ser mártir y modelo de todos los niños y, de un modo especial, de los monaguillos. Porque Santo Dominguito del Val es el patrono de los monaguillos y niños de coro. El fue infantico de la catedral de Zaragoza, vistió con garbo la sotanilla roja y repiqueteó con gusto la campanilla en los días de fiesta grande. La imagen que todos hemos visto de este tierno niño nos lo representa con las vestiduras de monaguillo. Clavado en la pared con su hermosa sotana y amplio roquete. La mirada hacia el cielo y unos surcos de sangre goteando de sus pies y manos. Una estampa de dolor ciertamente, pero, también, de valentía superior a las fuerzas de un niño de pocos años. Las nobles condiciones, especialmente su piedad, que se advertían en el niño según crecía, indujeron a los padres a dedicarlo al santuario, al sacerdocio. Cuando fue mayorcito lo enviaron a la catedral. Entonces la catedral era la casa de Dios y, al mismo tiempo, escuela. Todas las mañanas, al salir el sol, hacía Dominguito el camino que separaba el barrio de San Miguel de la Seo. Una vez allí, lo primero que hacía era ayudar a misa y cantar en el coro las alabanzas de Dios y a la Virgen.
   Cumplido fielmente su oficio de monaguillo, bajaba al claustro de la catedral a empezar la tarea escolar. Con el capiscol o maestro de canto ensayaban los himnos, salmos y antífonas del oficio divino. La historia y la tradición nos presentan a nuestro Santo especialmente aficionado y dotado para el canto. Por algo es el patrono de los niños de coro y seises.
   La tarea escolar incluía más cosas. Había que aprender a leer, a contar, a escribir. Los pequeños dedos se iban acostumbrando a hacer garabatos sobre las tablillas apoyadas en las rodillas. La voz del maestro se oía potente y, al acabar, las cabecitas de los pequeños escolares se inclinaban rápidamente para escribir en los viejos pergaminos lo que acababan de oír. Así un día y otro día. Al atardecer volvía a casa. Un beso a los padres, y luego a contarles lo que había aprendido aquel día y las peripecias de los compañeros.
   Uno se resiste a creer la historia que voy a contar. Es increíble que haya hombres tan malos. Sin embargo, parece que la substancia del hecho es verdad.
   Los judíos solían amasar los alimentos de su cena pascual con sangre de niños cristianos. La historia nos ha conservado los nombres de estas víctimas inocentes: Simón de Livolés, Ricardo de Norwick, el Niño de la Guardia y Santo Dominguito del Val. "Oyemos decir -escribía el rey Alfonso el Sabio, en aquellos mismos días de Santo Dominguito del Val- que los judíos hicieron, el día de Viernes Santo remembranza de la pasión de Nuestro Señor, hurtando los niños y poniéndolos en la cruz, y haciendo imágenes de cera y crucificándolas, cuando los niños no pueden haber."
   Los judíos eran por entonces muchos y poderosos en Zaragoza. En la sinagoga se había recordado "que al que presentase un niño cristiano sería eximido de penas y tributos". Y un sábado al terminar de explicar la Ley el rabino, dijo: "Necesitamos sangre cristiana. Si celebramos sin ella la fiesta de la Pascua, Jehová podrá echarnos en cara nuestra negligencia".
   Estas palabras fueron bien recogidas por Mosé Albayucet, un usurero de cara apergaminada y nariz ganchuda. Por su frente arrugada pasó una idea negra. Pensó en aquel niño que todos los días al oscurecer pasaba delante de su tienda. Este niño era Dominguito del Val, que volvía de la catedral a casa. A veces solo y otras con un grupo de compañeros. Con frecuencia, al cruzar el barrio judío, de tiendas obscuras y estrechas callejuelas, cantaban himnos en honor del Señor y su Santísima Madre. Seguramente los que acababan de ensayar con el capiscol de la catedral.
   Más de una vez los había oído Mosé Albayucet y, desde la puerta de su tienda, los había amenazado con su mano. Le pareció la ocasión oportuna y prometió a sus compañeros de secta que aquel año iban a tener sangre de niño cristiano para la Pascua y bien reciente.
   Era el miércoles 31 de agosto de 1250. El atardecer se hacía más obscuro en las estrechas callejuelas del barrio judío por donde pasaba Dominguito camino de su casa. De repente, y antes de pensarlo o poder lanzar un grito, nota que algo se le echa encima. Son las manos de Mosé Albayucet que le cubren el rostro con un manto. Le amordaza bien la boca para que no pueda gritar y le mete de momento en su casa. Las garras de la maldad acaban de hacer su presa.
   Aquella misma noche es trasladado el inocente niño a la casa de uno de los rabinos principales. Allí están los príncipes de la sinagoga. Dominguito tiembla de miedo ante aquellos rostros astutos y malvados. Sus manos aprietan la cruz que pende de su pecho.
   -Querido niño -le dice una voz zalamera-, no queremos hacerte mal ninguno; pero si quieres salir de aquí tienes que pisar ese Cristo.
   -Eso nunca -dice el niño-. Es mi Dios. No, no y mil veces no.
   -Acabemos pronto -dicen aquellos malvados ante la firmeza del niño.
   Va a repetirse la escena del Calvario. Uno acerca las escaleras que apoya sobre la pared; otro presenta el martillo y los clavos, y no falta quien coloca en la rubia cabellera del niño una corona de zarzas, así el parecido con la crucifixión de Cristo será mayor.
   Con gran sobriedad de palabras refieren las Actas del martirio lo que sucedió:
   "Arrimáronle a una pared, renovando furiosos en él la pasión del divino Redentor; crucificáronle, horadando con algunos clavos sus manos y pies; abriéronle el costado con una lanza, y cuando hubo expirado, para que no se descubriese tan enorme maldad, lo envolvieron y ataron en un lío y lo enterraron en la orilla del Ebro en el silencio de la noche."
   Todos nos imaginamos fácilmente los espasmos de dolor que estremecerían aquellos músculos delicados de niño. Abrieron sus venas para recoger en unos vasos preparados su sangre. Sangre inocente que iba a ser el jugo con que amasasen los panes ácimos de la Pascua.
   Una vez muerto cortaron sus manos y cabeza, que arrojaron a un pozo de la casa donde había tenido lugar el horrendo crimen. Su cuerpo mutilado fue llevado, como dicen las Actas, a orillas del Ebro. Allí sería más difícil encontrarlo.
   Los judíos se retiraron a sus casas contentos de haber hecho un gran servicio a Dios. La Seo había perdido a su mejor monaguillo y el cielo había ganado un ángel más. Todo esto ocurría la noche del 31 de agosto de 1250.
   Dios tenía preparado su día de triunfo, su mañana de resurrección, para Dominguito del Val.
   Mientras en la casa del notario Sancho del Val se oían gemidos de dolor, una extraña aureola aparecía en la ribera del Ebro. Los guardas del puente de barcas echado sobre el río habían visto con asombro durante varios días el mismo acontecimiento. La noticia recorre toda Zaragoza.
   Algunas autoridades y un grupo de clérigos se dirigen hacia el lugar de la luz misteriosa. Allí hay un pequeño trozo de tierra recientemente removida. Se escarba y, metido en un saco, aparece un bulto sanguinolento. Se comprueba que es el cuerpo mutilado de Dominguito. Una ola de dolor e indignación invade la ciudad de punta a punta.
   La cabeza y las manos aparecen, también, de una manera milagrosa. Aunque aquí la historia no concuerda. Según una versión, un perrazo negro gime lastimeramente, y sin que nadie le pueda espantar, al borde del pozo a que fueron arrojados los miembros del niño mártir. Es el perro del notario Sancho del Val. Se agota el agua y en el fondo aparecen las manos y cabeza de Dominguito. Otra versión dice que las aguas del pozo se llenaron de resplandeciente luz, que crecieron y desbordadas mostraron el tesoro que guardaban en el fondo. Pronto se supo toda la verdad del hecho. El mismo Albayucet lo iba diciendo: "Sí, yo he sido. Matadme, me es igual; la mirada del muerto me persigue, y el sueño ha huido de mis ojos". El santo niño había de conseguir el arrepentimiento para su asesino. Bautizado y arrepentido, Albayucet subirá tranquilo a la horca.
   "Divulgado el suceso -escribe fray Lamberto de Zaragoza-, y obrados por el divino poder muchos milagros, el obispo Arnaldo dispuso una procesión general, a la que asistió con todo el clero la ciudad, la nobleza, la tropa y la plebe, todos con velas blancas, y llevaron el santo cuerpo por todas las iglesias y calles de la ciudad, hasta por la puerta Cineja, mostrándolo a todos y haciendo ver en él las llagas de las manos y pies y costado."
   Hoy mismo es muy viva la devoción que Zaragoza siente por su glorioso mártir. Su fiesta está incluida entre las de primera clase y los niños de coro de La Seo y del Pilar le festejan como Santo patrono. Desde los días del martirio existe la cofradía de Santo Dominguito. El rey Jaime I de Aragón tuvo a honor ser inscrito en ella.
   Sus restos mortales se conservan en una capilla de la catedral en hermosa urna de alabastro. Sobre la urna un ángel sostiene esta leyenda: "Aquí yace el bienaventurado niño Domingo del Val, mártir por el nombre de Cristo".
 MARCOS MARTÍNEZ DE VADILLO



*Año Cristiano, Tomo III, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1966.

·EL SANTO DEL DÍA ES:

30 de Agosto

SANTA ROSA DE LIMAPatrona Principal de Iberoamérica


Una virgen se ocupa de las cosas del Señor,
a fin de ser santa de cuerpo y alma.

(1 Corintios, 7, 34)
   
   Rosa de Santa María, (1586-1617) llamada así por la virginal hermosura de su rostro, pues su nombre de pila era Isabel, fue la primera flor de santidad que produjo la América española. Nació en Lima, Perú, de padres de origen español y modestos de condición.  Desde su más tierna edad, Rosa experimentaba una atracción cada día más desbordante hacia la santidad, la virginidad, la devoción, el amor al retiro, un extraordinario espíritu de penitencia. Sus padres deseaban un ventajoso matrimonio dada la belleza de su hija, pues verdaderamente era deslumbrante. Con ese fin, le hacían frecuentar fiestas y banquetes para llamar la atención de los jóvenes más ricos de la ciudad. Rosa obedecía pero sabía sacar provecho de estas fiestas. Debajo de su diadema de rosas colocaba un casquete con pinchos, en forma de corona de espinas. Y bajo sus vistosos vestidos colocaba cilicios y otros instrumentos para macerar su cuerpo. En 1616, a los 24 años, vistió el hábito negro y blanco de la Tercera Orden de Sto. Domingo. Desde entonces todavía progresó más a pasos agigantados por el camino de la perfección. Aseveró su confesor que, "Jamás, ni de día ni de noche, perdía la presencia de Dios en su corazón y que su alma nunca fue mancillada por el pecado venial". El Señor le concedió la gracia de repetir en sí misma los atroces dolores de la Pasión de Cristo. En medio del dolor gritaba: "Aumentadme el dolor, pero, Dios mío, dadme paciencia". Murió el 24 de agosto de 1617 a la edad de 31 años, admirada en toda Lima y querida ya en todo Perú. El Papa Clemente X la canonizó en 1671, siendo la primera santa americana que llegó a los altares. En la Argentina ha sido establecido este día "como Fiesta nacional de Acción de gracias a la divina Providencia, por los beneficios conferidos a la Nación".

MEDITACIÓN: SOBRE LA VIDA DE SANTA ROSA

I. Trata al menos de encontrar todos los días un momento libre para dedicarte, en la soledad, a la meditación y a la oración. Ama a tus padres por Dios, y los servicios que les hagas, figúrate que los haces al mismo Jesús. Así pensarás en El sin cesar.
   
II. San Agustín, hablando de Cristo y de la Iglesia, su Esposa inmortal, dice que son dos en una sola y misma pasión. Así debe ser en cuanto a la unión del alma con Jesucristo. Para agradar al Esposo, es menester hacerse semejante a Él; por eso Santa Rosa practica las penitencias más rigurosas, y lleva en la cabeza un aro de hierro con agudas puntas en su parte interior, semejante a la corona de espinas. Para gozar de los castos abrazos del Esposo, se debe despreciar la propia carne. (San Jerónimo)
   
III. Sacrificar la carne y sus concupiscencias, es poco todavía. Mira a Santa Rosa. Ya la pruebe la enfermedad, ya Dios le retire sus consolaciones, a todo se resigna. Lo único que pide a su Esposo, es que aumente su amor en proporción a los sufrimientos que padece. ¡En cambio nosotros nos impacientamos ante la menor contrariedad, nos abatimos ante la menor prueba! Avergoncémonos de nuestra cobardía y adoptemos la resolución de sufrir, por lo menos con paciencia, los males que no podemos evitar. Estáis prometidos a Cristo, le habéis consagrado vuestra voluntad. (Tertuliano)

El desprecio de los placeres
Orad por las vírgenes consagradas a Dios.

ORACIÓN
   Oh Dios poderoso, dispensador de todos los bienes, que habéis provisto a la bienaventurada Rosa con el rocío de la gracia celestial, y que la habéis hecho brillar en América con el fulgor de la virginidad y de la paciencia, concedednos la gracia a nosotros servidores vuestros, de correr tras el olor de sus perfumes, y merecer así llegar a ser un día el buen olor de vuestro Hijo, que, con Vos y el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:

·EL SANTO DEL DÍA ES:

29 de Agosto

LA DEGOLLACIÓN DE SAN JUAN BAUTISTA

Herodes, enviando un alabardero, ordenó traer
la cabeza de Juan en una bandeja.
(Marcos, 6, 27).


   San Juan Bautista había dejado el desierto para amonestar a Herodes que no le era lícito tener como esposa a Herodías, la mujer de su hermano. Irritado el tirano de su audacia, lo hizo arrojar en una prisión. Un día, mientras daba un festín, la hija de Herodías danzó en presencia de los convidados con tanta gracia, que Herodes le prometió concederle todo lo que le pidiese. Pidió ella la cabeza de Juan Bautista. Un soldado, enviado a la prisión, cortó la cabeza al Precursor y la trajo en una bandeja, como si fuese el último plato de este fúnebre festín.


MEDITACIÓN: SOBRE SAN JUAN, MÁRTIR DE LA CASTIDAD, DE LA CARIDAD Y DE LA VERDAD

I. San Juan vivió y murió de la castidad. Para conservar esta virtud angelical, dejó, a edad tierna, la casa de su padre, y se retiró al desierto, donde sujetó su cuerpo mediante continuas austeridades. Si comprendieses tú la belleza de esta virtud, la amarías e imitarías a San Juan. Pero, para conservar la castidad hay que huir del mundo, amar la soledad, practicar la mortificación. Si no puedes morir mártir de la castidad como San Juan, vive como él en inviolable castidad. Algo más grande es vivir en la castidad que morir por ella. (Tertuliano).

II. San Juan fue también mártir de la caridad. El celo que tenía por la salvación de las almas le hizo dejar la soledad, puesta la mira en convertir a Herodes. ¡Cuán feliz serías tú si pudieses, como el santo precursor, derramar tu sangre por la salvación del prójimo! Si no puedes imitarle, reza al menos por los pecadores, exhórtalos a penitencia, haz abundantes limosnas para obtener su conversión.

III. San Juan fue también mártir de la verdad: reprochó intrépidamente a Herodes sus escandalosos desórdenes, y prefirió morir antes que traicionar la verdad. Aunque tuvieses que perder la vida nunca debes disfrazar tus sentimientos, ni tolerar el vicio por cobarde complacencia cuando tu deber sea corregirlo. Los hombres aman la verdad cuando ella los halaga, pero sienten aversión por ella cuando les reprende sus defectos. (San Agustín).

La castidad
Orad por las vírgenes.

ORACIÓN

   Haced, os lo suplicamos, Señor, que la piadosa solemnidad del bienaventurado Juan Bautista, vuestro precursor y mártir, nos obtenga gracias eficaces de salvación. Vos que, siendo Dios, vivís y reináis en unidad con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.


HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:

·EL SANTO DEL DÍA ES:

28 de Agosto

SAN AGUSTIN, Obispo, Confesor y Doctor

Por la gracia de Dios soy lo que soy,
y su gracia no ha sido estéril en mí.

(1 Corintios, 15, 10).


   San Agustín, hijo de un pagano de Numidia, que se convirtió al final de su vida, enseñó primero brillantemente retórica en Cartago, Roma y Milán, don de la lectura de un pasaje de San Pablo lo convirtió y donde San Ambrosio lo bautizó. De vuelta a África, después de haber perdido a Santa Mónica, su madre, en Ostia, retiróse a la soledad, y después fue ordenado sacerdote y llegó a ser obispo de Hipona. Entró en correspondencia con San Jerónimo y fue el azote de los herejes. Toda su vida lloró su juventud hasta humillarse por ella en el libro de las Confesiones. Su poderoso genio y su maravillosa ciencia brillan sobre todo en su célebre obra la Ciudad de Dios. Murió en su ciudad episcopal cercada por los vándalos, en el año 430, a la edad de 75 años.

MEDITACIÓN: SOBRE LA VIDA DE SAN AGUSTÍN

I. Este gran santo resistió hasta la edad de 32 años las inspiraciones de la divina gracia. ¿Acaso yo mismo no he resistido a la gracia? ¿Cómo pasé yo mi juventud? ¿He comenzado por fin a amar a Dios con amor profundo y sincero? ¡Cuántas veces he endurecido mi alma y he menospreciado el llamado del Señor! Comencemos a darnos a Dios. Ah Señor, tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé. (San Agustín).

II. San Agustín, primero pecador y hereje, llegó a ser después un gran santo; renunció a sus errores y fue durante todo el resto de su vida, el hijo dócil de aquélla gracia que había perseguido. ¿A qué se debe que no imite yo a San Agustín en su penitencia, ya que lo imité en sus desórdenes? ¿Qué he de esperar de los afanes que me tomo por lucir en el mundo? Habré de morir y abandonar esos honores y esas riquezas; y ¿en qué pararé si no estoy en estado de gracia cuando Dios me llame para dar cuenta de mi vida? ¿A qué fin tienden todos nuestros trabajos? ¿Qué buscamos? (San Agustín).

III. San Agustín fue el doctor de la gracia; la defendió contra los herejes, explicó su naturaleza y descubrió sus maravillosos efectos. Enseña tú a los demás por qué medios podrán recuperar la gracia de Dios: trabaja en la conversión de los peca dores. Sé tú, a tu vez, discípulo de la gracia, si no puedes ser su doctor; estudia los movimientos que imprime a tu corazón, escucha lo que ella te inspira, obedécela fielmente. Si no haces a la gracia inútil en ti, producirá frutos abundantes. (Orígenes).

El deseo de la conversión
Orad por las órdenes religiosas.

ORACIÓN

   Dios omnipotente, escuchad benigno nuestras súplicas y puesto que os servís permitirnos esperar en vuestra bondad, dignaos, por la intercesión del bienaventurado Agustín, vuestro confesor pontífice, derramar sobre nosotros la abundancia de vuestra inagotable misericordia. Por J. C. N. S. Amén.

HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:
  • Paulo IV, Patriarca de Constantinopla
  • San Moisés el Negro, Patrono de África
  • San Hermes, Mártir
  • San Julián de Brioude, Mártir
  • Santos Alejandro, Juan III, Patriarcas de Constantinopla

EL SANTO DEL DÍA ES:

26 de Agosto

SAN CEFERINO, Papa y Mártir

Estáis llenos de deseos...
y no conseguís lo que deseáis.

(Santiago, 4, 2)

   San Ceferino, sucesor de San Víctor en la Sede Apostólica, resistió valientemente a los herejes y a los paganos. Durante la persecución del emperador Severo fue el sostén y el consuelo de los fieles; su caridad le hacía experimentar sus sufrimientos como si fueran propios. Murió hacia el año 217.

  MEDITACIÓN: CÓMO HAY QUE ORDENAR LOS DESEOS

I. Nuestra felicidad en esta vida depende de la regla que impongamos a nuestros deseos. Aprende a limitarte en el deseo de los bienes naturales. Quisieras gozar de mejor salud, poseer más ingenio, más fuerzas, más hermosas cualidades naturales; este deseo es fuente de inquietudes. Conténtate con lo que Dios te ha dado, agradécele; acaso te condenarías si tuvieses los brillantes talentos que de seas. Aunque ahora tuvieras lo que deseas, no por ello estarías más contento. Sólo Dios puede colmar tus anhelos. Dedícate a hacer su voluntad y todos tus deseos serán satisfechos.

II. Conténtate asimismo con los bienes de fortuna que Dios te ha dado; no son las riquezas, ni los honores, los que te harán feliz. ¡Cuántas personas hay más pobres que tú y sin embargo son más dichosas, porque no desean sino lo que Dios quiere que posean! El pecador es infeliz, tenga o no tenga lo que él desea. (San Próspero).

III. Un deseo te es permitido, es el llegar a un grado más alto de santidad; hasta debes imitar las heroicas virtudes que admiras en los santos, en la medida en que tu estado y condición te lo permitan. Examínate acerca de los deseos de tu alma; desea con ardor llegar a la santidad. Nada esperes, nada temas, y habrás reducido a la impotencia la cólera de tu enemigo. (Boecio).


La resignación a la voluntad de Dios
Orad por vuestra patria.

ORACIÓN
   Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño, y custodiadlo con protección constante por vuestro bienaventurado mártir y Sumo Pontífice Ceferino, a quien constituisteis pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N. S. Amén.

HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:

EL SANTO DEL DÍA ES:

 25 de Agosto

SAN LUISRey de Francia

Dad al César lo que es del César,
y a Dios lo que es de Dios.

(Mateo, 22, 21)

   San Luis, rey de Francia, fue dotado de todas las cualidades que hacen a los reyes grandes y a los santos ilustres. Nacido para gobernar a los hombres, fue un héroe en la paz y en la guerra. En toda su vida, según testimonio de su confesor, no cometió ni un solo pecado mortal. De ordinario llevaba un cilicio, y cuando se lo sacaba, daba cuarenta escudos de limosna. El viernes de cada semana ayunaba, se disciplinaba con cadenillas de hierro y ser vía a los pobres con sus propias manos. Dos veces salió de su reino a fin de conquistar Tierra Santa, y en esas expediciones mostró tanta piedad como coraje. Murió en 1270, en África, a la edad de 55 años.
  
MEDITACIÓN
SOBRE SAN LUIS,
EL REY CRISTIANÍSIMO


I. San Luis fue verdaderamente rey, pues supo mandar a sus pasiones, sujetar su cuerpo a la razón, y su razón a Dios. Ayunar, llevar cilicio, vivir en medio de la corte una vida tan santa como la de un cenobita, ¿no es acaso ser dueño de sí mismo? Mira a este santo, mira si lo imitas, si tus pasiones están tan sometidas como las de él a la razón. ¿Qué hay más real que un alma sometida a Dios y dueña de su cuerpo? (San León).

II. San Luis fue el padre de su pueblo. A todo el mundo amaba, hasta a sus enemigos; no podía tolerar a los detractores; él mismo juzgaba en los procesos de los pobres, nada tomaba más a pecho que el trabajar en la salvación de sus súbditos. Agradece a Dios, si te ha dado superiores semejantes a este santo rey. Si tú mismo eres superior, acuérdate que debes ser el padre de tus inferiores. ¿Cómo ejerces la caridad con tu prójimo?
   
III. Es preciso ser servidor de Dios para ser buen rey. La piedad de San Luis, la honra que tributaba a las santas reliquias, el celo que lo inflamaba por la conversión de los bárbaros, la generosidad cristiana y heroica que puso de manifiesto combatiendo contra los enemigos de Jesucristo, muestran que olvidaba su título de rey para no acordarse sino del de servidor de Dios. Príncipes de la tierra, si no servís a Dios, ¿qué provecho obtendréis en la otra vida de haber aquí empuñado el cetro? La muerte os arrebatará todas vuestras dignidades: la sola gloria que sobrevive a la tumba es la de haber servido bien al Señor. Servir a Dios es reinar.


La piedad
Orad por los jefes de estado.

ORACIÓN
   Oh Dios, que hicisteis pasar al rey San Luis de un reino temporal a la gloria del reino eterno, haced, os lo suplicamos, que, por sus méritos y su intercesión, participemos un día con él de la gloría del Rey de reyes, vuestro Hijo Jesucristo, que vive y reina con Vos en unidad con el Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:

·TIEMPO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS:

DOMINGO 11° DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

( Semidoble - Ornamentos verdes )
   
   Con la oposición entre el árbol bueno y el árbol malo, entre los hijos del mundo y los hijos de la luz, entre el hombre carnal y el hombre espiritual, entre el fariseo y el publicano, la Iglesia ha querido inculcarnos el verdadero sentido de la vida cristiana. Hoy quiere que nos detengamos a considerar en sí misma esa vida que recibimos en el Bautismo. Quiere invitarnos a renovar nuestras promesas bautismales. El Evangelio Nos coloca en los últimos tiempos de la predicación de Jesús en Galilea. En él se nos cuenta el milagro del sordomudo. Debemos al suave y prodigioso contacto de las manos del Salvador el haber sido curados. Así lo experimentamos el día de nuestro Bautismo, cuando "nos condujo a habitar en una misma casa" (Introito). Por eso cantamos, rebosantes de gratitud: "Alabad a Dios, que es nuestro ayudador; celebrad al Dios de Jacob" (Aleluya). Si desde el día en que Cristo nos dijo también a nosotros: Efeta, se ha enfriado nuestra fe, volvamos a vivirla con el recuerdo de las apariciones del Resucitado (Epístola); y si nos atemoriza el recuerdo de nuestras flaquezas, pensemos que la abundancia de la piedad divina excede nuestros méritos y nuestras súplicas, y multiplicará la misericordia para perdonar lo que teme la conciencia y para añadir lo que la oración no se atreve a pedir (Oración)

IntroitoPs 67
    INTROITUS Deus in loco sancto suo: Deus, qui inhabitáre facit unánimes in domo: ipse dabit virtutem et fortitúdinem plebi suae. - Ps. Exsúrgat Deus, et dissipéntur inimici ejus: et fúgiant, qui odérunt eum, a fácie ejus. V. Gloria Patri.   Introito - Dios habita en su santuario: Dios, que nos hace vivir unidos en su Iglesia, dará a su pueblo valor y fortaleza. - Ps. Levántese Dios, y sean dispersados sus enemigos: y huyan de su presencia los que le aborrecen. V. Gloria al Padre.
Oración-Colecta
   ORATIO - Omnipotens sempitérne Deus, qui abundantia pietátis tuae et mérita súpplicum excédis, et vota: effúnde super nos misericórdiam tuam; uy dimítas quae conscientia métuit, et adjícias quod orátio non praesúmit.  Per Dóminum.    R. Amen       Oh Dios omnipotente y eterno, que, por un exceso de tu bondad, das a los que a ti acuden más de lo que merecen y desean; derrama sobre nosotros tu misericordia, hasta el punto de perdonar las faltas por las cuales teme la conciencia, y de añadir por tu cuenta lo que la oración no osa pedir (1). Por Nuestro Señor Jesucristo, etc.   R. Amen.

Epístola
   La fe en la Resurrección es el fundamento del dogma católico, y debe serlo de nuestra esperanza; por eso San Pablo, lo mismo que los Evangelistas, la prueban con datos irrefutables.
EPISTOLALectio Epistolae beati Pauli Apostoli ad Corinthios (15, 1-10)  - Fratres: notum vobis facio fratres Evangelium quod praedicavi vobis quod et accepistis in quo et statis, per quod et salvamini qua ratione praedicaverim vobis si tenetis nisi si frustra credidistis. Ttradidi enim vobis in primis quod et accepi: quoniam Christus mortuus est pro peccatis nostris secundum Scripturas et quia visus est Cephae et post haec undecim. Deinde visus est plus quam quingentis fratribus simul ex quibus multi manent usque adhuc quidam autem dormierunt. Deinde visus est Iacobo, deinde apostolis omnibus; novissime autem omnium tamquam abortivo, visus est et mihi. Ego enim sum minimus Apostolorum qui non sum dignus vocari Apostolus, quoniam persecutus sum ecclesiam Dei. Gratia autem Dei sum id quod sum, et gratia eius in me vacua non fuit

   Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Corintios: (I Rom. 8, 18-23)  - Hermanos: Quiero ahora recordaros el Evangelio que os he predicado, y que vosotros recibisteis, y en el cual os mantenéis firmes, y por el cual seréis salvados; si es que lo conserváis tal cual yo os lo prediqué, porque, de otra suerte, en vano habríais abrazado la fe. Lo primero, pues, que os enseñé y que yo aprendí, fue: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que se apareció a Cefas, y después a los Once. Posteriormente se dejó ver por más de quinientos hermanos juntos, muchos de los cuales viven todavía y algunos murieron ya. Después se apareció a Santiago, luego a todos los Apóstoles; finalmente y después de todos, se me apareció también a mí, que vengo a ser como un abortivo. Pues yo soy el menor de los Apóstoles, que ni merezco ser llamado Apóstol, porque perseguí a la Iglesia de Dios. Mas por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mi(2).
    GRADUALE (Ps. 27 ) In Deo sperávit cor meum, et adjútus sum: et reflóruit caro mea; et ex voluntate mea confitebor illi. V. Ad te, Domine, clamavi: Deus meus, ne síleas: ne discédas a me.Alleluia, alleluia. V.(Ps. 80) - exsultáte Deo, adjutóri nostro, jubiláte deo Jacob: súmite psalmumjucúndum cum cíthara, Alleluia.   Gradual - En Dios esperó mi corazón, y fue socorrido; y refloreció mi carne, y con todo mi corazón le alabaré. V. A Ti, Señor, clamaré. No te hagas sordo a mis ruegos, oh Dios mío, no te alejes de mi.
Aleluya, aleluya - V.  Alabad a Dios, nuestro ayudador, celebrad al Dios de Jacob; cantad himnos suaves con la cítara, Aleluya. 
Evangelio
      La curación del sordomudo, que  aquí se relata, y el procedimiento que para realizarla usa el Señor, nos enseñan, entre otras cosas, cómo para recobrar el oido y el habla para las cosas espirituales, hay que aislarse de vez en cuando, del bullicio y contacto del mundo, donde acabamos por atolondrarnos espiritualmente, para dejar en libertad de acción a la gracia.
USequéntia sancti Evangélii secúndum Marcum ( 7, 31-37)
   In illo témpore: exiens Jesus de finibus Tyri venit per Sidonem ad mare Galilaeae inter medios fines Decapoleos. Et adducunt ei surdum et mutum et deprecantur eum ut inponat illi manum et adprehendens eum de turba seorsum misit digitos suos in auriculas et expuens tetigit linguam eius et suspiciens in caelum ingemuit et ait illi eppheta quod est adaperire et statim apertae sunt aures eius et solutum est vinculum linguae eius et loquebatur recte et praecepit illis ne cui dicerent quanto autem eis praecipiebat tanto magis plus praedicabant et eo amplius admirabantur dicentes bene omnia fecit et surdos facit audire et mutos loqui 
Credo.
  Continuación del Santo Evangelio según Credo.  En aquel tiempo: Saliendo Jesús de los confines de Tiro, fue por Sidón al mar de Galilea, atravesando el territorio de Decápolis. Y le trajeron un sordomudo, suplicándole que pusiese la mano sobre él para curarle. Y apartandole del tropel de la gente, le metió los dedos en los oidos; y con la saliva le tocó la lengua, y alzando los ojos al cielo, suspiró y díjole: "Efeta", que quiere decir: "abríos"(3). Y al punto se le abrieron los oídos y se le soltó el impedimento de su lengua, y hablaba con claridad. Y les mandó que a nadie lo dijesen. Pero cuanto más se lo mandaba, tanto más lo divulgaban, y tanto más se maravillaban, y decían: Todo lo ha hecho bien(4). Ha hecho oír a los sordos, y hablar a los mudos. 
    OFFERTORIUM Exaltabo te, Domine, quoniam suscepísti me. nec delectasti inimicos meos super me; Domine,clamavi ad te, et sanasti me.   Ofertorio -  Te ensalzaré, Señor, porque me has socorrido, y no consentiste que se riesen de mi mis enemigos; Señor, a Ti clamé, y me curaste.
Oración-Secreta
    Répice, Domine, quaesumus, nostram propitius servitútem: ut, quod offerimus, sit tibi munus acceptum, et sit nostrae fragilitatis subsídium. Per Dominum.    Suplicámoste, Señor, mires propicio el Sacrificio que nosotros tus siervos te ofrecemos, para que te sea grato, y sostenga nuestra fragilidad. Por Nuestro Señor Jesucristo, etc.  

Prefacio de la Santísima Trinidad
    Vere dignum et justum ets aequum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus. Qui cumm unigenito  Filio tuo, et Spiritu Sancto, unus es Deus, unus es Dominus: non in unius singularitate personae, sed in unius Trinitate substantiae. Quod enim de tua gloria, revelante te, credimus, hoc de Filio tuo, hoc de Spiritu Sancto, sine differentia discretionis sentimus. Ut in confessione verae, sempiternaeque Deitatis, et in personis Proprietas, et in essentia unitas, et in majestate adoretur aequalitas. Quam laudat Angeli atque Arcangeli, Cherubim quoque ac Sraphim: qui non cessant clamare quotidie, una voce dicentes:   Sanctus, Sanctus, Sanctus...

   Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Quien, con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, eres un solo Señor: no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia. Porque cuanto creemos, por habérnoslo Tu revelado, acerca de tu gloria, creémoslo igualmente de tu Hijo, y del Espíritu Santo, sin haber diferencia ni separación. De modo que, al reconocer una sola verdadera y eterna Divinidad, sea también adorada la propiedad en las personas, la unidad en la esencia y la igualdad en la majestad. A la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar diariamente, diciendo a coro:: Santo, Santo, Santo, etc.
   COMMUNIO  Honóra Dominum de tua substantia, et de primítiis frugum tuárum; et implebuntur hórrea tua saturutate, et vino torcularia redundábunt. 
   Comunión. - Honra al Señor con tus bienes, y ofrécele las primicias de tus frutos; y se llenarán tus trojes de granos y tus lagares rebosarán de vino(5)
Oración-Postcomunión
     Sentiámus, quaesumus, Domine, tui perceptione sacramenti, subsidium mentis et corporis: ut in utróque salváti, caelestis remedii plenitudine gloriémur. Per Dominum nostrum   Rogámoste, Señor, que, al recibir tu Sacramento, experimentemos un refuerzo en el alma y en el cuerpo; a fin de que, salvados ambos, nos gloriemos con la plenitud del remedio celestial(6). Por Nuestro Señor Jesucristo.



  • (1)  Ya es mucho alcanzar de Dios el perdón de los pecados, mas su gran misericordia añade otros favores, que nosotros, agobiados y humillados por las culpas, ni siquiera osamos pedir. Por eso es excelente táctica, hasta para nuestros mezquinos intereses, aplacar primero a Dios en la oración, y después hacerle peticiones. ¡Justamente al revés de lo que la generalidad suele practicar!.
  • (2) ¡Qué humildad la de San Pablo! Él, el Apóstol de las gentes, el vaso de elección, el levantado en vida hasta el tercer cielo, el contemplador de los misterios celestiales, llamarse hijo "abortivo" de Dios e indigno de llamarse Apóstol. El recuerdo de su vida de perseguidor de la Iglesia fue el que mantuvo siempre esa humildad y en una constante correspondencia a la gracia de la conversión. ¿Quién podrá declarar, como él, que "la gracia no ha sido estéril en él"?
  • (3) Esta misma acción se repite en el ceremonial del Bautismo, mojando el sacerdote con su saliva los oídos y la nariz del bautizando, como para hacer expeditos esos sentidos para escuchar la palabra de Dios y aspirar el perfume del buen ejemplo.
  • (4) Si, Dios lo ha hecho todo bien, y ésta debe ser nuestra más firme convicción. Lo malo que vemos en el mundo no es obra de Dios, sino del pecado, es decir, nuestra, y de cuerdos es soportarlo todo con resignación. Atribuir a Dios el mal es una blasfemia, e insolencia incalificable es maldecirle por lo que no viene de Él, sino de nosotros mismos y de los demás.
  • (5) Es un hecho que Dios paga la generosidad para con Él y su culto con redoblados bienes y bendiciones, aun materiales. Él dijo: "Dad y se os dará", y lo cumple todos los días.
  • (6) Téngase en cuenta esta afirmación: el santísimo Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo,, debidamente recibido, sirve para la salud del alma, pero también para la del cuerpo, en virtud de una misteriosa irradiación.

INTRODUCCIÓN

Acerca de la Santa Misa