EL SANTO DEL DÍA ES:

29 de Octubre

SAN NARCISOObispo y Confesor


Las perfecciones invisibles de Dios, aun su eterno
poder y su divinidad, se han hecho visibles después
de la creación del mundo, por el conocimiento que de
ellas nos dan sus creaturas; y así, los impíos no tienen excusa.
(Romanos, 1,20)

   San Narciso, obispo de Jerusalén a los 80 años de edad, hacia el año 180 de nuestra era, estuvo dotado de paciencia y dulzura admirables. Tres malos cristianos propalaron contra él una horrible calumnia, diciendo que, si su acusación fuese falsa, consentían, uno en ser quemado, el otro en ser atormentado de vergonzosa enfermedad y, el tercero, en perder la vista. Retiróse el santo al desierto sin querer defenderse. Pero Dios castigó a dos de los acusadores según sus votos, y el tercero, reconociendo su falta, tantas lágrimas derramó que perdió la vista. San Narciso volvió a su sede. Contaba entonces 110 años y vivió algunos más. 

MEDITACIÓN: ES MENESTER ADMIRAR A DIOS EN LAS CREATURAS

I. Se reconoce la sabiduría de Dios en el admirable orden que reina en el universo. La diversidad de las creaturas, el cambio regular de las estaciones, las maravillas que la tierra, el mar y el cielo despliegan ante nuestras miradas; todo ello publica a voces la sabiduría de Dios. ¿Sólo mi voz faltará en este admirable concierto de alabanzas que todas las creaturas elevan hacia Él? Ellas han sido creadas para utilidad mía, pero también para enseñarme mis deberes para con el Señor. El universo creado para mi servicio me instruye con su ejemplo. (San Euquerio).

II La bondad de Dios se manifiesta en las creaturas, pues el Señor no se ha contentado con darnos lo que nos era absolutamente necesario, sino que ha añadido todo lo que puede tornarnos grata la vida. Procedamos igual a su respecto, demos a Dios generosamente, no sólo lo que Él exige de nosotros, sino también todo lo que podamos darle: nos lo devolverá centuplicado aun desde esta vida. Nada se pierde con Él, nunca se deja vencer en generosidad.
  
III. El poder de Dios brilla maravillosamente en el imperio que ejerce sobre las creaturas. Todas obedecen sus órdenes, obran contra las leyes comunes de la naturaleza cuando Él se lo manda, y nada resiste a su divina voluntad. Alma mía, ¿hasta cuándo resistiremos a Dios? Amemos a las creaturas, pero no ofendamos al Creador; usemos de los bienes de este mundo, pero no abusemos de ellos, si queremos gozar de los del cielo. Aprended a amar en las creaturas al Creador; pero no os apeguéis de tal modo a ellas que perdáis a Aquél que os ha creado. (San Agustín).

El amor a Dios
Orad por  la conversión de los incrédulos.


ORACIÓN
Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Narciso, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.




Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:

EL SANTO DEL DÍA ES:

28 de Octubre

SANTOS SIMÓN Y JUDAS TADEO, Apóstoles

  

Como vosotros no sois del mundo, sino
que os entresaqué yo del mundo,
por eso el mundo os aborrece.
(Juan, 15, 19).

   San Simón, de Caná en Galilea, y San Judas Tadeo, hijos de María de Cleofás y primos de Jesús, fueron a predicar el Evangelio, uno a Egipto, el otro a Mesopotamia. Después de treinta años de trabajos apostólicos, fueron llamados a Persia, en donde convirtieron a gran número de paganos. Las imágenes del sol y de la luna se quebraron cuando ellos lo ordenaron, y los demonios salieron de sus templos y emprendieron la fuga bajo la forma de negros etíopes. Los paganos, excitados por dos magos, se arrojaron sobre los santos apóstoles y los masacraron. Los instigadores del crimen perecieron fulminados por un  rayo.

MEDITACIÓN SOBRE SAN SIMÓN Y SAN JUDAS TADEO

I. Dios llama a su servicio a los que Él ama; los separa del mundo, como hizo con estos dos apóstoles, hijos de María de Cleofás, prima de la Santísima Virgen. Jesús amaba particularmente a estos dos hermanos, gracias, sin duda, a la intercesión de Maria en su favor. Dios sólo es quien nos llama a su servicio, mas, ¡cuántas almas deben su vocaci6n a la Santísima Virgen! Renunciemos al mundo, y seremos más grandes que sus honores y que toda su gloria. (San Cipriano).

II. El mundo persiguió a estos dos apóstoles y les dio muerte, porque disipaban sus tinieblas con la luz del Evangelio. Hombres apostólicos: la persecución será siempre vuestra parte. Vosotros aborrecéis al mundo, no os asombréis de que él os pague con la misma moneda. Regocijaos, porque cuanto más disgustéis a los hombres, más agradaréis al Señor. El mundo ama sólo a los que se le parecen.

III. Las amenazas, las calumnias, los tormentos y la muerte no fueron suficientes para detener el celo de los dos ilustres hermanos. El mundo se esforzará por hacer fracasar todo lo que emprendáis por amor a Dios; pero no os dejéis abatir: avanzad, Dios os hará triunfar contra todos los obstáculos. No busquemos agradar a los hombres, alegrémonos más bien de disgustar a aquellos a quienes Dios mismo ha disgustado. (San Paulino).

El desprecio del mundo
Orad por la conversión de la India.

ORACIÓN

   Oh Dios, que os servisteis de los bienaventurados apóstoles Simón y Judas Tadeo para conducirnos al conocimiento de vuestro santo Nombre, haced que celebremos su gloria eterna avanzando en la virtud,  y que avancemos en la virtud celebrando su gloria. Por J. C. N. S. Amén.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:

24/X SAN MAGLORIO, Obispo y Confesor

24 de Octubre

SAN MAGLORIOObispo y Confesor



Velad sobre vosotros mismos, no sea
que se hagan pesados vuestros corazones
con la glotonería y la embriaguez.
(Lucas, 21, 34)

San Maglorio, oriundo del país de Gales y obispo de Dol, en Bretaña, de ordinario alimentábase sólo de pan y legumbres; los miércoles y viernes absteníase de todo alimento. Dejó su episcopado para retirarse a la soledad; pero tantas personas iban a buscarlo allí que estuvo a punto de ocultarse en otra parte, lo que le impidió su obispo. Advertido sobre su muerte, pasó en la iglesia los seis meses que le quedaban de vida, repitiendo sin cesar: Npido más que una cosa al Señor: habitar en su casa todos los días de mi vida. Murió en el año 575 a muy avanzada edad.

MEDITACIÓN: SOBRE LA SOBRIEDAD

I. La sobriedad es la muerte de todos los vicios y la vida de todas las virtudes; desapega al espíritu de la materia, fortifica el cuerpo, hace al hombre más apto para la oración. El ayuno, según Tertuliano, es el alimento de la plegaria. ¿Cómo practicas tú esta virtud? ¿No puedes quitar de tus comidas ciertas delicadezas, a fin de honrar la amargura de la hiel que se dio a Jesús por ti en la cruz? 
 
II. La glotonería produce efectos opuestos. Produce molicie al cuerpo, enerva el espíritu y nos hace incapaces de elevarnos a Dios por la oración. Por eso, los santos se dedicaron, desde el comienzo de su conversión, a atacar virtuosamente este vicio mediante continuos ayunos. Sabían que si el ayuno no es la perfección de la virtud, es la base y la santificación de todas la virtudes. (San Jerónimo).
   
III. A fin de desprenderse de la glotonería y adquirir la sobriedad, sabe que es necesaria poca cosa para sostener las fuerzas corporales, y que nada hay más contrario a la salud que los excesos ce la mesa. Acuérdate del ayuno de Jesucristo; piensa en los rigurosos ayunos que observaron tantos santos. ¡Que! ¿preciso será que alimentes con tanta delicadeza a este cuerpo que debe ser muy pronto el alimento de los gusanos, mientras desprecias a tu alma que es inmortal? Nos alimentamos, engordamos nuestro cuerpo, y descuidamos nuestra alma. (San Crisóstomo)

La sobriedad
Orad por la paz.

ORACIÓN
   Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Maglorioo, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.


*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

EL SANTO DEL DÍA ES:

24 de Octubre

SAN RAFAEL, Arcángel


Que el Arcángel Rafael,
médico de nuestra salvación,
nos asista desde el cielo,
a fin de que sane nuestras dolencias,
y guíe nuestros pasos vacilantes
a la verdadera vida
.
(Himno)

   San Rafael es uno de los siete espíritus que están siempre delante de Dios, y le ofrecen el incienso de su oración y de la de los hombresCuando tú orabas, dijo S. Rafael a Toblas, con lágrimas, y enterrabas los muertos, y te levantabas de la mesa a media comida, y escondías de día los muertos en tu casa, y los enterrabas de noche, yo presentaba tu oración al Señor. Y por lo mismo que eras acepto a Dios, fué preciso que la tentación te probase. 
   Tobías quedóse ciego; pero "la pérdida de la vista -dice San Agustín- fue ocasión de que el venerable anciano recibiese la visita de un médico clestial". San Rafael, cuyo nombre significa Medicina de Dios, fue enviado por Dios, como el ángel agitador del agua de la piscina probática, para curar a Tobías. Indicó al joven Tobías el remedio a propósito para devolver la vista a su padre, le buscó una esposa y ahuyentó al demonio.

ORACIÓN
   Alabemos con muestras de veneración a todos los príncipes de la corte celestial, y en especial al Arcángel Rafael, médico y compañero fiel, vencedor de demonio. ¡Oh Cristo, Rey bondadosísimo! Haz que con tal guarda, el enemigo no nos cause daño alguno.

HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:


EL SANTO DEL DÍA ES:

23 de Octubre

SAN SEVERINO, Obispo y Confesor


¡Insensato! esta misma noche se te ha de exigir
tu alma ¿de quién será cuanto has acumulado?

(Lucas, 12, 20)

   San Severino, que vivía en tiempos de San Martín, fue advertido por una música celestial de la muerte de este gran servidor de Dios. Un anacoreta, que supo por revelación que tendría el mismo grado de gloria en el cielo que el obispo Severino, dejó el desierto para ir a visitarlo, y asombróse vivamente de verlo espléndidamente servido y magníficamente alojado. Dios le hizo entonces conocer que San Severino tenía menos apego a sus bienes y a sus honores que el que tenía él mismo a su cántaro de agua.

MEDITACIÓN: SOBRE LA MUERTE DE LOS BUENOS Y LA DE LOS MALOS

I. Todos los hombres deben temer la muerte, porque es seguida de un juicio terrible y nadie sabe si es digno de amor o de odio. San Hilarión, el abad Agatón y muchos otros grandes santos han temblado en la hora de la muerte: ¿eres tú más santo que estos ilustres penitentes? Ten presente que no pueden adoptarse bastantes precauciones en un asunto que no ventila sino una sola vez, que no se puede reparar y donde se juega una eternidad de dicha o de infelicidad.
   
II. Pecadores, pensad en la muerte y despreciaréis los bienes del mundo y trabajaréis por la salvación de vuestra alma. Avaro, morirás; ¿a quién pasarán tus tesoros? Voluptuoso, ¿qué te quedará de tus placeres? Orgulloso, ¿de qué te servirán tus honores? ¿Qué desearás, qué temerás, qué te afligirá en la hora de la muerte? Piensa ahora en ello. ¡Oh muerte, cuán amargo es tu pensamiento para el hombre que vive en paz en medio de sus bienes! (Eclesiastés).
   
III. Justos o pecadores, quienquiera seáis, iréis a la casa de vuestra eternidad, descenderéis a la tumba; vuestros amigos, vuestros bienes, vuestros placeres, vuestros honores os abandonarán, nada os quedará fuera de un lúgubre sepulcro. Iréis, no sabéis ni cuándo ni cómo. Iréis, pero de allí no volveréis; es la casa de la eternidad, donde se está para siempre. Ya no quiero en adelante pensar sino en morir bien; es la verdadera filosofía del cristiano. El hombre irá a la casa de su eternidad. (Eclesiastés).

El pensamiento de la muerte
Orad por los agonizantes.

ORACIÓN
   Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Severino, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.

*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:

+San Antonio Maria ClaretObispo y Confesor
+San Teodoro o TeodoretoMártir
+San RománObispo de Rouen
+San Ignacio, Patriarca de Constantinopla
+San Alucio, Patrono de Pescia
+Beato Juan BuonoReligioso
+Beato BartoloméObispo de Vicenza

23/X SAN ANTONIO MARIA CLARET, Obispo y Confesor

23 de Octubre

SAN ANTONIO MARIA CLARET, Obispo y Confesor

 No sería difícil encontrar quien, ignorando la vida portentosa del Santo que conmemora hoy la Iglesia, se sintiera asaltado por la duda de si Antonio Claret, a quien se oye llamar de mil modos, suficiente cada uno para encarnar y cincelar toda una personalidad maciza y exuberante, existió en realidad o fue una fantasía. El modelo de obreros, el misionero apostólico, el taumaturgo, el escritor inagotable, el gran director de almas, el fundador, el organizador genial, el intuitivo "precursor de la Acción Católica, tal como es hoy" (Pío XI), el catequista célebre, el prudente confesor real, el abanderado de la infalibilidad pontificia y primer santo del concilio Vaticano, el sagrario viviente, el apóstol cordimariano de los tiempos modernos, el gran apóstol del siglo XIX, y también el gran calumniado, existió y fue San Antonio María Claret.

   Nació en Sallent (Barcelona ) el día 23 de diciembre de 1807, de padres auténticamente cristianos, que, al día siguiente, le llevaron al bautismo. "Me pusieron por nombre -nos dirá en su autobiografía-Antonio Adjutorio Juan: pero yo, después, añadí el dulcísimo nombre de María, porque María Santísima es mi Madre, mi Madrina, mi Maestra y mi todo, después de Jesús".

   A los, cinco años de edad aparecieron ya en la precoz inteligencia y en el corazón naturalmente compasivo del niño Antonio las primeras señales y gérmenes de su vocación al apostolado: "Las primeras ideas de mi niñez de que yo tengo memoria son que, cuando tenía unos cinco años de edad, estando en la cama, en vez de dormir, pues siempre he sido poco dormilón, pensaba en los bienes del cielo y en las penas eternas del infierno, es decir, pensaba en aquel "siempre" que no tiene fin: me figuraba distancias enormes: a éstas añadía otras y otras, y, no alcanzando el fin de ellas, me estremecía por la desgracia de aquellos que tendrán que padecer penas eternas...: esta idea quedó tan grabada en mí que, sea por lo temprano que empezó, sea por las muchas veces que en ella he pensado, lo cierto es que nada tengo más presente".

   Son éstos los primeros aleteos del misionero en ciernes: "Esta idea de la eternidad desgraciada es la que me ha hecho, hace y hará trabajar, mientras viva, en la conversión de los pobres pecadores, procurándola en el púlpito, en el confesionario, por medio de libros, estampas, hojas volantes, conversaciones, etc." Ha brotado la semilla del apóstol, del misionero que, en un siglo calamitoso para la Patria, luchará con su espíritu magníficamente universal, abierto, eminentemente apostólico y práctico. Su programa de vida y actuación quedó escrito de su puño y letra: "Trabajando constantemente y aprovechando todas las circunstancias para dar gloria a Dios y atender a la salvación de las almas, valiéndome de todos los medios". El programa, en su ambiciosa sencillez, debía ser una obra perenne, por, que, casi con las mismas palabras, se lo dejó en las constituciones a la codicia apostólica de sus misioneros.

   La infancia de Antonio transcurre apacible entre la escuela, su casa, los juegos y la iglesia. Los tiempos eran malos y revueltos, y las circunstancias de la familia no consentían los gastos de pensión en el Seminario. El muchacho hubo de incorporarse de lleno a los trabajos del telar paterno, en espera de tiempos mejores. Golpe duro y definitivo, al parecer, para las ilusiones de Claret. Acató resueltamente y con todo amor la orden de su padre, pasando por todas las ocupaciones y labores de la fábrica de tejidos, propiedad de su familia, y trabajando como el que más en cantidad y calidad. Así, hasta que llega un momento en que el trabajo de la fábrica paterna no tiene ya dificultades ni secretos para él. Por eso, "deseoso de adelantar, dije a mi padre que me llevase a Barcelona. Se extendió por aquélla ciudad la fama de la habilidad que el Señor me había dado para la fabricación. De aquí que algunos señores quisieran formar compañía con mi padre. Me excusé... Y, a la verdad, fue esto providencial. Yo nunca me había opuesto a los designios de mi padre. fue ésta la primera vez, y fue porque la voluntad de Dios quería de mí otra cosa. Me quería eclesiástico. El continuo pensar en máquinas y talleres me tenía absorto. Era un delirio lo que tenía por la fabricación. En medio de esto me acordé de aquellas palabras del Evangelio que leí de muy niño: "¿De qué le aprovecha al hombre ganar todo el mundo si finalmente pierde su alma?" Esta sentencia me causó profunda impresión. Fue una saeta que me hirió en el corazón. Pensaba y discurría qué haría".

   Hay en su alma una inquietud que no le deja sosegar y que va aumentando su tensión con varios episodios sucedidos en pocos meses, a propósito para desengañarle del mundo y avivar el interés por los negocios del alma. Fueron los siguientes: "Un día que fui a la Mar Vieja, que llaman, hallándome en la orilla, se alborotó de repente el mar y una grande ola se me llevó y, de improviso, me vi mar adentro. Después de haber invocado a María Santísima me hallé en la orilla, sin saber nadar y sin haber entrado en mi boca ni una sola gota de agua".

   Un amigo le llenó de amarguras el alma. Había condescendido a tener con él compañía de intereses; pero, cediendo este desventurado a los atractivos del juego, le estafó muchos miles de pesetas y se complicó después en otras acciones delictivas, hasta parar en un presidio. Antonio, aunque libre de toda complicidad, sintió hondamente el percance.

   "Iba alguna vez a visitar a un compatricio mío. Un día la dueña de la casa, que era una señora joven, me dijo que le esperase, que estaba para llegar. Luego conocí la pasión de aquélla señora, que se manifestó con palabras y acciones. Habiendo invocado a María Santísima, y forcejeando con todas mis fuerzas, me escapé de entre sus brazos.

   Tenía veintidós años. Llevaba cuatro en Barcelona. Durante ellos había llenado el ideal que pudiera proponerse, aun en nuestros días, cualquier trabajador especializado: aptitud para la fabricación, perito en dibujo, en el que consiguió repetidos premios; conocedor del francés y del inglés, que hablaba con soltura; diestro en el manejo de las matemáticas; hábil en la técnica textil, que no tenía secretos para él; propuesto con insistencia para director de fábricas, y, en medio de todo, piadoso, honrado, de bello porte y de un carácter tan amable y alegre que era las delicias de sus compañeros, de sus superiores y de sus subalternos. La vida le sonríe cuando abandona la esperanzas de un porvenir brillante y decide ingresar en la Cartuja. Pero, cuando se encamina al cenobio de Montealegre, una deshecha tempestad puso a prueba la poca robustez de sus pulmones, fatigados por la marcha y heridos por el trabajo, hasta expeler sangre. Por lo visto, Dios no lo quería así. Una vez restablecidas sus fuerzas marcha a sentarse entre los niños en el banco de un Seminario. Es lo que hoy se llama -con frase no tan inexacta- una vocación tardía.

   Y pasan los años. Estudia filosofía y teología en el viejo pero glorioso caserón del Seminario de Vich, con Balmes de compañero, y, por fin, el día 13 de junio de 1835 se ordena sacerdote, después de un mes de ejercicios.

   Ahora ya es mosén Claret. Tiene veintisiete años cumplidos. Se conserva su retrato de esta época. Bajo de estatura; un tinte amarillento colorea su rostro; ojos grandes y tiernos, que tienden a cerrarse bajo unos párpados carnosos, que naturalmente le inclinan a la modestia; pero cuando miran la lejanía y las multitudes desde la altura del púlpito se abren claros, animados por el alma fogosa de un apóstol, y le brillan como dos brasas.

   La parroquia de Sallent fue testigo de los primeros ardores de su celo sacerdotal, de la ejemplaridad intachable de su vida, de sus virtudes y de sus milagros. Pero este campo era demasiado reducido para el corazón grande de mosén Antón. Buscando horizontes más amplios para su celo se encamina a Roma, con el fin de ingresar en el Colegio de Propaganda Fide. Los oficiales encargados no pueden decretar la admisión sin la aprobación del cardenal prefecto, que, por aquellos días, disfrutaba las clásicas vacaciones romanas de la Ottobrata. Frente a este conjunto de dificultades decide Claret hacer los ejercicios espirituales en una casa profesa de la Compañía de Jesús, en espera de que las Congregaciones pontificias reanudaran sus trabajos. El mismo religioso que le dirigió los ejercicios, viendo en él cualidades no comunes, le propuso e insistió que ingresase en la Compañía. Tanto le animaron y tan fácilmente se solucionaron todas las dificultades, que, como él mismo nos dice, "de la noche a la mañana me hallé jesuita. Cuando me contemplaba vestido de la santa sotana de la Compañía casi no acertaba a creer lo que veía, me parecía un sueño.

   Pero los designios de Dios son muy distintos: "Me hallaba muy contento en el noviciado cuando he aquí que un día me vino un dolor tan grande en la pierna derecha que no podía caminar. Se temieron que quedaría tullido. El padre rector me dijo: "Esto no es natural. Me hace pensar que Dios quiere otra cosa de usted; consultaremos al padre general". Este, después de haberme oído, me dijo sin titubear, con toda resolución: "Es la voluntad de Dios que usted vaya pronto a España. No tenga miedo. Animo'. El padre Roothan tenía razón.

   Regresa a España y, al desembarcar en Barcelona, Claret deja de ser el mosén Antón que partió a Roma para convertirse en el misionero padre Claret. Exonerado de todo cargo parroquial, sus superiores le envían "como nube ligera que, empujada por el soplo del Espíritu Santo, llevase la lluvia bienhechora de la palabra divina a regiones secas y estériles".

   El ambiente político no es nada propicio. Hace poco que ha concluido la primera guerra carlista, guerra civil tenacísima y dura, que se ha prolongado siete años, y precisamente Cataluña ha sido uno de los principales teatros de la contienda. Esto no arredra al padre Claret. Más de cien páginas de su autobiografía nos narran sus correrías apostólicas y los estímulos que le movían a predicar incansablemente: "Siempre a pie de una población a otra, por muy apartadas que estuviesen, a través de nieves o de calores abrasadores, sin un céntimo siempre, pues nunca cobraba nada", predicando seis y ocho horas diarias y, el restante tiempo, confesando a miles de personas y, por las noches, en lugar de descansar, la oración, las disciplinas, el escribir libros y hojas volanderas, y sin comer apenas, lo que tenía maravilladas a las gentes. Era un milagro del Señor el que sostenía aquélla naturaleza. Las muchedumbres se agolpaban para oírle y el fruto era enorme. El demonio, por su parte, le hacía una guerra sin cuartel: en esta iglesia era una piedra que se desprendía del techo; en aquel pueblo, un violento fuego que se declaraba mientras predicaba el misionero. Pero éste descubría todas las astucias del enemigo. "Si era grande la persecución que me hacía el infierno, era muchísimo mayor la protección del cielo. Conocía visiblemente -dice él mismo- la protección de la Santísima Virgen. Ella y sus ángeles me guiaron por caminos desconocidos, me libraron de ladrones y asesinos y me llevaron a puerto seguro sin saber cómo. Muchas veces corría la voz de que me habían asesinado. Yo, en medio de estas alternativas, pasaba de todo: tenía ratos muy buenos, otros muy amargos. Habitualmente no rehusaba las penas, al contrario, las amaba y deseaba morir por Cristo; yo no me ponía, temerariamente en los peligros, pero sí me gustaba que el superior me enviase a lugares peligrosos, para poder tener la dicha de morir asesinado, por Jesucristo."

   Puede decirse que recorre todas las capitales y pueblos del nordeste de España. Su fama es grande; su predicación produce auténticas manifestaciones de entusiasmo. El fruto es cierto y copioso. Son muchas las conversiones sinceras. Menudean los milagros. El padre Claret, incansable, tiene constantemente a flor de labios esta oración: "¡Oh Corazón de María, fragua e instrumento del amor, enciéndeme en el amor de Dios y del prójimo!".

   De este modo pasaron siete años, hasta que, en 1848, fue enviado a Canarias para misionar en aquellas islas. Allí todavía más que en la Península, las multitudes se desbordan, las iglesias son insuficientes para contener a los que quieren escuchar la palabra del Padrito Santo, como cariñosamente le llaman, y el misionero se ve obligado a predicar bajo la bóveda azul del firmamento, en las plazas públicas o a las orillas del mar.

   El padre Claret acarició toda su vida, como un bello ideal, la fundación de una Congregación de sacerdotes que se dedicasen a la evangelización, según él la comprendía y practicaba. Mas, por oposición de la política y de las guerras, parecía todo un sueño que nunca habría de tener realidad. A mediados de 1849 regresó a España. El ambiente nacional había evolucionado mucho; los cielos de la política se serenaban; la persecución ahogaba en la lejanía sus últimos rugidos. A favor de todo esto las ilusiones claretianas volvieron a reverdecer. El santo misionero adivinó llegada la hora y, después de vencer no pocas dificultades, el día 16 de julio de este mismo año reúne a seis jóvenes sacerdotes en el Seminario de Vich y queda echada la semilla de la Congregación de los Misioneros Hijos del Corazón de María.

   Poco tiempo, sin embargo, pudo vivir con aquélla incipiente comunidad. "El día 4 de agosto -nos dice-, al bajar del púlpito, me mandan ir a Palacio. Y, al llegar allí, el señor obispo me da el nombramiento para arzobispo de Santiago de Cuba. Quedé muerto con tal noticia. Dije que de ninguna manera aceptaba. Espantado del nombramiento, no quise aceptar, por considerarme indigno y por no abandonar la Congregación que acababa de nacer. Entonces el nuncio de Su Santidad y el ministro de Gracia y Justicia se valieron de mi prelado, a quien tenía la más ciega obediencia. Este me mandó formalmente que aceptara."

   Mientras que se tramitaba su consagración y preparaba el viaje a América el celo del padre Claret continúa incansable y devorador; sigue sus correrías apostólicas; escribe libros; funda la Librería Religiosa, interviniendo personalmente en el montaje de las máquinas. Recibida la consagración episcopal, nada cambió de su método de vida: el mismo trato sencillo y humilde, el mismo vestido, la misma comida pobre y escasa, y, sobre todo, el mismo celo apostólico. Es su pasión. El gran fuego que le arde en las entrañas. Ninguna frase mejor que la escogida por él para su sello episcopal: Caritas Christi urget nos. Como otras muchas páginas de la autobiografía que nos dejó escrita, esta que transcribirnos puede darnos una idea de su actividad misionera y apostólica: "Arreglados mis negocios en Madrid, me volví a Cataluña. Al llegar a Igualada prediqué. Al día siguiente fui a Montserrat, en que también prediqué. Luego pasé a Manresa, en que se hacía el novenario de ánimas: por la noche les prediqué y, al día siguiente, di la sagrada comunión. Por la tarde pasé a Sallent, mi patria, y todos me salieron a recibir; por la noche les prediqué desde un balcón de la plaza, porque en la iglesia no hubieran cabido; al día siguiente celebramos una misa solemne y, por la tarde, salí para Sanmartí, donde prediqué. Al día siguiente por la mañana pasé a la ermita de Fusimaña, a la que había tenido tanta devoción desde pequeño, y en aquel santuario celebré y prediqué de la devoción a la Virgen Santísima. De allí pasé a Artés, en que también prediqué; luego a Calders, y también prediqué, y fui a comer a Moyá, y por la noche prediqué. Al día siguiente pasé por Collsuspina, y también prediqué, y después fuí a Vich, y también prediqué. Pasé a Barcelona, y prediqué todos los días en diferentes iglesias y conventos, hasta el día en que nos embarcamos".

   En Cuba se mantiene el mismo ritmo misionero: persecuciones, puñales, incendios, calumnias, que las fuerzas del mal desencadenaron contra el arzobispo; pero éste siguió manteniéndose intrépido en la misma línea. Con celo infatigable recorrió a caballo cuatro veces, en visita pastoral, toda su diócesis, que era aproximadamente de 60.000 kilómetros cuadrados. Las conversiones fueron innumerables. Los terremotos, la peste y el cólera que azotaron la isla sirvieron al arzobispo para arrancar infinitas almas al diablo, arreglar innumerables matrimonios de amancebados, más de 10.000, y hasta para calmar las revueltas populares. Durante su pontificado los americanos del Norte sirviéndose de elementos revolucionarios, hicieron tres tentativas contra la isla y las tres las desbarató el arzobispo con sólo predicar el amor y el perdón. Los enemigos de España llegaron a pensar muy en serio quitar la vida al que les hacía más daño que todo el ejército. Muchos intentos fallaron. Por fin, uno acertó. El día 1 de febrero de 1856 el arzobispo era herido gravemente en Holguín. "Cuando salimos de la iglesia—es el propio padre Claret quien nos lo cuenta—se me acercó un hombre, como si quisiera besarme el anillo; pero, al instante, alargó el brazo armado con una navaja de afeitar y descargó el golpe con todas sus fuerzas..," Lo que menos importó al herido fue la gravedad de aquellos momentos; a pesar de su presencia de ánimo, estaba muy lejos de su cuerpo: "No puedo explicar el placer, el gozo que sentía mi alma, al ver que había logrado lo que tanto deseaba: derramar mi sangre por Jesús y María".

   Restablecido milagrosamente, consiguió el indulto para su desgraciado verdugo y todavía le pagó el viaje para que pudiese regresar a su patria.

   También para el Santo había llegado la hora de retornar a España, y con ella el periodo que constituye la plenitud de su vida. El día 13 de marzo de 1857, estando predicando en una misión, recibió un comunicado de la reina de España, Isabel II, que le llamaba a Madrid, sin expresarle el motivo. El arzobispo termina apresuradamente las obras de mayor envergadura que tenía iniciadas, como la Granja Agrícola de Puerto Príncipe y el recién fundado Instituto Apostólico de María Inmaculada para la Enseñanza. Llega a Madrid y se entera en la primera entrevista con Isabel de que ésta le había llamado para hacerle su confesor. El padre Claret, siempre reacio a aceptar dignidades y grandezas humanas, no otorgó su consentimiento sino después de haber consultado a varios prelados y, aun entonces, con la expresa condición de no vivir en Palacio y de quedar libre para dedicarse al ministerio. Ahora iba a ser apóstol de España entera. Efectivamente, no tiene explicación humana lo que hizo en los diez años que fue confesor real: misionó por todas las capitales y provincias de España, aprovechando los viajes de los reyes: las tandas de ejercicios al clero, religiosos y seglares fueron ininterrumpidas; predica incansable: en una sola jornada llega hasta doce sermones; en el confesionario emplea diariamente unas cinco horas; recibe por término medio una correspondencia diaria de cien cartas, a las cuales responde personalmente: publica libros y opúsculos; es presidente de El Escorial, que restaura y donde funda un Seminario modelo: da vida fecunda a la Academia de San Miguel, anticipo de la Acción Católica de hoy. Todo esto sin contar su asistencia obligatoria a los actos oficiales de Palacio y el trabajo que tenía como protector del hospital e iglesia de Montserrat. Una labor, como se ve, capaz de abrumar las fuerzas de muchos hombres.

   Además, estaba al corriente del movimiento teológico, filosófico y cultural de Europa. Es ridícula la afirmación de los que presentan al padre Claret como "un hombre que sólo sabía rezar y hablar sin grandes pretensiones; hasta su aire era popular, por no decir pueblerino..." La historia demuestra lo contrario y Pío XII ha podido afirmar del padre Claret que era "un hombre singular, nacido para ensamblar contrastes". Ya desde los primeros años, en la escuela y en la Lonja de Barcelona, y posteriormente en el Seminario, sus calificaciones fueron siempre máximas. A pesar de su vida de actlvidad sorprendente y extensisima, es un lector empedernido. Quedan datos y muestras en su biblioteca particular, que constaba de más de 5.000 volúmenes de última hora, y que es una de las mejores y más completas de su tiempo. Voz corriente en los sectores eclesiásticos contemporáneos era que la ciencia del padre Claret parecía infusa. Tal vez, pero él mismo nos levanta un poco el velo cuando escribe: "A mí me consta que lo poco que sabe ese sujeto (Claret) lo debe a muchos años y muchas noches pasadas en el estudio". Lo que pasaba es que su vocación al ministerio activo no le pedía ni el escribir como científico ni el dedicar horas y horas a investigaciones eruditas, aunque se haya encontrado entre sus papeles alguna lucubración sobre la posibilidad de los vuelos dirigidos. Su misión providencial era de más importancia y trascendencia.

   Tiene Claret casi cincuenta años. Durante los diez que estuvo en la corte la actualidad religiosa de España quedó centrada en la persona del santo arzobispo. Su equilibrio humano se manifiesta ante las delicadas circunstancias personales de su regia penitente. La prudencia sobrenatural le mantiene alejado de todos los manejos políticos. Claret tiene una influencia decisiva para el catolicismo español de toda una época. Se ha dicho que su residencia en Madrid fue una verdadera catástrofe para el movimiento revolucionario español", influencia tan decisiva precisamente porque Claret no hizo nunca política. Ante los frutos que reportaba la obra del confesor real no podía Satanás dejar de ensañarse contra él, tratando de inutilizar su ministerio por todos los medios. La persecución se desencadena de manera metódica y perfectamente calculada: periódicos, libros, teatros; hasta en tarjetas y cajas de fósforos se le calumnió de la manera más baja y soez; se escribieron biografías que no eran sino noveluchos indecentes, se falsificaron escandalosamente algunos de sus libros más importantes, publicándolos con su nombre. Todo se ensayó, con el fin de inutilizar su celo. Pero también todo resultó inútil, pues el Señor tomó por su cuenta defender a su enviado e hizo redundasen en bien de las almas los mismos medios que los sicarios ponían en juego para impedirlo. Hasta doce veces intentaron asesinarle y, en no pocas de estas ocasiones, los mismos iniciadores del crimen eran los primeros en experimentar, por una sincera conversión, la benéfica influencia de las virtudes y santidad del calumniado arzobispo.

   La conducta del santo padre Claret no puede juzgarse como la de un estoico presuntuoso, sino como venida del don divino de la fortaleza. Se irguió sereno, imperturbable ante la calumnia. No quiso defenderse. Tuvo escrita una defensa sobria, verid'ica; pero se arrodilló ante el crucifijo y prefirió callar, recordando las palabras del Evangelio: Jesus autem tacebat: "Jesús, empero, se mantenía callado" (Mt. 26,63). Es que desaparece el hombre para dejar paso al santo, a quien se exigió el sacrificio de su reputación y de su buen nombre, no sólo durante su vida, sino por largos años posteriores, tantos que, todavía en 1934, cuando Pío XI le beatifica, hay una pluma famosa en las letras patrias que, en son de arrepentimiento, escribe: "Existen dos Claret: uno el forjado por la calumnia, otro el real y efectivo. Aquél es totalmente inexistente. Este, Antonio María Claret, es, sencillamente, un santo de la traza y pergeño de los activos, infatigables, emprendedores".

   En esta época de su estancia en Madrid, cuando el trabajo ministerial acapara todas sus horas, es precisamente cuando el padre Claret llega a la cumbre de su vida espiritual, a la unión mayor que se puede dar: la transformación total. Humildemente nos lo refiere el Santo: "El día 26 de agosto, hallándome en oración en la iglesia del Rosario, de La Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia de la conservación de las especies sacramentales y así tener siempre día y noche al Santísimo Sacramento en el pecho".

   ¡Admirable consumación de amor, expresión manifiesta de la unión íntima, transformante de un alma con el Divino Verbo! La revolución de septiembre, que él había profetizado muchas veces, destronó a la reina y arrojó a ella y a su confesor a un país extraño. Desterrado de la madre patria, por la que tanto había trabajado, anciano, cansado, consumido y enfermo, pero indomable, marcha a Francia y, poco después, a Roma, para asistir al concilio Vaticano. Cuando se discute la candente cuestión de la infalibilidad pontificia habla con palabras que conmueven a toda la asamblea. Insinúa proféticamente algunas escisiones en la Iglesia, por causa de esta cuestión, que tuvieron exacto cumplimiento, y, después, señalando las cicatrices que el atentado de Holguín dejó en su rostro y repitiendo la frase del Apóstol: "Traigo en mi ,cuerpo los estigmas de mi Señor Jesucristo" (Gál. 6,7), declara que está dispuesto a morir en confirmación de esta gran verdad: "Creo que el Suma Pontífice romano es infalible".

Es la última llamarada de una lámpara que se extingue. Vuelve a Francia y, camino de París, se detiene, casi moribundo, en Fontfroide, una recoleta y tranquila abadía cisterciense, cerca de Carcasona.

Ni en su agonía le dejan tranquilo las fuerzas del mal. Sólo la muerte le libró de nuevas persecuciones y pesquisas policíacas. Su cuerpo se desmoronaba: pero él, con el pie en las playas de la patria eterna, escribía con pulso a un tiempo inseguro y vigoroso, esta definitiva y para él obsesionante afirmación: "Quiero verme libre de estas ataduras y estar con Cristo (Fil. 1,23), como María Santísima, mi dulce Madre".

   Así fue, el día 24 de octubre de 1870. Después, sus funerales, entre el rumor del canto de los monjes y el revoloteo de un misterioso pajarillo sobre el féretro arzobispal, colocado en la severa iglesia cisterciense. Sobre su tumba escribieron las palabras de San Gregorio Magno: "Amé la justicia y odié la iniquidad; por eso muero en el destierro". Bajo aquella losa descansaron los restos del padre Claret durante veintisiete años, hasta que los Misioneros los trasladaron, con afecto filial, a su iglesia de Vich (Barcelona). El cerebro y el corazón habían resistido la acción devoradora de la humedad y de la cal.

   El 25 de febrero del año 1934 el papa Pío XI le declaraba Beato y el 7 de mayo de 1950 Pío XII le elevaba al supremo honor de los altares. Su mejor semblanza, la que de él hizo Su Santidad Pío XII en unas palabras pronunciadas horas después de la canonización: "Alma grande, nacida como para ensamblar contrastes; pudo ser humilde de origen y glorioso a los ojos del mundo; pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante; de apariencia modesta, pero capaz de imponer respeto incluso a los grandes de la tierra; fuerte de carácter, pero con la suave dulzura de quien conoce el freno de la austeridad y de la penitencia; siempre en la presencia de Dios, aun en medio de su prodigiosa actividad exterior: calumniado y admirado, festejado y perseguido. Y entre tantas maravillas, como luz suave que todo lo ilumina, su devoción a la Divina Madre".

ARTURO TABERA ARAOZ

EL SANTO DEL DÍA ES:

21 de Octubre

SANTA ÚRSULA Y SUS COMPAÑERAS, Mártires


Os he desposado con el único Esposo que es Jesucristo,
para presentaros a Él como una virgen pura.

(2 Corintios, 11, 2)
  
Santa Úrsula, hija de un rey de Inglaterra, y once mil vírgenes, compañeras suyas, fueron embarcadas en Londres por orden del tirano Máximo para ser transportadas a Bretaña, donde debían ser casadas con los soldados que habían conquistado a ese país. Sorprendidas por una tempestad, fueron arrojadas en las costas de la Germania. Allí dieron con unos piratas que quisieron hacerlas víctimas de sus pasiones; pero ellas, animadas por Úrsula, prefirieron morir a dejarse arrebatar su virginidad.

MEDITACIÓN: SOBRE SANTA ÚRSULA

I. Santa Úrsula exhorta a sus compañeras a morir antes que consentir en la pérdida de la castidad. Su ejemplo las anima más que sus palabras. Mueren todas, pero mueren castas e inocentes. Aprende de esto a renunciar a la vida que te es común con las bestias, antes que perder la pureza que te hace semejante a los ángeles, y la gracia que hace de nosotros hijos adoptivos de Dios. ¡Antes morir que mancharse! que ésta sea tu divisa; y, siguiendo el ejemplo de Santa Úrsula, inspira los mismos sentimientos a los que están bajo tu guía.
   
II. Entre estas once mil vírgenes, una hubo que careció de valor: escondióse para evitar la muerte. Nada es perfecto en este mundo, preciso es que haya sombras y faltas; existen hombres imperfectos en los monasterios más santos y en las congregaciones más fervorosas. Que aquél que está en pie se cuide de no caer. Humíllate: San Pedro negó a Jesucristo. Judas lo traicionó: ¡los dos sin embargo eran apóstoles!
  
III. De once mil vírgenes, una sola rehuye el martirio. En la vida religiosa, por un imperfecto y un tibio, se encuentra a varios fervorosos y excelentes servidores de Dios. Y, todavía, esta virgen, llamada Córdula, animada por el generoso ejemplo de sus compañeras, salió al día siguiente de su escondite y Sufrió ella también el martirio. Tal es la ventaja que se obtiene de la compañía de personas virtuosas: se cae con menor frecuencia, uno levántase con mayor rapidez, hasta se aprovecha de las caídas para redoblar el fervor. Si estás tú imposibilitado de evitar ocasiones de ofender a Dios, vela sobre ti con mayor cuidado. En la vida religiosa, el hombre vive una vida más pura, cae más raramente, levántase más rápido y avanza con más precaución. (San Bernardo).

La caridad
Orad por la Orden de las Ursulinas.

ORACIÓN
   Señor, Dios nuestro, concedednos la gracia de celebrar las victorias de Santa Úrsula y sus compañeras, mártires, con devoción duradera, a fin de que, si no podemos rendirles todo el honor que ellas merecen, por lo menos les presentemos nuestros humildes homenajes. Por J. C. N. S. Amén.



*Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

HOY FESTEJAMOS TAMBIÉN EL TRIUNFO DE:

20/X SAN JUAN CANCIO O SAN JUAN DE KENTI, Confesor

 20 de Octubre

SAN JUAN CANCIO O SAN JUAN DE KENTIConfesor

Mis amados, os conjuro a que os abstengáis
como extranjeros y peregrinos,
de los deseos carnales que combaten contra el alma.
(1 Pedro, 2. 11)

Llevaba este santo la caridad hasta el extremo de despojarse de sus propias vestiduras para cubrir a los indigentes. Viajó cuatro veces a Roma para visitar las tumbas de los santos Apóstoles y dar testimonio de su adhesión a la Santa Sede. En una de estas peregrinaciones, topó con unos ladrones que, después de haberle tomado su dinero, le preguntaron si no tenía nada más. Respondió él que no; pero, recordando en seguida que tenía algunas monedas de oro cosidas en su manto, llamó a los malhechores y se las entregó. Impresionados éstos por su candor y su generosidad, le devolvieron lo que le habían tomado. Habitualmente llevaba cilicio, dormía y comía lo menos posible. Murió a la edad de 77 años, en 1473. Su memoria es objeto de gran veneración en Polonia y Lituania.


MEDITACIÓN
NUESTRA VIDA
ES UNA PEREGRINACIÓN

I. El cielo es nuestra patria, la tierra es el lugar de nuestra peregrinación o, más bien. de nuestro exilio. No hacemos más que pasar por este mundo, como un viajero pasa por la hostería; después de nuestra muerte ya no se piensa en nosotros. ¿Por qué, pues, amamos tanto este destierro? ¿Por qué tenemos tan poco amor por nuestra patria? Piensa a menudo en el cielo en donde Dios, que es tu Padre, te espera. Todos los días prepárate para la muerte en la cual desemboca el camino de esta vida.
   
II. Un viajero no se recarga de cosas inútiles, no edifica casa en los lugares por donde pasa, no se afana por aparecer con magnificencia en ellos. Estas riquezas, estos honores, te estorban y retrasan tu marcha. ¿Por qué tomar como estables los bienes de la tierra? En el cielo es donde debes edificar una morada y acumular tesoros, porque allí es donde debes habitar eternamente. El hombre es tanto más feliz en esta vida, cuanto más sabe aligerarse mediante la pobreza y no suspira tras el peso de las riquezas. (Minucio Félix).
   
III. Los lugares más agradables no retienen al viajero: atráele su patria con tantos encantos que todo el resto le fastidia. ¿Por qué te detienes tú en los placeres de esta vida? Piensa en los del cielo. Si Dios te envía aflicciones, es para que el mundo no te seduzca con sus atractivos. Sírvete del mundo, pero no te dejes encadenar por él. La vida es una hostería, no has entrado en ella sino para salir. (San Agustín).

El desapego a las riquezas
Orad por los peregrinos.

ORACIÓN
   Haced, os lo suplicamos Señor, que avanzando a ejemplo de San Juan, en la ciencia de los santos, y dando testimonio como él de una gran misericordia para con el prójimo, obtengamos, por sus méritos, hallar gracia ante Vos. Por J. C. N. S. Amén.



* Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo II, (Ed. ICTION, Buenos Aires, 1982)

TIEMPO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

DOMINGO 22º DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

( Semidoble - Ornamentos verdes )
   
   Lo que algunos han llamado rebelión de los Macabeos, es un testimonio magnífico del respeto debido a las cosas divinas, a la Ley de Dios, a su Culto, a su Templo. Dícennos los santos Libros que, viéndose apurado Judas y sabiendo que los romanos eran los amos del mundo, los llamó en su ayuda, llegando el Senado a firmar con el Macabeo un tratado de paz y de alianza, tratado que después fue renovado por Jonatás y luego por su hermano Simeón.
   Pero muy pronto la guerra civil vino a desgarrar a aquel reino ya medio deshecho, pues dos hermanos enemigos se disputaban la corona. Uno de ellos creyó conveniente llamar en su ayuda a los romanos, los cuales vinieron en efecto, apoderándose Pompeyo de Jerusalén el año 63, con lo cual Palestina vino a ser colonia romana, porque Roma jamás soltaba lo conquistado por sus armas.
   Con esto, el Senado romano nombró a Herodes rey de los judíos, y éste, más por bienquistarse a sus nuevos súbditos que por devoción, volvió a levantar por vez tercera el Templo de Jerusalén, el mismo en que había luego de entrar triunfalmente Jesús, nuestro divino Salvador. Desde entonces el pueblo judío hubo de pagar tributos a Roma.
   Así la escena evangélica de la misa enlaza perfectamente con lo anterior, y tuvo lugar en los últimos días de la vida de Jesús, confundiendo el Maestro a sus rabiosos émulos, que no esperaban había de responder con tanto acierto a su insidiosa pregunta de si había o no de pagarse tributo al emperador romano, su señor. Si Jesús respondía que si, se indisponía con el pueblo que llevaba mal resignado el yugo romano; si decía que no, caería sobre Él la furia del fisco. Pero Jesús, con su infinita sabiduría, sin contestar con una evasiva, supo dar la más atinada respuesta al capcioso dilema, trazándonos al propio tiempo un programa de nuestros deberes cívicos y religiosos, los cuales no pugnan entre sí. Al poder secular, que gobierna con la autoridad participada de la de Dios, los pueblos deben tributos metálicos, respeto y acatamiento a sus justas órdenes y leyes*. A Dios se le debe amor, servicio y adoración rendida de cuerpo y alma, se le debe de justicia el culto litúrgico. Nosotros somos la moneda que Dios troquela a su imagen; y Dios reclama esa moneda como el César la suya.
   El Evangelio y la misma Epístola, estando ya pronto a expirar el año litúrgico, nos traen la memoria de los últimos días del mun do y de cada hombre, y el justo juicio de Dios en el día de Cristo Jesús (Ep.).Pidámosle, pues, la perseverancia final en el bien, que es la gracia de las gracias. "Que nuestra caridad vaya en aumento, procurando llegar a la plenitud de Cristo, a que se verifique en nosotros el ideal, el cual consiste en que se forme en nosotros Cristo".
   Pongamos nuestra confianza en Jesús "para ese día tremendo en que los mismos cielos y tierra han de temblar", porque, "si Dios se fijase en nuestras iniquidades, ¿quién sería capaz de resistir su mirada?" (Int.). Pero Dios es el apoyo de los que en Él esperan (Alel.) y en el Dios de Israel se encuentra la misericordia (Int., Sec.), y la tendrá para con nosotros, si nosotros la tenemos con nuestros hermanos.   En la hora del peligro acudamos al recurso magno de la oración, porque "si invocamos al Señor, Él nos oirá" (Com.). Teniendo en cuenta que la oración eminentemente social y fraternal que Dios escucha con preferencia es la oración litúrgica, la oración de la Iglesia, su Esposa. Por quererla tanto como la quiere, no puede resultar fallida, y la oye, como el rey Asuero oyó la de su esposa Ester cuando quiso salvar a su pueblo (Ofert.).
   
El párroco celebra hoy la misa por sus feligreses.

IntroitoPs. 129, 3-4
    INTROITUS Si iniquitátes observáveris, Dómine: Dómine, quis sustinébit? quia apud te propitiátio est, Deus Israël. Ps. ibid., 1-2De profúndis clamávi ad te, Dómine: Dómine, exáudi vocem meam. V. Gloria Patri.   Introito - Si mirases, Señor, nuestros pecados, Señor, ¿quién resistiría tu mirada? Mas en Ti reside la misericordia ¡oh Dios de Israel!  - Ps. Del fondo del abismo a Ti clamé, Señor; Señor, oye mi voz. V. Gloria al Padre.
Oración-Colecta
   ORATIO - Deus, refúgium nostrum, et virtus: adésto piis Ecciésiæ tuæ précibus, auctor ipse pietátis, et prǽsta: ut, quod fidéliter pétimus, efficáciter consequámur. Per Dóminum.    R. Amen       Oh Dios, refugio y fortaleza nuestra, oye las piadosas plegarias de tu Iglesia, Tú el autor mismo de toda piedad, y haz que consigamos eficazmente lo que con fe te pedimos. Por Nuestro Señor Jesucristo, etc.   R. Amen.

Epístola
   San Pablo expresa a los filipenses el gran amor que les profesa y que de una manera especial se aviva en su corazón estando preso, por la fe de Jesucristo. 
EPISTOLALectio Epistolae beati Pauli Apostoli ad Philippénses.    Philipp. 1, 6-11 -  Fratres: Confídimus in Dómino Jesu, quia qui coepit in vobis opus bonum, perfíciet usque in diem Christi Jesu. Sicut est mihi justum hoc sentíre pro ómnibus vobis: eo quod hábeam vos in corde, et in vínculis meis, et in defensióne, et confirmatióne Evangélii, socios gáudii mei omnes vos esse. Testis enim mihi est Deus, quómodo cúpiam omnes vos in viscéribus Jesu Christi. Et hoc oro ut caritas vestra magis ac magis abúndet in sciéntia, et in omni sensu: ut probétis potióra, ut sitis sincéri, et sine offénsa in diem Christi, repléti fructu justítiæ per Jesum Christum, in glóriam et laudem Dei.  

   Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Filipenses  - Hermanos: Tenemos una firme confianza de que Aquel que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de la venida de Jesucristo. Es justo que yo sienta esto de todos vosotros, porque os llevo en el corazón, y porque sois participantes del gozo que yo tengo en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del Evangelio(1), Porque Dios me es testigo de la ternura con que os amo a todos vosotros en el corazón de Jesucristo. y lo que le pido es que vuestra caridad abunde más y más en la luz y en la inteligencia, para que sepáis discernir lo mejor y seáis sinceros e intachables hasta el día de Cristo(2), colmados de frutos de justicia, por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
    GRADUALE (Ps. 132, 1-2 Ecce quam bonum, et quam jucúndum, habitáre fratres in unum! Sicut unguéntum in cápite, quod descéndit in barbam, barbam Aaron.  Alleluia, alleluia. V.(Ps. 113,11) - Qui timent Dóminum sperent in eo: adjútor et protector eórum est.   Alleluia.   Gradual - ¡Oh, qué bueno es y qué delicioso, vivir los hermanos en santa unión! V. Es como el perfume derramado sobre la cabeza, y que bajó por la larga barba de Aarón.
Aleluya, aleluya - V Ños que temen al Señor, esperen en Él; porque es su ayudador y su protector, Aleluya. 
Evangelio
      L
USequéntia sancti Evangélii secúndum Matthǽum.(Matth. 22, 15-21
   In illo témpore: Abeúntes pharisǽi consílium iniérunt ut cáperent Je­sum in sermone. Et mittunt ei discí­pulos suos cum Herodiánis, dicéntes: Magíster, scimus quia verax es, et viam Dei in veritáte doces, et non est tibi cura de áliquo: non enim réspicis persónam hóminum: dic ergo nobis quid tibi vidétur, licet censum dare Cǽsari, an non? Cógnita autem Jesús nequítia eórum, ait: Quid me tentátis, hypócritæ? Osténdite mihi numísma census. At illi obtulérunt ei denárium. Et ait illis Jesus: Cujus est imágo hæc, et superscríptio? Dicunt ei: Cǽsaris. Tunc ait illis: Réddite ergo quæ sunt Cǽsaris, Cǽsari; et quæ sunt Dei, Deo. 

Credo.
  Continuación del Santo Evangelio según Credo.  En aquel tiempo: Los Fariseos se fueron, y se confabularon acerca del modo de sorprender a Jesús en los que hablase. Le enviaron, pues, sus discípulos con algunos herodianos(3), diciendo: Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios según la verdad, y que no te importa de nadie, porque no miras a la calidad de las personas de los hombres. Dinos, pues, ¿qué te parece, es lícito pagar tributo al César o no?(4) Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Y Jesús les dijo: ¿De quién es esta imagen e inscripción? Y le responden: Del César. Entonces les replicó Jesús: Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios(5). Credo.
    OFFERTORIUM (Esth. 14, 12 et 13 Recordare mei, Dómine, omni potentátui dóminans: et da sermónem rectum in os meum, ut placeant verba mea in conspéctu príncipis.   Ofertorio -  Acuérdate de mi, oh Señor, Tú que dominas sobre toda potestad: y pon en mi boca palabras rectas, para que pueda con ellas agradar al príncipe(6)
Oración-Secreta
    Da, miséricors Deus: ut hæc salutáris oblátio et a própriis nos reátibus indesinénter expédiat, et ab ómnibus tueátur adversis. Per Dóminum. Per Dominum.    Haz, oh Dios misericordioso, que esta oblación saludable nos lilbre sin cesar de las penas de nuestros propios pecados, y nos defienda de toda adversidad. Por Nuestro Señor Jesucristo, etc.  

Prefacio de la Santísima Trinidad
    Vere dignum et justum ets aequum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, aeterne Deus. Qui cumm unigenito  Filio tuo, et Spiritu Sancto, unus es Deus, unus es Dominus: non in unius singularitate personae, sed in unius Trinitate substantiae. Quod enim de tua gloria, revelante te, credimus, hoc de Filio tuo, hoc de Spiritu Sancto, sine differentia discretionis sentimus. Ut in confessione verae, sempiternaeque Deitatis, et in personis Proprietas, et in essentia unitas, et in majestate adoretur aequalitas. Quam laudat Angeli atque Arcangeli, Cherubim quoque ac Sraphim: qui non cessant clamare quotidie, una voce dicentes:   Sanctus, Sanctus, Sanctus...

   Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Quien, con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, eres un solo Señor: no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia. Porque cuanto creemos, por habérnoslo Tu revelado, acerca de tu gloria, creémoslo igualmente de tu Hijo, y del Espíritu Santo, sin haber diferencia ni separación. De modo que, al reconocer una sola verdadera y eterna Divinidad, sea también adorada la propiedad en las personas, la unidad en la esencia y la igualdad en la majestad. A la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar diariamente, diciendo a coro:: Santo, Santo, Santo, etc.
   COMMUNIO  (Ps. 16, 6) - Ego clamávi, quóniam exaudísti me, Deus: inclína aurem tuam, et exáudi verba mea. 
   Comunión. - Clamé porque me escuchaste, oh Dios: inclina tus oídos y sigue atendiendo mis ruegos.
Oración-Postcomunión
     Súmpsimus, Dómine, sacri dona mystérii, humíliter deprecántes: ut quæ in tui commemoratiónem nos fácere præcepísti, in nostræ profíciant infirmitátis auxílium:   Habiendo recibido, oh Señor, el regalo de este Sacramento, te rogamos humildemente que sirva de auxilio a nuestra flaqueza esto que Tú nos mandaste hacer en memoria tuya.  Por Nuestro Señor Jesucristo.



  • * No olvidemos jamás que el buen cristiano es buen ciudadano y gran patriota y que de él nada tienen que temer los poderes temporales.
  • ** Esa imagen, que es nuestra alma, volverá a pasar por delante de los ojos de Jesús y de sus manos, y de nuevo dirá: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Y nuestro fondo le responderá : De Dios. Para Él fuimos hechos; luego debíamos llevar impresa su imagen. El bautismo la restauró. Ese fue su efecto y su carácter. Mas ¿qué se hizo de esos rasgos divinos que debían distinguirnos? La imagen de Dios debía estar en tu razón, ¡oh alma cristiana! ¡y tu la has ahogado en la embriaguez, la has sumido en el amor de los placeres, la has entregado a la ambición! ¡la has hecho cautiva del oro! lo que es una idolatría; ¡la has sacrificado a tu vientre, del cual hiciste tu dios! ¡has hecho ídolo tuyo a la vana gloria! en vez de alabar y de bendecir a Dios noche y día, se ha alabado y admirado a sí misma... ¡Eres la obra del placer y de la ambición! la obra del demonio cuyas obras has ejecutado!... ¡Vete, pues, con el que te conoce y cuyas sugestiones has seguido! ¡Vete  al fuego eterno que te está preparado! ¡Oh justo juicio! Y ¿dónde estaré yo? ¿Me reconoceré yo a mí mismo, después que mi Creador me haya reconocido?
  • (1) Los Filipenses habían ayudado a San Pablo, mientras estaba preso por la fe de Cristo en Roma.
  • (2) El día de Cristo es el día del Juicio.
  • (3) O sea, los partidarios políticos de Herodes.
  • (4) Con esta pregunta capciosa querían los enemigos de Jesús malquistarlo, sea con los romanos, si decía que no debían pagar el tributo, sea con Herodes, si afirmaba la obligación.
  • (5) Si la moneda llevaba la imagen y el nombre del emperador, quería decir que era su autoridad civil, y que por lo tanto le debían el tributo y la obediencia; si bien el culto del alma, el amor y la piedad se los debían a Dios, por quien el César era lo que era. Con esta respuesta Jesús defendió los justos derechos del poder civil, conciliándolos con los de Dios.
  • (6) El príncipe al que el texto se refiere era el rey Asuero, pero está aplicado a Jesucristo, Rey de reyes, César de los césares. Príncipe de los príncipes, ya que de Él dimana todo poder. 

INTRODUCCIÓN

Acerca de la Santa Misa