02/V SANTOS MARCELINO y PEDRO, MÁRTIRES

02 de Junio
SANTOS MARCELINO y PEDRO, MÁRTIRES

Vidas de los Santos de A. Butler


(304 p.c.) - Marcelino y Pedro se encuentran entre los santos romanos que se conmemoran diariamente en el canon de la misa. Marcelino era un prominente sacerdote en Roma durante el reinado de Diocleciano, mientras que Pedro, según se afirma, era un exorcista. Debido a un error de lectura del llieronymianum, se llegó a la conclusión de que otros mártires perecieron con ellos, en número de cuarenta y cuatro, pero no hay ninguna prueba concreta que respalde esta aseveración. Un relato muy poco digno de confianza sobre su "pasión", declara que ambos cristianos fueron aprehendidos y arrojados en la prisión, donde tanto Marcelino como Pedro mostraron un celo extraordinario en alentar a los fieles cautivos y catequizar a los paganos, para obtener nuevas conversiones, como la del carcelero Artemio, con su mujer y su hija. De acuerdo con la misma fuente de información, todos fueron codenados a muerte por el magistrado Sereno o Severo, como también se le llama. Marcelino y Pedro fueron conducidos en secreto a un bosquecillo que llevaba el nombre de Selva Negra, para que nadie supiera el lugar de su sepultura y se les cortó la cabeza. Sin embargo, el secreto se divulgó, tal vez por medio del mismo verdugo que posteriormente se convirtió al Cristianismo. Dos piadosas mujeres, Lucila y Fermina, exhumaron los cadáveres y les dieron conveniente sepultura en la catacumba de San Tiburcio, sobre la Vía Lavicana, no sin recoger antes algunas reliquias. El Papa Dámaso, autor del epitafio para la tumba de los dos mártires, declaró que siendo niño, se enteró de los pormenores de su ejecución por boca del propio verdugo. El emperador Constantino mandó edificar una iglesia sobre la tumba de los mártires y quiso que ahí fuera sepultada su madre, Santa Elena. En el año de 827, el Papa Gregorio IV hizo donación de los restos de estos santos a Eginhard, antiguo hombre de confianza de Carlomagno, para que las reliquias fueran veneradas en los monasterios que había construido o restaurado; por fin, los cuerpos de los mártires descansaron en el monasterio de Seligenstadt, a unos veintidós kilómetros y medio de Francfort. Todavía se conservan los relatos donde se registraron minuciosamente todos los detalles de los milagros que tuvieron lugar durante aquella famosa traslación. La prueba de que en la Roma antigua se rendía mucho culto a estos dos santos, está en que abundan inscripciones para conmemorarlos, como ésta: "Sánete Petr (e) Marcelline, suscipite vestrum alumnum".
La legendaria pasión y otros datos, fueron impresos en el Acta Sanctorum, junio, vol. I. Consúltese especialmente a J. P. Kirsch, Die Mdrtyrer der Katakombe ad duas lauros (1920), pp. 2-5; a Marucchi, en el Nuovo Bullettino, 1898, pp. 137-193; a Wilpert, en el Romische Quartalschrift, 1908, pp. 73-91. En las traducciones, puede leerse la de M. Bondois, con muchas reservas; véase Analecta Bollandiana vol. XXVI (1907), pp. 478-481. Un buen estudio sobre esta cuestión es el de K. Esselborn, Die Ubertragung ... (1925). La versión inglesa sobre la historia de la traslación, fue publicada por B. Wendell (1926).

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