San Juan de la Cruz, de la Orden Carmelitana y émulo de Santa Teresa, tenía tal amor por Dios, que bastaba la vista de un crucifijo para fundirlo en lágrimas y hacerlo caer en éxtasis. Tres cosas pedía frecuentemente al Señor: la primera, no pasar día sin sufrir; la segunda, no morir siendo superior, y la tercera, acabar su vida en la humillación, el desprecio y la soledad. Fue escuchado. Las odiosas persecuciones de que fue objeto durante mucho tiempo, hasta la misma prisión, no hicieron sino aumentar su dicha. A punto de morir exclamó ¡Gloria a Dios! y, después, apretando el crucifijo sobre su corazón. Se extinguió dulcemente el 14 de diciembre de 1591, a la edad de 49 años. MEDITACIÓN: SOBRE LA ENVIDIA I. Nada hay que el cristiano deba evitar más que la envidia, porque allí donde ella reina no hay caridad, ni humildad, ni tranquilidad de espíritu. La envidia nos hace enemigos de Dios, de nuestro prójimo y de nosotros mismos. Lo más raro es que el envidioso se hace más mal a sí mismo que a los demás. La dicha del prójimo tórnalo miserable y lo condena; se aflige a sí mismo sin poder hacer mal a los otros. El envidioso es el enemigo de su salvación más todavía que del Prójimo. (San Cipriano). II. Tiénese envidia de los bienes del espíritu y de los bienes del cuerpo, de los bienes de la naturaleza y de los bienes de gracia. ¡Qué locura envidiar en tu prójimo aquello que Dios, en su liberalidad, le concedió, o aquello que él adquirió mediante su trabajo! Los bienes de la tierra muy poca cosa son para que sean Objeto de tu envidia; en cuanto a los dones y favores de Dios, si los deseas, eres un insensato envidiando a los demás, porque éste es el medio, precisamente, con que no los obtendrás. III. Para Corregirse de este vicio, hay que buscar las fuentes, que son la vanidad y la falta de caridad. Considera, además, las penas que te causa la envidia y los pecados que te hace cometer; arruina tu salud y tu reputación. ¡Desdichado! ¡Imita el bien que ves en los demás, y no tendrás motivo para envidiarlos! Si no puedes imitarlos, alégrate de que practiquen la virtud y sigan el camino del cielo; es la manera de participar de sus méritos. Imita a los buenos, si puedes: si no puedes, alégrate con ellos. (San Cipriano). La modestia en la Iglesia ORACIÓN Oh Dios, que habéis hecho de San Juan de la Cruz, vuestro confesor y Doctor, un amante apasionado de la Cruz y de la perfecta abnegación de sí mismo, concedednos la gracia de llegar, caminando por sus huellas, a la gloria eterna. Por J. C. N. S. Amén. HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:
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Misa Tridentina
SITIO DEDICADO AL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA
EL SANTO DEL DÍA ES:
EL SANTO DEL DÍA ES:
a las tinieblas exteriores;
allí será el llanto y el crujir de dientes.
(Mateo, 25, 30)
San Clemente, cuarto Vicario de Jesucristo, en el año 90, había sido discípulo de San Pablo y después de San Pedro. Desterrado a causa de su celo en Quersoneso, fue obligado a trabajar en las minas y en ellas convirtió a un gran número de paganos. Trajano lo hizo arrojar al mar con un ancla atada al cuello. Mientras los cristianos oraban en la playa, las aguas retiráronse en la extensión de una legua, donde los cristianos encontraron un maravilloso templo de mármol y en su interior un sepulcro de piedra que contenía los restos del santo mártir. Los habitantes de la vecindad, sacudidos por este milagro, ocurrido hacia el año 100, se convirtieron a la fe cristiana. MEDITACIÓN: SOBRE LA PEREZA I. Dios castigará severamente a los cobardes servidores, que no hayan hecho fructificar el talento que les ha confiado. El hombre ha nacido para el trabajo; a pesar de la brevedad de la vida, pierdes tu tiempo en la pereza. Das acceso al demonio, que no te tentaría si te encontrase siempre ocupado. Mucho trabajo yo para dar contento a mis pasiones, me canso recorriendo los caminos de la iniquidad, ¡Y nada quiero hacer por la salvación de mi alma! Es tiempo ya de trabajar por el cielo. II. Muchas causas tiene tu pereza: el temor de no obtener éxito, la aprensión de las dificultades, el respeto humano y el amor a tus comodidades son las principales. ¿De dónde proviene tanta negligencia por la obra de Dios, mientras empleas tanta solicitud en el logro de tus empresas temporales? Es porque no piensas en la temible majestad del Dios a quien sirves, es porque no consideras el poder de este Señor, que recompensará al servidor activo y diligente y castigará con suplicios eternos al servidor perezoso. ¡Maldito sea quien hace la obra de Dios con negligencia! (Jeremías). III. Tiempo vendrá en que ya no podrás trabajar más; perezoso, cuánto habrás de querer haber hecho cuando ese momento llegue. Piensa seriamente en esa hora suprema. Considera el buen ejemplo de tantas santas almas y la gloria que te está preparada en el cielo si trabajas con ardor; te avergonzarás de hacer tan poco para ganar el cielo, mientras trabajas tanto para la tierra. El pensamiento del cielo destierra la pereza. (San Gregorio). El fervor. Orad por las almas del purgatorio ORACIÓN Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño y guardadlo con protección constante por vuestro bienaventurado mártir y Soberano Pontífice Clemente, a quien constituisteis pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N. S. Amén. HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:
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ULTÍMO DOMINGO DEL AÑO LITÚRGICO Y ÚLTIMO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS:
DOMINGO VIGÉSIMO CUARTO Y ÚLTIMO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Ciérrase el Ciclo litúrgico con la semana última del año eclesiástico y, con él, la historia del mundo, que se nos ha ido recordando desde sus comienzos (en el Adviento), hasta su fin postrero (en el Domingo 24º después de Pentec.). Por eso ha querido la Iglesia que este día se lea en su Breviario ( el libro del profeta MIQUEAS (contemporáneo de aseas) con el comentario de S. Basilio en que se nos habla del Juicio final, sirviendo de comentario al Evangelio. El Señor, dice Miqueas, saldrá de su lugar; las montañas quedarán consumidas debajo de Él, y los valles se agrietarán y se fundirán como cera junto a la llama, como las aguas que se precipitan por la pendiente. Todo eso por causa del crimen de Jacob y de los pecados de la casa de Israel (Noct., 50 domo de nov.). Pero junto a estas amenazas vienen las promesas de salvación: "Yo te juntaré a todo Jacob, y reuniré lo que aún queda de Israel y los pondré juntos como a rebaño en el aprisco" Los asirios han destruido a Samaría y los caldeos a Jerusalén; pero el Mesías restaurará esas ruinas, y ese mesías nos dice Miqueas que ha de nacer en Belén, y que su reino, el de la Jerusalén celestial, no tendrá fin. Los profetas NAHUM, HABACUC, SOFONÍAS, AGGEO, ZACARÍAS y MALAQUÍAS, cuyos escritos se leen también por ahora, confirman lo que dice Miqueas. Jesús mismo empieza por evocar en el Evangelio la profecía de DANIEL, que anuncia la ruina total y definitiva del Templo de Jerusalén y de la nación judía por las armas romanas. Esa "abominable desolación que en el Templo santo reinó" por entonces, fué justo castigo de la infidelidad y obstinación de Israel en no querer admitir a Cristo (Ev.).El vaticinio de Daniel y de Jesús se cumplió al pie de la letra unos años después de la Ascensión de Cristo, y la desolación fue tal que de haber durado algo más ni un solo judío hubiera quedado vivo. Mas Dios quiso abreviar aquellos aciagos días del asedio para salvar a los que, al ver tamaño escarmiento, habían de convertirse. Algo de esto sucederá también al fin del mundo, del que la ruina de Jerusalén era figura. "Tunc, entonces" o sea, cuando Cristo vuelva, serán todavía mayores los satánicos prodigios, entre ellos el Antecristo, para hacerse pasar por Cristo. Ese hombre maldito de pecado llegará hasta a sentarse en el Templo santo para que se le adore como a Dios. Al fin de todo vendrá Jesús. Pero no humilde y manso como la vez primera y en un rinconcillo del mundo; antes vendrá con "poderío y majestad" y el Hijo del Hombre aparecerá con la rapidez de un relámpago. Entonces le saldrán a esperar los elegidos con las ansias que el águila manifiesta cuando cae sobre su presa. Su advenimiento se anunciará con cataclismos de cielos, de mar y tierra. Todas las gentes estarán despavoridas y con los ojos desencajados, y se lamentarán antes de morir muertos y antes del juicio sentenciados, cuando vean en el cielo a Cristo a quien no quisieron reconocer ni servir como a su Dios y Señor, y que ahora viene a juzgar a los vivos y a los muertos y al mundo por el fuego (V. Libera me). No hay pensamiento tan poderoso como éste para apartarnos del pecado. Claro lo dice S. Basilio en la homilía de hoy: "Cuando el deseo de pecar te ande salteando, quisiera te acordases del tremendo y terrible tribunal de Cristo... ante el cual uno por uno iremos dando cuenta de nuestra vida. Inmediatamente, los que hubieron perpetrado muchos males durante su vida veránse rodeados de ángeles terribles y feísimos que los precipitarán en el abismo sin fondo, en donde arde envuelto de espesas tinieblas un fuego sin llama, y gusanos venenosos devoran sin cesar sus carnes, causándoles con sus mordeduras inaguantables dolores; y por fin, el oprobio y eterna confusión, que es el peor de todos los suplicios. Temed estas cosas y traspasados de este temor, servíos de su memoria como de freno contra la concupiscencia y el pecado. (3" Noct.). Por eso mismo nos exhorta la Epístola a portarnos de una manera digna de nuestro Dios y a dar frutos de toda clase de buenas obras... dando gracias a nuestro Padre celestial por habernos hecho capaces de tener parte en la herencia de los Santos desde ahora en espíritu, pero desde el día del Juicio Final en cuerpo y alma, merced a la Sangre redentora de su Hijo queridísimo. En medio de las angustias de nuestros postreros momentos precursores de nuestra muerte, desde el fondo del abismo de nuestra poquedad y miseria clamaremos al Señor (Of.) para que, en su misericordia, nos procure los remedios poderosos de los últimos sacramentos (Or.); y nuestro buen Dios, que abriga para con sus fieles sentimientos de paz y no de ira (Int.), y que tiene prometido despachar las plegarias hechas con fe (Com.), nos oirá, librándonos de las terrenales concupiscencias (Sec.), poniendo fin a nuestro cautiverio (Int. V.) e introduciéndonos en el cielo juntos con Jesús triunfante, el cual obrará entonces la consumación de las cosas y entregará a su Padre el reino con tantos trabajos por Él conquistado, como homenaje perfecto de Él y de sus místicos miembros. Aquel día será el de la verdadera Pascua, el verdadero paso del destierro a la Tierra de promisión, a la Patria de la Jerusalén celestial, en aquel inmenso "Templo en que todos cantaremos: ¡Gloria!". Y Dios será todo en todos. En ese día venturoso, por medio de nuestro Pontífice Jesús, rendiremos un culto eterno a la Santísima Trinidad, diciendo: ¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo! Como en el principio, ahora y siempre, y en los siglos de los siglos. Amén. El párroco aplica hoy la misa por sus feligreses. |
INTROITUS - Dicit Dóminus: Ego cógito cogitatiónes pacis, et non afflictiónis: invocábitis me, et ego exáudiam vos: et redúcam captivitátem véstram de cunctis locis. Ps. 84, 2. Benedixísti, Dómine, terram tuam: avertísti captivitátem Jacob. V. Gloria Patri. | Introito - Dice el Señor: Yo abrigo pensamientos de paz y no de cólera; me invocaréis, y Yo os oiré; y haré volver a vuestros cautivos de todos los lugares. Ps. Has bendecido, Señor, a tu tierra; has terminado con la cautividad de Jacob. V. Gloria al Padre. - V. Gloria al Padre. |
ORATIO - Excita, quæsumus, Dómine, tuórum fidélium voluntátes: ut, divíni óperis fructum propénsius exsequéntes; pietátis tuæ remédia majóra percípiant. Per Dóminum. Per Dóminum. R. Amen | Excita, Señor,las voluntades de tus fieles, para que, buscando con más fervor el fruto de la divina Eucaristía(1), reciban de tu misericordia más eficaces remedios. Por Nuestro Señor Jesucristo, etc. R. Amen. |
EPISTOLALectio Epistolae beati Pauli Apostoli ad Colossénses. (Col. 1, 9-14) - Fratres: Non cessámus pro vobis orántes, et postulántes ut impleámini agnitióne voluntátis Dei, in omni sapiéntia et intelléctu spiritáli: ut ambulétis digne Deo per ómnia placéntes: in omni ópere bono fructificántes, et crescéntes in sciéntia Dei: in omni virtúte confortáti secúndum poténtiam claritátis ejus in omni patiéntia, et longanimitáte cum gáudio, grátias agéntes Deo Patri, qui dignos nos fecit in partem sortis sanctórum in lúmine: qui erípuit nos de potestáte tenebrárum, et tránstulit in regnum Fílii dilectiónis suæ, in quo habémus redemptiónem per sánguinem ejus, remissiónem peccatórum. | Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Corintios: (I Rom. 8, 18-23) - Hermanos: No cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de la voluntad de Dios, con toda sabiduría e inteligencia espiritual; para que andéis de una manera digna de Dios, agradándole en todo; fructificando en toda especie de obras buenas, y creciendo en la ciencia de Dios; siendo confortados en toda virtud, según el poder de tu gloria, para manifestar toda paciencia y longanimidad y gozo, dando gracias a Dios Padre que nos ha hecho dignos de participar en la heredad de los Santos en la Luz; que nos libró del poder de las tinieblas, y nos trasladó al reino de su Hijo muy amado; en el cual, por su sangre, tenemos la redención, y la remisión de los pecados. |
GRADUALE (Ps. 43, 8-9) - Liberásti nos, Dómine, ex affligéntibus nos: et eos, qui nos odérunt, confudísti. V. In Deo laudábimur tota die, et in nómine tuo confitébimur in sæcula.. Alleluia, alleluia. V. Ps. 129, 1-2. De profúndis clamávi ad te, Dómine: Dómine, exáudi oratiónem meam. Alleluia. | Gradual - Señor, Tú nos has librado de aquellos que nos aflligían, y has confundido a los que nos aborrecían. V. En Dios nos gloriaremos siempre, y en tu nombre te alabaremos en los siglos. Aleluya, aleluya - V. Desde el abismo clamé a Ti, Señor; Señor, escucha mi oración. Aleluya. |
USequéntia sancti Evangélii secúndum Matthæum. (Matth. 24, 15-35) In illo témpore: Dixit Jesus discípulis suis: Cum vidéritis abominatiónem desolatiónis, quæ dicta est a Daniéle prophéta, stantem in loco sancto: qui legit, intélligat: tunc qui in Judæa sunt, fúgiant ad montes: et qui in tecto, non descéndat tóllere áliquid de domo sua: et qui in agro, non revertátur tóllere túnicam suam. Væ autem prægnántibus, et nutriéntibus in illis diébus. Oráte autem, ut non fiat fuga vestra in híeme vel sábbato. Erit enim tunc tribulátio magna, qualis non fuit ab inítio mundi usque modo, neque fiet. Et nisi breviáti fuíssent dies illi, non fíeret salva omnis caro: sed propter eléctos breviabúntur dies illi. Tunc si quis vobis dixerit: Ecce hic est Christus, aut illic: nolíte crédere. Surgent enim pseudochrísti, et pseudoprophétæ: et dabunt signa magna, et prodígia, ita ut in errórem inducántur (si fíeri potest) étiam elécti. Ecce prædixi vobis. Si ergo díxerint vobis: Ecce in desérto est, nolíte exire: ecce in penetrálibus, nolíte crédere. Sicut enim fulgur exit ab Oriénte, et paret usque in Occidéntem: ita erit et advéntus Fílii hóminis. Ubicúmque fúerit corpus, illic congregabúntur et áquilæ. Statim autem post tribulatiónem diérum illórum sol obscurábitur, et luna non dabit lumen suum, et stellæ cadent de cælo, et virtútes cælórum commovebúntur: et tunc parébit signum Fílii hóminis in cælo: et tunc plangent omnes tribus terræ: et vidébunt Fílium hóminis veniéntem in núbibus cæli cum virtúte multa, et majestáte. Et mittet Angelos suos cum tuba, et voce magna: et congregábunt eléctos ejus a quátuor ventis, a summis cælórum usque ad términos eórum. Ab árbore autem fici díscite parábolam: cum jam ramus ejus tener fúerit, et fólia nata, scitis quia prope est æstas: ita et vos cum vidéritis hæc ómnia, scitóte quia prope est in jánuis. Amen dico vobis, quia non præteríbit generátio hæc, donec ómnia hæc fiant. Cælum et terra transíbunt, verba autem mea non præteríbunt. Credo. | U Continuación del Santo Evangelio según Credo. En aquel tiempo: dijo Jesús a sus discípulos: Cuando viereis que la abominación desoladora anunciada por el profeta Daniel, está en el lugar santo (el que esto lee que entienda); en aquel trance, los que moran en la Judea huyan a los montes; y el que está en la terraza, no baje a tomar cosa alguna de su casa; y el que en el campo, no vuelva a buscar su vestido. Mas ¡ay de las mujeres que estén encinta o criando, en aquellos días! Rogad por lo tanto, que vuestra huída no suceda en invierno o en sábado(2). Porque habrá entonces grande tribulación, cual no la hubo semejante desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá(3). Y a no acortarse aquellos días, ningún hombre se salvará; mas serán abreviados en atención a los escogidos. Entonces, si alguno os dijese: mirad, el Cristo está aquí o allí, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos Profetas, y obrarán grandes maravillas y prodigios, de modo que (si pudiera ser), caigan en error aún los escogidos. Ya estáis prevenidos. De modo que si os dijeren: Mirad que el Mesías está en el desierto, no salgáis; mirad que está en lo más escondido de la casa, no lo creáis. Porque, como el relámpago sale del Oriente y se deja ver hasta el Occidente, así será también la venida del Hijo del hombre. Donde quiera que estuviese el cadáver, allí también se juntarán las águilas. Y luego, después de la tribulación de aquellos días, el so se oscurecerá; la luna no dará su luz, las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos se bambolearán,y entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre: y entonces plañirán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, con gran poder y majestad(4). Y enviará sus Ángeles, que, a la voz de trompeta sonora, reunirán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde lo sumo de los cielos hasta su extremidad. Escuchad una comparación tomada de la higuera: cuando sus tallos estarán ya tiernos, y las hojas han brotado, sabéis que está cerca el verano: pues del mismo modo, cuando vosotros viereis todo esto, sabed que el Hijo del hombre está cerca, a las puertas mismas. En verdad os digo, que no pasará esta generación sin que se sucedan todas estas cosas(5). El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no fallarán(6). Credo |
OFFERTORIUM ( Ps. 129, 1-2) De profúndis clamávi ad te, Dómine: Dómine, exáudi oratiónem meam: de profúndis clamávi ad te, Dómine | Ofertorio - Desde el abismo de mi miseria clamé a Ti, oh Señor: Señor, escucha mi oración: desde el abismo de mi miseria clamé a Ti. |
Propítius esto, Dómine, supplicationibus nostris: et pópuli tui oblatiónibus, precibúsque suscéptis, ómnium nostrum ad te corda convérte; ut a terrénis cupiditátibus liberáti, ad cæléstia desidéria transeámus. Per Dominum. | Muéstrate favorable, oh Señor, a nuestros ruegos, y aceptando las ofrendas y oraciones de tu pueblo, convierte a Ti los corazones de todos nosotros para que, libres de los afectos terrenos, deseemos los gozos celestiales. Por Nuestro Señor Jesucristo, etc. |
Prefacio de la Santísima Trinidad
Vere dignum et justum ets aequum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus. Qui cumm unigenito Filio tuo, et Spiritu Sancto, unus es Deus, unus es Dominus: non in unius singularitate personae, sed in unius Trinitate substantiae. Quod enim de tua gloria, revelante te, credimus, hoc de Filio tuo, hoc de Spiritu Sancto, sine differentia discretionis sentimus. Ut in confessione verae, sempiternaeque Deitatis, et in personis Proprietas, et in essentia unitas, et in majestate adoretur aequalitas. Quam laudat Angeli atque Arcangeli, Cherubim quoque ac Sraphim: qui non cessant clamare quotidie, una voce dicentes: Sanctus, Sanctus, Sanctus... | Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Quien, con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, eres un solo Señor: no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia. Porque cuanto creemos, por habérnoslo Tu revelado, acerca de tu gloria, creémoslo igualmente de tu Hijo, y del Espíritu Santo, sin haber diferencia ni separación. De modo que, al reconocer una sola verdadera y eterna Divinidad, sea también adorada la propiedad en las personas, la unidad en la esencia y la igualdad en la majestad. A la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar diariamente, diciendo a coro:: Santo, Santo, Santo, etc. |
COMMUNIO (Marc. 11, 24) - Amen dico vobis, quídquid orántes pétitis, crédite quia accipiétis, et fiet vobis. | Comunión. - En verdad os digo: Todo lo que pidiereis en la oración, creed que lo recibiréis, y se os concederá. |
Concéde nobis, quæsumus, Dómine: ut per hæc sacraménta quæ súmpsimus, quidquid in nostra mente vitiósum est, ipsórum medicatiónis dono curétur. Per Dóminum. | Rogámoste, Señor, nos concedas que por la recepción de estos Sacramentos todo cuanto en nosotros hay de vicioso sea curado por el beneficio de su mediación. Por nuestro Señor Jesucristo. |
AQUÍ TERMINA EL AÑO LITÚRGICO, CUYA ÚLTIMA PARTE, LA MÁS LARGA DE TODAS, HA ESTADO DEDICADA AL REINADO DEL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA, EN LAS ALMAS Y EN LA SOCIEDAD CRISTIANA. EL DOMINGO PRÓXIMO, 1º DE ADVIENTO, COMENZARÁ UN NUEVO AÑO CRISTIANO Y CON ÉL SE RENOVARÁN UNA VEZ MÁS: TODOS LOS MISTERIOS DE CRISTO, TODAS LAS GRANDEZAS DE MARÍA, TODAS LAS HEROICIDADES DE LOS SANTOS Y LOS EPISODIOS MÁS TRANSCENDENTALES DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD, DESDE LAS CREACIÓN DEL HOMBRE HASTA LA CAÍDA DE ÉSTE Y SU REDENCIÓN POR JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR, A QUIEN DADA SEA LA GLORIA, EL HONOR Y EL IMPERIO, POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. ASÍ SEA. |
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EL SANTO DEL DÍA ES:
22 de Noviembre
SANTA CECILIA, Virgen y Mártir
mantén lo que tienes,
no sea que otro se lleve la corona.
Santa Cecilia, de la ilustre familia de los Cecilios Metelos, gustaba de los cánticos sagrados y acompañábase con un instrumento cantándolos. Se preparó para el matrimonio con tres días de mortificaciones; después declaró a Valeriano su esposo, patricio pagano, que tenía a un ángel como guardián de su virginidad. Por el deseo de verlo se convirtió Valeriano, y en efecto, lo vio, llevando dos coronas, una para el mismo Valeriano y otra para su virginal esposa. Cecilia, urgida por el prefecto Almaquio, para que dijera dónde estaban sus tesoros: "Están -le dijo- en seguridad en manos de los pobres". Sufrió el martirio con su esposo y Tiburcio su cuñado. MEDITACIÓN: SOBRE EL BUEN USO DE LAS GRACIAS DE DIOS I. Dios da a cada uno las gracias necesarias para alcanzar el grado de santidad a que Él lo destina. Si aprovechamos estas gracias, obtendremos otras mayores. San Valeriano escuchó los consejos de Santa Cecilia; como recompensa, Dios lo llamó al bautismo y, después, al martirio. ¿Cuántas gracias rechazas tú? Nos quejamos de que nos falta la gracia, pero podría decirse con más razón que somos nosotros quienes faltamos a la gracia. (San Bernardo). II. Existen gracias correspondientes a la vocación que Dios quiere que abracemos. Para recibirlas, hay que seguir el llamado del Señor; con la ayuda del cielo, las más grandes dificultades se desvanecen. Esto hace que tantas santas almas estén alegres y contentas en medio de las austeridades de la penitencia, mientras los mundanos, que han entrado a un estado de vida por capricho o interés, gimen y son desdichados en el seno de las riquezas y de los placeres. III. Si no correspondes a las gracias que Dios te concede, dará a otro las gracias eficaces que te estaban destinadas. Así, San Matías ocupó el lugar del traidor Judas y obtuvo su corona. ¡Qué pena para este pérfido ver, desde el fondo del infierno, el lugar que hubiera ocupado en el cielo entre los Apóstoles, si hubiera correspondido a su vocación! ¡Ah! cuán admirable es Dios cuando nos atrae hacia Él: mas, ¡cuán terrible cuando nos abandona! (San Agustín). El buen uso de las gracias Orad por las Vírgenes. ORACIÓN Oh Dios, que todos los años nos regocijáis con la solemnidad de la bienaventurada Cecilia, vuestra virgen y mártir, haced que al ofrecerle el tributo de nuestros homenajes, imitemos la santidad de su vida. Por J. C. N. S. Amén. |
22/XI SAN FILEMÓN y SANTA APIA, Mártires
22 de Noviembre
SANTOS FILEMÓN Y APIA, Mártires
(Siglo I)
Si hay pocos que llegan a un alto estado de
unión con Dios se debe a que muchos no quieren
sujetarse a mayor desconsuelo y mortificación.
(San Juan de la Cruz)
San Filemón, era ciudadano de Colossa, en la Frigia (al sur del mar Negro). Hombre de calidad y muy rico, fue convertido a la fe por San Pablo en Éfeso, o por su discípulo Epafras, que fue el primero que anunció el Evangelio a los de Colossa. Onésimo, uno de los esclavos de Filemón, le robó algunos tesoros, y huyó a Roma. Allí conoció a San Pablo en la prisión. El Apóstol procuró hablar al esclavo, le dio a conocer su falta, le instruyó en la verdad eterna, y lo envió convertido a su señor Filemón, a quien escribió una carta de recomendación, en la cual le trata con una terneza inimitable y una persuasión irresistible, y que en la Biblia se llama "Epístola a Filemón". Appia, que probablemente era la consorte De Filemón, es llamada por el Apóstol, en la misma carta, amada hermana suya por razón de su fe y de su virtud. |
HOY FESTEJAMOS:
21 de Noviembre
Ninguno puede servir a dos señores, porque tendrá
aversi6n al uno, y amor al otro, o si se sujeta
al primero, mirará con desdén al segundo.
No podéis servir a Dios ya las riquezas.
(Mateo, 6, 24).
María fue presentada en el Templo por sus padres a la edad de tres años, para ser educada allí santamente en el servicio del Señor. Los padres y las madres de las principales familias de Jerusalén concurrieron al Templo para rendir homenaje a la familia de David, y los ángeles cubrieron a la niña con sus alas y cantaron en armonioso concierto. Aunque niñita, conocía ella la grandeza del Señor a quien iba a servir. Así, para llegar hasta el pontífice Zacarías, subió las gradas del Templo con una firmeza y una agilidad que excedían la de su edad. El Espíritu de Dios que animaba su alma suplía la flaqueza de su cuerpo. MEDITACIÓN: SOBRE LA PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN I. Desde los tres años de edad, es decir, lo más pronto que puede, María se consagra al servicio del Señor. Sus padres la ofrecen con gusto a Aquél que se las había concedido accediendo a sus plegarias. II. María, en este día, ofrece al Señor todo lo que tiene, todo lo que puede hacer, y todo lo que es; en una palabra, se da a Él sin reserva. ¿Imitas a María, tú que das a Dios una partícula de tu corazón y que lo reservas por entero para el mundo y para ti mismo? Quieres dividir tu corazón entre las creaturas y Dios; es imposible. ¡Señor, es tardar demasiado no darme a un Señor tan bueno! Os ofrezco mi cuerpo y mi alma, todo lo que tengo, todo lo que puedo y todo lo que soy. III. María se consagra para siempre al servicio de Dios, y si sale del Templo es solamente porque Ella es el templo vivo en que debe habitar Jesús. ¿No es verdad acaso que te has presentado alguna vez a Dios para servirlo? Pero, cobarde de tí, pronto te has cansado de servir a un Señor tan bueno: te has retractado, con tus acciones, de la promesa que le habías hecho! Virgen Santa, preséntame a tu Hijo muy amado; quiero ser todo de Él hasta el fin e mi vida. En un cristiano, no es el comienzo, sino el fin lo que merece elogios. (San Jerónimo). La devoción a la Santísima Virgen ORACIÓN Oh Dios, que habéis querido que la Bienaventurada María, siempre virgen, en quien residía el Espíritu Santo, fuese hoy presentada en el Templo, haced, por su intercesión, que merezcamos ser presentados en el templo de vuestra gloria. Por J. C. N. S. Amén. HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:
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21/XI SAN COLUMBANO, Abad
Entre todos los monjes misioneros que, primero desde Irlanda y más tarde también desde la Gran Bretaña, pasaron al continente, sobresale de un modo especial San Columbano, en quien ponderan mucho sus contemporáneos sus dotes morales extraordinarias y aun sus fuerzas corporales, verdaderamente hercúleas.
Un rasgo trasmitido por los historiadores nos indica bien a las claras la energía indomable del carácter de San Columbano, a la vez que sus fuerzas hercúleas. Teniendo ya setenta años, ayudaba con sus propias manos a los monjes en el cortar y transportar los troncos de los árboles que servían para la construcción del monasterio de Bobbio, en Italia. Igualmente contaban sus discípulos cómo algunas veces, atravesando a pie algunos bosques, entablaba luchas cuerpo a cuerpo con los osos salvajes hasta dominarlos y rendirlos a sus pies.
No conocemos exactamente el año del nacimiento de San Columbano, pero debió dé tener lugar en torno al año de la Muerte de San Benito, el 543, en la región occidental de Leinster, donde recibió una sólida educación cristiana. Es interesante un episodio que nos refieren algunos documentos antiguos sobre las primeras luchas que su naturaleza exuberante y fuerte tuvo que mantener contra las tentaciones de la carne. Efectivamente, habiendo sido tentado insistentemente por algunas mujeres, acudió angustiado en demanda de consejo a una virgen solitaria que desde hacía muchos años gozaba ,de gran prestigio de santidad, y ella le respondió que debía huir decididamente la tentación incluso abandonando el lugar de su nacimiento.
Pero de esta anécdota, de cuya autenticidad histórica no tenemos plena garantía, lo más provechoso y positivo es la razón que, según el biógrafo Jonás, le dio la virgen solitaria, y ha quedado desde entonces como norma práctica de la ascética cristiana frente a este género de tentaciones. Efectivamente, le dijo: "¿Piensas tú que podrás fácilmente resistir la tentación de esas mujeres? ¿Recuerdas a Eva tentando y a Adán cediendo? ¿No fue también Sansón débil frente a Dalila? ¿No perdió David su antigua rectitud seducido por la hermosura de Betsabé? ¿No fue engañado el sabio Salomón por el amor a las mujeres? Así, pues, márchate lejos y apártate del río en el que tantos han caído".
Así, pues, Columbano abandonó de hecho a su madre y su tierra y se dirigió a Sinell, donde un experimentado solitario lo inició en la vida de consagración a Dios, y poco después, al gran monasterio de Bangor, donde recibió la sólida educación ascética que entonces se estilaba. De carácter serio e inclinado a la rigidez, su grande alma lo inclinó bien pronto a emprender alguna hazaña extraordinaria. Vencida, no sin gran dificultad, la oposición de su abad, dirigióse con doce compañeros a tierras extrañas con el fin de trabajar por la colonización e instrucción de los pueblos bárbaros. A los pocos días de viaje aportaron en el continente y se internaron en el reino de los francos. Los nuevos huéspedes debieron de llamar notablemente la atención aun por su exterior. Mientras los monjes occidentales llevaban el pelo cortado, según la llamada tonsura de San Pedro, de modo que les quedaba en torno a la cabeza una corona de pelo algo más crecido, los monjes irlandeses dejaban crecer el pelo por la parte posterior de la cabeza, de modo que les caía por encima de la espalda. En sus manos llevaban unos bordones. Cruzados a la espalda y atados con correas, traían consigo sacos de piel, en donde guardaban sus más preciados tesoros: los libros litúrgicos.
Precisamente entonces se hallaba en notable decadencia aquel espíritu religioso que tan buen comienzo había tomado un siglo antes con Clodoveo. Describiendo la situación del país de los francos a fines del siglo vi, nos dice el biógrafo de San Columbano: "Allí, a causa de las frecuentes invasiones de los enemigos exteriores, o por la negligencia de los pastores, el espíritu religioso había casi desaparecido. Sólo quedaba en pie la fe cristiana". En estas circunstancias tan críticas, y como medio buscado por la Providencia, presentóse San Columbano en las Galias.
A pesar del rigorismo con que se presentaron él y sus compañeros, en todas partes les acompañó el éxito más lisonjero. El monasterio de Luxeuil, fundado por el Santo, constituyóse en punto céntrico de cultura e influencia cristiana. Bien pronto siguieron otros monasterios en todo el centro de Europa. Los hijos de los nobles que iban a esos monasterios a recibir la educación cristiana eran cada día más numerosos. A los monasterios de varones siguieron otros de mujeres. En realidad, gran parte de los fundados durante los siglos VII y vIII están relacionados con San Columbano. De más de cincuenta de todo el Continente se puede probar que estuvieron bajo el influjo de los monjes traídos por él. Por otro lado, precisamente ese plantel incomparable de monasterios fue en los siglos siguientes la base de todo lo que significa civilización.
En efecto, no era solamente la vida religiosa lo que en aquellos monasterios se cultivaba. Muchos de ellos, fundados en medio de los bosques y regiones baldías, anduvieron a la cabeza en el trabajo ímprobo de la roturación y cultivo de los campos. Gran parte de la región de las Galias, inculta hasta entonces, fue urbanizada por estos monjes. Tales son las tierras de las Ardenas, Flandes, el bajo Sena y la Champagne. Esta actividad cultural de los monasterios fundados por San Columbano, que puso el fundamento de innumerables poblaciones y grandes ciudades, continuóse después durante los siglos siguientes y constituye una de las glorias más legítimas de la Iglesia católica, uno de los frutos culturales de la civilización cristiana. Los monjes de San Columbano—dice acertadamente Schnürer—"sabían realizar el pesado trabajo del campo con la misma perfección con que escribían los delicados pergaminos de sus códices y se esforzaban en guiar las almas con su ardiente palabra".
Con todo, no hay que creer que toda está campaña de civilización cristiana fuera fácil a Columbano. A la dificultad que supone la lucha de la moral cristiana con todas las pasiones humanas, añadíase la rudeza y rigidez de carácter del Santo, que no sabía ceder ni doblegarse a ninguna clase de exigencias. Es célebre la contienda que tuvo que mantener frente a Teuderico y su abuela Brunequilda. El antiguo reino de Clodoveo estaba dividido a la sazón en dos partes: Austrasia y Neustria. En Austrasia regía Teudeberto, y en Neustria su hermano Teuderico y su abuela Brunequílda. El monasterio de Luxeuil pertenecía al territorio de Teuderico. Entregados a toda clase de vicios, no tardaron los dos hermanos en hacerse mutuamente la guerra. Sobre todo, Teudeberto estaba enteramente entregado a la lujuria. Casado con una princesa española, separóse bien pronto de ella. En estas circunstancias, pues, su hermano Teuderico tuvo que escuchar frecuentes reconvenciones de parte del celoso abad Columbano.
En cierta ocasión presentóse el abad en la villa leal de Vitry, cerca de Arras, en donde Brunequilda se entretenía con unos nietecitos hijos legítimos del rey. Según costumbre del tiempo, envió a los niños al encuentro del abad para que les echara la bendición. Columbano se creyó en el deber de dar una muestra de su desagrado, y así se negó a dar la bendición a los niños, anunciando, además, que ninguno de ellos llegaría a empuñar el cetro. Poco después llegó de nuevo Columbano a la villa en que se hallaba el rey. Era de noche. Teuderico, deseoso de dar al abad las maestras debidas de respeto, ordenó a los criados que lo introdujeran en su presencia y que le ofrecieran comida y bebida. Mas el hombre de Dios lo rechazó con toda decisión, añadiendo que eran dádivas de un hombre impío. El monarca, junto con su abuela, se dirigió al día siguiente al abad y trataron de aplacarlo. Teuderico prometió mejorar su conducta, mas como no se mejorara recayó, por fin, sobre él la excomunión. Las cosas llegaron por fin al extremo que por iniciativa del rey se desterró al molesto consejero.
Era el año 610. Después de más de treinta años empleados en la evangelización y colonización de las Galias, salía Columbano deportado a Irlanda con un buen número de sus compañeros. Desde Nátites, según parece, éscribió una célebre carta a los monjes que dejaba en Luxeuil, de la que llega a decir Montalembért que contiene "algunas de les más finas y grandes ideas que ha inspirado el genio cristiano". Pero, una vez embarcado, vientos contrarios desviaron por completo la embarcación, y, de hecho, la primera noticia que tenemos es que se presentó poco después en Metz ante su amigo Teudeberto II, y con su consejo y apoyo se dirigió hacia la región ocupada actualmente por gran parte de Suiza, y que estaba entonces poblada por los alemanes.
Ante todo, pues, se estableció en Tuggen, junto al lago de Zurich, con un grupo de discípulos venidos del monasterio de Luxeuil, entre los cuales sobresalía uno llamado Gallo. Pero el celo exagerado de éste, que se dedicaba a quemar públicamente los ídolos de los paganos, le atrajo la enemistad de los habitantes de aquella región, por lo cual Columbano se vió forzado a emigrar hacia la parte oriental del lago Constanza, a un valle tranquilo y apacible rodeado de montañas. Era la región de la actual Bregenz, donde encontraron un viejo oratorio abandonado, y en él se acomodaron algunas celdas. Pero aquí de nuevo la vehemencia de los métodos empleados en su apostolado, particularmente de San Gallo, provocaron al pueblo contra él. Al mismo tiempo cambió inesperadamente la situación política. Habiendo estallado una guerra entre Austrasia y Neustria, fue vencido y muerto su protector Teudeberto. Puesto entonces Columbano a merced de Teuderico, se vió obligado a salir de aquel territorio donde se encontraba. Atravesó, pues, los Alpes, contando a la sazón setenta años de edad, y se dirigió al país de los lombardos y a su capital, Milán, donde fue objeto de una cariñosa acogida de parte de su rey arriano, Agilulfo, y su esposa católica, Teodelinda. Entretanto había quedado en Suiza su discípulo Gallo, quien posteriormente organizó allí el célebre monasterio de Sant Gallen, que tanta fama debía alcanzar en la posteridad.
Y con esto entramos en la última etapa de la vida de San Columbano, que se desarrolla al norte de Italia y se distingue, ante todo, por la fundación del gran monasterio de Bobbio. En efecto, conociendo Agilulfo la significación de San Columbano como padre de monjes, le entregó grandes terrenos en Ebovium o Bobbio, situado en un valle de los Apeninos entre Génova y Piacenza, donde inició él un monasterio dedicado a San Pedro. No obstante su avanzada edad, se sintió rejuvenecido al ver surgir el nuevo monasterio, que rápidamente fue tomando una extraordinaria significación. Columbano se sentía feliz al ver reproducirse en el monasterio de Bobbio la exuberante vida monástica de los monasterios de Luxeuil y los demás que él había fundado en Francia.
Pero al mismo tiempo, las circunstancias le obligaron a intervenir durante estos años en un asunto completamente diverso. Con ocasión de la querella denominada de los Tres Capítulos, se había formado en el norte de Italia un cisma contra el Romano Pontífice en protesta de su condenación de los llamados Tres Capítulos. Mal informado Columbano por los partidarios del cisma e inducido por los reyes Agilulfo y Teodelinda, compuso un célebre escrito, en el que trataba de defender al partido lombardo, presentándolo como defensor del concilio de Calcedonia frente al Romano Pontífice.
Sin embargo, en esta misma carta, no obstante lo delicado de su posición al defender un partido cismático en su posición contra el Papa, aparece claramente su convicción de que sólo se trataba de una cuestión secundaria meramente disciplinar y, por otra parte, amontona las expresiones de estima y reverencia a la Sede Romana. En efecto, dice, "la columna de la Iglesia es siempre Roma". Por eso, añade, "nosotros, los irlandeses, viviendo en las partes más lejanas de la tierra, somos discípulos de San Pedro y San Pablo y de los discípulos que escribieron el Canon sagrado bajo la inspiración del Espíritu Santo. Nosotros no aceptamos más que la enseñanza evangélica y apostólica..." "Confieso—dice en otra parte—que siento la mala reputación en que se tiene en esta región a la Cátedra de Pedro. Todos estamos atados a esta Cátedra. Pues, aunque Roma es grande y renombrada, su grandeza y gloria delante de nosotros le viene solamente de la Cátedra de Pedro."
En realidad, el problema del cisma lombardo, que no debe confundirse con el de Aquilea o Grado, también ocasionados por los Tres Capítulos, siguió su desarrollo normal hasta que poco después. se extinguió. La intervención de San Columbano no tuvo en él ninguna importancia. Por otro lado, quiso polemizar contra los arrianos, lo cual le malquistó con los lombardos y su rey, Agilulfo, todo lo cual le obligó a retirarse definitivamente a la soledad del monasterio de Bobbio y aun de una celda solitaria que en él se hizo construir.
A los tres años de su estancia en Bobbio, cumplióse la profecía que él había hecho sobre Teuderico. Muerto Teuderico, la anciana Brunequilda había sido brutalmente asesinada. Acordándose Clotario, dueño ahora de Borgoña, de la profecía de Columbano, lo invitó a ir a Suiza y a las Galias. Pero entretanto había llegado éste a su fin. Rendido por la enfermedad y sintiendo próxima la muerte, le recomendó el monasterio de Luxeuil y los demás de Francia, y el 23 de noviembre de 615 descansó en el Seriar.
21/XI SAN GELASIO, Papa
Gelasio, como él mismo establece en su carta al emperador Anastasio (Ep xii, n. 1), fue Romanus natus. La aseveración del "Liber Pontificalis" sobre que él fue natione Afer es consecuentemente tomada por muchos como significando que fue de raíces africanas, pero romano de nacimiento. Otros, sin embargo, interpretan natione Afer como "africano por nacimiento" y Romanus natus: "nacido como ciudadano romano". Antes de su elección como Papa - el 1 de marzo del 492-, Gelasio había sido abundantemente empleado por su predecesor Félix II ( o III), en la redacción de documentos eclesiásticos, lo cual ha guiado a muchos estudiosos a confundir los escritos de los dos Pontífices. En su elección al Papado, Gelasio mostró de una vez su fuerza de carácter y su elevada concepción de su posición, al tratar con los adherentes de Acacio. A pesar de los esfuerzos de Eufemio de Constantinopla -quien de otra forma hubiese sido patriarca ortodoxo- y de las amenaza y argucias por las que el emperador Atanasio trató de obtener reconocimiento de la Sede Apostólica, aunque fuertemente presionado por dificultades locales, Gelasio no pactaría una paz que comprometiera en mínimo grado los derechos y honores del Trono de Pedro. La constancia con la que él combatió las pretensiones, laicas y eclesiásticas, de la nueva Roma; la resolución con la que él rehusó permitir a la preeminencia civil o temporal de una ciudad el determinar su rango eclesial; el determinado coraje con que él defendió los derechos de las "segunda" y "tercera" sedes, Alejandría y Antioquia, son algunas de las más impactantes características de su Pontificado. Ha sido bien dicho que en ninguna parte de éste período han sido hallados más fuertes argumentos a favor de la primacía de la sede de Pedro, que en las obras y escritos de Gelasio. Nunca se cansó de repetir que Roma no debe su Principado eclesiástico a ningún Sínodo ecuménico ni a cualquier importancia temporal que ella misma pueda poseer, sino a la Divina institución de Cristo mismo, quien confirió esa supremacía sobre la Iglesia universal a Pedro y sus sucesores (Cf. Especialmente sus cartas a los obispos orientales y las decretales en los libros canónicos y apócrifos.). En su trato con emperadores, ha coincidido con los grandes Pontífices medievales: "Hay dos poderes con los cuales mayormente es gobernado éste mundo: la Sagrada autoridad del Sacerdocio y la autoridad de los Reyes. Y de éstas, la de los Sacerdotes es la de mayor peso, siendo que deben rendir cuentas ante Dios, aun de los reyes de los hombres." El Pontificado de Gelasio fue demasiado corto para efectuar la completa sumisión y reconciliación de la ambiciosa Iglesia de Bizancio. No fue sino hasta Hormisdas (514 - 523) con quien terminó ésta disensión con el retorno de Oriente hasta su antigua lealtad. Problemas fuera de las fronteras no fueron las únicas ocasiones en las que Gelasio usó su fuerza y energía: las Lupercalias, vestigio supersticioso y licencioso del paganismo en Roma, fueron finalmente abolidas por el Papa tras una larga controversia. La carta de Gelasio a Andrómaco, un legislador, traza las principales líneas de la misma. Fiel defensor de las antiguas tradiciones, Gelasio siempre supo cuándo hacer excepciones o modificaciones, como su decreto obligando la recepción de la Sagrada Eucaristía bajo las dos especies. Esto fue hecho como manera efectiva de poner en evidencia a los maniqueos, quienes, aunque presentes en Roma en grandes cantidades, buscaban desviar la atención de su propaganda oculta, fingiéndose católicos. Por el hecho de considerar al vino como impuro y esencialmente pecaminoso, rechazaron el cáliz y así fueron reconocidos. Más tarde, con el cambio de condiciones, el antiguo y normal método de recibir la Santa Comunión solamente bajo la especie del Pan retornó a vigencia. A Gelasio debemos las ordenaciones en días especiales (Ep. Xv), así como el reforzamiento de la división en cuatro partes de los ingresos eclesiásticos - ya sean provenientes de haciendas o como donaciones voluntarias a la fe: Una porción para los pobres; otra para manutención de Iglesias y el esplendor del servicio Divino; Una más para el Obispo y la última para el clero menor. Aunque algunos escritores atribuyen el origen de ésta división de los fondos eclesiásticos a Gelasio, aun el Pontífice habla de ello (Ep xiv, n. 17) como dudum rationabiliter decretum, habiendo sido forzoso por algún tiempo. De hecho, el Papa Simplicio (475, Ep i, n. 2) le impuso la obligación de restitución a los pobres y a la Iglesia, a cierto obispo que había faltado a su deber; consecuentemente, ésa división de fondos debió haber estado considerada por lo menos, como costumbre de la Iglesia. No contento con una simple enunciación de ésta caritativa obligación, Gelasio lo remarcó frecuentemente en sus escritos a los obispos.
Por largo tiempo fue atribuída a Gelasio la fijación del Canon de las Escrituras, pero ahora parece ser más probable, obra del Papa San Dámaso I (367 - 385). Sin embargo, puesto que Gelasio - en un sínodo romano - publicaba su célebre catálogo de los auténticos escritos de la Padres, juntamente con un listado de obras apócrifas o interpoladas, así como libros proscritos de los herejes (Ep xlii), no fue sino natural fijar en éste catálogo el Canon de las Escrituras como fue determinado por el antiguo Pontífice, y así con el paso del tiempo, el Canon mismo vino a ser atribuido a Gelasio. En su celo por la belleza y majestad del servicio Divino, Gelasio compuso muchos himnos, Prefacios y Oraciones colectas y arregló un Misal común aunque tal Misal, que fue comúnmente conocido por su nombre, el "Sacramentarium Gelasianum", pertenece propiamente al siglo siguiente. Cuánto de éste trabajo es de Gelasio, es una pregunta aún actual. Aunque fue Papa solamente por cuatro años y medio, ejerció una profunda influencia en la política , liturgia y disciplina eclesial. Un buen número de sus decretos han sido incorporados al Derecho Canónico.
En su vida privada, Gelasio poseyó un visible espíritu de oración, penitencia y estudio. Se deleitó grandemente en compañía de monjes y fue verdadero padre de los pobres, muriendo con las manos vacías en virtud de su abundante caridad. En una carta a su amigo el sacerdote Julián (P.L. LXVII, 231), Dionisio el Exiguo brinda una brillante relación de Gelasio visto por sus contemporáneos. Como escritor, Gelasio adquiere alto rango en su período. Su estilo es vigoroso y brillante, aunque a veces oscuro. Comparativamente, sólo una reducida parte de su obra ha llegado hasta nosotros., aunque se ha afirmado que él fue el más prolífico escritor entre los pontífices de los primeros cinco siglos. Tenemos 42 extensas cartas y fragmentos de otras 49, además de seis tratados de los cuales tres atañen al cisma Acaciano, uno a la herejía de los pelagianos, otro sobre los errores de Nestorio y Eutiques, y el sexto es dirigido contra el senador Andrómaco y los defensores de las Lupercalias. La mejor edición de las obras es la de Thiel. La fiesta de San Gelasio se celebra el 21 de noviembre, el aniversario de su entierro, aunque muchos escritores creen que éste fue el día de su muerte.
EL SANTO DEL DÍA ES:
Aquellos a quienes Dios tiene previstos, también
los predestinó para ser conformes
a la imagen de su Hijo.
(Romanos, 8, 29).
Según las tradiciones de la Orden de la Merced, San Félix de Valois, nacido en 1127 y educado por San Bernardo, dio muestras desde su más tierna infancia de una gran caridad para con los pobres, hasta el extremo de despojarse de sus vestiduras para vestirlos con ellas. Ordenóse de sacerdote y, después de su primera misa, se retiró a la soledad. Allí fue donde San Juan de Mata fue a buscarlo por inspiración divina, para trabajar con él en la fundación de la Orden de la Redención de los cautivos. La Santísima Virgen lo honró a menudo con sus visitas; un ángel le advirtió sobre la hora de su muerte, que acaeció el año 1212, a edad muy avanzada. MEDITACIÓN: SOBRE LA IMITACIÓN DE JESUCRISTO I. Jesús llevó una vida humilde y escondida en la casa de San José. La obediencia, la humildad y el amor a la soledad, tales fueron las virtudes con las cuales se preparó para la predicación del Evangelio; II. Jesús salió de esta vida oculta para trabajar en la salvación de los hombres; pero los hombres le devolvieron mal por bien y lo cargaron de oprobios. Si quieres caminar por las huellas de Jesús, prepárate a recibir ultrajes de aquellos mismos por cuya salvación trabajes. No te quejes; no eres mejor que Jesucristo, ¡Él fue llevado a la muerte por aquéllos a quienes quería conducir al cielo! Cuando sufras, di con San Ignacio, mártir, cuando se vio encadenado: Ahora comienzo a convertirme en discípulo de Jesucristo. III. Mira, en fin, a Jesús en el Calvario: allí nos ha dado el último y más útil ejemplo de paciencia. Yo quiero contemplarte todo el resto de mi vida, oh Amor mío crucificado; ¿de qué habría de afligirme viéndote en la cruz? ¿qué habría de temer considerando que has muerto por mí? Si rehúsas los sufrimientos, ¿por qué desear el cielo? Dios castiga a todo hijo que destina a su reino; ¡ni siquiera ha perdonado a su Unigénito! (San Agustín). La meditación de la Pasión ORACIÓN Oh Dios, que os habéis dignado llamar milagrosamente a San Félix, vuestro confesor, en su soledad para el santo empleo del rescate de los cautivos, haced benignamente que, libres por vuestra gracia de la servidumbre de nuestros pecados, lleguemos a la patria celestial. Por J. C. N. S. Amén. HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:
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EL SANTO DEL DÍA ES:
19 de Noviembre
SANTA ISABEL DE HUNGRÍA, Viuda
dejaros en ignorancia para que no os entristezcáis,
del modo que suelen los demás hombres,
que no tienen esperanza.
Santa Isabel, hija de Andrés II, rey de Hungría, y esposa de Luis IV, landgrave de Turingia, levantábase todas las noches para orar a Dios, alimentaba hasta a novecientos pobres todos los días y seguía descalza las procesiones. A la muerte de su virtuoso esposo, que se había hecho cruzado con Federico Barbarroja: "Dios mío -dijo ella- cuando para resucitarlo no tuviese sino que dar un solo cabello, no lo daría si ello fuese contra vuestra voluntad". Despojada y echada entonces como disipadora por su cuñado, vivió pobre con sus tres hijos, recobró después sus bienes cuyas rentas distribuyó a los pobres, y murió en una cabaña, el 17 de noviembre de 1231, contando menos de 24 años de edad. MEDITACIÓN: SOBRE LA MUERTE DE NUESTROS PARIENTES y AMIGOS I. Todos los días vemos que se mueren personas que nos son queridas. Si sucumben a una muerte súbita e imprevista, aun después de una vida poco edificante, no desesperemos de su salvación; tal vez han invocado a Dios y han obtenido el perdón de sus faltas en el último momento; con todo, tomemos nuestras medidas para no ser sorprendidos en la misma forma. Si estas personas mueren con la muerte de los justos, no las lloremos; más bien tengámosles santa envidia. Te afliges de ver morir a tal pariente o a tal amigo; consuélate, es más dichoso que tú si ha muerto santamente. Tú combates aún, él triunfa ya. Que tu fe, tu esperanza y tu caridad te consuelen. (San Agustín). II. Dios quiere desapegarte de las personas que más amas, a fin de que te pertenezcas por entero; quiere que pienses a menudo en la muerte. Escucha qué te dice: Hoy es mi turno, mañana será el tuyo. ¿Qué estima tiene ahora ese amigo de aquello que era el objeto de sus afanes? Un día estarás como él en el lecho de muerte. Ten los sentimientos que entonces tendrás y despreciarás lo que más amas. III. No esperes la hora de la muerte para prepararte a morir bien. No sabes cuándo ni cómo morirás: haz ahora todo lo que entonces quisieras haber hecho. ¿Estarías dispuesto a morir en este momento? Pensemos incesantemente en la muerte; esforcémonos lo más que podamos para no estar eternamente separados de nuestros parientes y amigos, que gozan ahora de la gloria del paraíso. Allí nos espera gran número de aquéllos que nos son queridos. (San Cipriano). La conformidad con la voluntad de Dios Orad por vuestros parientes difuntos. ORACIÓN Dios de misericordia, iluminad los corazones de vuestros fieles, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Isabel, concedednos la gracia de despreciar las prosperidades mundanas y gozar sin interrupción de los consuelos celestiales. Por J. C. N. S. Amén. HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:
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