El Martirologio Romano tomó el nombre de San Claro, sacerdote y mártir, del martirologio francés del benedictino Usardo. En el siglo IX, se veneraba a este santo en Francia, donde su fiesta se celebra todavía en algunas diócesis. Se dice que era inglés de nacimiento, ya que vino al mundo en Rochester. De ahí se trasladó a Normandía, donde vivió como ermitaño y predicó la religión con el ejemplo y la palabra. Después se estableció en Naqueville, cerca de Rouen, donde tuvo la desgracia de atraer las miradas de una mujer de alta categoría que le persiguió hasta el extremo de obligarle a refugiarse en un bosque de los alrededores. Para vengarse de él, la mujer pagó a dos bandoleros para que le cortasen la cabeza. San Claro era uno de los santos cuya imagen se hallaba en los frescos de la capilla del Venerabile de Roma. La población francesa de Saint-Clair-sur-Epte, cerca del sitio del martirio, debe su nombre a este santo.
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