31/X/+2018 SAN VOLFGANGO o WOLFGANGO, Obispo de Ratisbona

31 de octubre 

SAN VOLFGANGO o WOLFGANGO, Obispo de Ratisbona

     


   San Wolfgango, que pertenecía a una familia suaba, nació en Suabia en el año 924 y fue educado en una de las más famosas escuelas de la época: el convento de Rechenau, en una isla del lago de Constanza.
   Pronto sintió inclinación por las humanidades. Leyó con provecho a Virgilio, Ovidio, Cicerón, Séneca. Como era amigo de Enrique de Bebenger, arzobispo de Tréveris, él lo llevó como director de su colegio episcopal primero, y después le confió la dirección total del clero. 
   En el año 964 su amigo murió. Wolfgango marchó a Suiza, vistió el hábito de monje benedictino y se estableció en la región de las altas cumbres. Su afán de peregrinaje lo llevó a Hungría. Caminó por las ásperas estepas y aunque no poseía el idioma, tenía el don de convertir a los paganos. Cuando lo nombraron obispo de Ratisbona en la Navidad del 972, lloró por tener que dejar esa tarea. 
   Transformó y renovó la vida monacal de su región. Decía a los monjes "¿De qué sirve la túnica de la santidad, si faltan las obras?" 
   Fue el obispo del amor a los semejantes; a los pobres los llamaba señores y hermanos. Edificó iglesias y castillos para defender su diócesis, fundó monasterios, predicó sin cesar y todo lo que tenía lo repartió en limosnas. También fue un  pedagogo ilustre, que no sólo tuvo a su cargo a los príncipes del imperio sino también a los hijos de los pobres, en el colegio de cantores de la catedral. De sus buenos oficios como maestro, baste decir que, en cuanto preceptor de los hijos del duque de Baviera Enrique El Pendenciero, sacó adelante a dos santos: san Enrique, emperador de Alemania, y la reina de Hungría santa Gisela. Los otros dos retoños terminarán de obispo de Ausburgo, Bruno, y de abadesa de Ratisbona, Brígida. San Enrique se destaca por sus trabajos contra la compraventa de cargos en la Iglesia y la promulgación del celibato sacerdotal como ley universal; Gisela abrió Hungría a los misioneros enviados por su maestro Wolfgango.
   Pasó de su palacio y su castillo a la penitencia del desierto, viviendo como ermitaño en las más escarpadas cumbres. 
   Su muerte ocurrió durante uno de sus viajes. Llegó moribundo a la iglesia de San Almaro en Pochlarn -Austria-. Quiso morir, como su fundador san Benito, en la casa de Dios. Frente al altar le administraron los últimos sacramentos. Murió diciendo: "Dejad que la gente entre en la iglesia y que todos vean en mi muerte lo que también a ellos les aguarda".
   Esto ocurrió en la tarde del 31 de octubre del año 994.

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