03 de diciembre
SAN LUCIO, Rey
En la primera parte del Liber Pontificalis, que fue escrita hacia el año 530, se dice a propósito del Papa San Eleuterio: El monarca inglés, Lucio, le escribió diciéndole que podría hacerse cristiano por orden suya", es decir, pidiéndole que enviase misioneros. El Venerable Beda transcribe ese texto casi con las mismas palabras y escribe en su "Historia Eclesiástica". "En el año 156, después de la encarnación del Señor, Marco Antonio Vero, el décimo cuarto después de Augusto, fue coronado emperador, junto con su hermano Aurelio Cómodo (es decir, Lucio Vero). En esa época, cuando el santo Eleuterio ocupaba la cátedra romana, Lucio, rey de los britanos, escribió a éste una carta para manifestarle que, por mediación suya, deseaba hacerse cristiano. Pronto vio satisfecho su religioso deseo. Los británicos conservaron la fe en toda su pureza y plenitud, como la habían recibido y entre ellos reinaron la paz y la tranquilidad hasta el tiempo del emperador Diocleciano". Beda hace una tercera alusión a la conversión de Lucio, hacia el fin de su "Historia Eclesiástica", en la recapitulación. Lo único incorrecto es la cronología, no obstante los esfuerzos de Beda por enmendarla.
Con el transcurso del tiempo, la leyenda amplió y embelleció el hecho original. Nenio lo relata con muchas adiciones, en el siglo IX. A Lucio le llama con el nombre céltico de Lleufer Mawr, es decir, "Gran Esplendor" y al Papa le da el nombre de "Eucaristo". Su Liber Landavensis afirma que los enviados de Lucio a Roma se llamaban Elvino y Meduino (editor este último de la obra de Guillermo de Malmesbury) y añade que el Pontífice envió a los misioneros Fagano y Deruviano. Godofredo de Monmouth agrega por su parte que, en cuanto toda la región se convirtió a la fe, Lucio la dividió en provincias y diócesis. Dice que murió y fue sepultado en Gloucester. Juan Stow, en su historia de Londres en el siglo XVI, escribe a propósito de San Pedro de Cornhill: "En esta iglesia hay una mesa sobre laque alguien escribió en tiempos lejanos, aunque no sé por orden de quién, el rey Lucio hizo de esa ciudad la sede metropolitana de un arzobispo y la constituyó en principal diócesis del reino, lo que no fue durante cuatro siglos, hasta la llegada del monje Agustín". En otro sitio, el mismo autor cita, tomándolos de Jocelin de Furness, los nombres de los catorce arzobispos apócrifos que gobernaron esa iglesia hasta el año 587. El autor apunta: "Esto es lo que dice Jocelin sobre los arzobispos. Dejo a los eruditos la tarea de determinar el crédito que merece tal testimonio".
Lo importante es determinar si la afirmación del Liber Pontifaclis, que Beda reproduce, tiene o no Fundamento Histórico. Durante mucho tiempo nadie dudó de ello, pero en tiempos de Alban Butler ya comenzaba a discutirse la cuestión, aunque el autor juzgó que no valiese la pena tomar en cuenta las discusiones.
La cuestión del origen de la leyenda es diferente. Se ha dicho que fue inventada deliberadamente, durante las controversias entre la antigua y la nueva iglesia de Inglaterra, para demostrar el origen romano de la cristiandad británica y la sumisión de los ingleses a la Santa Sede. Pero la leyenda existía ya en Roma antes de que estallasen esas dimensiones y, cuando Beda la repitió en Inglaterra la tormenta ya había pasado. En una palabra, no existe prueba de Roma sino hasta después de la reforma, y es de lamentar que los apologistas se hayan valido de ella. Harnack emitió una hipótesis plausible e interesante, por más que no esté probada. En efecto, dicho autor hace notar que el rey Agbar IX de Edesa se llamaba Lucio Elio Septimio Megas Agbar, y que se convirtió probablemente al cristianismo en tiempos del Papa Eleuterio. Por otra parte, en los documentos antiguos se latinizaba el nombre de Birtha (es decir: la fortaleza de Edesa) llamándola "Britium Edessenorum". Algún copista, al transcribir el relato de la conversión de Lucio Abgar (Hic accepit epistulam a Lucio, in Britio rege").
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